FELIZ CUBAN THANKSGIVING
DE PARTE DE SU AMIGO Esteban Fernández
DE PARTE DE SU AMIGO Esteban Fernández
29 de noviembre de 2013
Sin lugar a dudas el Thanksgiving es la costumbre de este país que más nos ha gustado a los cubanos exiliados. Nos encanta esa bella tradición, la hemos aceptados y la hemos agregado a nuestras celebraciones.
Darle Gracias a Dios (aparte de en todo momento) determinado día es algo lindísimo. Bueno, pero si bien, como les dije, nos encanta el Thanksgiving desde el primer momento el pavo desabrido no nos apetece tanto.
Y entonces nos hemos encaprichado en darle sabor cubano al pavo. Es más, hasta la palabra pavo nos suena extraña porque para nosotros eso es guanajo. Y lo primerito que le agregamos al Thanksgiving es LA NARANJA AGRIA.
Y entonces le dedicamos horas a los “apreparos” del pavo. Es decir, le decimos a la esposa: “Mi amor, adoba el pavo igualito que si estuvieras haciendo una pierna de puerco”. Eso es increíble porque si lo que queremos es que sepa a carne de puerco ¿por qué mejor no compramos y hacemos un pernil y sanseacabó?...
Entonces eliminamos la mayoría de los alimentos con que los americanos rodean al pavo y nosotros le agregamos más o menos los mismos (congrí, yuca, plátanos maduros fritos) que utilizamos el día de nochebuena. Es como si el Thanksgiving fuera un anticipo, una “práctica” de lo que será la cena navideña.
Ustedes no me lo creerán pero hace unos años recuerdo que al Thanksgiving invitaron a un viejo cubano que había quedado viudo recientemente y este me dijo: “Chico, todo estuvo muy bueno, pero se les olvidó servir unos cuantos chatinos”. Yo me quedé un poco sorprendido sin saber que responder porque yo no les llamo “chatino” sino “plátanos verdes a puñetazos”...
Los cubanos que hemos enviado a nuestros hijos y nietos a colegios religiosos nos ponemos dichosos ese día porque utilizamos a los muchachos para que digan unas palabras antes que comencemos a comer. Nada me enorgullece más a mí que ver a mis nietos Andre, Jaxon y Lissete levantarse y darles gracias a Dios en nombre de todos los presentes.
A mí personalmente me cae como una patada el Halloween. Eso de los muchachos pedirle caramelos a extraños no me agrada en lo absoluto, pero para mí el día más precioso del año es el Thanksgiving, día donde se reúne toda la familia y se pasan momentos tranquilos, pacíficos, bellos, de confraternidad y de agradecimiento al Ser Supremo.
Si usted me pregunta ¿qué costumbre ajena te gustaría llevar a Cuba el día de mañana cuando seamos libres? Yo creo que no lo pensaría ni un segundo y respondería: el Thanksgiving. Y yo estoy seguro que así será. No tengo dudas de eso, porque si no somos nosotros serán nuestros herederos, los que han nacido y se han criado aquí, quienes con toda seguridad llevaran esa preciosa tradición a tierras cubanas.
Y no me sorprendería (así son las cosas de la vida) que ese día allá en Cuba libre en lugar de “frijoles negros y yuca” se pongan a querer comer el pavo desabrido con “mash potatos”, boniatos de lata y maíz.
Desde luego, allí estaremos nosotros insistiendo en “¡Caballero, échenle más naranja agria, pónganle bastante ajo a ese guanajo, si no lo adoban bien desde la noche anterior no va a saber a nada!”. Y allá veremos a los nietos diciendo: “Don’t worry abuelo, next month, el día 24, abres un hueco en el patio y haces el lechón como a ti te gusta”. A mis lectores les deseo un feliz Thanksgiving cubano.
Darle Gracias a Dios (aparte de en todo momento) determinado día es algo lindísimo. Bueno, pero si bien, como les dije, nos encanta el Thanksgiving desde el primer momento el pavo desabrido no nos apetece tanto.
Y entonces nos hemos encaprichado en darle sabor cubano al pavo. Es más, hasta la palabra pavo nos suena extraña porque para nosotros eso es guanajo. Y lo primerito que le agregamos al Thanksgiving es LA NARANJA AGRIA.
Y entonces le dedicamos horas a los “apreparos” del pavo. Es decir, le decimos a la esposa: “Mi amor, adoba el pavo igualito que si estuvieras haciendo una pierna de puerco”. Eso es increíble porque si lo que queremos es que sepa a carne de puerco ¿por qué mejor no compramos y hacemos un pernil y sanseacabó?...
Entonces eliminamos la mayoría de los alimentos con que los americanos rodean al pavo y nosotros le agregamos más o menos los mismos (congrí, yuca, plátanos maduros fritos) que utilizamos el día de nochebuena. Es como si el Thanksgiving fuera un anticipo, una “práctica” de lo que será la cena navideña.
Ustedes no me lo creerán pero hace unos años recuerdo que al Thanksgiving invitaron a un viejo cubano que había quedado viudo recientemente y este me dijo: “Chico, todo estuvo muy bueno, pero se les olvidó servir unos cuantos chatinos”. Yo me quedé un poco sorprendido sin saber que responder porque yo no les llamo “chatino” sino “plátanos verdes a puñetazos”...
Los cubanos que hemos enviado a nuestros hijos y nietos a colegios religiosos nos ponemos dichosos ese día porque utilizamos a los muchachos para que digan unas palabras antes que comencemos a comer. Nada me enorgullece más a mí que ver a mis nietos Andre, Jaxon y Lissete levantarse y darles gracias a Dios en nombre de todos los presentes.
A mí personalmente me cae como una patada el Halloween. Eso de los muchachos pedirle caramelos a extraños no me agrada en lo absoluto, pero para mí el día más precioso del año es el Thanksgiving, día donde se reúne toda la familia y se pasan momentos tranquilos, pacíficos, bellos, de confraternidad y de agradecimiento al Ser Supremo.
Si usted me pregunta ¿qué costumbre ajena te gustaría llevar a Cuba el día de mañana cuando seamos libres? Yo creo que no lo pensaría ni un segundo y respondería: el Thanksgiving. Y yo estoy seguro que así será. No tengo dudas de eso, porque si no somos nosotros serán nuestros herederos, los que han nacido y se han criado aquí, quienes con toda seguridad llevaran esa preciosa tradición a tierras cubanas.
Y no me sorprendería (así son las cosas de la vida) que ese día allá en Cuba libre en lugar de “frijoles negros y yuca” se pongan a querer comer el pavo desabrido con “mash potatos”, boniatos de lata y maíz.
Desde luego, allí estaremos nosotros insistiendo en “¡Caballero, échenle más naranja agria, pónganle bastante ajo a ese guanajo, si no lo adoban bien desde la noche anterior no va a saber a nada!”. Y allá veremos a los nietos diciendo: “Don’t worry abuelo, next month, el día 24, abres un hueco en el patio y haces el lechón como a ti te gusta”. A mis lectores les deseo un feliz Thanksgiving cubano.
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