martes, julio 11, 2006

QUE HACER CON GUANTANAMO ?

Tomado de Cuba Encuentro.com



¿Qué hacer con Guantánamo?


Por Carlos Alberto Montaner




La Corte Suprema norteamericana le ha dicho al presidente Bush que no puede mantener presos indefinidamente y sin un trato humano y un juicio justo a los terroristas islámicos recluidos en la base de Guantánamo. En 1993 --entonces gobernaba Clinton-- hubo un laudo parecido con relación a los inmigrantes haitianos. El asunto es muy simple: Estados Unidos es una nación construida en torno al principio de que todos deben someterse por igual al rigor de la ley. Dentro del territorio donde impera la constitución americana no puede haber personas exceptuadas de este deber y de este derecho.

No existen, pues, limbos penales regidos por reglas ajenas a la legislación regular norteamericana o a los tratados internacionales que firma la nación. Es verdad que Estados Unidos no tiene soberanía sobre Guantánamo --un territorio de 116 kilómetros cuadrados (dos tercios del tamaño de Washington D.C.), incrustado en la costa suroriental cubana--, pero tiene jurisdicción. Son leyes norteamericanas las que allí se aplican, y las leyes, felizmente, no pueden ser arbitrariamente dictadas o ignoradas por el poder ejecutivo o por los militares. En eso descansa el equilibrio de poderes de la república.

Mientras la Casa Blanca estudiaba el fallo de la justicia a propósito de los detenidos en Guantánamo, Condoleezza Rice le entregaba al presidente Bush un nuevo informe con los planes norteamericanos para acelerar la transición hacia la democracia en Cuba tras la (probablemente) cercana desaparición de Fidel Castro, quien cumplirá ochenta años en agosto próximo y muestra signos de creciente decrepitud.

Sería muy útil que los estrategas norteamericanos, recurriendo a la imaginación, sumaran dos más dos y advirtieran que tienen en sus manos una oportunidad dorada para mezclar ambos asuntos para beneficio de Estados Unidos, de su imagen, y del futuro democrático cubano. ¿Cómo? Utilizando ese territorio cubano para comenzar a sembrar la libertad en la isla y en toda la región. Guantánamo es un lugar ideal para crear poderosas antenas que retransmitan las emisiones de la Voz de América y de Radio y TV Martí dirigidas al pueblo cubano, así como toda la programación disponible en el inmenso dial de la radio y la televisión norteamericanas.

Guantánamo es el sitio perfecto para crear una facultad de medicina que sirva a los miniestados caribeños --hoy bajo la influencia del castrismo debido a la diplomacia médica cubana-- y una universidad o un seminario permanente en el que se impartan cursos sobre democracia, economía de mercado y gobernabilidad en el que participen no sólo cubanos del exilio, sino caribeños y latinoamericanos interesados en defender la causa de la libertad. Es el emplazamiento perfecto para crear un museo de la democracia que en un rápido recorrido muestre los logros que consiguen las sociedades abiertas frente al horror y la pobreza que provocan el totalitarismo.

No es posible ignorar el factor psicológico y el valor de los símbolos en las luchas políticas. Si Guantánamo deja de ser una prisión rigurosa e ilegal, y se convierte en un faro de libertad y en un centro de estudios encaminado a servir las necesidades de las pequeñas islas caribeñas que Chávez y Castro intentan reclutar para sus aventuras intervencionistas, es algo que internacionalmente beneficia a la dañada imagen de los Estados Unidos. Pero, para los cubanos de la isla que ansían un cambio, y mucho más para quienes lo temen, sería muy alentador saber que al menos existe un rincón de su geografía en el que las personas son libres, intercambian ideas, mantienen criterios diferentes y discuten puntos de vista opuestos sin temor a represalias. Para ellos será importantísimo saber que en suelo nacional otros cubanos sueñan y proyectan un futuro en el que todos podrán ser libres y alcanzar un modo de vivir razonablemente próspero.

El territorio, con dimensiones similares y hasta mayores a las de algunos Estados-islas del entorno, cuenta con puerto, aeropuerto, hospital y una buena infraestructura producto de las fortificaciones hechas durante la Segunda Guerra Mundial. Su función como base militar no tiene demasiado sentido en una época como la nuestra, en la que el Canal de Panamá fue entregado a los panameños y en la que la marina norteamericana cerró por inservible la Base Roosevelt (entonces la mayor del mundo) en la vecina Puerto Rico. Hoy sería una locura devolverle a Cuba la jurisdicción sobre este territorio para que extienda el ámbito de la dictadura, pero para los cubanos demócratas, dentro y fuera de la isla, y para los militares cubanos, resultaría un tremendo incentivo escuchar de la Casa Blanca la promesa de renunciar totalmente al control de la base una vez que Cuba sea libre. Es la hora de ser creativos, o, como dicen los gringos, la de to think outside the box.