sábado, abril 10, 2010

Revolución: Los Aldeanos o el desmontaje semiótico de la palabra

Tomado de http://www.cubaencuentro.com


Revolución: Los Aldeanos o el desmontaje semiótico de la palabra

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El grupo de rap Los Aldeanos, animadores del nuevo movimiento de la “canción protesta”, logran reciclar la vieja retórica y la convierten en un boomerang.
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Por Joaquín Badajoz
Miami | 09/04/2010


Hace años, en un ensayo que titulé ¿Quiénes son los contrarrevolucionarios y por qué? intentaba una autopsia de la palabra revolución, una aproximación semiótica a su connotación cultural y política. Entonces advertía que para superar el estado de violencia simbólica de la Cuba posrevolucionaria se hacía imprescindible, en primer lugar, un desmontaje de su retórica; porque el cubano no sólo está preso en una cárcel natural, física; es además reo de conciencia de una estructura ideológica, de un mundo de construcciones semánticas. Eso implica que no exista liberación real sin el desenmascaramiento de la esencia reaccionaria de esos discursos ideológicos de sometimiento.

He dicho en otras oportunidades que la revolución cubana tiene mucho de Ready Made y de performance. Es de cierta forma una revolución pop, iconoclasta, pintoresca, dirigida al consumo de masas, que se alimentó del escenario político y cultural de los años 60. Al capitalizar esos discursos y somatizarlos, estaba garantizando una legitimidad universal. Para lograrlo tenía que elaborar conceptos, dotar de un sentido etimológico y una connotación nueva a los que existen, ya que el hombre interactúa con su entorno a través de representaciones mentales. En una palabra: darle a su “producto” un sentido y un discurso original y distribuirlo mediante agresivas campañas de marketing social.

Esta estrategia no es nada original, la aplicaron los césares en la edad antigua y el nuevo césar Adolfo Hitler en su delirio expansionista de inspiración neoromana; y hasta ciertas democracias modernas. Una transformación política debe venir acompañada de un idioma nuevo, que ponga de manifiesto que todo lo anterior es obsoleto, que no deje espacio para ser juzgada con las herramientas tradicionales. Por eso lo primero que hace un gobierno autoritario y demagógico es reelaborar la tradición, enmendar o derogar las constituciones y generar un nuevo sistema lingüístico: la jerga de los vencedores. El glosario de las dictaduras es amplio y está lleno de eufemismos y ambigüedades: GULAG y UMAP para enmascarar con siglas campos de trabajo forzado, “delitos contra la seguridad del Estado” que propician un limbo legal en el que se incluye lo mismo un acto terrorista que la oposición pacífica; en fin, tarea para los lingüistas. Separando la hojarasca, que es mucha, se puede llegar a los conceptos esenciales de esa andanada ideológica. Dentro de ellos el principal es el de Revolución. Es por decirlo de algún modo, el skandalón, la trampa, el mayor obstáculo y la piedra sobre la que se levanta ese edificio simbólico.

( Portada de El Atropello, un álbum de Los Aldeanos que apareció en 2009.)

Hace unos días he podido ver el excelente documental Revolución, de Mayckell Pedrosa, sobre el grupo de rap Los Aldeanos, animadores del nuevo movimiento de la “canción protesta”. Es divertido reciclar la vieja retórica, verla retornar como un boomerang; porque de eso se trata, de un fantasma que regresa de forma autógena, y si ya existe el concepto ¿para qué inventar uno nuevo? A eso me refería en ese viejo ensayo de hace más de una década: un sistema simbólico cerrado y autofágico sólo puede desmontarse desde su propia lógica, utilizando su propio lenguaje. Si la canción protesta original le cantaba al idilio de la revolución estos nuevo músicos le cantan a su desencanto, a su decadencia y a su traición… y su música, sin lugar a dudas es una protesta. Así que califica perfectamente dentro de la canción protesta.

Lo más sorprendente del documental no es la excelente facturación, el montaje, la historia, el resultado visual del material cinematográfico, sino el debate sobre un término de alta teoría culturológica, que parece esencial en la estética y el sistema de valores de Los Aldeanos. Un tema que parece anacrónico en medio de una conversación con un músico popular. Me refiero a la apropiación y relectura del concepto de Revolución. Borges lo vería como la encarnación de las obsesiones de un escritor. Yo lo veo como un cambio en la mentalidad de cambio, una de las premisas indiscutibles para progresar. Es reconfortante que una generación descubra por sus propios medios, sin la ayuda de ningún tipo de pensamiento organizado, de ninguna sombra tutelar escrituraria, esas verdades. De esa manera el encuentro es más auténtico y sincero. En aquel ensayo de marras intentaba explicar el porqué no debe temérsele al adjetivo de contrarrevolucionario en el contexto cubano, pero que era preferible llegar a la raíz del fenómeno, entender que el hecho de capitalizar una palabra no basta para darle sentido a las acciones.

Hay términos fraudulentos que esconden sobrada impostación. No hay por qué aceptar un epíteto que no nos corresponde, sobre todo cuando la realidad es otra: la revolución cubana, anquilosada en viejos conceptos, cerrada a los cambios, adocenada por su ideología obsoleta, ha terminado convirtiéndose en un sistema de gobierno profundamente reaccionario. Por esa razón, es inaceptable que un Estado cosificado en el tiempo, apelando a un acto de prestidigitación ideológica, se autodenomine portador de una vitalidad de cambio perpetua, y califique de contrarrevolucionarios a los que se le oponen, intentan superarlo, transformarlo, o simplemente ponerlo a tono con la dinámica de la sociedad contemporánea. Los Aldeanos le han descubierto el truco al viejo mago, y tensando las cuerdas de ese discurso, usando la misma nomenclatura —es casi imposible desmontar una lógica discursiva sin usar sus mismos códigos; algo en que ya practicaba la dialógica socrática—, denuncian la engañifa política rebelándose como herederos de un pensamiento revolucionario real, de una manera descarnada, grave y directa. También lo hace Porno para Ricardo, pero su mecánica es otra: enfrentarse, burlarse, ridiculizarla, desafiarla, colocarse en la posición del otro. Está bien. A veces es recomendable esa dosis de irrespetuosidad frente a los dioses falsos.

Los Aldeanos, en cambio, sintonizan y descortezan el discurso ideológico, socavándolo desde adentro. Pueden tener una expresión punk, como advierte el crítico y ensayista Roberto Zurbano, entrevistado también en este documental, pero es indudable que portan un contenido patriótico de izquierda. Frente a Porno para Ricardo la dictadura aún tiene recursos —uno de ellos es la cárcel, por la que su cantante Gorki Águila ha pasado varias veces—, pero con Los Aldeanos queda hecha trizas, pierde su esencia revolucionaria, aquella dinámica vital que le ha garantizado su legitimidad. ¿No apelan Los Aldeanos al guevarismo radical, al romanticismo revolucionario, despertando a uno de los fantasmas predilectos de la izquierda internacional? Aunque sólo sea una pose, ese recurso de alguna forma les garantiza inmunidad temporal, y les granjea simpatías en el mundo occidental, donde el prestigio intelectual e ideológico de la archinominada revolución cubana ya deja mucho que desear. Sería francamente alucinante que Aldo o El B (miembros de Los Aldeanos) fueran encarcelados por “revolucionarios”. Pero en una dictadura brujuleante cualquier cosa es posible.

Lo cierto es que el episodio de Los Aldeanos es una estupenda excusa para pensar sobre el discurso simbólico que se teje entorno a la Revolución. No porque sea vital, como lo es en este caso, sino porque esa trampa semántica atrae como un imán. Surte el efecto de los cantos de sirenas. Es la tela de araña en la que se teje el mito, la mirada de la víbora que petrifica antes de atacar. Y en ella corren el riesgo de caer, o han sido atrapados durante estos cincuenta y un años, además de los oportunistas y extremistas sin remedio, gran parte de la intelectualidad honesta de izquierda del mundo. Las construcciones simbólicas tienen ese poder de autoregeneración, esa habilidad para trastornar las mentes incluso en los confines más remotos. Sobre todo en los confines más remotos. Eso en parte explica por qué cuesta tanto trabajo que los líderes de opinión y partidos de izquierda del mundo asuman una posición objetiva con respecto a los desmanes del gobierno cubano; aún ellos, entrenados en democracia, defensores de derechos humanos, activistas de las causas más justas, palidecen frente a ese avatar. Y es que criticar al centro reificado, la verdinglichung del pensamiento progresista, la Revolución encarnada, te convierte de súbito en un apóstata. Sobre todo porque La Habana se ha ocupado de insinuar constantemente que ser de izquierda en un país democrático es una alternativa cómoda: lo que es totalmente incierto. Que un comunista europeo, en cuanto a conciencia social y política, no le llega a los calcañales a un militante cubano: una abierta provocación para alardear de superioridad, ningunear la independencia de pensamiento de sus correligionarios y un vulgar recordatorio de quién es el que manda. ¿De donde proviene esa autoridad moral y esa legitimidad ideológica? De su lugar histórico, de su autoproclamada condición de ejemplo. Desde muy pronto, Cuba se ocupó escrupulosamente de contrarrestar su limitada importancia geopolítica con acciones concretas que la llevaron a convertirse en un papado alternativo de la izquierda pobre y más tarde a heredar el liderazgo perdido de la ex URSS. Ese considerable poder político se basa en una constante semiótica. En Cuba han cambiado muchas cosas a lo largo de los años, pero algo ha permanecido inalterable: su vocación revolucionaria expresada en la capitalización de una palabra. Una palabra que sobrevive más allá del fin de las utopías gracias a su mítica trascendental. Son el estandarte de la revolución social. Se las ha ingeniado para convertirse en ese mar de la historia en el que confluyen todas las revoluciones que la anteceden, desde la revolución francesa, la de octubre, hasta la república de Weimar. Cuba es la Revolución, así a secas.

Los mitos también tienen su fecha de expiración. Falta poco para que se desconstruya la fachada de ese edificio simbólico. Entonces, como ya sucedió en la década de 1970, cuando la Revolución apenas se descascaró un poco, otra generación de la izquierda internacional se descubrirá traicionada, defensora de un espejismo político, verá tras los altares a un pueblo manipulado por una obsesión totalitaria, que quizás, y sólo para otorgarle el beneficio de la duda, pudo haber tenido un origen genuino. Además de un ejercicio liberador, presumo que sea una lección histórica. A lo mejor entiendan por qué hay que dudar de las palabras y los discursos, esas caprichosas ingenierías mentales que deben estar al servicio de los hombres y no a la inversa. Ninguna autoridad ideológica, política, militar o religiosa es más legítima que lo que nos dicta nuestra propia conciencia de hombres libres. Es decir, de hombres que actuamos con conocimiento de causa. Por mucho oro, mirra e incienso que reciban, los dioses seguirán siendo de yeso. Nada podrá salvar esa imaginería histórica ni los sacrificios aplacarán su ira nunca; porque detrás de esas estructuras vacías se esconden las ambiciones y la demagogia de los hombres.

© cubaencuentro.com

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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS EN CUBAENCUENTRO.COM

Luis Ignacio Zulueta Remedios. (Usuario no autenticado) 09/04/2010 12:40

Joaquín: Me parece estupendo tu trabajo y advierto en Ud una persona con gran capacidad instalada pero que sabe hacer que la conprendamos. No me gustaría abusar de Ud pero me gustaría conocer su criterio a una pregunta que hace tantos años me hago. ¿ Que tiene la revolución cubana que a pesar de tanto sigue ahí, plazas llenas elecciones inmejorables y a todas luces aprobación muy mayoritaria? Los grandes dictadores aún más intolerantes y poderosos no han podido con sus propios pueblos y sus propios capitanes se han complotado. ¿ Por que en Cuba no ocurre nada ? Gracias.

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Nota del Bloguista de Baracutey

Desde hace varias décadas las plazas en Cuba están llenas porque en un estado totalitario todo depende del Estado; desde el salario del trabajador ( El Estado Castrista es casi el único empleador y las corporaciones mixtas tienen que buscar sus trabajadores en la Bolsa que instrumentó y controla el Estado y para entrar a ella tienes que ser o aparentar un simpatizante del régimen ). Las elecciones son muy MEJORABLES, por ejemplo, que sean libres y multipartidistas y que más que votaciones sean realmente legítimas elecciones donde no se haga rodar el rumor por la propia dictadura, a través de sus agentes y simpatizantes, de que por las boletas de votación se podrá conocer quienes anularon la boleta ¿ Por qué oficiales del Departamento de Seguridad del Estado y del Departamento Técnico de Investigaciones se llevan posteriormente las boletas anuladas con letreros contra la dictadura Castrista ? . En resumen ¿ Por qué no hacen elecciones libres, democráticas y limpias bajo observación internacional ?

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El autor le responde a Zulueta Remedios

por Joaquín Badajoz (Usuario no autenticado) 10/04/2010 22:20

Estimado Zulueta Remedios: Disculpe que no pude contestarle antes. No me gusta involucrarme en los comentarios porque los autores suelen atrincherarse en sus ideas y aportan muy poco al debate objetivo. Pero usted ha sido respetuoso y me pregunta algo que no es materia de este brevísimo artículo. Debo anticiparle que la decencia cibernética me obliga a no extenderme y que ya algunos de los comentarios anteriores iluminan la pregunta de marras, también que mi respuesta es subjetiva y estará llena de lugares comunes. Como decía otro comentario, ni he descubierto el Pacífico ni pretendo hacerlo ahora con esta respuesta. Ya hace más de mil años los hombres sabían que “No hay nada nuevo bajo el sol” (Nihil novi sub sole), aunque le confieso algo que la mayoría de los autores no se atreverían por pudor: todo el que escribe piensa que está diciendo algo nuevo. Si no fuera así, ¿de qué valdría la escritura? Es una ilusión, es cierto, pero es la misma que mueve a otros hombres a pensar que son excepcionales cuando pintan, conducen ejércitos o le hacen el sexo a sus esposas. Si no fuera así la vida sería demasiado predecible y vacía. Dicho esto, voy al hueso intentando hablar de algo que los comentarios anteriores (excelentes todos) no hayan dicho: creo sinceramente que las grandes masas se mueven por condicionantes económicas. Todas las grandes rebeliones (y uso ese término para insinuar cierta anarquía popular) tienen un trasfondo económico, pero aún así son guiadas de alguna forma por contados adalides. Es decir, tengo que certeza de que la vocación política es privilegio (o tara) de unos pocos. Por eso le basta a cualquier Maquiavelo, con suficientes pocos escrúpulos para tomar las decisiones “necesarias”, controlar a ese mínimo por ciento de animales políticos para mantenerse eternamente en el poder. Por eso le temo sobremanera a los políticos carismáticos, a los enfermos mentales con vocación de profetas que no respetan a la oposición porque piensan que ellos poseen el don de la infalibilidad. Desde el fondo de mi corazón tengo que decirle que esos sicópatas probablemente piensen que tienen una misión histórica que para otros es incomprensible. No creo que sean por naturaleza crueles, sino que se vuelven crueles durante la lucha por adquirir el poder y el ejercicio ilimitado del mismo. Esa clase de hombres existen en todos los niveles de la sociedad, lo que sucede es que cuando llegan a la política (ese ejercicios de autoridad público) son mucho más peligrosos y dañinos. Siempre he pensado que los malos son pocos, lo que sucede es que hacen demasiado ruido; y algunos tienen la determinación para llevar su maldad hasta los últimos extremos, algo que les falta a muchos hombres buenos. Pero podría ser una ingenuidad mía, que sigo creyendo en el ser humano. Por otro lado, a mi juicio la dictadura cubana podría entrar en la gran clasificación que D. José Ingenieros hacía de las mediocracias en El Hombre mediocre, un libro que le recomiendo: “Es el peor entre los buenos gobiernos, pero el mejor entre los malos” (cito de memoria, no es textual) —para abundar más también lo invito a leer un ensayito mío, Las generaciones castradas, publicado hace unos años en este enlace: http://www.otrolunes.com/he...te-lunes-n03-a01-p01-2007.html. Los hombres libres advertimos que es el “peor” porque queremos lo mejor para nuestros países, los que están secuestrados en Cuba se conforman con la idea de que hay otros peores; y quizás sea cierto, pero ese conformismo inmediato que debiera tener un límite, se ha prolongado por una operación ideológica malsana: la destrucción de la noción de progreso histórico. Es decir, se puede perfeccionar lo que tenemos pero no se puede superar un estado “último” de progreso social —para los marxistas de manual el socialismo y el comunismo a la violeta que se ha instaurado en Cuba es la fase última del progreso social. Después de ellos solo viene el diluvio. Por eso la cantaleta de la revolución perpetua, la rectificación de errores y todas esas tonterías que conocemos de sobra. Lo que agrava el escenario cubano, llevando el nivel de sometimiento a su extremo es, a mi juicio, que a esa condición de mediocracia se suma la de autocracia: esas elecciones transparentes y excelentes de que usted habla, son una pantalla legal que llega hasta un nivel de administración social pero está diseñada para que nunca sean electos candidatos independientes (en teoría todos los candidatos son independientes y el PCC sólo vela por la transparencia electoral, pero esto no es cierto estimado amigo, sobre todo cuando no son reconocidos los partidos de oposición y si usted piensa diferente o está vinculado a cualquier grupo clandestino de oposición inmediatamente es considerado una rata al servicio del capitalismo internacional). Por tanto, lo máximo que podría suceder bajo ese esquema electoral autocrático es que un “revolucionario inconforme” llegue a un puesto menor. De más está explicarle que ese diseño no permitirá nunca la sustitución o transformación democrática de la cúpula de gobierno. En Cuba hay muchas trampas y esta es una de ellas. Ya escribí demasiado, más de lo aceptable, espero que le sirva para pensar, porque la tarea de un autor no es convencer a nadie sino, con suerte, despertar ese posterior dialogo íntimo en el lector.

Un abrazo, Joaquín Badajoz

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Tomado de http://www.pinceladasdecuba.com

El documental sobre Los Aldeanos titulado Revolution, de Mayckell Pedrero, acaparó los máximos premios en su categoría, pese a que los medios oficiales, incluido Juventud Rebelde, no habían informado apenas de esta Muestra y mucho menos de este documental dedicado a los representantes de la juventud más rebelde y creativa. Pero este silencio informativo no pudo impedir que la película se proyectara simultáneamente en los aborrotados cines Charles Chaplin de la Cinemateca de Cuba y el Multicine Infanta.

Documental Revolución

Los Aldeanos





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1 Comments:

At 4:12 p. m., Blogger Pedro Rholax said...

Al autor del comentario original, le pediría que analizara la palabra "gusanoW, y también que me dijera si está de acuerdo en que éstos se adelantan aplicándonos el calificativo que ellos mismos merecen; por ejemplo toda perorata demagógica concluye llamándonos demagogos, todo argumento dialéctico concluye con el (des) calificativo de dialécticos.

Estudien a su adversario y sabrán predecir adónde va a mover su ficha intentando dar jaque mate.

Me queda añadir que, donde los actos están presos, sólo cabe la libertad de las palabras. Los nombres inventados, las siglas, son el entrenimiento dentro de la abulia general.

 

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