sábado, diciembre 25, 2010

Disidencia en Cuba (III): El viejo y el mar

Nota del Bloguista

No se deben aplicar o extrapolar los métodos y las experiencias de una lucha contra un régimen como el de Fulgencio Batista, a la lucha contra un régimen de dictadora totalitaria como el de los hermanos Castro y cómplices. El pueblo cubano, como la mayoría de los pueblos, se moviliza a favor de la parte contendiente ganadora si la parte contendiente perdedora no es muy peligrosa; de serlo siguen mirando la lucha coo miran a un partido de ping pong o tenis de mesa, cuidando hasta de mostrar emociones.

La mayoría del pueblo cubano no conoce a los opositores y disidentes o hace que no los conocen (pues en el Noticiero Nacional de Televisión y en La Mesa Redonda de la TV Castrista de la isla han aparecido videos de algunos de ellos y hasta los locutores y comentaristas Castristas han dicho sus nombres) para no mostrarle a los ¨ojos y oidos¨de la tiranía, que están por doquier, que ellos están interesados en conocer algo de la Oposición, pues eso puede resultar muy peligroso y a las personas interesadas los pone en el punto de mira del Departamento de Seguridad del Estado; en Cuba hasta ¨ el Permiso de Salida o ¨Tarjeta Blanca¨para salir de Cuba, depende de la dictadura y el recibirlo puede verse obstaculizado si la persona está interesada en saber de la Oposición; eso se usa como medida de ¨profilaxis¨para evitar que hayan nuevos interesados. En Cuba, y hasta en Miami, es mejor hacerse ¨el chivo con tontera¨ para no recibir represalias de la tiranía Castrista de ahí que aún en Exilio de Miami, donde hay recursos y un alto nivel de información, la mayoría de los cubanos, salvo en alguna ocasión muy extraordinaria, no se movilizen en contra del Castrismo.

Una observación: el liderazgo político es también rechazado en el Exilio como en Cuba porque en general LA POLÏTICA es rechazada por verse como algo sucio y corrupto donde la mentira se enseñorea; solamente en Cuba, el miedo y las represalias pueden ¨movilizar¨al pueblo.
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Tomado de http://eichikawa.com


Disidencia en Cuba (III): El viejo y el mar
diciembre 25, 2010

Arnaldo M. Fernández

No es justo colgar un sambenito a la disidencia toda ni se puede pasar por alto el heroísmo de Orlando Zapata o de Guillermo Fariñas, la entereza de opositores encarcelados o la abnegación de otros en la calle. Pero hay que advertir que las fallas estructurales de la «disidencia tradicional», condicionadas por la infiltración castrista y agravadas por la fragmentación interna, malogran la oposición política a Castro e inclinan al performance mediático. Johnatan Farrar quedó estupefacto cuando los líderes opositores abundaron en reforma constitucional, papel de las fuerzas armadas y otros temas, que cualquiera puede tratar a distancia, pero al preguntárseles cómo movilizar al pueblo de Cuba en contra de Castro none had a good answer.

(El opositor Fidel Castro se dirige al exilio cubano en Nueva York para animarlo a dar dinero en la lucha contra Batista; a su lado Juan Manuel Márquez, segundo jefe del Granma, quien sería abandonado por Fidel Castro, al igual que a los demás expedicionarios del Granma, cuando su jefe Fidel Castro y Raúl Castro ¨echaron tremenda alpargata¨ (para los lectores no cubanos: corrieron huyendo cobardemente) olvidando al resto de los expedicionarios; esa era la especialidad de Fidel Castro, pues ya había corrido desaforadamente cuando Rolando Masferrer lo persiguió años atrás y cuando abandonó a su suerte a muchos atacantes al Cuartel Moncado que él había llevado a una acción desastrosamente planeada y ejecutada, pero que lo llevó a los planos de protagonismo político que nunca había logrado tener salvo efímeramente cuando asesinó a Fernández Carral, sargento de la Policía Universitaria. Juan Almeida, llendo en contra de su costumbre de ¨carterista¨ (pick pocket) y de mandadero de algunos ¨bayú¨ (casa de prostitutas) de La Habana, no echó a correr y sí gritó: ¨aquí no se rinden nadie cojones ! ¨ y fue de los pocos que ofreció cierta resistencia a las tropas del Ejército. Comentario y foto del bloguista de Baracutey Cubano.)

Por eso conviene consultar al viejo de la tribu, que ha demostrado saber navegar por las aguas nacionales. Castro el Viejo dejó claro, en su Biografía a dos voces (México: Debate, 2006), que para tumbar su régimen «hay que hacer una revolución, mejor dicho, una contrarrevolución» (página 555). Al replicar a Ivette Leyva, Marta Beatriz Roque alegó también que «no es hora de balances, sino de terminar [con] la dictadura». Esto puede hacerse de forma violenta o pacífica. Lo primero se descarta, porque la oposición se define a sí misma como pacífica. Y para terminar de este modo con la dictadura, desde abajo, que es el lugar de la disidencia, no queda más remedio que ganarse al pueblo.

Farrar notificó ya a Washington algo que muchos sabían en Miami y La Habana, pero pocos quieren aceptar: la «disidencia tradicional» no tiene arrastre en Cuba más allá del cuerpo diplomático y la prensa extranjera. Ni siquiera los solicitantes de visa para entrar a los EE. UU. tienen conciencia de quiénes son los líderes opositores y cuáles sus agendas políticas. Nadie se llame a engaño: se está cometiendo el mismo error de la CIA al planear la invasión por Bahía de Cochinos (1961) sobre la falsa premisa de que animaría al pueblo a rebelarse y a los propios militares castristas, a dar un golpe de Estado. El poder efectivo y legado perdurable del castrismo no es siquiera su Estado totalitario por medio siglo, sino el castrismo que entró en cada cubano, de un modo u otro, para configurar una población más bien conformista.

La tiranía, como aseveró temprano (enero 22, 1959) el propio Castro, «no es un hombre; la tiranía es un sistema». Y si no desaparece «con grupitos de oficiales conspirando o con golpes de Estado», ¿cómo esperar que lo sea por alarde disidente? Ninguno de los líderes opositores tiene, ni por asomo, la base política con que contaron Carlos Lage o Felipe Pérez Roque, Carlos Aldana o Roberto Robaina. Mucho menos el ascendente militar de los generales Ochoa o Abrantes. Y Castro salió de ellos con un soplo. Y todo el mundo bocabajo, bajo esa insoportable pesadez del ser.

Ni Machado ni Batista alcanzaron una década seguida en el poder; Castro pasó ya de cinco. Al parecer llevó a la práctica lo que Alberto Lamar Schweyer había teorizado en Biología de la democracia (La Habana: Minerva, 1927), antes de hurgarse un oído con un palillo de dientes, pinchárselo y morir (1942) de la infección: que entre cubanos la lucha grupal por la supervivencia engendra sin remedio caudillismo y fragilidad de coaliciones. Lamar Schweyer concluyó que la mejor solución era dar con un caudillo que controlara la situación nacional de riesgo. Castro lo hizo manu militari.

-Primera parte

-Segunda parte


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ARTÍCULO SATÍRICO QUE MUESTRA, ENTRE OTRAS COSAS, QUE EL PUEBLO DESPUÉS DE DEFINIDA LA LUCHA ES QUE SE MOVILIZA, Y QUE CASI SIEMPRE LO HACE A FAVOR DEL VENCEDOR SI EL VENCIDO YA NO ES UN PELIGRO...


Tomado de http://eichikawa.com

Un tema de “disidencia exitosa” en Cuba (Receta del viejo de la tribu)
Enviado por ei en diciembre 25, 2010 – 15:38 pm

Pedro Pablo Bilbao

La tacha fundamental a la oposición anti-castrista dentro de Cuba estriba en que no logra movilizar al pueblo. A este respecto, la excusa decisiva es que no tiene recursos suficientes. Un examen concienzudo de la historia del mejor movimiento disidente en la Isla sugiere que cualquier disidencia: vieja, temba o joven, traidicional o no tradicional, debe guiarse por los siguientes puntos:

1. Reclute y entrene unos 1 200 hombres. Asegúrese de que casi todos sean jóvenes. Hable con cada uno. No importa que recoja un poco de lumpen en la calle: un lumpen bien preparado puede ser bueno.
2. Prepárese para recorrer unos 50 mil kilómetros en auto. Use un Chevrolet, si es posible de color beige y chapa con los números 5, 0, 3, 1 y 5. Use también las oficinas del Partido: allí suele ir mucha gente a conversar.
3. Escoja dos o tres para formar un núcleo de dirección. Organice un circulito de estudios en alguna casa prestada, si es posible en Guanabo. Empiece por la biografía de Carlos Marx que compuso Franz Mehring. Hay una buena edición en español (Grijalbo, 1957).
4. Entrénelos en la universidad. Búsquese un estudiante de ingeniería para practicar tiro en seco. Asegúrese de que nunca se vea un arma de fuego.
5. Rescate el lema de que todo cubano debe saber tirar, y tirar bien. Convenza a la Ujotacé para hacer prácticas de tiro con escopeta en los locales abandonados de la SEPMI. Así podrá entrenar en plena legalidad a 1 200 hombres.
6. No revele sus planes hasta el último momento. Vaya tamizando a sus hombres hasta quedarse con un núcleo selecto de alrededor de 160. Llévelos a una granjita (hay muchas entre el marabú) y dígales allí que van a atacar un cuartel.
7. Debe disponer de al menos dos mujeres, preferentemente las novias o esposas de los miembros del núcleo de dirección, para labores de corte y costura. Todos los seleccionados deben vestir de militar con grado de sargento. Hay que simular una rebelión de sargentos, que tiene antecedente muy nítido y único en Cuba.
8. Todos deben calzar zapaticos de corte bajo para distinguirse, además de por el tipo de armas, de los soldados del régimen.
9. Ataque el cuartel, pero en vez de dar el combate dentro, hágalo fuera. Si es posible ocupe un edificio que no tenga que ver con el asunto. Antes de la media hora ordene retirada y piérdase. Si lo capturan diga que se llama Francisco González Calderín.
10. No se desespere. Lo condenarán a 15 años, pero saldrá antes de cumplir dos por amnistía. Entonces marchará al exilio, pero con intención declarada de volver en son de guerra.
11. Arme una expedición fuera y entre por algún punto del oriente cubano, que no sea los escogidos por Menoyo y su gente. Asegúrese de llegar a tiempo, para que coincida con una revuelta en Santiago.
12. Sólo quedaría arrear para la Sierra Maestra y conseguir una victoria estratégica en menos de dos años. Le llegarán recursos del exterior y usted procurará también buscárselos dentro.

1 Comments:

At 4:29 a. m., Anonymous Ricardo E. Trelles said...

(Sobre Un tema de “disidencia exitosa” en Cuba)

Con tanta idea buena y efectiva que habría que promover para los activistas disidentes en Cuba, y miren el pujo conque se aparece este señor Bilbao. Lo verdaderamente malo es que Ichikawa se lo publica y luego Baracutey también lo publica. No es cierto que hay que publicarlo "todo". Se publica basura cuando hay poca idea de qué es lo que hay que promover o cuando se está ya sin esperanzas o cuando los problemas no importan, y no creo sea esto último el caso.

 

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