Es un blog diario digital conformado con los artículos, opiniones, ensayos, etc. del Catedrático universitario Lic. Pedro Pablo Arencibia Cardoso sobre diferentes temáticas de la problemática cubana, actual e histórica, así como por noticias y artículos de otros autores que se consideran de gran interés para profundizar en la realidad cubana.
martes, julio 14, 2015
Causa 1 de 1989, página inconclusa de la Historia cubana. Fusilamientos por narcotráfico del Gerneral de División Arnaldo Ochoa y otros mientras que hoy se sabe que Fidel y Raúl Castro promovieron el narcotráfico y que los grandes NARCOTRAFICANTES de las FARC se reunen en La Habana con todas las comodidades y el otrora Fiscal Juan Escalona Reguera no habla del daño del narcotráfico a los niños del mundo
NARCOTRAFICANTES DE LAS FARC ¨GUARACHANDO¨ EN LA HABANA
Altos miembros NARCOTRAFICANTES de las FARC vacilando en La Habana 2014
Causa 1 de 1989, página inconclusa de la Historia cubana
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De general mimado y condecorado del régimen, a paria por vínculos con los carteles, según La Habana, a espaldas de Fidel y Raúl Castro.
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Martinoticias.com
julio 13, 2015
A rnaldo Ochoa era el General de División de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) con más condecoraciones militares. Uno de los primeros a los que Fidel Castro proclamó Héroe de la República de Cuba y jefe de los militares cubanos en las aventuras expansionistas de América Latina, África y Medio Oriente. Nicaragua, Siria, Venezuela, Etiopia y Angola fueron algunos de sus pasajes guerreristas.
(Juan Reinaldo Sánchez en el Tribunal de Honor)
Era Miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular y, tras el regreso de Angola con el acuerdo de paz entre Pretoria y Luanda iba a ser nombrado Jefe del Ejército Occidental. Fue fusilado en las primeras horas del amanecer del 13 de julio de 1989 y su nombre sacado de los libros de Historia de Cuba.
El 12 de junio fue arrestado y, como expresó un editorial del diario oficial Granma, "sometido a investigación por graves hechos de corrupción y manejo deshonesto de recursos económicos". Esa acusación pasó en pocos días a ser "operaciones de tráfico de drogas".
Un Tribunal de Honor Militar, compuesto por todos los generales y almirantes de las FAR, le juzgó y Ochoa aceptó sus culpas, quitó responsabilidades a Fidel y a Raúl Castro y negó motivaciones políticas en sus actos.
(No es el desaparecido cómico francés Louis de Funes; es el recien entonces ascendido a general Juan Escalona Reguera, Fiscal de la Causa 1/1989, durante una de las sesiones de dicha causa. Este individuo también era conocido como ¨Charco de Sangre¨. Desde la Sierra Maestra era un verdugo de la (in)justicia Castrista. No tuvo méritos militares y ascendió militarmente porque un hermano suyo fue muerto durante la lucha contra Batista y por ser un perro de los Castro que se dejaba avasallar por los Castro. Fotos y comentarios del Bloguista de BC )
El tribunal le quitó los grados, las condecoraciones y lo envió al Tribunal Supremo, Sala de lo Militar, acusado de "alta traición a la patria y la Revolución".
En el Tribunal Supremo, que comenzó a sesionar el 30 de junio de 1989, lo presidió el general de brigada Juan Escalona Reguera, a la sazón fiscal general de la República, quien pidió la pena capital. El Consejo de Estado de Cuba, en sesión extraordinaria el 9 de julio, presidido por Fidel Castro, analizó la pena antes de cumplirla y los 29 miembros de ese organismo apoyaron la condena.
Junto con Ochoa fueron fusilados el coronel del Ministerio del Interior Antonio de la Guardia; el capitán Jorge Martínez, de las FAR; y el mayor Amado Padrón, del MININT.
Las acusaciones de nexos con los carteles colombianos, los lancheros contrabandistas de Estados Unidos que iban a Cuba, los negocios con marfiles en Angola, y muchas otras actividades comerciales achacadas al grupo de militares ha quedado como otra incógnita en la Historia cubana.
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El ex Teniente Coronel Juan Rerinaldo Sánchez denuncia la participacion de Fidel y Raul Castro en el trafico de Armas y Drogas. Juan Reinaldo murió en el sur de la Florida este año 2015 producto de un linfoma pulmonar ; cabe la posibilidad que esa enfermedad se la hayan inducido por órdenes de la dictadura Castrista por sus grandes revelaciones que fueron producto de sus 17 años al lado del tirano mayor..
(Del libro Las guerras secretas de Fidel Castro, de Juan F. Benemelis.)
Por Juan F. Benemelis.
En
el curso de la década de los 70 se dieron cita dos coyunturas
importantes. La primera tendría que ver con el consumo de narcóticos,
que vería una gran expansión en Estados Unidos primero con la marihuana y
luego con la cocaína.
La otra coyuntura tenía que ver con el
narcotráfico en sí. El Cartel de Medellín necesitaba de un punto
intermedio cercano para operar hacia aguas norteamericanas. El Cartel de
Medellín llegará a introducir unas 45 toneladas de cocaína en Estados
Unidos, representando 25 billones de dólares, y alrededor de 10
toneladas en Europa.
En una intervención ante el Senado, en abril
de 1983, James H. Michel, Secretario de Estado para Asuntos
Interamericanos, expresó que existían pruebas de que en 1979, el buró
político del Partido Comunista de Cuba había aprobado un plan para
intervenir en el narcotráfico utilizando a Cuba como puente y base de
apoyo para las redes de traficantes de Estados Unidos.
El
suministro se organizó desde las fuentes de abastecimiento en América
del Sur y el gobierno de La Habana necesitaba recursos en moneda
convertible que estaría dispuesto a obtener de cualquier manera. La
vinculación cubana con el narcotráfico era inevitable desde un
principio, y además tenía que producirse de manera casi natural:
primero, porque en las áreas de producción de Suramérica, los
guerrilleros sostenidos por Cuba ocupaban el mismo espacio ilegal que los narcotraficantes.
La
guerrilla necesitaba armas y dinero, mientras que el narcotráfico,
siempre abundante en dinero, necesitaba protección armada y, sobre todo,
acceso a las redes de organización clandestina de la guerrilla y su
experiencia conspirativa. Además, una parte importante de todo el
tráfico de drogas cayó en manos de exilados cubanos, sobre los cuales La
Habana tenía abundante información para el chantaje. La parte del
exilio que se vinculó al narcotráfico con Cuba también se sentía
razonablemente segura de que no sería traicionada.
En
la medida que la crisis financiera y económica se hacía más profunda,
la dependencia de la Isla para con los recursos extraídos de Angola y
del narcotráfico se amplió. Apurado por lograr una nueva fuente de
recursos, Castro se fue involucrando cada vez más en el tráfico de
drogas, como apuntara el general cubano exiliado Rafael del Pino.
Tradicionalmente
los barcos usados en el narcotráfico colombiano tenían que atravesar el
Paso de los Vientos, entre Cuba y Haití, lo que muchas veces les
situaba en aguas territoriales cubanas, donde eran interceptados. Las
pérdidas de los narcotraficantes se incrementaron con alarma.
Según
el testimonio dado en 1982 por el narcotraficante colombiano de Miami
Juan Lozano (alias Johnny Crump), es alrededor de 1975 que algunos de
los más importantes narcotraficantes colombianos se entrevistaron en
Bogotá con el embajador cubano Fernando Ravelo Renedo para negociar la
devolución de los barcos y las tripulaciones.
El
embajador cubano contestó con una contraoferta de La Habana: a cambio
de 800 mil dólares por cada barco, Cuba estaba preparada no sólo para
ignorar la actividad de los buques madres que se detectasen en sus
aguas, sino que podía proveerles de servicios de reparación y gasolina
en sus puertos, así como identificación y escolta cubana hasta las
proximidades de los cayos de la Florida.
Así,
los poderosos colombianos Alfonso Cotés y Alfonso García comenzaron sus
negocios de tráfico a través de Cuba. Los agentes de inteligencia
cubanos se pusieron en contacto con algunos potentados de la droga en
Miami, como por ejemplo Johnny Crump y el conocido narcotraficante Jaime
Guillot-Lara, quien con posterioridad sería empleado de los servicios
secretos cubanos y se casaría con una hija de Raúl Castro.
Entre
los cubanos exiliados en Estados Unidos implicados en el narcotráfico
con Cuba estaban José Alvero Cruz y Osiris Santi. En noviembre de 1976,
Alvero había viajado a España donde disponía de fondos bancarios, y allí
obtuvo de la propia embajada cubana en Madrid un pasaporte cubano. En
1978, actuando como agente de Cuba, Alvero arregló el envío de 5,000
armas para las guerrillas sandinistas en Nicaragua. Por su parte, Osiris
Santi era un narcotraficante cuyos barcos ya recibían protección en los
puertos cubanos. Su lugarteniente, Orlando Torres, se entrevistaba
constantemente en México con los funcionarios del régimen cubano
destacados en Mérida.
El
narcotraficante colombiano, Jaime Guillot-Lara -casado con la hija del
ministro de defensa cubano Raúl Castro- será el contacto entre Cuba y el
movimiento M-19. El 7 de noviembre de 1981, Guillot-Lara tiene que
escapar a toda prisa de Colombia y se refugia en México, donde los
agentes cubanos negocian su libertad con las autoridades mexicanas con
el fin de evitar que se descubriera su conexión con La Habana. En 1982,
Castro hablaba de Guillot-Lara como "un buen amigo".
La
conexión cubana sería descubierta y probada más tarde. Los informes de
la participación cubana en el tráfico de drogas saldrían por vez primera
a la luz pública en 1982, cuando la Oficina Legal de los Estados Unidos
en Miami nombró entre los acusados al jefe de la marina de guerra de
Cuba, almirante Aldo Santamaría, y al ex embajador cubano en Colombia,
Fernando Ravelo, en un caso que incluía 23 toneladas de marihuana.
El
15 de noviembre de 1982, los colombianos Guillot-Lara y Johnny Crump, y
los cubanos Lázaro Visuña, Mario Estévez y David L. Pérez, brindaron a
un tribunal en Miami amplias pruebas de las actividades de narcotráfico
por parte de Cuba desde el año 1975, tráfico que tenía como uno de sus
objetivos el envió de armas a la guerrilla colombiana del M-19.
Según
la deposición de Johnny Crump, él y Guillot-Lara se dirigieron a La
Habana en compañía del embajador Ravelo, donde éste y el embajador de
Cuba en Venezuela, Norberto de la Osa, les confirmaron que el barco
Viviana, dedicado al narcotráfico, obtendría salvoconducto todas las
veces que atravesase las aguas jurisdiccionales cubanas.
Por la
protección de este tránsito, Guillot-Lara pagaba 20 mil dólares por cada
tonelada de marihuana a bordo. A su vez, el compromiso incluía el
transporte de armas a las guerrillas del M-19 en Colombia. Según
Guillot-Lara, a su retorno a Colombia inició los trámites para preparar
otro barco para enviar a Cuba en 1980.
Conforme
al testimonio de Johnny Crump, los funcionarios cubanos Ravelo y René
Rodríguez Cruz -presidente del Instituto Cubano de Amistad con los
Pueblos (ICAP)-, le sugirieron la posibilidad de comprar y enviar armas
para elementos anti-Pinochet en Chile a través de Panamá. Una semana
después, un chileno de apellido Galván, le hacía entrega de un microfilm
en un cigarrillo que contenía la lista de las armas, alimentos y
municiones para 300 hombres.
Por otra parte, Johnny Crump
cuenta cómo durante una campaña en la costa norte del Pacifico, las
autoridades colombianas cercaron a un grupo guerrillero del M-19
comandados por Carmenea Cardona, muchos de los cuales figuraron en el
secuestro de la embajada dominicana en Bogotá y que supuestamente debían
haber estado refugiados en Cuba.
Entre los detenidos y testigos
de la causa de Miami figuraba también Mario Estévez, un agente de la
inteligencia cubano, infiltrado en los Estados Unidos en 1980. En su
deposición ante el Gran Jurado, Estévez expresó que había sido
infiltrado con el objetivo de activar el tráfico de drogas, comenzando
por transacciones de marihuana hasta que fue arrestado el 29 de
noviembre de 1981. Estévez testificó ante una comisión del senado de los
Estados Unidos que había introducido en la Florida marihuana y gualudes
desde Cuba, y de ahí trasladado a Nueva York.
Las declaraciones
de Estévez resultaron desconcertantes: la alta cúpula de la dirigencia
cubana había organizado una extensa red de narcotráfico desde América
Latina hasta los puntos de distribución en ciudades norteamericanas,
usando sus propios servicios secretos. Estévez identificó al alto
oficial de inteligencia cubana, René Rodríguez Cruz y al vicealmirante
Aldo Santamaría como las personas encargadas por Castro para canalizar
este tráfico.
Estévez apuntó que desde los inicios de la década
de los setenta se producía marihuana en la región cubana de Manzanillo
para venderla en los Estados Unidos, operación que Castro venía
madurando desde los días de la guerra de Vietnam. Estévez estimó en 200
millones de dólares anuales los ingresos cubanos sólo por concepto de la
marihuana.
Durante el período de su actividad ilícita, Estévez
logró el traslado de Cuba a Estados Unidos de alrededor de 270
kilogramos de cocaína, posteriormente vendida en Miami, Chicago, Ohio,
Nueva Jersey, Nueva York y otras ciudades. El dinero acumulado lo
llevaba a Cuba él personalmente. También informó que en un momento de su
actividad, sus jefes en el gobierno cubano le recomendaron se
trasladase a Bimini, en Las Bahamas, para conocer y entrenar a Frank
Bonilla, otro agente proveniente de Cuba.
De regreso a Cuba,
recalaron en la pequeña isla de Paredón Grande, donde hallaron el buque
Viviana del colombiano Guillot-Lara con un cargamento de 8 millones de
qualudes. El yate estaba escoltado por buques de guerra cubanos.
De
acuerdo con la narración de Estévez, corroborada luego por otros
narcotraficantes, estando en Paredón Grande concurrieron el jefe de la
Marina de Cuba, almirante Santamaría, y el alto jefe de la inteligencia
René Rodríguez, presidente del ICAP, organismo pantalla de la
inteligencia cubana, con quienes sostuvo una extensa conversación sobre
el narcotráfico. Explicó que cuando salió de Cuba a bordo del Viviana se
acarreaba otro barco, el Lazy Lady, hasta la isla de Andros en Las
Bahamas, donde se hizo el traspaso de los qualudes. Después fue ordenado
a seguir hasta Cayo Güincho donde recogió 23,000 libras de marihuana
procedente de Cuba.
El
testimonio de Estévez implicó en el narcotráfico internacional a
Santamaría, René Rodríguez, al embajador Ravelo, a Gonzalo Bassols
Suárez, diplomático cubano en Colombia; a Teodobaldo Rico Rodríguez y
Francisco Echemendía, funcionarios del Ministerio del Interior de Cuba.
Con
posterioridad, René Rodríguez moría en La Habana, en circunstancias
misteriosas, después del fusilamiento de los militares el general Ochoa,
Tony de La Guardia, en 1989, y al deceso en prisión, en 1991, del
general José Abrantes Fernández, exministro del Interior.
Coincidentemente,
Estévez también fallecería en una prisión norteamericana. Los hilos de
la trama que conducían hasta Fidel y Raúl Castro irían desapareciendo
con el tiempo.
El ex secretario de Estado, Shultz, refiriéndose a
los resultados del Gran Jurado de Miami, indicó que se "demostró la
evidencia de la complicidad de Cuba en el tráfico de narcóticos en
América Latina”. En marzo de 1983 fue confiscado en la Florida un velero
con 750 libras de marihuana a bordo. Durante el registro del bote se
halló un diario con la ruta seguida. Había zarpado de la Florida para
Las Bahamas, siguió a Haití, luego a Cuba, después a Jamaica, retornó a
Las Bahamas y finalmente llegó a la Florida de nuevo.
Poco
después, el 20 de mayo de 1983, el presidente de los Estados Unidos,
Ronald Reagan declaraba en Miami que existían fuertes pruebas de que
funcionarios de Castro estaban involucrados en el tráfico de drogas
desde Cuba. Un mes después, el administrador de la DEA, Francis Mullen
ratificaba ante el senado estadounidense que el gobierno de Cuba estaba
consciente de los movimientos de drogas a través de su territorio, y que
facilitaban tales movimientos.
Del libro Las guerras secretas de Fidel Castro, de Juan F. Benemelis.
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Licenciado en Matemática Pura en la Universidad de La Habana (UH) y Catedrático universitario con 24 años de experiencia en la docencia universitaria cubana; posee la Categoría Docente Principal de Profesor Titular universitario. Fue expulsado el 29 de enero de 1997 del Instituto Superior Pedagógico de Pinar del Río ( universidad de perfil formativo o pedagógico) por motivos políticos. Activo colaborador desde su fundación de la revista VITRAL y del Centro Católico de Formación Cívica y Religiosa (CFCR) de la Diócesis de Pinar del Río. Colaboró en Cuba con las organizaciones opositoras: Todos Unidos, Asamblea para Promover la Sociedad Civil en Cuba y con el Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC).
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COLABORADORES:
Paul Echániz
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