Luis Cino Álvarez desde Cuba: Las desesperadas ilusiones del tardocastrismo con Putin. Si Fidel Castro resucitara, probablemente aconsejaría a sus sucesores que no se fiaran demasiado de los rusos.
Tomado de https://www.cubanet.org/
Las desesperadas ilusiones del tardocastrismo con Putin
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Si Fidel Castro resucitara, probablemente aconsejaría a sus sucesores que no se fiaran demasiado de los rusos.
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Por Luis Cino
Diciembre 13, 2024
LA HABANA, Cuba. – La impotencia rusa ante el derrumbe de la dictadura de Bashar al-Assad en Siria ha significado un sismo de bastante más que mediana intensidad para las ilusiones del tardocastrismo con Vladímir Putin.
El repliegue, con la cola entre las patas, de los rusos, que desde hacía nueve años apuntalaban al tirano sirio a bombazos y cañonazos debe tener pensando a los mandamases de por acá que “ojalateramente” confían en que Putin les va a sacar las castañas del fuego, reparando, con dinero y petróleo a borbotones, la catástrofe de hambre y apagones que provocaron con su proverbial incompetencia y chapucería.
Ver la estacada en que dejó Putin ―demasiado ocupado con la guerra en Ucrania― al régimen de al-Assad debe hacerlos sentirse menos seguros a ellos que se sentían confiados de tener, gracias a su alianza estratégica con la Federación Rusa, a un gran imperio detrás. No importa si sobre los misiles hipersónicos intercontinentales y los submarinos atómicos ondea hoy la bandera del zar en vez del trapo rojo con la hoz y el martillo.
Los mandamases del tardocastrismo, sabiéndose en conteo regresivo, se erizan con los chismes acerca de la probabilidad de que cuando Trump y Putin negocien el fin de la guerra en Ucrania, los rusos cedan Cuba, con su importancia geoestratégica y todo, a cambio de quedarse con Crimea, Donetsk y Lugansk y de que Kiev no se una a la OTAN.
Habría que ver qué pasa, porque en los regateos entre superpotencias, nunca se sabe…
Deben estar recordando por estos días los castristas más viejos sus decepciones amorosas con los rusos: los cantos de “Nikita, mariquita, lo que se da no se quita” cuando pese a la perreta de Fidel Castro, Jrushchov se llevó los cohetes nucleares en octubre de 1962; la Perestroika de Gorbachov que los dejó sin subsidio, colgados de la brocha, y para rematar, el retiro de la base Lourdes.
Los castristas más viejos y menos versados en geopolítica, que no acaban de adaptarse a la idea de que la Unión Soviética dejó de existir hace 33 años y siguen añorando el rudo abrazo del oso siberiano, preferirían, antes que las decepciones, evocar aquel 13 de febrero de 1960, cuando llegó a La Habana el canciller Anastas Mikoyán a firmar un tratado comercial que nos ligó de modo tan umbilical a la Unión Soviética que en la Constitución de 1976 hubo que jurarle fidelidad eterna.
Pero los ancianitos inmovilistas y demás fósiles de la ortodoxia comunista que quedan en el Comité Central y el Buró Político del PCC no están engañados como el puñado de zoquetes que todavía creen que la Rusia que agrede a Ucrania y aspira a recomponer el imperio zarista sigue siendo la Unión Soviética. Saben que la Rusia de hoy es capitalista y ultraconservadora y que Putin, más afín al fascismo que al comunismo, lo único en común que tiene con los comunistas es el desprecio a la democracia y el odio a Estados Unidos y Occidente. Basta para que sea su aliado, aunque su fiabilidad tenga límites.Alquiler de casas en Cuba
La fórmula para hacer reflotar la economía cubana anunciada hace tres años por el Instituto Stolypin, similar a la aplicada tras el derrumbe de la Unión Soviética, arrojó más ruido que nueces. Y no se acaban de concretar las “soluciones integrales” mendigadas al Kremlin por Miguel Díaz-Canel y otros funcionarios de su régimen para salir del callejón sin salida al que los ha conducido su torpeza, su terquedad y el miedo a perder el poder.
Pero los mandamases, sin otro clavo al que agarrarse, decididos a aceptar lo que sea que les exija Moscú, siguen apostando por la rusificación de la continuidad postfidelista. Sueñan con que Rusia condone definitivamente la millonaria deuda de Cuba, reanude los proyectos de colaboración, modernice la ruinosa infraestructura del país, especialmente el sistema electroenergético, suministre a tutiplén petróleo barato, trigo, materias primas, maquinarias, armamentos y garantice que vengan a vacacionar turistas, muchos turistas rusos.
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AmericaTeVe Miami
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¿Por qué Rusia e Irán abandonaron a Bashar al-Assad y permitieron su caída en Siria?
AmericaTeVe Miami
13 de diciembre, 2024
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Tomado de https://www.cubanet.org/
La caída de Siria pone a temblar a La Habana
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No obstante, pasará mucho tiempo para que en La Habana se puedan dar circunstancias similares a las que se dieron en Damasco.
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Colaboradores desde Cuba
Diciembre 9, 2024
LA HABANA, Cuba. – Menos de 24 horas después que en el Noticiero de la Televisión Cubana aseguraran que cualquier rumor sobre la huida de Bashar al-Assad era parte de un plan de desinformación de algunas agencias de prensa, la dictadura cayó, y lo hizo —mediante negociación apresurada con la oposición— tal como decía que jamás lo haría ese gran aliado del castrismo que ha ido a refugiarse en Moscú, el mismo destino que probablemente tengan planificado sus amigos de La Habana, puesto que no hay otro lugar donde esconderse y recibir protección en un mundo donde los dictadores ya no son bien vistos.
No obstante, aunque a algunos a veces nos guste imaginar que la caída de una dictadura por obligación trae consigo el final de las otras, sobre todo cuando se trata de aliados, lo cierto es que pasará mucho tiempo para que en La Habana se puedan dar circunstancias similares a las que se dieron en Damasco, aunque no demasiado para que veamos a los de aquí negociando (públicamente o en secreto) con el “enemigo” una salida a la crisis actual que sin dudas es terminal, pero no con la oposición, que no tiene el poder ni la articulación internacional necesarios para ofrecer garantía alguna.
Siendo realistas, el final de la dictadura cubana en muy poco se parecerá a lo sucedido en el país árabe, ni siquiera por la coincidencia de tener al mismo protector ruso que, indudablemente, ordenó la pasividad y el repliegue de su ejército cuando ya desde días antes sabía de la caída inminente pero, sobre todo, de la posibilidad de negociar en un momento en que se le ha vuelto insostenible mantener varios frentes de combate, siendo Ucrania el principal desvelo.
Por informaciones provenientes del lugar, hemos sabido que desde la Plaza de la Revolución han observado con “suma preocupación” lo sucedido y, sobre todo, han quedado traumatizados con la ineficacia del ejército ruso pero aún más con esa jugada “sucia” de Putin que lo revela completo en su faceta de tratante truhan y veleidoso, lo que ha derribado en un segundo toda la confianza que habían depositado en un protector que bien pudiera abandonarlos en el mismo instante que Donald Trump, otro negociador de gran calibre, se lo pida. De hecho, este último se ha mostrado confiado en poder manejar con éxito el conflicto en Ucrania, y en parte se debe a que conoce bien cómo dialogar con el exoficial de la KGB.
Están los castristas y continuistas tan conmocionados con los acontecimientos, tan inseguros, que respondieron con la negación hasta el último minuto, aferrándose instintivamente a la estrategia desinformativa que Russia Today e ITAR-TASS desplegaron por orden del Kremlin para cuidarle las espaldas a Bashar al-Assad mientras recogía sus matules y corría al aeropuerto.
No lo negaron como cómplices de la escapada sino como verdaderos ingenuos desinformados que ahora se hunden en el terror de una certeza: la protección de Rusia no es garantía alguna para bravuconearle al vecino del Norte, mucho menos para impresionar e intimidar a una Casa Blanca que, visto lo visto en Siria durante las últimas horas, entiende que la cercanía de La Habana y Moscú puede ser preocupante para la seguridad nacional de Estados Unidos pero no tanto como unas bases de espionaje chinas que cada vez aparecen mejor definidas y localizadas en las imágenes satelitales.
Rusos armados a 90 millas son un problema, sin duda alguna, más cuando les pasan rozando las narices, lo mismo como soldados en submarinos que disfrazados de turistas a los que una petrolera paga vacaciones en el Caribe, pero igual sabrá Trump cómo alejarlos sin disparar un solo tiro, apenas negociando una retirada que igual tome por sorpresa a los jerarcas cubanos, ahora convencidos, después de lo ocurrido en Siria, de su peligrosa posición en un tablero de juego internacional donde ni siquiera son piezas, tan solo algo mínimo, como polvo que cae por accidente.
Rusia como carta bajo la manga, ya descubierta por el jugador contrario, y Siria como aliado político (y proveedor petrolero si las situación hubiera torcido a su favor con el apoyo ruso) se han perdido como posibilidad realista, y aunque saben que, al menos por ahora, no terminarán sus días presionados por una guerra civil ni por una invasión externa, también se dan cuenta de que viven sus últimas horas, que la impopularidad y el malestar crecen, a un ritmo similar a la ingobernabilidad pero, sobre todo, que hay una fuerza considerable dentro de sus propias filas comunistas que están pujando (y conspirando) por un cambio de rumbo, y que ya las cacerías de brujas no son suficientes para mantener el control.
Si hace poco más de una semana lanzaron una señal de auxilio a Donald Trump para abrir la posibilidad de un diálogo, teniendo a Putin como guardaespaldas, ahora están conscientes de que —espías chinos aparte, en tanto el éxito del espionaje está en pasar inadvertidos, y no hay pruebas irrefutables de su existencia— casi irán al desnudo y mendigando por un trapito para abrigarse.
La dictadura cubana caerá o cambiará lo suficiente para sobrevivir bajo el disfraz de una democracia, sin dudas, pero no como por carambola por la caída de Bashar al-Assad, sino porque ya va cerrando su ciclo “vital” con la muerte de sus “históricos”, sumada a la guerra de revancha de sus herederos (naturales y de artificio), y ese detalle fundamental lo conoce bien Moscú, así como lo conocía cuando se enroló en el conflicto sirio por conveniencia personal, estratégica, y no por verdadera ayuda a un aliado.
Los rusos saben que la dictadura cubana posiblemente está en las últimas, así como los jerarcas cubanos acaban de descubrir otra vulnerabilidad, quizás la más letal de todas. De modo que, tanto para una mesa de diálogo (simulado) como para una salida (igualmente simulada, por supuesto) comienza el conteo regresivo.
Etiquetas: Assad, Bashar al-Assad, condianza, cuba, Díaz Canel, díaz-canel, fidel castro, guerra, PCC, Putin. castrismo, Rusia, Siria, tardocastrismo, Trump, Ucrania
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