domingo, enero 15, 2006

CUANDO EL ESPIA FALTA A CLASES

Cuando el espía falta a clases


RUI FERREIRA
El Nuevo Herald
El descubrimiento de dos supuestos espías cubanos en una de las universidades más importantes del sur de la Florida no significa necesariamente un golpe a la credibilidad de los académicos que estudian la problemática de la isla, pero puede alterar la forma en que ésta se aborda.
Carlos y Elsa Alvarez eran dos empleados de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) muy conocidos en el mundo académico que lidia con el tema cubano. Alvarez, profesor de Sicología, era frecuentemente consultado por periodistas y analistas sobre la situación política y económica del país, sus presentaciones en congresos y seminarios eran atentamente escuchadas y en los últimos 20 años logró forjar una sólida reputación.
Pero esta semana la Fiscalía Federal dijo que tenía una segunda vida y lo arrestó junto con su esposa. Ambos fueron acusados de presuntamente espiar para Cuba. Aunque las autoridades se apresuraron a esclarecer que jamás enviaron datos secretos o militares a la isla, aparentemente mantuvieron a La Habana informada sobre actividades de grupos exiliados y las interioridades del mundo académico. También pudieran haber realizado análisis políticos e influir en decisiones de otras personas.
Según la Fiscalía, Alvarez admitió estar espiando desde 1977 y su esposa desde 1982. Pero miembros de la comunidad de inteligencia, a juzgar por la acusación presentada ante un tribunal, piensan que los Alvarez funcionaban más como ''agentes de influencia'' que como unos James Bond criollos.
''Sigue siendo ilegal. No se registraron como agentes de un país extranjero. Pero no es lo mismo que la Red Avispa, por ejemplo. Ellos no tumbaron ninguna avioneta'', dijo la fuente, refiriéndose a la acusación principal del caso de los cinco cubanos arrestados en 1998 y convictos de espionaje. Uno de ellos participó en el derribo de dos avionetas de Hermanos al Rescate en 1996, causando la muerte de sus cuatro tripulantes.
Pero en una ciudad tan sensible al espionaje castrista, el anuncio de su arresto provocó un impacto profundo. El plantel universitario tardó dos días en reaccionar, la generalidad de sus profesores e investigadores fue reticente a hablar con la prensa y una investigación interna en proceso está rodeada del mayor hermetismo.
''No nos han dicho que no hablemos con la prensa, pero nadie quiere arriesgarse'', dijo un profesor, quien confirmó el clima de gran tensión en el interior del plantel.
Por ejemplo, a mediados de semana, cuando la rectoría de la FIU anunció la contratación de un abogado para ocuparse del caso, funcionarios de la universidad llamaron constantemente a El Nuevo Herald para asegurarse de que los reporteros habían entendido que éste no iba a defender a los dos empleados.
''Queremos que sepan que el abogado no los va a defender'', dijo una funcionaria del departamento de prensa.
Según varias fuentes, el arresto provocó consternación.
''Carlos es . . . bueno, tengo que decir que todavía lo es porque no ha sido sentenciado, es mi amigo'', dijo un profesor. ``Iba a mi casa, conozco a sus hijos. Lo consultaba frecuentemente. Es una eminencia''.
Mientras, en la ciudad, el arresto provocó una legión de especulaciones. En menos de 48 horas la radio de Miami se volvió un nido de conjeturas sobre el alcance del descubrimiento y el impacto en la credibilidad de FIU, el sistema de contratación del profesorado y la calidad de la educación impartida.
El mismo rector, Modesto Maidique, lo advirtió: ``Si las alegaciones hechas por el Fiscal Federal están sustanciadas, sería una profunda brecha en los valores y confianza de la universidad''.
''Esta es la universidad a donde vamos a mandar a la mayor parte de nuestros hijos y es el colmo. De momento creo que habrá una gran presión sobre la diversidad, porque los individuos representan una institución'', dijo Juan Clark, sociólogo y profesor del Miami-Dade College.
Muchos de los cuestionamientos de la comunidad estos días se refieren a los contactos que la universidad ha mantenido con instituciones en la isla, la promoción de viajes de intercambio académico -- incluyendo profesores y alumnos -- y la publicación mutua de trabajos de investigación, actividades que muchos en el exilio han visto con desconfianza.
También se ha cuestionado la presunta influencia que pudieran haber ejercido sobre el estudiantado en una universidad ''donde se forma nuestros futuros empresarios, técnicos, ingenieros, arquitectos o periodistas'', como dijo Clark.
Para Bernardo Benes, un banquero que contribuyó a promover un diálogo con las autoridades cubanas en 1978, este caso ''no debería'' afectar la credibilidad de la universidad.
''En esta historia hay un histerismo que trae como consecuencia que las personas que son macartistas se den banquete'', dijo Benes. ``Ayer escuché en la radio a un señor que tiene 80 años decir que, por esto, Estados Unidos debe invadir a Cuba con sus soldados. Hay que tener vergüenza, caballeros''.
Un latinoamericanista de FIU dijo a El Nuevo Herald que el arresto de la pareja debería cambiar la forma de abordar la problemática cubana.
``Pudiera haber una reforma del instituto [de Investigaciones Cubanas (CRI)]. Habrá que crear mecanismos que aseguren a los estudiantes que un profesor que venga de Cuba es genuino, no un espía. No se puede vivir en esa incertidumbre. Hay que devolver la confianza''.
Un buen escenario pudiera ser la conferencia sobre estudios cubanos que tendrá lugar a inicios de febrero, organizada por el CRI, añadió el profesor.
Pero algunos opinan que el impacto pudiera ser temporal y no significa necesariamente que haya una interrupción en los contactos académicos.
'La actividad académica requiere básicamente de docencia, investigación e intercambio. A los dos primeros, se les estimula en los campus universitarios. El tercer punto, el intercambio, es igualmente importante. Pero en ocasiones, puede verse afectado por desacuerdos entre naciones o situaciones de coyuntura política. Sin una dosis de comprensión y tolerancia, los principios de `nada humano me es ajeno', y el de la razón de estado pueden entrar en colisión'', dijo el profesor Alfredo Fernández, de Texas A&M University, en Houston.
Según la investigadora María Werlau, de Orbis Internacional, una firma de consultoría de política exterior, la explicación es más simple.
''Esto no va a frenar los contactos académicos porque la gente es muy ignorante y muy naíf. Piensan que a lo mejor esto es un caso aislado y no creen que esto es un método de trabajo'', dijo Werlau. `Miren cuantos años después de que se cayó el bloque soviético, que es más que probado cómo trabajaban los servicios de inteligencia, y los cubanos usan lo mismo''.
En 1999, sucedió algo parecido en Gran Bretaña. La apertura de los archivos de la Stasi, la policía secreta alemana, reveló la identidad de por lo menos 10 profesores universitarios reclutados como ``agentes de influencia''.
En ese caso, tal como Alvarez, muchos de los británicos desarrollaron una labor de penetración a largo plazo.
''Lo preocupante es la influencia. Un profesor enseña a un alumno a hacer su trabajo, lo enseña a pensar en términos de su trabajo, es una influencia'', dijo el analista británico de inteligencia, Anthony Glees, a la BBC.
Sin embargo, nadie fue llevado a los tribunales. En Gran Bretaña no es un delito ser agente de influencia.
El caso de los Alvarez no es único. En septiembre de 1998, seis días después de los arrestos de la Red Avispa, dos profesores universitarios cubanos desaparecieron de Miami.
Días después, Daniel Ralfus y Vivian Sabater fueron presentados a sus vecinos y antiguos colegas del Departamento de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana como ''héroes de la revolución'' que habían estado ''infiltrados'' en el campo enemigo.
La pareja llegó separada tres años antes al sur de la Florida, pero oficiales de inteligencia dijeron que, aparentemente, no tuvieron éxito en infiltrarse en medios académicos como parecían ser sus planes iniciales. De hecho, Sabater admitió a un amigo que estaban pasando momentos difíciles económicamente.
Ralfus fue el primero en arribar a Miami como ex profesor de la Academia Interarmas Antonio Maceo, pero lo máximo que logró fue dar unas charlas por Radio Martí y ser dependiente en el restaurante El Botín.
Sabater llegó cuatro meses después con su hijo adoptivo, y dijo ser profesora de religión en la Universidad de La Habana. Aquí, alcanzó a hacer una presentación en la Universidad de Miami, pero pasó la mayor parte del tiempo como maestra sustituta en Kinloch Park Elementary.
La huida de la pareja de Miami fue tan rápida y discreta que una semana después aún había comida en el refrigerador y agentes de la Agencia Federal de Investigaciones (FBI) seguían en la sala de la casa escuchando los mensajes dejados en la contestadora automática.
rferreira@elnuevoherald.com