sábado, enero 20, 2007

LA CULTURA DEL ION // DICTADURA CUBANA

Tomado de El Nuevo Herald.com


La cultura del ion
Por Andrés Reynaldo
Mientras Fidel Castro pasa sus invernales días liberando litros de proteínas, líquidos e iones, en el final capítulo de una chapucera odisea intestinal (Stalin estaba claro en desconfiar de sus médicos), los intelectuales de la isla se han lanzado al debate sobre el llamado Quinquenio Gris que diezmó a la cultura cubana a partir de la década de 1970.
El catalizador ha sido la sucesiva reaparición en la escena pública de Luis Pavón Tamayo y Jorge Serguera, respectivos ex jefes del Consejo Nacional de Cultura y el Instituto Cubano de Radio y Televisión, a quienes tocó implementar una implacable purga entre artistas e intelectuales. Fulminante y audaz, la crema y nata de la intelectualidad oficial ha protestado la presencia de Pavón y Serguera en las pantallas de televisión, al tiempo que exigen una revisión exhaustiva de aquel nefasto período y sus desastrosas consecuencias en las artes, el pensamiento y la literatura. ¡Bravo!
Desde esta cómoda orilla, apenas a unos meses de que uno vuelva a encontrarse con Miguel Barnet y Antón Arrufat lo mismo en la calle Obispo que en Ocean Drive, sólo cabe la más estricta solidaridad con los intelectuales decididos a poner en orden las cuentas del espíritu nacional, que no otra es la misión de los hombres de ideas comprometidos con los destinos de su tierra. De hecho, en estos sagrados menesteres estamos bastante atrasados tanto en La Habana como en Miami. Mi cubano corazoncito (a pesar de todas las suspicacias) se arroja pluma en ristre a esa inaugurada trinchera.
De la autenticidad del debate habla (viva la contradicción) el silencio de la prensa insular. Sobre todo, el de sus publicaciones más atentas a la cultura, como La Jiribilla. Para los neófitos, una breve explicación. La jiribilla es un bichito metafórico cuya infatigable mordida produce un implacable escozor en esa parte que los mendaces cirujanos le acaban de estropear al Comandante en Jefe. Orquestada como una publicación de brío juvenil y látigo cartesiano, desde su fundación La Jiribilla no ha cesado de hostigar las aberraciones, desenmascarar los bretes y derribar los falsos pedestales de la cultura cubana. . . . . en el exilio. De manera que su manto negro sobre el Quinquenio Gris es un buen indicador de que algo anda mal.
La acometida contra Pavón y Serguera, sin embargo, peca de ingenua o digamos que de incompleta. En principio, refuerza una de las principales leyes no escritas del castrismo, a saber, la prohibición de nombrar las cosas por su nombre. Sirva aclarar que la grisura cultural se instaura en junio de 1961, con las Palabras a los intelectuales, de Fidel. Bajo el lema ''Con la revolución todo; contra la revolución nada'', el castrismo implanta la más férrea y extendida censura que se haya experimentado en una nación occidental, incluido el período de la ocupación nazi en Europa. (Si alguien quiere contrastar datos, aquí tiene mi email: areynaldo@herald.com).
Si por el resto de la década de 1960 la represión cultural obedecía a los vaivenes de la sola voluntad de Fidel, a partir del Primer Congreso de Educación y Cultura, en 1971, se regirá por complicados parámetros cuya imposición demandaba la participación activa de varios organismos, principalmente de los ministerios del Interior y Justicia. Cierto, Pavón y Serguera acudieron con ansias locas al llamado del engranaje totalitario. Pero el conjunto del Estado, con la puntual asistencia de sus tribunales, también jugó su siniestro papel. Todavía hoy, la libertad expresiva de los creadores sigue chocando contra el techo de la censura, independientemente de que se hayan abierto algunas ventanas. Entonces, obliga una admisión: el Quinquenio Gris es otra consecuente manifestación de la ausencia de derechos ciudadanos por casi medio siglo y su autor material (e intelectual, como dicta la circunstancia) no es otro que Fidel.
Dudo que el afán rectificador de los intelectuales en la isla acabe por conducirlos antorcha en mano al pie de una cama de hospital donde un alucinado dictador se chupa las sábanas embarradas de iones. Es tradición de la cultura cubana que la justicia no sea poética.
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Gobierno cubano da por cerrada polémica intelectual

Por Wilfredo cancio Isla
El Nuevo Herald
La exaltación pública de tres ex funcionarios cubanos asociados con la recia censura cultural de los años 60 y 70, fue resultado de ''graves errores'' cometidos en la programación televisiva y no cuenta con el respaldo de la dirección política del país, señaló ayer una declaración de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).
( Enrique Pineda Barnet )
En una nota titulada ''La política cultural de la revolución es irreversible'' y publicada por el diario Granma, el Secretariado de la oficialista UNEAC da por zanjada la polémica que desde comienzo de año estremeció al medio artístico e intelectual de la isla, con amplia resonancia entre escritores exiliados.
''El Secretariado de la UNEAC comparte la justa indignación de un grupo de nuestros más importantes escritores y artistas como consecuencia de recientes emisiones de tres programas de la Televisión Cubana: Diálogo abierto, La diferencia y en particular Impronta'', indica el comunicado, sin nombrar los ex funcionarios criticados.
El pasado 7 de enero el programa Impronta estuvo íntegramente dedicado a honrar a Luis Pavón Tamayo, ex presidente del Consejo Nacional de Cultura (CNC) entre 1971 y 1975. A finales de año habían aparecido en otros espacios televisivos el comandante Jorge Serguera, fiscal implacable en los juicios populares de los años 60 y ex presidente del Instituto Cubano de Radiodifusión, y Armando Quesada, ex jefe de la Dirección de Teatro y Danza del CNC.
La reaparición del trío de reconocidos censores del movimiento cultural lanzó la alarma entre prestigiosos intelectuales y artistas dentro de Cuba, quienes se cuestionaron si este gesto respondía a una política intencionada en este ''singular momento'' de la historia cubana, con Fidel Castro enfermo y apartado del poder hace seis meses.
Incluso Mariela Castro Espín, la directora del Centro Nacional de Educación Sexual e hija del gobernante interino Raúl Castro, se vio involucrada en los intercambios de opiniones sobre el asunto.
''Evidentemente las experiencias del pasado no fueron suficientemente esclarecidas, ni oportunamente normadas y eso es lo que me preocupa'', escribió Castro Espín en una carta al escritor Reynaldo González, Premio Nacional de Literatura 2003.
La incomodidad generalizada en el sector intelectual desembocó en una reunión del Secretariado de la UNEAC el pasado 9 de enero, y tres días después el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) ofreció una explicación detallada sobre los programas transmitidos.
''Se puso de manifiesto que no respondían a una política del organismo [ICRT], y que en su gestación y realización se habían cometido graves errores'', aclaró el texto.
Al frente del ICRT se encuentra el teniente coronel Ernesto López, un hombre de confianza de Raúl Castro.
El comunicado se dio a conocer coincidiendo con la inauguración del III Festival Nacional de Televisión, en La Habana, donde López se pronunció por ''estrechar más las relaciones con las instituciones y organizaciones afines, que tienen incidencia en la creación, realización y transmisión'' de los programas.
López mencionó al Ministerio de Cultura, la UNEAC y el Ministerio de la Informática y las Comunicaciones entre las principales entidades con las que deben priorizarse los vínculos de cooperación.
''Siento que el mundo intelectual cubano respondió con sensatez y creció con este incidente'', manifestó el cineasta y escritor Enrique Pineda Barnet, quien suscribió los mensajes críticos contra los programas transmitidos. 'Volver atrás es impensable, ni siquiera para `limpiar' a una persona o a una etapa''.
A raíz de estos acontecimientos, el Instituto de Cine (ICAIC) ha organizado una serie de conferencias con notables intelectuales y académicos cubanos para discutir los pormenores del llamado ''quinquenio gris'' (1970-1975) de la cultura cubana.