Los acuerdos ALBA de Cuba y Venezuela y la reaparición pública de Castro
Por Elías Amor Bravo
Valencia, España
La reaparición pública de Fidel Castro acompañado de Hugo Chavez ha sido uno de los acontecimientos más comentados en los últimos días, tanto por su significado político, como por la escenificación, el cuidado empleado en el tono y las afirmaciones, así como en la imagen de ambos dirigentes.
La conclusión es inmediata: Venezuela es el principal sostén de la economía cubana, paga las cuentas que los distintos sectores de la economía más improductiva del continente no pueden asumir, y quiere mostrarlo al mundo, como una metáfora del trasvase ideológico que el régimen castrista puede suponer para Chávez. ¡Pobres venezolanos!. La que les espera. Ojalá aparezca al final del oscuro túnel algo de sentido común, y que la democracia, hasta ahora impecable, no les juegue la mala pasada que hemos padecido los cubanos durante tantas décadas. Tiempo habrá para comprobarlo.
Sin embargo, en ese encuentro mediático entre Fidel Castro y Hugo Chávez, perfectamente estudiado por los expertos de propaganda, hay mucho más que unas imágenes y palabras de elogio mutuo y en cierto modo, descoordinadas y casi imperceptibles. Detrás, y casi pasando desapercibido, lo que hay es la firma reciente de una serie de acuerdos con contenido económico muchos de ellos, entre Venezuela y Cuba como parte del ALBA. Unos acuerdos que la edición digital de Granma divulgó el pasado 25 de enero, y que casi, de forma inmediata desaparecieron. Hay que preguntarse: ¿por qué, por primera vez, se ofrece el contenido de estos acuerdos de cooperación con tanto detalle?, lo que nunca había sucedido antes, y sobre todo, ¿por qué, casi de forma simultánea, coinciden con la foto de Castro y Chávez?.
Cabe preguntarse si ese no es el precio a pagar por la foto, o alternativamente, si Chávez necesita de la imagen de Castro para impulsar las reformas “socialistas” que pretende implementar en Venezuela. Siempre existirá un margen de duda. Pero el acuerdo en cuestión desvela algunas pistas interesantes del momento presente de la economía cubana que quiero comentar. En primer lugar, que la nueva etapa de Raúl Castro no ha movido ficha con relación a los rasgos históricos del modelo intervencionista de la economía cubana. Se observa la misma despreocupación de las autoridades por la mejora de las condiciones de vida de la población, su desprecio por aspectos como la vivienda, que requiere de decisiones urgentes, o la falta de relación entre las actuaciones propuestas y el ajuste necesario que requiere la economía cubana para salir adelante en el mundo global.
Para muchos, este tipo de acuerdo de cooperación, que tuvo su etapa de esplendor en la guerra fría cuando los países comunistas crearon el CAME para lo que se denominaba “comercio de pajarera”, es lo único a lo que puede aspirar una economía que carece de orientación, en la que, insisto, las decisiones de la “etapa Raúl” apenas han supuesto un cambio con respecto al pasado reciente, en la que no existen planes específicos para la mejora de las condiciones de vida pésimas de la población, y en la que, todavía, el argumento del “embargo” sigue justificando la ineficacia de los responsables políticos y técnicos.
El acuerdo suscrito con Venezuela comprende 16 proyectos, de los que se pretende que ambos países obtengan beneficios mutuos, pero como sucede casi siempre, uno más que el otro. Como cabría esperar, la mayor parte de los proyectos firmados se dedican al sector primario, principalmente minería y búsqueda de reservas de petróleo. Se reactiva el viejo proyecto de localizar en el Golfo de México los recursos hidrocarburíferos, así como actuaciones especìficas en la faja del Orinoco (esta vez en Venezuela) y también se plantea la explotación de niquel y su comercialización posterior por medio de empresas mixtas. Hasta aquí, nada novedoso. Quizás destacar el acuerdo relativo a la gestión conjunta de bosques naturales con vistas a la producción de madera, por medio de la constitución de empresas mixtas.
Un segundo capítulo se refiere a las acciones en materia de transporte marítimo, en ttal tres, con la modernización y construcción de puertos en ambos países, sin concretas dónde; de embarcaciones menores con atención a los astilleros; y también la puesta en marcha de una empresa financiera mixta para la concesión de créditos destinados a la adquisición de buques con destino a los dos países. Todos estos proyectos de transporte establecen grupos de trabajo que deberán presentar resultados concretos en el primer trimestre del presente año.
No sorprende que otros tres proyectos vayan destinados al turismo, de los cuáles dos se concentran en Venezuela (construcción y explotación de un hotel en Isla Tortuga, y programas de incentivos para empleados públicos de Venezuela que pasen sus vacaciones en Cuba) y uno en Cuba con la construcción de hoteles en tres cayos con un total de 2.872 habitaciones, lo que confirma que se sigue apostando por la masificación del producto turístico sin oferta complementaria.
El resto de proyectos del acuerdo se refieren a telecomunicaciones, con la instalación de un cable submarino entre Venezuela y Cuba; a energía con la instalación y puesta en funcionamiento de una planta eléctrica de 175 MW destinada a la producción de ferroníquel; con la concesión de créditos para la mejora de infraestructura férrea en la Isla; con la puesta en marcha de una empresa de seguros para proteger contra riesgos activos estatales e inversiones relevantes de ambos gobiernos; con la creación de una empresa para la producción de acero inoxidable en Venezuela y tecnología cubana; y la puesta en marcha, también en suelo venezolano de una empresa de producción y exportación de arroz a Cuba.
El “comercio de pajarera” venía a justificar la falta de competitividad de las antiguas economías comunistas en los mercados mundiales, y su ejecución, condicionada a las variables políticas y no económicas, nunca fue del agrado de todas las partes implicadas. Este acuerdo en el marco del ALBA suena una vez más a eso. La resistencia a abandonar viejas prácticas comerciales para las que Cuba siempre ha estado dispuesta, a pesar de sus notables potencialidades. Lo que menos importa es la calidad de vida de la población. En la elección entre “cañones y mantequilla” el régimen comunista cubano siempre lo ha tenido muy claro. ¿Es un rasgo más de la nueva etapa Raúl?
Febrero 2, 2007
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