Por Guillermo Fariñas (*)
Cubanet/Noticuba Internacional
Santa Clara, 1 de febrero del 2007
Dice un viejo proverbio chino: "Lo que ya ocurrió, obligatoriamente volverá a ocurrir". Esto es tomado a pies juntillas por los funcionarios culturales de las instituciones artísticas gubernamentales, a través de las cuales se controlan a los artistas dentro de la Isla.
Relatan los intelectuales y creadores más viejos que en las décadas de los años sesenta y setenta del pasado siglo, ellos contaron con la ayuda de la heroína del asalto al cuartel Moncada, Haydée Santamaría, conocida cariñosamente como Yeyé.
Algunos artistas con "problemas políticos", homosexuales, desviados ideológicamente encontraron apoyo en esta mujer.
Otros, rebeldes en sus estilos a la hora de manifestar su creatividad, como Silvio Rodríguez, por citar un ejemplo, también contaron con el apoyo de Yeyé. Silvio, Pablo Milanés, Noel Nicola, Leo Brower fueron, junto a otros, los fundadores de ese importante movimiento conocido como Nueva Trova.
Haydée Santamaría forma parte de la historia. Se suicidó el 26 de julio de 1980, dicen que como protesta por los actos de repudio que desató el regimen contra la población luego de los sucesos de la embajada de Perú y Mariel.
Hoy, desde su cargo como directora del Centro Nacional de Educación Sexual, Mariela Castro, hija del general Raúl Castro, se presenta para algunos como la Yeyé de estos tiempos. Hace poco, la licenciada en Psicología sostuvo un careo con Ernesto López, director del Instituto Cubano de Radio y Televisión, a raíz del intento de López de suspender la telenovela cubana La cara oculta de la luna, con el argumento de que era una profanación de los principios presentar por televisión la homosexualidad y la desintegración de una familia por esa causa.
Por otra parte, muchos se sintieron ultrajados por la aparición en televisión, a finales de diciembre de 2006 y principios de enero de este año, de Jorge Serguera, Luis Tamayo y Armando Quesada, que jugaron un papel relevante durante la represión cultural de los años sesenta y setenta.
El conato fue de padre y muy señor mío, desde el despacho del ministro de Cultura, Abel Prieto, pasando por el intercambio epistolar de algunos artistas privilegiados con acceso al correo electrónico, quienes alertaron a sus colegas en el exterior, hasta las páginas del periódico Granma.
Entonces reapareció en la escena la señora Mariela Castro, quien dio la razón a los asustados artistas e intelectuales, e hizo pública una carta donde afirmó que "las experiencias negativas del pasado no han sido suficientemente esclarecidas, ni oportunamente normadas, y eso es lo que me preocupa."
Algunos piensan que Mariela está tratando de resarcir con su conducta las culpas de su padre y su tío, asumiendo la defensa de artistas, escritores y homosexuales.
La falta de información de la realidad cubana la hace tan compleja, que no nos queda otro remedio que aceptar los buenos oficios de la señora Castro.
(*) Miembro de la Agencia Independiente Cubanacán Press
Fonte: NotiCubaInternacional
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