EL GENERAL CASTRO EN SU LABERINTO
El General Castro en su laberinto Por Celso Sarduy Agüero
LiberPress, Buenos Aires, 7 de Agosto de 2007- Durante su alocución en el acto conmemorativo del asalto al Cuartel Moncada Raúl Castro ha tenido que reconocer que persiste la crisis económica que embarga a Cuba desde la caída del Muro de Berlín bautizada por el régimen con el eufemismo de "Período Especial". La economía cubana cayó alrededor de un 35 % al finalizar el subsidio de más de 5 billones de dólares anuales, que recibía de la ex Unión Soviética, más la entrega de combustible a valores irrisorios y la compra a precios preferenciales de la mayor parte de su producción azucarera.
Raúl Castro tiene razón en preocuparse por diversos motivos. Primero: la ocupación hotelera del país apenas rebasa el 50 %, con una rentabilidad cuestionable pues hasta las frutas y verduras que consumen los turistas son importadas, a pesar de que Cuba contaba con el 90 % de sus suelos cultivables. Segundo: la producción azucarera es inferior a la de 1905, cuando la población era el 10 % de la actual (unos 11,4 millones de habitantes). Tercero: la masa ganadera apenas alcanza los 2 millones de cabezas de ganado vacuno, mientras que en 1959 para una población de unos 5 800 000 habitantes contaba con una masa ganadera de más 6 millones.
Si bien el subsidio petrolero venezolano supera hoy los 4000 millones de dólares anuales -al precio actual del crudo de unos 78 dólares por barril- y esta ayuda económica casi equipara a la de la antigua Unión Soviética en términos nominales, hay que tener en cuenta la depreciación del poder adquisitivo del dólar producto de la inflación acumulada, por lo que esta fuente de ingresos dista bastante de sostener un nivel de vida para los cubanos parecido al que tenían a mitad de los años ochenta del siglo pasado. Además tendríamos que tener en cuenta el crecimiento de la población cubana durante los últimos veinte años.
El dictador interino además de diagnosticar la gravedad de la crisis manifestó su deseo de efectuar cambios económicos para preservar la "revolución", anunció la posibilidad de efectuar los "cambios estructurales y de conceptos que resulten necesarios" (???) aunque de inmediato acotó: "sin premuras"... Parece que medio siglo de desastres no ha sido suficiente.
Entre las medidas económicas anunciadas está permitir un mayor número de inversiones extranjeras para aumentar la producción agrícola e industrial, incrementar la productividad y el poder adquisitivo de los salarios. Está por verse qué margen de maniobra le permite su hermano el dictador fantasma que mantiene el poder detrás de la escena, especialmente por el odio cerril que siente Fidel Castro hacia la propiedad privada y la Libertad, pues conoce muy bien el riesgo que corre la tiranía ante cualquier apertura. Por último invitó a los Estados Unidos a mostrar "sensatez" y establecer "negociaciones civilizadas", sin embargo no dijo una sola palabra respecto a la posibilidad de una apertura política, de levantar la represión o abolir un solo artículo de la frondosa telaraña legal que conculca los derechos individuales de los cubanos.
Es evidente que a un año de asumir su función de dictador suplente el general Raúl Castro necesita comprar tiempo y alimentar alguna expectativa de mejorar la agobiante vida diaria de la población para apuntalar su gobernabilidad pues al continuar el tirano Fidel Castro vivo y manejando los hilos del poder desde las sombras, las expectativas de la población acerca de una probable apertura económica van diluyéndose conjuntamente con el capital político del dictador heredero.
El General Castro, en caso de llegar a detentar en algún momento el poder real, se vería obligado a realizar una apertura económica para preservar su mandato. Sería una apertura moderada sin abordar cambios estructurales que pongan en riesgo el sistema. Entre las posibles medidas a implementar estarían: ampliar y afianzar el cuentapropismo y los pequeños microemprendimientos -especialmente en los servicios-; darle independencia a las cooperativas agrícolas y a los pocos campesinos privados que aún subsisten para paliar algunas de las múltiples carencias de los cubanos -en particular las alimenticias, las de vivienda y las de transporte- y por último, ampliaría la inversión extranjera asociada a las empresas del ejército cubano en otros sectores de la economía que pueden generar más divisas.
En el plano internacional Raúl Castro está esperando ansioso una probable victoria del Partido Demócrata en las elecciones del año próximo en los Estados Unidos. Algunos legisladores de ese partido se encuentran entre los más grandes lobistas a favor de levantarle totalmente el embargo comercial a Cuba para favorecer, aún más, a los granjeros de los estados agrícolas de la Unión, a las compañías petroleras interesadas en participar en la prospección de crudo en aguas cubanas, a los empresarios turísticos y mineros, etc. Curiosamente son los mismos legisladores que se oponen a firmar un tratado de libre comercio con Colombia, alegando supuestas violaciones a los derechos humanos cometidas por el gobierno de Alvaro Uribe en su lucha contra la guerrillas marxistas (ELN y FARC), sin embargo son ciegos y sordos ante las violaciones a los derechos individuales de la dictadura cubana.
Evidentemente Raúl Castro está intentando un acercamiento con los EE.UU., anhela un acuerdo que lo reconozca como interlocutor válido y a su régimen como un hecho consumado. Un acuerdo de esta naturaleza lo alejaría de la enorme dependencia del subsidio venezolano actual al recibir la Isla un aluvión de turistas norteamericanos, inversiones directas de compañías norteamericanas y líneas de crédito. Esto le permitiría además, neutralizar a los sectores inmovilistas y pro-chavistas de la nomenclatura.
Las autoridades norteamericanas ven con mucha preocupación la posibilidad de una emigración masiva de decenas de miles de cubanos ante el menor vacío de poder en Cuba y Raúl Castro quiere jugar esta carta a su favor demostrando tener la situación bajo control; incluso estaría dispuesto a llegar un poco más lejos en el intercambio al colaborar con los vecinos del Norte en la lucha contra el narcotráfico. Por lo pronto existe un canal de negociaciones entre los militares de ambos países que se reúnen periódicamente para tratar temas relacionados con la frontera compartida de la Base Naval de Guantánamo. Este canal de diálogo podría ampliarse también a otros temas.
Un acuerdo de esta índole alejaría al Raulato de la injerencia chavista y su proyecto mesiánico internacional, algo que tolera pero no digiere la cofradía de generales empresarios. En especial no soportan que un Coronel golpista, advenedizo y desequilibrado venga a darles órdenes y los involucre nuevamente en aventuras revolucionarias reñidas con la tranquilidad y el confort que le proporcionan sus abultadas cuentas en moneda dura en el exterior. Raúl Castro y sus correligionarios intentan implementar un sistema mixto donde convivan el menor sector privado posible con el control político de los militares cubanos y sus aliados de los sectores aperturistas dentro del Partido Comunista Cubano.
Desde luego ninguno de estos planes llevan a Cuba a la prosperidad, ni la inserta en el concierto de naciones que encaminan su desarrollo dentro de un marco democrático y sólidamente basado en las instituciones republicanas.
La única salida "sensata y civilizada" para Cuba consiste en comenzar un proceso de apertura que establezca un gobierno de transición, promulgue una amnistía para todos los presos políticos, decrete la caducidad de todos los artículos de la actual Constitución Socialista y el Código Penal violatorios de los derechos individuales y por último, convoque a elecciones generales y a una Asamblea Constituyente en un lapso de tiempo no mayor a dos años. El proceso de transición deberá incluir necesariamente la legalización de los partidos políticos y el ejercicio de la libertad de prensa: permitiendo a la oposición y a los movimientos de la naciente sociedad civil, el acceso irrestricto a los medios de comunicación.
En suma: las opciones de supervivencia de Raúl Castro están alejadas de las legítimas necesidades de la Nación cubana: volver a la propiedad privada como única forma de propiedad, retornar al sistema democrático republicano y recuperar el estado de derecho para regresar al mundo de la libertad.
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