jueves, abril 10, 2008

ENTREVISTA A CARLOS ALBERTO MONTANER POR Erika Lüters Gamboa

Nota del Blogguista

La maniobra de distracción y dilatación, en busca de más tiempo para su tiranía, que llevan a cabo Fidel y Raúl Castro escapan, en mi modesta opinión, a la inteligencia de Carlos Alberto Montaner.
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Entrevista a Carlos Alberto Montaner

Por Erika Lüters Gamboa, Santiago de Chile *

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"FIDEL CASTRO Y HUGO CHÁVEZ DELIRAN EN LA MISMA FRECUENCIA," DICE MONTANER. CONOCEDOR COMO POCOS DE LO QUE OCURRE EN LA CÚPULA CASTRISTA, SEÑALA QUE FIDEL SE OPONE A LOS CAMBIOS QUE ESTÁ HACIENDO RAÚL.
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El último recuerdo que Carlos Alberto Montaner tiene de Cuba es su estadía en una embajada atestada de personas que pujaban por obtener la libertad, y hasta donde llegó luego de huir de la cárcel. Corría 1961 y él era un estudiante de 17 años, casado, con una hija, condenado a 20 años de prisión por oponerse a la revolución.

Han pasado 47 años. Hoy Montaner comparte su tiempo entre Madrid y Miami, es profesor, escritor, periodista y un influyente columnista.

De paso en Chile para asistir a los 18 años del Instituto Libertad y Desarrollo, conversó con "El Mercurio" sobre las reformas de Raúl Castro en la isla.

Aunque para Montaner las últimas medidas son puramente adjetivas y no van al corazón del problema, su opinión no es completamente negativa. "Creo que Raúl tiene la intención de introducir ciertos elementos de sentido común en la economía. Tiene una visión menos ideológica que Fidel y quiere legitimar su autoridad con más eficiencia, que los cubanos vean que bajo su gobierno viven un poco mejor".

La autorización que tienen ahora los cubanos para comprar DVDs, computadoras y algunos electrodomésticos parece un derecho mínimo para cualquier persona, pero además, "que puedan comprar computadoras les va a abrir, en su momento, el camino a la internet, aunque el gobierno haga como China y mantenga bloqueados ciertos puertos y canales".

P: ¿Vendrán más cambios?

R: Los cambios generan el apetito por más cambios y eso se irá acelerando y Raúl Castro descubrirá, como lo hizo Gorbachov y otros líderes comunistas, que no existe un modelo estático adonde termina cada reforma. Eventualmente ocurrirá lo que es inevitable: que se acabe por enterrar un sistema que ya sólo existe en Corea del Norte y Cuba.

P: ¿Cree que Raúl se encamina al modelo chino?

R: No existe el modelo chino. Los chinos emprendieron un camino de reformas porque el maoísmo era una locura. Improvisaron medidas hasta que acabaron enterrando el comunismo y se quedaron con un sistema de partido único y un régimen de propiedad privada

P: La diferencia cultural influye...

R: A escala cubana es difícil pensar que se puede reproducir el fenómeno chino. Los hábitos de trabajo son diferentes, las relaciones jerárquicas en la sociedad cubana son distintas a las chinas, la idiosincrasia es diferente.

P: ¿Fidel está de acuerdo con los cambios que hace Raúl?

R: Está en contra. Fidel es un colectivista irreductible, indiferente a la realidad, que no admite algo tan evidente como que ha sido el peor gobernante de la historia de Cuba. Un hombre que en 50 años no sólo no ha podido solucionar, sino que ha agravado los problemas esenciales de cualquier sociedad. Pero él no lo admite e insiste en la misma fórmula. Fue un joven terco, ahora es un anciano muy terco. No ha cambiado; a punto de morir, su último legado es impedir los cambios".

P: ¿Y la gente común?

R: Mi impresión es que queda muy poca gente que cree en las virtudes del castrismo o que suscribe la visión de Fidel de que el mundo tiene que luchar contra el imperialismo y toda esa tontería de mediados del siglo XX. Muy poca gente cree en eso en Cuba.

P: ¿Qué une a Fidel con Chávez?

R: Él descubre en Chávez un tipo que delira en su misma frecuencia. La vinculación emocional con Chávez como su discípulo amado no es transmisible. La cúpula dirigente y Raúl sienten cierto desprecio por él porque lo ven como una suerte de papagayo tropical, poco fiable, pero al que hay que agradecerle cien mil barriles diarios de petróleo. Fidel nunca ha apreciado demasiado a Raúl, pero siempre ha creído -y es una observación correcta- que de Raúl puede esperar total lealtad en cualquier circunstancia.

* Para El Mercurio, Santiago de Chile / Abril 7, 2008