ENTRE HURACANES Y RESTRICCIONES
ENTRE HURACANES Y RESTRICCIONES
Por Iliana Curra.
Nuevamente se revuelven los ánimos en el exilio, donde algunos líderes y no tan líderes, piden al gobierno norteamericano el levantamiento de las restricciones para enviar ayuda a la isla, como ellos llaman: “de pueblo a pueblo”.
Realmente no hace falta que haya pasado un huracán por Cuba para que pidan el levantamiento de las restricciones. Lo piden siempre. Es más, es la solicitud permanente de candidatos demócratas al Congreso. Es parte de una agenda pre-concebida que choca con la posición de congresistas republicanos que van a reelección. Sumando ahora al candidato demócrata a la presidencia, Barack Hussein Obama, a quien tampoco le hace falta el ciclón como pretexto. De hecho levantaría las sanciones a Cuba sin condiciones. Eso es récord público.
Pero los ciclones son siempre puertas abiertas para que aprovechen la oportunidad de pedir que se levanten las prohibiciones y, de esa manera, enviar ayuda material y monetaria, lo cual ya sabemos en qué termina todo. El régimen se arroga el derecho de aceptar o no la ayuda, y si la acepta, de venderla en las tiendas en moneda convertible a quienes a su vez reciben ayuda de sus familiares en el extranjero.
(Motel Los Jazmines, Viñales, Pinar del Río, Cuba )
La solicitud de permitir la entrada ilimitada de ayuda a la isla de familiares en el exilio conllevaría a que un por ciento mínimo de cubanos reciba asistencia. La gran mayoría quedaría en las mismas condiciones de miseria de siempre, porque no son todos los que necesariamente tienen a alguien en el exterior con la capacidad de brindarle esa necesaria ayuda.
Si realmente quieren que el pueblo cubano reciba asistencia material, ahí están organizaciones independientes y humanitarias que pueden hacerlo, pero claro, previa autorización de un régimen totalitario que se jacta de aceptar o no la ayuda, siempre y cuando le convenga y pueda determinar qué hacer con ella.
Para nadie es un secreto que paquetes de leche en polvo y otros artículos se vendieron en Cuba con el sello de “donación”. Miles de familias cubanas fueron privadas de esa ayuda humanitaria porque al régimen castrista no les dio la real gana de entregarlas debidamente. Para eso son ellos los que ordenan y mandan allí y determinan la entrega o no de una ayuda que les cuesta a los exiliados de sus bolsillos. Ya bastante chantaje tiene ese mismo régimen con el precio de los vuelos a la isla, el precio de los envíos de paquetes, llamadas telefónicas y hasta medicamentos. Muchos de esas agencias de viajes y negociantes del drama cubano cooperan con campañas políticas para lograr que alguien los represente en el Congreso, y de esa forma, cabildear en defensa de sus intereses personales y el del régimen de La Habana.
( Muro de la Iglesia de Viñales, Pinar del Río, Cuba )
El exilio cubano ha sido más que solidario con el pueblo cubano. Si ese pueblo ha sobrevivido por tanto tiempo, ha sido justamente porque esta comunidad se ha preocupado por todo lo que ha pasado en la isla. Por los presos políticos, por los opositores, por los balseros y todo aquel que ha sufrido represión, golpizas, y violaciones de sus derechos humanos. Nadie puede sentirse culpable por la situación existente en la isla. Sólo ese régimen es culpable de cada cosa que sucede allí, y ese sentimiento barato de sentirse mal, no sólo es injusto, es desatinado.
El gobierno norteamericano ha aprobado la ayuda a Cuba, condicionada por supuesto, porque se arroga el derecho como nación solidaria de hacerlo. Si Cuba no lo acepta, como seguro lo hará, es problema del régimen. Entonces le tocaría a ese pueblo, a todo el pueblo, presionarlos para que les de la ayuda que guardan en almacenes repletos para hoteles y entidades turísticas porque, a ésos, sí que nada les falta ni con un huracán categoría 5.
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