JUGANDO A LA RULETA RUSA
Jugando a la ruleta rusa
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Nadie quiere un derramamiento de sangre ni un éxodo masivo, pero no son descartables en la situación que vive el país.
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Por Miriam Leiva, La Habana | 17/09/2008
El gobierno de Cuba no ha clamado por ayuda de emergencia. Por el contrario, está discriminando la asistencia con evidentes consideraciones políticas. Como de costumbre, no consulta a los ciudadanos. Peor aún, el tira y encoge con Estados Unidos tiene una novedosa versión. Desde ambos lados del Estrecho de la Florida se manipula hasta el absurdo el sufrimiento. ¡Señores, el país está devastado por dos huracanes! El pueblo enfrenta una catástrofe humanitaria.
Las autoridades pretextan el rechazo a una misión de evaluación para determinar las características de las necesidades, propuesta por el gobierno norteamericano; demandan el levantamiento del embargo y, recientemente, solicitaron la venta de materiales de construcción y la autorización para créditos, que saben no pueden pagar.
La contraparte insiste en la asistencia gubernamental. Pero los cubanoamericanos, mayoritariamente, claman también por ayudar a sus familiares y amigos directamente, y solicitan que se levanten temporalmente, al menos, las prohibiciones a los viajes, envíos de dinero y paquetes. La interacción persona a persona podría ser realmente efectiva en muchos sentidos.
Mientras tirios y troyanos se entretienen, los damnificados sufren no tener leche para sus hijos, ni comida para sus ancianos. Se exaltan por la impotencia. Se les pide mucha disciplina y gratitud, pero han perdido sus maltrechas pertenencias y no pueden crear, sembrar ni trabajar libremente. No tienen dinero para recuperar lo perdido. No ven la luz al final del túnel.
El gobierno podría no tener capacidad para encauzar la desesperación. Posiblemente incremente la represión, que culminaría en un derramamiento de sangre que ningún cubano desea, pero no es descartable.
Seres humanos reales
Enfrentar la actual crisis general es deber de todos. En primer lugar, de quienes detentan el poder y pueden permitir la reconstrucción armoniosa de lo que destruyeron durante cincuenta años de totalitarismo. El pueblo debe ejecutar sus potencialidades en el trabajo y el desarrollo de la sociedad civil, ejerciendo pacíficamente sus derechos para alcanzar la reconciliación y el bienestar de todos.
De seguir las cosas el rumbo que llevan, la administración estadounidense podría despertar un día con un éxodo masivo de cubanos —considerado una amenaza para su seguridad nacional—, aunque por primera vez estaría fuera del posible control de las autoridades de la Isla. Unos y otros juegan a la ruleta rusa. La democracia tiene que avanzar por maduración y características propias.
La toma de conciencia entre la población ha crecido en los últimos años. Fue estimulada también por las promesas del presidente Raúl Castro, que se han ido tornando en frustración por las señales contradictorias llegadas desde el poder. Los cubanos somos seres humanos reales. El pueblo no merece continuar entrampado.
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