viernes, octubre 24, 2008

ENTRE FELIPES

Entre Felipes


Por Miguel Cossio

Felipe Calderón ha cometido una imperdonable pifia política, por no decir traición, que contradice los preceptos democráticos que enarbolan su gobierno, su partido y él mismo. Tan abrumado anda el mandatario mexicano con problemas internos, tales como la inseguridad pública, la reforma energética y la crisis del magisterio, que no vio, o no quiso ver, la jugada de gol que le fabricó Cuba esta semana.

La firma del memorando de entendimiento en materia migratoria y la reanudación plena de las relaciones con La Habana, así como el beneplácito suyo a reunirse con Raúl Castro en el 2009, constituyen un regreso a la política de complicidad que los gobiernos del PRI (hasta Carlos Salinas de Gortari) mantuvieron con la dictadura cubana.

No cuestiono el derecho de cada país a combatir el contrabando de seres humanos. Eso está fuera de discusión. Aquí el fondo es otro y tiene que ver con una perdida de la identidad geopolítica de México en la región. ''No sabemos ya de qué barrios somos'', me dijo el ex canciller Jorge Castañeda, cuando lo llamé para preguntarle por el extraño romance con Cuba. ``El gobierno cedió todo, más que una negociación fue un alineamiento''.

Calderón pasa por alto los principios democráticos y de defensa de los derechos humanos, y hace una apuesta temeraria al fraguar una amistad peligrosa con el ministro castrista Felipe Pérez Roque. Castañeda dice que el presidente se equivocó cuando apostó anticipadamente por McCain. Ya veremos qué pasa si Obama gana.

Coincido con él. El acuerdo migratorio es una cortina de humo para justificar un cambio de política hacia la dictadura. Si no, ¿a qué responde la acusación castrista en voz y tonos mexicanos de que Estados Unidos ''estimula el tráfico ilícito de cubanos y dificulta los esfuerzos para combatir eficazmente a las organizaciones criminales que lucran con el contrabando humano''? ¿Por qué la diplomacia azteca escogió una fecha tan singular para esta luna de miel, a sólo 15 días de las elecciones norteamericanas y la misma semana de la visita de la secretaria de Estado Condoleezza Rice, no a la Ciudad de México, sino a Puerto Vallarta, en el Pacífico? Rice respondió ya que quien incentiva la migración ilegal es La Habana y no Washington.

El giro mexicano encierra otras contradicciones políticas. Por un lado, el gobierno de Calderón grita contra las deportaciones de mexicanos en Estados Unidos y puja porque el Congreso americano vote favorablemente una ley migratoria que legalice a los indocumentados. Por otro, firma un pacto con Cuba para repatriar a balseros. Eso, sin hablar del maltrato y el rechazo de que son víctimas miles de centroamericanos que cruzan todos los días el territorio mexicano. El paso de cubanos por México es mínimo comparado con ese flujo, un fenómeno que data de años y que involucra igualmente armas, mafias y drogas.

Podría especularse que Calderón ha querido quedar bien con el viejo PRI, el conflictivo PRD y su vocero el diario La Jornada. Considera que es mejor evitar luchas ideológicas innecesarias. También podría decirse que su voltereta política obedece a una lectura equivocada de realidad, en el siguiente sentido: si la Unión Europea busca un acercamiento con Cuba, por qué no hacer lo mismo. Aquí México no ha ganado nada.

Así que mientras el canciller cubano Felipe Pérez Roque celebra con tequila su ''éxito'' en La Habana, tras haber cumplido robóticamente las últimas metas asignadas por su programador en jefe, otro Felipe, el presidente de México, es goleado.