CUBA: BLOGUEROS Y ARTISTAS APROVECHAN UN PERFORMANCE PARA PEDIR LIBERTAD
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La creadora Tania Bruguera ofreció al público 'un minuto frente a un micrófono' como parte de una acción plástica en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam.
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Redacción CE | 30/03/2009
"Que un día la libertad de expresión en Cuba no sea un performance", pidió la bloguera Claudia Cadelo este domingo durante un performance realizado por la artista plástica Tania Bruguera en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam.
Según publicó la propia Cadelo en su blog, Octavo Cerco, varios blogueros, artistas y gente del público aprovecharon un minuto frente a "un micrófono y un podio" que ofreció Bruguera como parte del programa de la X Bienal de la Habana.
"Nunca pude imaginar encontrarme con un podio y un micrófono listo para todos, para cada uno de nosotros. El lugar estaba atestado de gente; para lograr llegar a la primera fila había que deslizarse por el bulto entre permisos y quiero llegar al micrófono", comenta la bloguera en su texto.
Relata asimismo que "todo inició con una mujer que, paloma blanca en el hombro izquierdo, hacía muecas sin emitir sonido, mientras dos muchachos, vestidos con el uniforme del Minint (Ministerio del Interior), contaban el tiempo para darle fin a su intervención y lanzarla de nuevo hacia la plebe muda".
El performance, una parodia del famoso discurso de Fidel Castro, en 1959, cuando una paloma se posó en su hombro, consistía en una tribuna custodiada por dos muchachos vestidos con el uniforme del Minint que se encargaban de colocar una paloma en el hombro de los oradores cuando tomaban la palabra durante sólo un minuto. Así, si el discursante demoraba más tiempo del permitido, lo echaban del podio.
Yoani Sánchez, autora de Generación Y, "habló de la blogosfera" y "de la censura", y "cuando terminó", recibió "muchísimos aplausos, la gente la conocía y estaba feliz", agrega la bloguera.
La propia Cadelo reclamó en su intervención de un minuto ante el numeroso público: "que un día todos tengamos todos los minutos del día para decir delante de un micrófono todo lo que queramos. Y que de paso, también los que hoy tengan esa posibilidad, dediquen un minuto, o menos incluso, a decir la verdad".
Acto seguido, según la bloguera, el periodista independiente Reinaldo Escobar también subió al podio, pero "no le dio tiempo a terminar", pues "los militares lo bajaron". "El oportunismo fue lo último que se escuchó de su discurso ya con los pies puestos en el piso", afirma la bloguera.
Cadelo menciona que un artista dijo: "Yo lo que tengo es mucho miedo", y el fotógrafo "Claudio Fuentes hizo una votación: luego de hablar de dictadura y de presos políticos pidió que levantaran las manos los que estuviesen de acuerdo con cambiar las cosas. Casi todo el mundo levantó las manos".
La bloguera cuenta que "un puertorriqueño (allí presente) dijo que aunque él vivía en una colonia, en su país había libertad de expresión y pidió que dejaran abierto el micro las 24 horas", y "un americano" dijo: "Yo no hablar español pero ¡viva la cambia!".
De acuerdo con Cadelo, el artista plástico "Hamlet Labastida pidió democracia", y cuando Ciro Díaz, uno de los guitarristas del grupo de rock-punk Porno Para Ricardo, "iba a cantar El Comandante, el tiempo se había terminado".
La bloguera concluye que, "no los muchachos vestidos de militares, sino un sonidista hosco caminó y le gritó: '¡Se acabó!', mientras daba órdenes a sus espaldas: '¡Desconecta ya!'".
En el vídeo publicado por Sánchez, se ve al final de la acción que la artista Tania Bruguera da las gracias a los participantes.
© cubaencuentro.com
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Un minuto de libertad por persona
Nunca pude imaginar encontrarme con un podio y un micrófono listo para todos, para cada uno de nosotros. El lugar estaba atestado de gente; para lograr llegar a la primera fila había que deslizarse por el bulto entre permisos y quiero llegar al micrófono. Todo inició con una mujer que, paloma blanca en el hombro izquierdo, hacía muecas sin emitir sonido, mientras dos muchachos, vestidos con el uniforme del MININT, contaban el tiempo para darle fin a su intervención y lanzarla de nuevo hacia la plebe muda.
Justo después pasó Yoani, habló de la blogosfera, de la censura, había un silencio total y cuando terminó muchísimos aplausos, la gente la conocía y estaba feliz. Corrí entonces yo y me subí, estaba muy nerviosa: no tenía un micrófono delante ni un público que me escuchara desde los 9 años, cuando vestida de pionera asalté una reunión del CDR para leer un comunicado incomprensible, con el tiempo desarrollé una especie de fobia hacia ese aparato que sólo servía para enmascarar la realidad de mi país.
Preparé un texto a la carrera que leí con la garganta apretada:
Que un día todos tengamos todos los minutos del día para decir delante de un micrófono todo lo que queramos. Y que de paso también los que hoy tengan esa posibilidad, dediquen un minuto, o menos incluso, a decir la verdad.
Me bajé, pero se me quedó por decir mucho, entonces subió Reinaldo Escobar, no le dio tiempo a terminar y los militares lo bajaron: el oportunismo fue lo último que se escuchó de su discurso ya con los pies puestos en el piso. El tiempo se estiraba y nadie más subía, la gente estaba asustada, un artista fue y dijo:
Yo lo que tengo es mucho miedo.
Caminé otra vez hacia el podio y solté: Que un día la libertad de expresión en Cuba no sea un performance.
Claudio Fuentes hizo una votación: luego de hablar de dictadura y de presos políticos pidió que levantaran las manos los que estuviesen de acuerdo con cambiar las cosas, casi todo el mundo levantó las manos.
Un puertorriqueño dijo que aunque él vivía en una colonia, en su país había libertad de expresión y pidió que dejaran abierto el micro las 24 horas.
Un americano: Yo no hablar español pero: ¡viva la cambia!
Con una jaba negra en la cabeza Reinaldo Escobar fue por la segunda: Yo creo que esto debería estar prohibido.
Hamlet Labastida, artista plástico, pidió democracia y que subiera uno de ellos, al menos uno.
Ciro Díaz iba a cantar "El Comandante", pero el tiempo se había terminado y no los muchachos vestidos de militares, sino un sonidista hosco caminó y le gritó: ¡Se acabó!, mientras daba órdenes a sus espaldas: ¡Desconecta ya!
Una buena cantidad de público se quedó gritando: ¡Ciro, Ciro, Ciro!, como si fuera un concierto de Porno Para Ricardo y pidiesen otra canción.
La brigada de respuesta rápida estuvo pobre, sólo con dos personas, y supongo que se hayan sentido extraños, en franca minoría y sin el poder en el estrado: una experiencia completamente nueva para ellos.
4 Comments:
En Cuba, casi todo es una suerte de performance. Suele ser teatro del peor tipo, pero el show sigue, y sigue, y sigue...
Ah, Wilfredo Lam. Uno que bien bailaba. Le hizo el juego al castrismo, pues nunca tuvo que sufrirlo y estaba de moda, y es muy fácil ser comunistoide cuando se vive muy bien en Francia. Otro gran hijo de...Cuba? Bueno, no exactamente, pero jugar esa carta (de lejos) le convino.
El hecho es que Cuba dió otro pintor negro (de verdad, no a medias), mejor que Lam, que también se estableció en Paris (después que Fidel advirtió bien temprano a los artistas e intelectuales que "dentro de la revolución, todo; fuera de la revolución, nada").
Ese gran pintor ya fallecido, Guido Llinás, no fue "estrella" como Lam, y todavía su obra no ha recibido el reconocimiento que plenamente merece, pues entre otras cosas no se prestó a venderse como víctima del mundo blanco e "imperialista." Estaba demasiado ocupado en crear arte. Por supuesto, en Cuba no existe ningún Centro Guido Llinás.
Saludos Musa
Fui compañero de trabajo, amigo y alumno de Sergio Llinás, hermano de Guido. este hermano, Doctor en Padagogía, cultivaba la escultura en madera; Guido también era escultor. Ese fue un ejemplo de familia dividida por la Revolución pues en sus inicios Sergio era revolucionario; ya en los años 70s sus ideas habían cambiado.
A principios de los 90s, si no me equivoco, Sergio fue a París y Guido lo atendió y hasta hizo que se operara de glaucoma con laser. Sergio murió de cáncer en la segunda mitad de los 90s antes del accidente que mató a Guido. Los hijos de Sergio y su viuda están en España.
La obra de Guido Llinás siempre mantuvo un alto nivel, y él fue fiel a sus criterios como persona y como pintor. Nunca se prostituyó para estar de moda, como ocurre tanto, sobre todo actualmmente en el campo del arte. Lam tuvo su momento, pero fama y fortuna pueden ser malas para un artista, sobre todo si puede vender cualquier garabato simplemente porque lleva su firma. Hay mucha obra de Lam que da pena, aunque nunca faltan los que tienen mas dinero que gusto y pagan por poder decir "tengo un Lam."
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