ESO QUE LLAMAN LA INSTITUCIONALIDAD
Por Luís Cino
“La disfunción entre el mensaje oficial y la reflexión del ex presidente” no fue para menos. Otras clases de disfunciones se remedian, en dosis adecuadas, con Viagra. Las contradicciones entre lo que dice el gobierno y lo que escribe en Granma y Cuba Debate el Compañero Fidel, que supuestamente ya no gobierna, aunque se le consulte casi todo (lo aprobó la Asamblea Nacional con las manos arriba), muestran un grado de esquizofrenia que como la muerte, no tiene remedio.
El cambio de los ministros pudo ser más o menos constitucional. Desde que asumió la presidencia de los Consejos de Estado y de Ministros, el general Raúl Castro había anunciado que haría cambios ministeriales. La reflexión del Compañero Fidel los convirtió en una purga sin acusaciones concretas y en un escándalo sin explicaciones.
Para más semejanza con las purgas estalinistas, los hara-kiri del vicepresidente Lage y el canciller Pérez Roque en forma de cartas de renuncia a sus cargos de parlamentarios, no fueron dirigidas a la Asamblea Nacional del Poder Popular sino al presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Uno lo llamó Compañero Raúl, el otro más afectuoso, querido Raúl.
Producto de ello, Pascual Serrano y otros amiguetes de la revolución cubana confiesan, justo ahora que se multiplican las elucubraciones y las teorías conspirativas, haberse quedado “sin fuerzas ni información para explicar la institucionalidad cubana”. No sé a Belén Gopegui y a Ignacio Ramonet, pero tal agotamiento y confusión suele acaecer a todos los que tratan de explicar lo inexplicable o lo que sencillamente no existe.
Explicar la institucionalidad del régimen cubano, que envolvió con ropaje moscovita la Constitución de 1976 y tomó un segundo aire con la sucesión raulista, es algo que está (por muy solidarios que sean) más allá de las posibilidades reales de Pascual Serrano y sus cofrades de rebelión.org.
El general Raúl Castro, desde que asumió el mando del país, se pronunció por una real institucionalización. Parecía lo más oportuno y sensato para la supervivencia del régimen, cruzar del liderazgo carismático del Máximo Líder a la gobernabilidad socialista. Dos años y 8 meses después de la proclama del 31 de julio de 2006, el país es gobernado como si fuera una unidad de blindados del Ejército Occidental.
“Hay rampantes inconstitucionalidades votadas por la Asamblea Nacional del Poder ¿Popular?”…No lo digo yo, aunque lo suscribo plenamente. Lo dijo en entrevista a kaosenlared alguien tan poco sospechoso de “hacer el juego al enemigo” como el agente Miguel: Manuel David Orrio (cuyos artículos periodísticos, por cierto, no son publicados por los medios oficiales cubanos).
Por ahora, ante tanto disparate, lo más que pueden hacer “los amigos del exterior de la revolución” cuando pretendan informar y explicar la institucionalidad cubana, es repetir que el gobierno de sucesión se rige por un mando organizado y compacto que se esfuerza en no estar demasiado reñido con la institucionalidad.
Respecto a los ruidos en el sistema ocasionados por las reflexiones del Compañero Fidel, ¿acaso no se preció siempre el Máximo Líder de ser también el Máximo Opositor de su revolución? Ahora el Compañero Fidel tiene libertad total y jacobina para escribir, como bloguero en bitácora, sus opiniones e impresiones personales en Cuba Debate. En realidad, el Comandante en Jefe nunca tuvo mucha mesura y tacto diplomático.
¿Para qué preocuparse demasiado con eso abstracto y relativo que llaman la institucionalidad? No obstante, el nuevo gabinete, con más vicepresidentes que ministros y demasiados generales, dice aspirar a reforzarla. El compañero Fidel camina por Jaimanitas. Pueden preguntar a Hugo Chávez, allá en Caracas.
luicino2004@yahoo.com
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