SEGURIDAD DEL ESTADO CUBANA: LOS MÁS BARATOS DEL MUNDO
Por Juan González Febles
Los miembros de la policía de Seguridad del Estado o segurosos, como suele llamarlos el pueblo, son los esbirros de menor costo del planeta. Una moto, un poco de gasolina, una jabita y ciertas parcelas de autoridad bastan. A partir de esto, persiguen disidentes, intimidan a la población, maltratan a presos inermes y cumplen cualquier tipo de orden, al margen de la ley, que quien esté facultado para ello, tenga a bien impartir.
Jóvenes en su gran mayoría, son egresados de las escuelas de inteligencia y contrainteligencia establecidas en el país. Carentes de sólidos presupuestos ideológicos, comparten la misma falta o pérdida de valores que el resto de su generación. La orfandad ideológica les obliga a refugiarse en las fronteras inciertas del cumplimiento de órdenes en que tratan de diluir la responsabilidad o la conciencia.
Este cuerpo élite es responsable por el sostenimiento de un régimen dictatorial hereditario y por el traspaso de sus poderes. Esto que comenzó desde el hermano mayor al hermano menor, tiende a la continuidad. Se extenderá eventualmente a los miembros más jóvenes de esa aciaga estirpe. Los segurosos sostienen este sistema execrado por el pueblo. El sistema se deslizó desde supuestas posiciones marxistas, hasta el más despiadado y excluyente capitalismo de estado.
Los jefes supremos de esta guardia pretoriana proceden desde 1989 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en específico de la llamada Contra Inteligencia Militar o CIM. Militares con grandes lagunas en su formación moral y cultural, responden al patrón formativo soviético. Son hechura de la escuela y el espíritu del KGB soviético. Algunos consideran que la brutalidad y la falta de humanidad que les caracteriza, garantizan la disciplina y obediencia del siempre fiel colegio de generales cubanos.
A pesar de lo antes expuesto, los segurosos son policías con un alto nivel de profesionalidad. Lo que no parecen haber comprendido es que en todos los sistemas político-económicos, hacen falta buenos policías. Lo que nadie necesita es una clase política egoísta, parásita e incompetente por añadidura. Nuestros esbirros, que son los más baratos del mundo, aún tienen futuro.
En la Cuba del futuro, podrían dedicarse a combatir la droga o el surgimiento de mafias alentadas por sus antiguos jefes. Serían los policías perfectos de un estado de derecho. Los inmejorables guardianes de la ley. Sólo falta que se den cuenta y que la vergüenza un día, les obligue a pensar. ¡Ojala no dejen que se haga demasiado tarde!
jgonzafebster@gmail.com
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