BARACUTEY CUBANO

Por Raúl Rivero

Madrid -- La observación de la actualidad cubana produce un resultado que viola ciertas leyes universales. La impresión original que se recibe es que usted se ha asomado a un país donde el pasado no pasa. A una sociedad cuya vida discurre en un tiempo estable, fijo, pero con tendencia a retroceder y negado al porvenir.

Hace unos meses la prensa internacional, amigos y cómplices del gobierno de la isla, especialistas, magos y adivinos de diversos rangos proclamaron el inicio de un proceso de cambios radicales con beneficios para la población de la isla.

Pero el panorama si se ha movido es hacia fórmulas económicas también agotadas que afianzan su equívoca eficacia en la militarización de la yuca y en la conversión del comercio y el turismo en un guateque de sargentos.

En ese tiempo se expusieron al cálido aire del Caribe los problemas económicos que se arrastran en el último medio siglo. Se reconoció el deterioro de la calidad de la vida de los cubanos. Se anunciaron medidas urgentes y, al final, se puso la prodigiosa marcha atrás para que todo siguiera igual y se quedara en la atmósfera la ilusión de que había una vocación de cambio.

Así es que los estremecimientos de una eventual modernización se quedaron en los discursos oficiales y en los volantes mandados a hacer para que aparecieran como si fueran artículos de opinión en los panfletos que circulan en el país como si fueran periódicos.

Y en ese estado se mantiene todo. Otra vez la repartición de tierras y marabuzales. De nuevo la añoranza de las yuntas de bueyes y la exaltación del yugo y el narigón por encima de la técnica y de la maquinaria en un escenario donde no funciona ninguna de las dos fuerzas.

En otras zonas de esa actualidad --en realidad las más importantes-- un aumento de la represión contra los grupos de la oposición pacífica. Una actividad que se comporta de la misma manera desde hace años en el día a día y se intensifica en fechas señaladas, como esta semana en el aniversario 15 del maleconazo que terminó con medio centenar de activistas en la cárcel.

Dureza extrema, alto rigor, llave y candado para los 205 presos políticos encerrados en las prisiones de la nación.

Medidas severas contra ellos y las damas de blanco porque esos cubanos y sus familias son parte de la esencia de la rebeldía del país. Aunque ellos estén hambreados y enfermos en su procesión de calabozos y ellas vivan una ambigua libertad en las calles.

Fuego lento y diario para todos. Ahora, en particular, para Alfredo Domínguez Batista y José Daniel Ferrer en la prisión de El Típico, en Las Tunas, que los ha llevado a una huelga de hambre para protestar por el acoso y los maltratos que sufren detrás de los barrotes.

Sí, que la actualidad sea tiempo muerto. Eso quieren los verdugos, quedarse quietos. Que no pase nada porque el pasado es la primavera de todas las dictaduras.