OJOS CERRADOS
Ojos cerrados
Por Martha Beatriz Roque Cabello
Según dice la policía, existen normas internas del Ministerio del Interior que permiten que las personas puedan ser detenidas en las calles, para registrales los paquetes que llevan e incautarle los bienes, sin entregarles documento alguno de constancia. Es un incumplimiento total de las leyes que el propio Gobierno ha elaborado. Son hechos amparados en instrucciones dictadas por un Ministro que contradicen la Constitución y las leyes.
Los ancianos y mujeres que se dedican a la venta en la vía de algunos artículos, son acosados y se les decomisa lo que traen. Algo muy generalizado, al menos en Ciudad de La Habana, es el expendio de huevos por las cuadras. El Estado los comercializa -de vez en cuando-, a 45 pesos el cartón con 30 huevos y algunas personas los venden en las puertas de la casa, bajo el peligroso pregón de: ¡Huevos! ¡Huevos! A 60 pesos el cartón. Claro, no siempre su procedencia es legal, pero si así lo fuera, el servicio de llevarlos al hogar, que evita las colas e incluso el traslado a los lugares de venta, bien vale los 15 pesos de ganancia (unos 40 centavos de dólar) por cartón. Esta pequeña intermediación privada, no es admitida por el régimen. También hay otros productos, que regularmente se venden por los barrios, como son: las especies secas, el aromatizante para limpiar, aguacate (cuando está en cosecha), algunos útiles de cocina, etc.
Dentro del grupo de policías represivos, están los agentes de las carreteras, que es un Cuerpo que se mueve en vehículos de reciente adquisición. Ellos detienen los ómnibus. Varias personas procedentes de Pinar del Río, se han quejado de que los hacen bajar del carro y abren los maleteros, procediendo a un registro minucioso de cada paquete e incautando todo lo que es comestible, en particular el pescado; con teorías tales como: “¿Usted tiene carné de pescador?”, o “Este pescado sin cabeza no se puede identificar y no se sabe si su pesca está vedada”. Pero el final siempre es el mismo, se quedan con los alimentos, sin que medie un documento o la posibilidad de reclamarlos. ¡Claro!, una persona que se traslada hacia la capital del país, con tantas dificultades para conseguir el transporte, prefiere perder el pescado.
En el supuesto caso -que es una teoría casi virtual- que lo incautado se lleve a la Unidad correspondiente de la Policía Nacional Revolucionaria y se incinere, es un pecado ante Dios, botar la comida de la que carece el pueblo, porque por un pescado, y hasta siete (por decir un número bíblico) no se va a derrocar la “Revolución” y sí va a solucionar un problema en la casa de la familia que lo reciba. Indiscutiblemente, también en el hogar del policía que lo incauta y hasta serviría para comer varios agentes en la Unidad correspondiente.
A este serio problema se suma la cantidad de ladrones que hay en la calle y en los barrios, contra los cuales no hay una solución, porque en la Ciudad de La Habana, el número de personas que quieren ser policías tiende a cero, el propio gobierno lo ha declarado así. Parece que por medio de esas confiscaciones ilegales, el gobierno estimula a los nuevos reclutas, en la mayoría de los casos importados de las provincias orientales.
No importa que haya terminado el período vacacional, esta situación continuará; y es que a lo mal hecho se acostumbra la gente rápido y sobre todo si se tiene impunidad.
Ciudad de La Habana, 7 de setiembre de 2009.
Fonte: Identificada en el texto
http://www.cubalibredigital.com
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