Zoé Valdés sobre asesinato de : No valen lamentos de última hora Orlando Tamayo
Tomado de http://www.larazon.es
La escritora cubana Zoé Valdés opina para LA RAZÓN sobre la reciente muerte de otro preso político en su país. Para ella, los asesinos de Orlando Zapata tienen nombre y apellidos: Fidel y Raúl Castro, «los dos tiranos que han hundido Cuba más abajo aún del fondo, destruyéndola económica y socialmente»
«No valen lamentos de última hora»
Por ZOÉ VALDÉS
28 Febrero 2010
¿Quiénes asesinaron a Orlando Zapata Tamayo? La respuesta no puede ser más clara: Fidel y Raúl Castro, los dos tiranos que han hundido, más abajo aún del fondo, a un país en vías de desarrollo (no es lo mismo que un país subdesarrollado), destruyéndolo económica y socialmente, fusilando a montones de demócratas, enviándolos a las cárceles, exiliando al 20 por ciento de la población de la isla y sumiendo a los cubanos en un Apartheid, en una miseria y en una desesperación inaguantables durante 51 años. Ellos son los asesinos de primera mano. Luego están los asesinos de segunda mano.
El crimen cometido con Orlando Zapata Tamayo, torturado durante meses, privado de su libertad durante siete años (cayó preso con el Grupo de los 75 durante la Primavera Negra del 2003), pudo haberse evitado si el mundo hubiera atendido a los reclamos de Reina Tamayo Danger, su madre, quien desde hacía años –como Dama de Blanco– demandaba la atención de los presidentes del mundo, de los ciudadanos del planeta, y de cuanto ser se sintiera identificado con la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La foto de esta mujer, con la camiseta tinta en sangre de su hijo entre las manos, después de recibir una salvaje golpeadura de manos de sus verdugos, recorrió internet. Pocos periódicos la publicaron, ningún político hizo el menor caso del dolor de una madre, y menos del coraje de Orlando Zapata Tamayo, condenado a 18 años de cárcel, pero cuya pena terminó en 38 años debido a su actitud rebelde dentro de la prisión. Decía que este crimen se pudo haber evitado, lo pudo haber impedido el Gobierno español, lo pudieron haber evitado Miguel Ángel Moratinos y José Luis Rodríguez Zapatero; no lo hicieron, entonces, ellos son, permítanme, los asesinos de segunda mano.
( El presidente Lula fotografía a Fidel y Raúl Castro junto a un ministro brasileño durante su visita a Cuba esta semana, la misma de la muerte de Orlando Zapata )
Las palabras de última hora no valen ya para el fallecido, ni para su madre; la diplomacia se la pueden meter donde no la vea el sol. Nadine Gordimer, defendiendo a los cinco espías castristas, negándose a recibir a las Damas de Blanco durante la reciente Feria del Libro de La Habana: cómplice también; así como todos los premios Nobeles que han ignorado la situación de Cuba y se han situado del lado de los represores.
Esbirros castristas
Orlando Zapata Tamayo decidió iniciar una huelga de hambre porque exigía condiciones de prisionero político, las que le fueron negadas, todas. ¡Qué diferencia al trato que recibió Fidel Castro, en aquel año que pasó en una prisión de lujo, bajo el régimen de Fulgencio Batista, donde él mismo declaró que le daban de comer hasta langostas! Puedo asegurar que Orlando Zapata Tamayo jamás pidió algo fuera de lo que le correspondía por la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Martha Beatriz Roque, connotada disidente, quien pasó cuatro años de su vida en una cárcel férrea, fue testigo de las condiciones en que entregaron los esbirros castristas el cuerpo de Orlando Zapata Tamayo; ella lo vio en el velorio, en el pueblo de Banes. Su testimonio se puede leer en www. zoevaldes.net/2010/02/24/conversacion-telefonica-con-martha-beatriz-roque-durante-el-velorio-de-orlando-zapata-tamayo.
Las huellas de las torturas en el cuerpo de Zapata Tamayo –pese al color negro de su piel– se podían percibir en las heridas, en los pinchazos, en los múltiples golpes y contusiones en las espaldas, en la cabeza, pero además de estos constantes abusos y torturas, en medio de la huelga de hambre, los guardias le negaron el agua, su cuerpo llegó deshidratado al hospital, donde nadie pudo saber lo que hicieron con él, inconsciente, porque ni siquiera a su madre le permitieron entrar a verlo.
Voy a repetirme la pregunta que me repito desde hace años, y que el escritor David Lago González transformó en un magnífico texto contestatario-poético: ¿Qué más tiene que pasar para que nos crean? ¿Qué más nos tiene que pasar a los cubanos para que el mundo se solidarice masivamente con nuestra causa, que es la causa de la libertad?
En 2003, en menos de 48 horas, Fidel Castro ordenó la ejecución por fusilamiento de tres jóvenes negros cubanos. El racismo hace ola en nuestro país, agudizado desde la entrada de Fidel Castro en el poder, un blanco, de origen gallego, hijito de latifundista, representante de la burguesía, cuya familia era íntima amiga de Batista.
¿A cuántos negros más nos tienen que matar para que el mundo se estremezca con lo que ya sabe de antemano y con lo que los políticos vienen haciéndose los chivos con tontera desde hace ya un tiempo vergonzoso?
¿Por qué Moratinos y Zapatero desoyeron a Reina Tamayo Danger? Por racistas. A ellos los negros cubanos les importan un bledo; ahora, lo que es darse la lengua con los dos gallegos de Birán, los dictadores que se han pasado el poder en un ejercicio fascista de sucesión dinástico-comunista, ¡eso sí que indiscutiblemente les llena sus miserables existencias!
Dimisión inmediata
Todavía están a tiempo de rectificar; sin embargo, Zapatero, como presidente no sólo de España, de la Unión Europea, debería pedir la renuncia y dimisión inmediatas de Fidel y Raúl Castro de todos los cargos que ostentan y, seguidamente, que una comisión internacional se apreste a crear elecciones libres, que se libere a los presos políticos, primero que nada. Con esos principios empezaríamos a creer en sus buenas intenciones. ¿Lamentos de última hora? ¡No!
Cinco disidentes, cuatro de ellos encarcelados, han iniciado una huelga de hambre en reconocimiento a Orlando Zapata Tamayo, en solidaridad con sus familiares, con su madre, y con la causa, que todos defendemos: la de la libertad. Puedo entender su decisión, pero debo añadir que me duele profundamente que tengamos que acudir a los extremos, a la muerte como última opción, al sacrificio, para que entonces el mundo esté en disposición de escucharnos, de entendernos, y decida repudiar a la tiranía que tanto daño ha hecho a los cubanos y al mundo, porque no olvidemos que la guerra de guerrillas, así como el terrorismo, son exportaciones castristas, adoptadas por las guerrillas y los terroristas de muchísimas partes del planeta, incluida ETA, que ha reconocido su admiración e inspiración en el modelo terrorista-castrista, y muy pocos ignoran que varios fugitivos de esta organización se esconden en Cuba.
Volvamos a Orlando Zapata Tamayo y a los presos políticos cubanos, a los que no olvidaremos ni un segundo; y esperemos que la vida de este hombre, de 42 años, pleno de sueños de democracia, no haya sido sacrificada, como la de tantos otros anteriores a él, en vano; exijamos, entonces, la libertad incondicional de sus hermanos de lucha, y la libertad de todos los cubanos, así como la renuncia definitiva al poder de los Castro.
Zoé VALDÉS
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