SOBRE LA PRIMERA INVASIÓN DE LA DICTADURA DE FIDEL CASTRO A PANAMÁ EN 1959: Rubén Miró y la invasión de cubanos a Panamá
Desde los primeros días de enero de 1959 en el Campamento Militar de Managua ( antigua Escuela de Cadetes de Managua ) y de manera pública para los militares del Ejército Rebelde, en las barracas de dicho campamento se apuntaban aquellos militares que voluntariamente quisieran ir a otros países a pelear. Esto era conocido y promovido por los jefes militares de ese campamento; testigo de la anterior fue el combatiente del Ejército Rebelde Rafael Tamayo, quien combatió en la lucha contra Batista en el Ejército Rebelde bajo las órdenes de Abelardo Colomé Ibarra ¨Furry ¨ y quien perteneció al Departamento de Investigaciones del Ejército Rebelde ( DIER ) al ser nombrado Colomé Ibarra el primer jefe de ese Departamento.
Rafael Tamayo en esos primeros tiempos estuvo atendiendo la Seguridad del Aeropuerto Internacional José Martí de Rancho Boyeros en La Habana y en más de una ocasión llevó para la jefatura del G-2 en 5ta Avenida y 14 en Miramar, La Habana, a personal cubano que en sus equipajes llevaban armas para el Exterior cubano, incluyendo subametralladoras y parque. Las personas nunca tuvieron problema alguno en esa sede de los incipientes órganos de la Seguridad del Estado castrista, pues poco después los veía en el aeropuerto después de haber él recibido la orden de dejarlos viajar sin revisar el equipaje. Rafael Tamayo narra que él para mortificar y demostrar su eficiencia en la detención de equipajes con armas, él los detenia aún sabiendo que no iban a tener problema alguno.
Rafael Tamayo me contó, que en una ocasión, una de esas personas detenidas resultó ser un excombatiente cubano ( no recuerdo si de la II Guerra Mundial o de la Guerra de Corea ) pues al él llevarlo nuevamente para el aeropuerto, por órdenes recibidas, esa persona, al enterarse que él había combatido en el Ejército Rebelde, se franqueó ante una pregunta y le contestó que en los aeropuertos de Panamá, y otros países, habían personas que los ayudaban a llegar con las armas a su punto de destino.
COMO PUEDEN COMPROBAR CON ESTE EJEMPLO, NO FUE EL DESEMBARCO EN CUBA DE LA BRIGADA EXPEDICIONARIA 2506 POR BAHÍA DE COCHINOS LA QUE MOTIVÓ QUE LA TIRANÍA INVADIERA Y ESTUVIERA PRESENTE EN TODA AMÉRICA LATINA, SEGÚN HA ACEPTADO FIDEL CASTRO, EXCEPTUANDO A MÉXICO, Y A ALGUNOS PAÍSES DE ÁFRICA , ASIA Y MEDIO ORIENTE.
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Rubén Miró y la invasión de cubanos a Panamá
ALEXIS SÁNCHEZ
¡Al amigo Gonzalo Menéndez Franco, In Memorian, quien en La Mesa de La Papaya, se refería a la verdad historica!
El 19 de abril de 1959, salió una expedición de noventa y siete hombres en el yate Mayari, desde el Puerto Surgidero en Batabanó, Cuba a treinta millas de La Habana, desembarcando en Playa Colorada, San Blas a las 8:00 p.m. del viernes 24 de abril.
Bredio Benavides, intendente de San Blas, quien visitó el barco abandonado y encallado en la playa, el 26 de abril, dio parte a las autoridades. De Playa Colorada, los invasores se dirigieron a Nombre de Dios, donde establecieron su base de operaciones.
La expedición estaba compuesta de tres panameños, un puertorriqueño, un argentino y el resto de nacionalidad cubana. El domingo 26, fueron capturados los primeros invasores, entre ellos el panameño Guillermo González, y los cubanos Antonio Puente Blanco, Alberto o Gilberto Bethancourth Chacón y/o Roberto A. Arancibia Rodríguez, quienes fueron identificados por sus pasaportes. Éstos no se rendieron, abriendo fuego contra la Guardia Nacional. En el desembarco muere el panameño Enrique Morales Brid y dos personas más, quienes no fueron identificados. Una vez capturados, informaron que se esperaban dos barcos más con mercenarios.
El primero de enero de 1959, el Ejéercito rebelde, llega al poder, luego de la salida de Fulgencio Batista. La efervecencia revolucionaria, estaba de moda.
La invasión de cubanos a Panamá en abril de 1959, para unos guarda relación y para otros no, con los levantamientos que se dieron en Cerro Tute, en Veraguas, el desembarco en las playas de Santa Clara, y los proyectados asaltos a los cuarteles de Boquete y La Chorrera. Desde principios del año 1959, el gobierno panameño tenía informes fidedignos y confiables, de que en la Isla de Cuba se proyectaba una invasión a territorio panameño de cuatrocientos hombres en tres naves distintas, siendo comunicado esto por el canciller panameño Miguel J. Moreno, al canciller del Gobierno Revolucionario de Cuba, doctor Roberto Agramonte. Tanto el doctor Agramonte, como el embajador Raúl Roa, pusieron al tanto al comandante Antonio Enrique Lussón Batlle, y éstos dieron seguridad a Moreno, que no permitirían que se llevaran a cabo dichas actividades en contra de Panamá. Diógenes De La Rosa, estuvo presente en dicha reunión, celebrada en Caracas, Venezuela.
Mientras tanto, Rubén Oscar Miró Guardia, llega a Cuba como turista con su esposa y sus hijos el 15 de enero de 1959. Miróo, primo hermano de Roberto "Tito" Arias, fue absuelto en diciembre de 1957, por su participación en el magnicidio del presidente José A. Remón Cantera. El 4 de agosto de 1958 sufrió un atentado, recibiendo tres disparos de arma. El 9 de abril de 1959, llega a Miami procedente de La Habana, y el Miami Herald en su edición del 10 de abril, en una noticia que firma el periodista George Southword, señala que "Miró prometió a un fiscal distritorial de Estados Unidos que se portaría bien durante sus tres días de visita en Miami, y "que era un viaje de placer". "Yo soy el jefe del movimiento revolucionario de Panamá, y deseo registrarme con el gobierno de los Estados Unidos. No violaré las leyes de neutralidad de este país". En dicha noticia señala que Miró "está escribiendo un libro titulado ¿Quién mató a Remón?".
Miguel Moreno, el 15 de abril, puso en conocimiento personalmente al encargado de negocios a.i. de Cuba en Panamá, Ricardo Riaño Jauma, que el gobierno panameño estaba enterrado que en territorio cubano se preparaba una expedición armada. En esa nota "se invocó la obligatoriedad de parte del gobierno cubano de reprimir tales preparativos, en cumplimiento del artículo primero de la Convención sobre Deberes y Derechos de los Estados en caso de Luchas Civiles, aprobada en la Sexta Conferencia Internacional Americana en La Habana, Cuba en el año 1928". El 17 de abril, Riaño Jauma contestó "que su Gobierno se pronunciaría en evitación de que se produjeran los hechos denunciados".
El 16 abril, Panamá convocó al Órgano Ejecutivo, y comunicó al país "de que se preparaba una expedición de extranjeros para invadir el país". Ese mismo día, a las 9:30 p.m., Miguel Moreno entregó el comunicado a las delegaciones de los países de la OEA acreditados en Panamá, para que lo trasnmitieran a su respectivo gobierno.
Colombia envió dos fragatas y dos aviones caza, para la custodia de las costas del Istmo. Ecuador puso dos aviones, Guatemala un avión con aprovisionamiento militar y con voluntarios, inclusive Cuba, envió dos oficiales del Ejército cubano, para que éstos desistieran de su plan. Además ofreció una fragata para vigilar las costas panameñas.
La Cancillería agradeció al gesto de la fragata, pero solicitó que la misma se utilizara para evitar la salida de otras naves de puertos cubanos, y que la cooperación ofrecida, se empleara para impedir las actividades en Cuba de Rubén Miró y mantener estrecha vigilancia de Andrés Cantillo y otros.
La misión de los dos oficiales cubanos en Panamá, capitán Armando Torres y teniente Fernando Ortiz enviados por Cuba, para convencer a los invasores de desistir de la aventura, fracaso, porque Torres y Ortiz, querían que se les permitiera regresar a Cuba con las armas a los invasores.
El embajador de Panamá ante la Organización de los Estados Americanos, Ricardo M. Arias Espinosa, solicitó la intervención de la OEA invocando el artículo 6 del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro de 1947. El 28 de abril el Consejo aprobó una resolución para que se trasladara al lugar de los hechos para investigar la situación denunciada.
La comisión quedó integrada por los embajadores de Brasil - presidente, Estados Unidos - vicepresidente, Paraguay, Argentina y Costa Rica. La comisión llegó a Panamá, el 29 de abril. Ese mismo día, es arrestado en La Habana, Rubén Miró. Luego de un estudio de los interrogatorios, pruebas, entrevistas, la comisión comunica al Consejo la noche del 19 de abril sus conclusiones, entre los que se señalaba: el carácter foráneo de la expedición, en cuanto a la organización y a sus componentes, ya que la totalidad era de nacionalidad cubana, Panamá sostuvo como base para cualquier arreglo, la rendición incondicional de los invasores, la cual fue aceptaba el 1 de mayo y así se evitó el derramamiento de sangre. La Guardia Nacional condujo a los cubanos a la Cárcel Modelo en Panamá. El destino de éstos quedó en manos de la justicia. Mientras, que el 30 de junio, mediante Decreto 1523 y publicado en la Gaceta Oficial de Cuba el 2 de julio, se dispuso la expulsión de Cuba de Rubén Miró, siendo deportado a Miami.
El Segundo Tribunal Superior de Justicia el 25 de junio perdonó el delito cometido por los invasores cubanos, en razón que se rindieron incondicionalmente y depusieron las armas sin disparar un solo tiro. A cinco extranjeros y un panameño, no les tocó el perdón, porque no se sumaron a la rendición incondicional en Nombre de Dios, y por enfrentarse con las armas a la Guardia Nacional. A la Cancillería le tocó tramitar la concesión de varios asilos diplomáticos y dar salvoconducto a panameños [Jaime Padilla Beliz y Samuel Gutiérrez] que se asilaron en la Embajada de Chile acreditados en Panamá.
El 12 de mayo el gobierno panameño, se pronuncia por unas declaraciones de Fidel Castro en Río de Janeiro, Brasil. El gobierno panameño, calculó los perjuicios de la invasión en más de trescientos mil dólares en gastos directos y en daños indirectos en varios millones de dólares, ya que el comercio y la industria se paralizaron durante varios días. Los invasores cubanos regresaron a Cuba en vuelo de COPA, pagados por el gobierno de Cuba, debiendo aterrizar en el aeropuerto militar Ciudad Libertad de La Habana.
Años atrás un cubano me contó que conoció a Rubén Miró en Cuba reclutando a los futuros miembros de la aventura de la invasión en Cuba para venir a Panamá, y que al recibir el ofrecimiento de Miró, no aceptó.
Cincuenta y un año después de estos hechos, sirva para recordar los mismos.
*El autor es Contador Público Autorizado a2twin@msn.com
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Añado este post ya anteriormente publicado en Baracutey Cubano
SOBRE LA INVASIÓN CASTRISTA A REPÚBLICA DOMINICANA EN JUNIO DE 1959.
Nota del Blogguista
Dada la favorable acogida que tuvo mi comentario ( es el número 2) con relación al artículo EL RETO DE RAÚL de la Dra. Marifeli Pérez-Stable ( http://www.cubaencuentro.com ) , publico dos escritos sobre una muy temprana ingerencia militar Castrista (no fue la primera, ya que la de Panamá en abril de 1959 le precedió, al igual que la de Nicaragua en mayo: le sucedería la de Haití en agosto) en países latinoamericanos: la invasión a la República Dominicana en junio de 1959; ingerencia que ya en 1965 se extendería fuera de nuestro continente y mediante fuerzas militares regulares del ejército Castrista a África, mediante el envio de tropas a Argelia y que alcanzaría su apogeo en las décadas de los años 70s y 80s. En Asia también se hicieron presente militares y paramilitares Castristas interviniendo en conflictos entre naciones y también en conflictos entre facciones de un mismo país.
Para ello publico seguidamente dos artículos, realmente un fragmento de un artículo oficialista y un artículo no oficialista, que abordan dicha ingerencia.
Por último, he decidido a ese suceso llamarle invasión Castrista a República Dominicana para seguir los parámetros y la terminología Castrista aplicados a la mal llamada Invasión de Playa Girón dadas las similitudes en muchos aspectos, no en todos, que tuvieron ambas expediciones. Uno de esos aspectos en que difieren, es que el dictador Trujillo fue inicialmente elegido por el pueblo y la dictadura Castrista, fue impuesta, ya que las primeras elecciones Castristas, no legítimas ninguna de ellas, fueron en 1976.
Al triunfo de la revolución encabezada por Fidel Castro (1 enero 1959), un grupo de dirigentes dominicanos exiliados vieron la oportunidad de invadir Republica dominicana y liberarla de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo, y desde el primer momento por supuesto contaron con la ayuda del aun no declarado régimen comunista cubano, y en menor escala con la del presidente electo democrático de Venezuela Rómulo Betancourt, quien era un acérrimo enemigo de Trujillo, pues le adjudicaban al dictador dominicano un atentado efectuado contra Betancourt cuando se encontraba exiliado en Cuba.
El grupo que iba invadir a Rep. Dominicana comenzó a entrenarse en Pinar del Río, y el reclutamiento lo hacían casi en forma pública en Cuba, Venezuela, Estados Unidos y otros países. El mando militar estaba a cargo del comandante Enrique Jiménez Moya natural de Republica Dominicana, y que había llegado a la Sierra Maestra (Cuba), a principio de diciembre 1958 por avión desde Venezuela uniéndose a las guerrillas que combatían a Batista. En ese avión también venia entre otros, el Dr. Manuel Urrutia (primer presidente de la revolución), que aterrizó en el aeropuerto rebelde de Cienaguilla en la Sierra.
El día 14 de junio parte desde Cuba el primer contingente de unos 50 hombres en un avión pintado como si fuera de la Fuerza Aérea de Trujillo, y aterriza en horas de la tarde en el aeropuerto militar de Constanza. Después de una breve refriega con soldados de la base aérea que confundidos se acercaron a investigar, Jiménez Moya y sus hombres se internaron en las cercanas montañas.
( Enrique Jiménez Moya )
Esta acción de Jiménez Moya estaba programada para que otros grupos desembarcan en lancha por dos puntos de Republica Dominicana, pero por una serie de razones no ocurrió hasta seis días después.
El 20 de junio los expedicionarios que faltaban parten de Cuba en lanchas y desembarca un grupo por Estero Hondo y el otro por Maimón, los cuales fueron sorprendidos por el ejército de Trujillo donde un gran numero de ellos murieron, y el resto pudo alcanzar las montañas. En Cuba quedó otro contingente, el cual no participo en la invasión
Perseguidos por el ejército fueron cayendo los alzados, y para fines del mes de junio prácticamente estaba aniquilada la invasión. El día 4 de julio el dictador Trujillo proclamaba victoria.
De los cientos que participaron en esta invasión a Republica Dominicana solamente quedaron vivo cinco, de los cuales dos fueron cubanos, el casi un niño Pablito Mirabal, y Delio Gómez Ochoa, los cuales mas tarde fueron repatriados a Cuba.
2º y 3º desde la izq. Gómez Ochoa y Camilio Cienfuegos, resp )
http://lapolillacubana.nireblog.com/
La Revolución Cubana y su inserción en la contradictoria realidad latinoamericana-caribeña en 1959. (II Parte).
Por Orlando Cruz Capote*
* La expedición dominicano-cubana a Santo Domingo. ¿Una respuesta o una acción independiente de Cuba revolucionaria y solidaria?.
La historia de la expedición armada dominicano-cubana a Santo Domingo es un ejemplo relevante de cómo debe analizarse el comportamiento exterior de Cuba desde 1959. Sin conocer sus raíces programáticas se podría llegar a la falsa conclusión que la misma se preparó y realizó sólo como un acto de legítima defensa contra el régimen de Trujillo y nunca como un accionar propio e independiente, latinoamericanista y solidario de la Revolución Cubana. La amistad y deseos de cooperación entre los revolucionarios cubanos y los dominicanos siempre fueron parte de la historia de ambas naciones. Sirva otra muestra de esa hermandad, la del Generalísimo Máximo Gómez, en el siglo XIX, para ilustrar o simbolizar estos empeños internacionalistas. En la última fase de la guerra de liberación cubana, 1953-1958, exactamente en diciembre de 1958, arribó a la Sierra Maestra un avión procedente de Venezuela, en el cual se traían armas y otros pertrechos bélicos para la insurrección armada cubana. En este vuelo arribó el dominicano Enrique Jiménez Moya, quien era portador de un mensaje de la Unión Patriótica Dominicana (UPD), (7) radicada en Caracas, para que se hiciera conocer el apoyo de los emigrados revolucionarios dominicanos a la causa cubana y solicitar que estos combatientes y otros fueran entrenados en la contienda para que, en un futuro, pudieran servir en la lucha contra el dictador Trujillo.
( Delio Gómez Ochoa y Enrique Jiménez Losada )
Aunque los acontecimientos desbrozaron el camino del triunfo revolucionario en el transcurso de ese mes y el resto de los revolucionarios quisqueños no pudieron llegar a Cuba antes, el pacto o alianza entre ambos movimientos revolucionarios estuvo de facto realizado. El combatiente Enrique Jiménez Moya fue ascendido a Capitán del Ejército Rebelde y se convirtió, de esa forma, en el segundo dominicano que participó en la última guerra de liberación cubana. (8) Durante la visita del líder de la Revolución Cubana a Venezuela, del 23 al 27 de enero de 1959, como ya expusimos, ambos gobiernos llegaron a un acuerdo de apoyar e impulsar la lucha de los revolucionarios dominicanos. En febrero de ese propio año, Fidel se reúne con el Capitán Enrique Jiménez y el Comandante del Ejército Rebelde Delio Gómez Ochoa, quien había sido el Jefe del IV Frente Oriental “Simón Bolívar” -creado el 10 de octubre de 1958, para operar en los llanos orientales- con el fin de coordinar los esfuerzos del apoyo cubano a la causa dominicana. De aquel encuentro sale la decisión de que el Comandante Delio Gómez fuera el delegado de la joven Revolución Cubana para facilitar la entrada al país de los futuros expedicionarios, (9) prepararlos en las técnicas del combate guerrillero y darles el entrenamiento y organización necesarios con el fin de que esta misión liberadora tuviera todo el éxito posible.
La tarea fue asumida con prontitud. (10) Luego de varios análisis para ubicar el campamento guerrillero se decidió que fuera en las “Mil Cumbres”, en la Sierra de los Órganos, en la provincia de Pinar del Río. Este lugar, donde había operado el frente occidental insurreccional, era muy adecuado para los preparativos. La experiencia de los Comandantes Dermidio Escalona y José Argibais, primer y segundo jefe del V Frente, aseguraba que esa zona montañosa y agreste podía ser ideal para llevar a cabo las labores de entrenamiento. Además, la cercanía a la ciudad de la Habana y su aeropuerto nacional e internacional fueron también factores que determinaron que esa localidad fuera la escogida. Rápidamente, y dadas las orientaciones emitidas por Fidel, algunos armamentos de los antiguos frentes guerrilleros fueron trasladados a la finca “Mil Cumbres”. Todo se realizó en el más absoluto silencio y discreción posibles. Varios dirigentes de la vanguardia política cubana apoyaron tal empeño y, de tal forma, los Comandantes Raúl Castro, Camilo Cienfuegos, Ernesto Che Guevara, Juan Almeida y otros, además de ofrecer armas, dispusieron o prescindieron de algunos de los hombres bajo su mando para cooperar con la expedición. Ello estaba en plena coincidencia con la idea de Fidel de que no debían ir solo hombres del IV Frente Oriental. Igualmente, a la llegada de los emigrados dominicanos se sumaron revolucionarios de otros pueblos entre ellos, puertorriqueños, estadounidenses, venezolanos, guatemaltecos y españoles, aunque siempre se trató que la masa fundamental de beligerantes fueran de tierra quisqueyana. Se enrolaron en un inicio un total de 261 combatientes, pero entre el fragor de los preparativos, el duro entrenamiento, la decisión de los jefes de la operación y la disposición de cada uno de los participantes, al final solo quedaron alistados para la acción unos 198 guerrilleros. De ellos, 155 fueron dominicanos, alrededor de 18 cubanos (de los 21 que estuvieron inicialmente), 13 venezolanos, 7 puertorriqueños, 2 norteamericanos, 2 españoles y un guatemalteco. La estructura militar del grupo quedó definida con la composición inicial de 5 pelotones de 50 miembros y 5 escuadras de 10 combatientes. (11) La participación cubana debe tomarse con cierta cautela, porque no existe documentación desclasificada y tampoco testimonios que corroboren la cifra brindada y los nombres de los participantes, pero no hay dudas de que, posiblemente, el grupo antillano fuera mayor y que, parte de ellos, quedaron en Cuba para incorporarse, luego del establecimiento de los frentes guerrilleros, en el combate emancipador.
Mientras se sucedían los entrenamientos, se iba forjando en La Habana la unidad organizativa de las fuerzas de la nación hermana. Para evitar un comprometimiento cubano, a esas reuniones solo asistieron los oriundos de Santo Domingo con el fin de que dirimieran sus discrepancias ideológicas y políticas que eran múltiples. (12) Al fin, entre los días del 27 al 29 de marzo de 1959, los patriotas de ese país acordaron, en el Palacio de los Trabajadores, sede de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), que la organización se denominara Movimiento de Liberación Dominicano (MLD). (13) Paralelamente, los preparativos fueron en aumento. El Comandante Delio Gómez realizó varios viajes a Venezuela con el fin de conseguir el comprometido apoyo financiero y logístico del Presidente Rómulo Betancourt. En esos intercambios se percibió inmediatamente que las opiniones dentro del gobierno venezolano no eran concordantes. El presidente fue muy renuente a cumplir la promesa y solo envió una mínima parte del dinero -de un compromiso de medio millón de dólares solo envió en efectivo alrededor de 150 mil dólares- para apoyar la expedición. Sin embargo, otros miembros del gabinete, y fuera de él, fueron partidarios de cooperar al máximo y cumplir con lo pactado. El mayor temor del mandatario venezolano era que se afectara la imagen regional e internacional venezolana y provocar la hostilidad de los EE.UU., por lo que expuso que la expedición no debía partir del territorio de su país. Y trató de comprometerse lo menos posible con esta acción, a pesar de lo conversado y acordado con Fidel. Puede decirse que ese fue un momento de inflexión en las ideas del dirigente venezolano y el inicio de su traición posterior al pueblo bolivariano y a Cuba. Incluso, en esos viajes Delio Gómez conjuntamente con el embajador cubano en ese país, Francisco Pividal Padrón, llevaron algunas armas a los demócratas venezolanos ante la inminencia de un golpe de estado contra el gobierno de Rómulo Betancourt.
Luego de las vicisitudes de todo preparativo de esa naturaleza, la parte cubana asumió con seriedad el compromiso con los revolucionarios dominicanos. No se trataba de una acción en respuesta a la agresividad del dictador Trujillo, sino la ejecución de una política de principios que iba a ser aplicada de forma ininterrumpida a lo largo del desarrollo de la Revolución. Incluso, en los momentos en que el Comandante en Jefe Fidel Castro visitaba los EE.UU., del 15 al 26 de abril, una delegación cubana compraba armas y hasta un avión, un viejo C-46, en tierras estadounidenses (Miami) que iba a servir para hacer llegar a tierras dominicanas al primer grupo de combatientes. En los inicios del mes de junio todo estaba listo. El Comandante Camilo Cienfuegos fue el más asiduo colaborador y asegurador de la misión e, incluso, se fotografió junto a los combatientes y despidió a los mismos antes de partir hacia tierras dominicanas. El Comandante Enrique Jiménez Moya fue nombrado el Jefe máximo del grupo guerrillero, y otro dominicano, Rinaldo Sinitiago fue Segundo Jefe y miembro del Estado Mayor, mientras que el Comandante Delio Gómez Ochoa partió como asesor militar y responsable de los cubanos. Estos últimos irían en avión y debían iniciar las acciones guerrilleras y crear el frente en la región de Constanza. Asimismo dos naves, que pertenecieron a familias del antiguo régimen batistiano, se pusieron a disposición de los expedicionarios, un total de 144 hombres, -el yate “Carmen Elsa” que era propiedad de la esposa de Batista, Martha Fernández, y una segunda embarcación, que fue sustituida a última hora por el yate “Tinima”-, con las misiones de abrir dos frentes guerrilleros en la región montañosa de Estero Hondo y otro en la zona de Maimón.
( Manuel Rojo del Río, traidor a la expedición, Gómez Ochoa y Juan de Dios Ventura Simó )
El 14 de junio los primeros guerrilleros, un total de 54 hombres, aterrizaron bajo fuego enemigo, en el aeropuerto de Constanza, en República Dominicana. La odisea, de la cual poco se conoce, comenzaba con muchas dificultades. Hubo dispersión de los combatientes, que llegaron por aire, porque fueron detectados rápidamente en suelo dominicano por las fuerzas del ejército que se lanzaron a su persecución y exterminio. Todo parece indicar que indiscreciones y delaciones internas y externas dieron al traste con los que llegaron días después por vía marítima, -en las primeras acciones luego de la llegada del avión se perdió una mochila que tenía algunos mapas que indicaba los lugares del desembarco marítimo - ya que, prácticamente, fueron esperados y tuvieron que entrar en combate de forma inmediata. La masacre de esos grupos fue absoluta. Ante esta disyuntiva y ante la pérdida del contacto del grupo de Enrique Jiménez (luego se supo que esta tropa fue aniquilada rápidamente y el Comandante Jiménez, muerto el 19 de junio) el Comandante Delio Gómez fue nombrado Jefe del grupo guerrillero actuante.
La probabilidad de que las autoridades del dictador conocieran parte de los planes es sustentada por algunas pruebas presentadas por el régimen trujillista, en que se mostraba unas fotos, en tierras cubanas, del Comandante Camilo Cienfuegos junto a varios expedicionarios. Algunos documentos revelados más tarde dan cuenta que los servicios de inteligencia de Estados Unidos y de Santo Domingo conocieron muchos aspectos de la expedición. (14) A su vez, las traiciones posteriores de Pedro Luis Díaz Lanz (Jefe de la Fuerza Aérea Revolucionaria), Eloy Gutiérrez Menoyo y William Morgan pueden dar fe de la filtración de los detalles de la acción internacionalista. Estos dos últimos conocían de las actividades conspiradoras de Trujillo, y es muy posible que hayan realizado el papel de dobles agentes, al poner al descubierto ante Fidel la conjura del dictador y continuar conspirando e informando a las autoridades norteamericanas y dominicanas. En pago, pudieron muy bien enviar informaciones de la expedición revolucionaria dominicano-cubano. La hipótesis de que el gran traidor fue Pedro Luis Díaz Lanz, la enuncia el propio Comandante Delio Gómez, teniendo presente que en días posteriores al desembarco, un avión de la Fuerza Aérea Rebelde de Cuba -o Fuerza Aérea Revolucionaria- debía lanzar armas y avituallamiento a la incipiente guerrilla y que, por lo tanto, el mando superior de esta arma conocía de los planes y los lugares en que esta guerrilla debía moverse y encontrarse. La segunda hipótesis, la traición de Menoyo y Morgan, la deduce el autor de este trabajo partiendo del análisis de los hechos, del comportamiento de estos dos individuos y conociendo, además, que Morgan ya era desde la lucha guerrillera cubana un agente de la CIA encubierto. La actividad de William Morgan es evidente si se lee un telegrama del Departamento de Estado enviado a su embajada en La Habana donde se da a conocer que éste está vinculado a alguna actividad contrarrevolucionaria al ser líder de un grupo que se proponía asesinar a Fidel Castro.
Por otra parte, errores tácticos y estratégicos también fueron fatales. El Comandante y Jefe, Enrique Jiménez Moya, al que acompañaba el Comandante cubano Nene López, no tomó el camino acordado y fue sorprendido y eliminado con su tropa inmediatamente, como hemos planteado. Varias emboscadas, la ubicación de la tropa guerrillera, su bombardeo y el seguimiento permanente desatado sobre ella, más la ausencia del apoyo que debía llegar posteriormente (las expediciones marítimas, por ejemplo) dieron al traste con la acción. Asimismo, existieron algunas indisciplinas e insuficiencias en la preparación física entre los grupos de revolucionarios no cubanos. Algunos relatos, contados en diarios de campaña y los testimonios recogidos denotan estas problemáticas en la tropa guerrillera. Todos los hombres, salvo cinco, fueron muertos en las acciones combativas y la mayoría fueron torturados y asesinados. Otras de las razones, y no de menor peso, fueron que no se produjeron actividades de soporte interno a las acciones combativas de los expedicionarios. Las ilusiones de los revolucionarios dominicanos de que podría producirse un levantamiento popular instantáneo -más bien espontáneo- no se llevaron a vías de efecto. No existían las condiciones subjetivas para que el campesinado, los obreros agrícolas y la población de las zonas por donde desembarcó el grupo guerrillero facilitaran la cooperación o el silencio ante la arremetida y la represión gubernamental contra ellos. De igual forma los grupos revolucionarios internos no estaban lo suficientemente unidos y organizados para dar una respuesta de apoyo lo más rápidamente posible.
El día 11 de julio, Delio Gómez y el pequeño grupo de otros tres compañeros (los últimos de su tropa) -lo que él llamó el “reducto guerrillero”- fueron hechos prisioneros, luego de tratar realizar maniobras para alejarse de la zona de operaciones del ejército profesional. A principios del mes de septiembre, los últimos hombres del desembarco marítimo, el norteamericano Larry Bevins y el español Francisco Álvarez cayeron en combate. La operación militar no fue exitosa y situó a la Revolución Cubana en “el banquillo de los acusados” en el seno de la OEA. Y aunque salió airosa de aquella peligrosa prueba, fue un momento muy difícil para la joven diplomacia cubana.
Sin embargo, en la valoración de este hecho histórico es necesario resaltar que el intento revolucionario de abrir frentes guerrilleros sirvió como un detonante inicial, aprovechado poco tiempo después por las fuerzas democráticas y revolucionarias dominicanas para el surgimiento de una oposición estructurada y genuinamente popular que dieron vida al “Movimiento 14 de junio” que comenzó diversas acciones contra el dictador. El mito de la impunidad e inmunidad de la que estaba revestida la tiranía de Trujillo fue completamente desbaratado. Ni siquiera la represión más sangrienta detuvo al movimiento progresista. Incluso, los EE.UU., bajo la presidencia de John. F. Kennedy, “tomaron cartas en el asunto” y, dando un giro a sus posiciones de apoyo al dictador, comenzaron a criticarlo y aislarlo. No es casual, entonces, que se vincule a la CIA en los planes de asesinar al dictador y abrir una etapa “democrática” en esa nación, a partir de 1961. Trujillo ya no encajaba en los planes del “nuevo rumbo” o las “nuevas fronteras” de Kennedy, y el Imperio que estaba más preocupado porque no surgieran “nuevas Cubas” en el subcontinente, lo desechó totalmente, luego que lo utilizó en su cruzada “anticomunista cubana” con el fin de reprimir a su pueblo y a las democracias latinoamericanas. El viejo apotegma imperial norteamericano que, "los Estados Unidos no tienen amigos sino intereses", volvió a ser puesto en práctica en la década del 60.
El movimiento revolucionario dominicano tomó un auge de tales proporciones, entre 1961 y 1965, que las autoridades de Washington determinaron, en ese último año, desatar una invasión directa de sus marines a ese país. Fue el epílogo de la contienda revolucionaria quisqueyana en aquellos años. (15)
La misión guerrillera de carácter antidictatorial y nacional-liberadora dominicana-cubana de 1959, aunque también con participación de combatientes de otras nacionalidades, fue la primera acción latinoamericanista e internacionalista directa y, relativamente numerosa, de la Revolución Cubana. Ella constituyó el signo vital de que sólo una Revolución es verdadera y auténtica si además de resolver los graves problemas endógenos de su país, es capaz de brindar su internacionalismo resuelto y militante ante las urgencias del movimiento revolucionario regional e internacional. Por ello, el proceso histórico de la conformación y ejecución de la expedición a dominicana, donde se involucraron alrededor de 100 cubanos, directa e indirectamente, y donde murieron 17 compañeros cubanos y cientos de otros países -cifra un poco menor de los combatientes nacionales en la guerrilla del Che en Bolivia, en 1967- es una página gloriosa en la historia de Cuba y Latinoamérica.
Notas bibliográficas y referencias:
(1) Una más copiosa información sobre este hecho se puede obtener de la lectura del diario Revolución, (La Habana, Cuba), en los meses desde junio hasta septiembre de 1959.
(2) William Alexander Morgan era de origen norteamerican
o y agente de la CIA. Logró con la ayuda de Eloy Gutiérrez Menoyo una participación en la lucha insurreccional y también alcanzar los grados de Comandante.
(3) El término “comevacas” se los impuso el propio pueblo y las fuerzas insurreccionales del país, porque parte del II Frente Escambray, se dedicó a desarrollar muy pocos combates contra el ejército batistiano y, por el contrario, se dedicaron a acciones de pillaje en la zona de operaciones, robando y comiéndose, en ocasiones, el ganado vacuno de los campesinos y otros propietarios de ese lugar. De esa manera los denominó también Ernesto Che Guevara.
(4) Este hombre era un asesino y sicario por naturaleza, desde la década de los años 30. En el año final de la lucha contra la tiranía, Batista lo nombró Jefe de la Policía Nacional, con el fin de que reprimiera duramente al movimiento revolucionario.
(5) “La Rosa Blanca” fue una de las primeras organizaciones contrarrevolucionarias organizadas. La integraron ex-batistianos, ex-militares (ex-casquitos) y representantes de la oligarquía burguesa desplazada del poder, como fue el caso del doctor Amando Caiñas Milanés, ex-presidente de la Asociación de Ganaderos de Cuba.
(6) Declaraciones al periódico Revolución, La Habana, 25 de agosto de 1959, p. 1.
(7) Los firmantes fueron el Dr. Francisco Castellanos, Rinaldo Sinitiago Pou, Cecilio Grullón y Miguel Ángel Gómez Rodríguez por la UPD de Venezuela. En, Emilio Cordero Michel Los Expedicionarios de junio de 1959, Ponencia en el Curso “Contra el Olvido”, hacia la recuperación de la Memoria Histórica Nacional, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Museo Nacional de Historia y Geografía, 7 de diciembre de 1990. Archivo del Instituto de Historia de Cuba, Rg. 19/93, Tema: Firmeza.
(8) Enrique Jiménez Moya fue herido en la Batalla de Maffo, en la provincia de Oriente, en 1958.
(9) La emigración o los exiliados políticos revolucionarios y antitrujillistas estaba dispersa por varios países del continente.
(10) Para conocer y abundar sobre esta temática se pueden consultar y ver: Delio Gómez Ochoa Constanza, Maimón y Estero Hondo: La Victoria de los Caídos, Editora ALFA & Omega, Santo Domingo, República Dominicana, 1998; Anselmo Brache Batista Constanza, Maimón y Estero Hondo, Testimonios e Investigación sobre los acontecimientos, Editora Taller, República Dominicana, 1994; Justino José Del Orbe Del Exilio Político Dominicano Antitrujillista en Cuba, Editora Taller, Santo Domingo, D.N., 1983; Juan Enrique (Johnny) Puigsubirá Miniño Diario de Campaña, Editorial Corripio, Santo Domingo, República Dominicana, 1984, entre otros.
(11) Esta es la versión que dejó el hermano de uno de los combatientes caídos. Ver: Emilio Cordero Michel, Ob. Cit., p. 5
(12) Muchas de esas reuniones se realizaron en la Iglesia de la Caridad, del municipio de Centro Habana, con la autorización del padre Madrigal, quien había sido tesorero del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en la capital. El sacerdote Madrigal poco tiempo después se marchó de Cuba, a raíz de las discrepancias de la Jerarquía Católica Cubana con el rumbo radical y socialista de la Revolución.
(13) Gobierno Dominicano. Invasión Report: Constanza, Maimón y Estero Hondo. Communist Aggression Against The Dominican Republic, Santo Domingo. En, Emilio Cordero Michel, Ob. Cit., pp. 7-8.
(14) Telegram 150 to Habana, August 2, 1959. Department of State, Central Files, 737.00/8-259. En, Tomás Diez Acosta Confrontación Cuba- Estados Unidos. (1959-1960), Editora Política, La Habana, 2003, p. 46.
(15) Juan Bosch De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe frontera Imperial, Colección Nuestros Países, Serie Rumbos, Casa de las Américas, La Habana, 1981; Gregorio Ortega Santo Domingo, 1965, ediciones venceremos, La Habana, 1966.
*Dr. Orlando Cruz Capote, Investigador Auxiliar, Instituto de Filosofía, Cuba
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Tomado de http://www.geocities.com
He aquí la lista de los participantes en dicha expedición elaborada por la Fundación de Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo.
Constanza: Antonio Javier Achécar Kalaf, Augusto Juan Alfonseca Espaillat (Puro), Juan Antonio Almánzar Díaz, Juan Antonio Batista Cernuda (Chepito), Gaspar Antonio Rodríguez Bou (Napy), Carlos Luis Cabral Manzano, Félix de los Santos Peralta (Esperanza), Alejandro César Domenech Russo, Miguel Angel Feliú Arzeno (Miguelucho), Pedro Pablo Fernández Cruz, Freddy Guerra Aponte, Ing. Leandro Efraín Guzmán Abreu, Pedro Pablo Fernández Minaya, Rafael Henríquez Rodríguez (Chapú), Francisco Napoleón Hermón Machuca (Papito), Cmdte. Enrique Augusto Jiménez Moya, Leopoldo Jiménez Nouel, Héctor Mateo Calcagno (Mateíto), Dr. Rafael Mella, Rafael Moore Garrido (Fellín), José A. Patiño Martínez (Chepito), Rafael Tomás Perelló Díaz, Federico Augusto Pichardo Díaz, Juan Enrique Puig Subirá Miniño (Johnny), Héctor Enrique Ramírez Castillo (Henry), Cosme Augusto Rojas Pérez, José Andrés Rolán Pérez, Rafael Osvaldo Ross Thomen, Luis Conrado Ruiz (Peligro), Reinaldo Santiago Pou, José Antonio Spignolio Mena (Cuco),Alcibíades Antonio Tavares Pepín (Pigin), Alejandro Fidel Torres (Langue), Juan de Dios Ventura Simó, Víctor Eligio Mainardi Méndez, Rafael Parache.
Estero Hondo: Carlos Aponte Willard, Simplicio Belfod Santos, Pedro Antonio Casado Jiménez, José Antonio Campos Navarro (Tony), Máximo Emilio D'Oleo Gimbernard, Vicente Mario Gómez Monatán, Persio Oscar Grullón Castro, Alberto Herrera Moreno (Bertico), Manuel Lorenzo Carrasco, Andrés Lozano Guzmán, Dr. Felipe Maduro Sanabia, Víctor Manuel Mainardi Reyna (Sillín), Jaime Manuel Martínez Rodríguez, Antonio de Jesús Minaya Fernández, Héctor Bienvenido Olivier Romero (Papi), Alberto Perdomo, Manuel de Jesús Perozo Chicón (Masú), Elpidio Sanabia Valverde (Pillo), Dr. Octavio Augusto Mejía-Ricart Guzmán, Doctor Guillermo Augusto Sánchez Sanlley, Alfonso José Santiago, Francisco A. Ubiera, José Rafael Federico Valverde Cruz, Rafael Quezada Jiménez (Lulú), Dr. Aquiles Rodríguez (Quilito).
Maimón: Miguel Alies Messon, Doctor Miguel Alvarez Fadul, Miguel Jacobo Amarante Sevillano, Francisco José Aponte Williard, Ramón José Sebastián Asensio Valverde, Alejandro Báez y Báez, Enrique Belliard Sosa, Dr. Toribio Bencosme Rodríguez, José Fabio Bergés (Grillito), Pedro Julián Bonilla Aybar, Domingo Cabrera Martínez, Julio César Castillo Cruz, Fernando Cestero Martínez (Chichí), Rubén Cordero García, José Ramón Enrique Cordero Michel, Ramón Aníbar Castro Sánchez, Manuel Delgado López, Héctor Emilio de Giudice Herrera, Manuel José del Orbe, Augusto Eufemio Dohse Jorge (Buby), Silvio Augusto Domínguez López, Guillermo Eustaquio Ducoudray Mansfield, Julio Raúl Durán García, Gabriel Emilio Fernández Mármol (Pipí), Juan Figueroa Reyes, Bienvenido Fuertes Duarte, Ercilio García Bencosme (Cilo), Sergio Manuel Ildefonso Genao (Capori), Fernando Gody, Francisco José Grullón Martínez (Frank), Eugenio Grullón González, César Federico Laranquent, José Caonabo Lora Martínez, Juan José Mateo Adames, Conrado Martínez Hernández, Eduardo Salvador Martínez Saviñón, Miguel Meléndez, Dr. Antonio Moca Ricart (Tony), Fernando Ozuna, Herminio Ripoll, Moisés Rubén Agosto Concepción, Dr. José Horacio Rodríguez Vásquez.
Cubanos: Enrique Betancourt Carilli, Froilán Flores, Ramón López López (Nene), Frank López Rodríguez, Roberto P. Pichardo Caminada, Oscar Reyes Medina (Cohetico), Aldo Rodríguez Pérez, Antonio Sánchez Pérez, Ricardo Vasallo Alfonso, Oscar Luis Vega Acosta, Luis Cárdenas Betancourt.
Español: Francisco Alvarez.
Puertorriqueños: Luis Alvarez, Luis Ramón Reyes, Juan Reyes, Ramón Ruiz.
Venezolanos José Altagracia Arias Quintero, Diego Avila Piller, Juan Cárdenas Soto, José Isaac Molina González, Generoso Hernández, Pedro José Linares Badillo, Luis Alfonso Medina Rosales, José Luis Rodríguez, Luis Cárdenas Betancourt.
Norteamericanos Larry Beevins, Charles White.
1 Comments:
Por el modo de catalogar a personas y hechos, se nota que el autor, al menos el de lo referente a Rep. Dominican, es un asalariado del castrismoy por tanto dudosa la veracidad de los hechos narrados y la forma en que sucedieron.
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