martes, octubre 26, 2010

HA MUERTO OSVALDO RAYA, EL AZUL DE SI MISMO SE HA UNIDO AL AZUL DE NUESTRA PATRIA. RÉQUIEM POR UN AMIGO

Tomado de http://lacurradecuba.blogspot.com




RÉQUIEM POR UN AMIGO.


Por Iliana Curra Luzón
Tuesday, October 26, 2010


Lo conocí cuando nos involucramos en un congreso virtual de blogueros y de ahí nos mantuvimos luego en contacto, especialmente por el tema de Cuba. Martiano hasta la raíz y cubano hasta el tuétanos, con una inteligencia extrema y unos conocimientos tremendos de historia, cautivaba a cualquiera. El pasado sábado recibí una llamada de una amiga común para decirme que Osvaldo había muerto. Lo sentí, lo sentí profundamente, pues con apenas 55 años dejaba esta vida. Aquejado por un cáncer de pulmón, del cual se había operado, falleció. Al parecer hizo metástasis.

Otro cubano que murió sin ver a Cuba libre, por eso me apena mucho más. Ahora sólo le pido que desde el Cielo nos ayude para lograrlo. Por eso no le pido que descanse, sino que siga luchando desde allí para un día regresar a esa patria que lo vio partir un día con la siempre esperanza de volver.




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@Julita said...

Nos conocimos todos por la misma fecha.....

Para mi, Osvaldo ha sido y ha representado el hombre nuevo, pero muy bien centrado en sus ideas politicas.

Un hombre que llamaba a las cosas por su nombre y que no le daba tregua al enemigo.

De el, aprendi mucho y Osvaldo conocio parte de la historia de Cuba la que nunca le contaron y la que no vivio.

Entre Osvaldo y yo hubo una marcada similitud en la lucha contra el regimen.

!CON EL ENEMIGO NADA!

Un abrazo y que Osvaldo nos ayude como bien dices......
October 26, 2010

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PPAC said...

Saludos

Conocí a Oswaldo cuando fue a verme con otra persona para algo relacionado con los videos; conocía su blog pero nó a él.

Hasta último momento participó en los debates de Facebook con la misma energía de siempre ( donde yo lo tengo y tendré como amigo); eso sólo lo hacen aquellos que lo sostienen el convencimiento de una causa asumida que sostiene al espíritu hasta los últimos momentos.

Infatigable Osvaldo Raya, descansa en paz en el azul de ti mismo al lado de nuestro Señor y ora por Cuba y por todos aquellos que seguimos en esta lucha para que en Cuba haya nuevamente un cielo y un mar azul de Libertad, Progreso y Democracia. Tú has hecho tu parte, nosotros no hemos concluido la nuestra.


Osvaldo Raya en una protesta antiCastrista
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Tomado de http://osvaldo-raya.blogspot.com

LA VALENTIA


Por Osvaldo Raya




La valentía no es el atributo que identifica al bravucón de barrio, a ese embrión de terrorista que abunda por las calles de todas las ciudades. No puede ser valiente sino cobarde el delincuente y el provocador, el violador, el ladrón, el que no tiene la fuerza de carácter suficiente como para luchar de frente y caminar por el camino recto. Solo los que tienen fobia al trabajo y al sacrificio, optan por los atajos y los senderos torcidos. Son exactamente ejemplo de cobardes, de personas excesivamente débiles, sin bandera ni principios. Ser un hombre valiente no necesariamente es el que no tiene temor de enfrentarse a puñetazos con otro hombre o de vérselas con la bestia más brava. El hombre bueno siempre es un hombre valiente. La bondad ‒si es autentica‒ es un pilar bien afincado, que cualquiera no puede derribarlo y hay que ser bravo de espíritu para salir intacto de la tormenta y seguir enhiesto, con la cabeza alzada. Es duro y difícil ser bueno y exige de nosotros valor y firmeza; en cambio, es fácil ser malo, ser tramposo o asesino porque, para ello, ni son necesarios el arrojo y el valor. Por eso digo que la valentía es un concepto asociado a las cimas humanas y no a sus bajezas; pues no es otra cosa que una actitud cabal en la batalla mayor: la lucha por el mejoramiento humano, por tratar de vivir a la altura de los requerimientos de los nuevos tiempos y de la propia divinidad.

No siempre el bravucón ‒el gallito‒ tiene lo que tiene que tener un hombre para no caer en debilidades como las drogas o el alcoholismo, para no traicionar al amigo, para amarlo y apoyarlo, para sostener unida y amparada a su familia. No siempre el bravucón tiene bien puesta la faja en sus pantalones para educar como es debido a sus hijos y para guiarlos en el bien y en el amor. Mantener una hoja de vida limpia ante la sociedad, exige de cada cual la valentía que hace falta para no corromperse y resistir los embates de la economía, sin acudir a los facilismos y las alternativas de la ilegalidad y el crimen. El hombre honesto es un hombre valiente. Y el hombre apegado a la ley y a las normas de la convivencia social. Cada individuo debe ser capaz de hacer valer los valores morales en los que cree y debera defender, contra todo pronóstico de fracaso, su ética rigurosa. Y bravo es el que decide no delinquir, no ceder a las tentaciones y vivir sobre la base de la legalidad y el trabajo; a pesar de los cantos de provocadoras sirenas. Pero un cobarde es siempre camaleónico y oportunista y es el que cae fácilmente en las trampas demoniacas de la ambición y de la falta de fe en la virtud. Cobardes son los que no se comprometen con ninguna postura o con ningún ideal y van de un lado a otro, según sople el viento. Las posiciones relativistas, la contrición, la dualidad de carácter son características de aquel que carece de valentía y virilidad. No se puede vivir como un equilibrista pretextando ser justo y equitativo ‒optando por posiciones mediadoras o de un tercer bando, enajenado e indiferente‒; porque así quedarían demasiados espacios en blanco, demasiados vacíos en las soluciones de los problemas. El que vive replegado no vive. Hay que batallar y mirar cara a cara los desafíos de la existencia. El que evade el amor es un cobarde y el que evade la vida y las responsabilidades en la lucha por el mejoramiento de la sociedad humana. Es un miedoso el indiferente, el petimetre, el wannabe, el que mira el juego desde afuera y el que reniega de su compromiso con las verdades universales y de su misión aquí en la tierra. Los que no tienen una postura firme ‒los que no se pronuncian ni se definen ante los retos de la sociedad o la política‒ no son hombres valientes sino cobardes, aunque no sientan miedo de batirse con un león enfurecido. La vida es un león aún más fiero y grande, más temible. Mucho valor hace falta para amar y no traicionar, para ser fiel y solidario, para vivir con dignidad y vergüenza.

La patria no necesita bravucones de barrio ni gallitos de pelea sino hombres valientes, capaces de sostener firmemente sus ideales y de asumir una postura clara y definida, capaces de llevar hasta las últimas consecuencias los credos de la libertad y la justicia. La libertad de Cuba precisa de hombres leales y rectos, convencidos de Dios y fieles a sí mismos.