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jueves, enero 20, 2011

Las Guerras Secretas de Castro. CONGO: EL VIETNAM CUBANO. Parte 1

Tomado de http://cubaindependiente.blogspot.com

CAPÍTULO 7

CONGO: EL VIETNAM CUBANO


Por Juan F. Benemelis


Parte 1


Los problemas de la incomprensión inicial a su régimen por el mundo sovietizado y las pugnas en el plano ideológico entre los dos colosos comunistas resultarían pequeñas ante los escollos que Castro hallaría en África, ese continente brutalmente agrícola, con tres escuálidas organizaciones marxistas Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), el Partido Africano por la Independencia (PAI) de Senegal y el Partido Comunista en África del Sur y donde Castro, a diferencia de América Latina, no tuvo que enfrentarse con partidos estalinistas que desdeñaban su foco guerrillero.

Los teóricos castristas y chinos litigaban con los moscovitas acerca de que en África no había que aguardar por la emergencia del proletariado mediante un largo proceso de industrialización, sino que se podía transformar al huraño tribalismo agro-nomádico en vanguardia política armada; sin embargo, el agricultor africano, contrario a todas las predicciones, se aferraría a sus estáticos valores ancestrales.

Castro se presenta en África como un Lenin contemporáneo y se disocia de la concepción economicista de la revolución proletaria, caracterizada por la línea soviética, que espera por la creación automática y pacífica de un proletariado, para entonces arribar a la etapa comunista. El teorema de la política subversiva de Castro es reducido a lo siguiente ¿Contra qué clase de régimen tiene lugar la lucha armada guerrillera? Ciertamente nadie puede responder a tal pregunta; la lucha tendrá lugar contra los regímenes a que se oponga Castro.

En las colonias portuguesas y África, los soviéticos utilizaron un grupo de judíos marxistas residentes, que colaboraban con sus servicios de inteligencia desde los tiempos de Josef Stalin y el COMINTERM. En este ciclo, los checoslovacos fueron usados en el trabajo de espionaje y penetración del bloque comunista en África, hasta que fueron reemplazados por los cubanos y los alemanes orientales. La ofensiva africana de China comunista, en los años sesenta, resultó a la postre un fiasco, contrastando con la presión que imprimió Cuba en África, donde logró anotarse puntos importantes, no sólo en el orden militar y político sino en la creación de un ropaje mítico para la revolución cubana.

En noviembre de 1964, y a petición de la URSS, tuvo lugar en La Habana un congreso secreto de partidos comunistas latinoamericanos, donde Castro denunció el desviacionismo chino y quebró sus tratos con agrupaciones pro-maoístas y trotskistas, a cambio de recibir cierto soporte político continental a su exportación guerrille­ra en Venezuela, Colombia, Guatemala, Honduras, Paraguay y Haití1.

Antes del asesinato del presidente Kennedy, la Dirección General de Inteligencia elaboró planes para intervenir en el Congo y ampliar su radio de acción en América Latina. Tales diseños se hallaban en manos directas de Raúl Castro y el Che Guevara. Varios sucesos precipitaron la ejecución rápida del designio subversivo general para África: el despeñamiento de Jruschov en la URSS, el coup d'etat en Argelia y las disparidades Che Guevara‑Castro.

La ilusión era crear varios Vietnam, con vista a inducir el desangre del imperio tecnológico norteamericano. En un plan simultáneo, se probó desatar una ofensiva global en África a partir del Congo, guiada por el propio Che Guevara, quien asumió el mando de las operaciones guerrilleras, de espionaje y diplomáticas en el triángulo que abarca Argelia, Congo (Brazzaville) y Tanzania; y otras en América Latina, a partir de Venezuela, donde se enviarían de guerrilleros a los generales Arnaldo Ochoa y Raúl Menéndez Tomassevich.

En la práctica, cuando Estados Unidos se enfrascase cada vez más en Vietnam, se consideraría disparar la trampa desgastadora: tratar de buscar que los norteamericanos interviniesen bien en África o en América Latina.

Excluyendo al África, la cultura de la revolución armada en América Latina contó, para desgracia de Castro, con movimientos guerrilleros en plena descomposición. En 1964, Brasil, Chile, Bolivia y Uruguay rompen todo vínculo diplomático con La Habana. A mediados de 1965, mientras se ensambla el experimento guerrillero del Congo, los esfuerzos combatientes de Venezuela, Colombia y Perú languidecían, quedando sólo el caso Guatemala. Para colmo, la ocupación norteame­ricana de la República Dominicana, en 1965, paralizó el eco de la guerrilla hemisférica cubana.

El Congo (luego Zaire) resultaba un tajo geográfico estratégico imprescindible para la defensa Occidental entre otras razones, por sus yacimientos de minerales raros, en cuya explotación se entrecruzaban diversos intereses internacionales. Estados Unidos era dependiente de su tantalio y su niobio, esencial­es para las armas nucleares; la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de su columbita, para las aleaciones refractarias del fuselaje de los cohetes y como placas protectoras de los satélites.

Desgarrado por el tribalismo y la modorra del subdesarrollo, el endeble gobierno del premier Lumumba trató infructuosamente de sostenerse con el soporte de una aterrorizada élite marxista. En el cometido, Lumumba encontró el antagonismo del consorcio belga Unión Miniere du Haut Katanga, y del economista Moisés Tshombé transformado en líder tribal. Un puñado de comunistas griegos exilados en el Congo desde hacía años, e influyentes en los bloques nacionalistas, pujaba por inclinar la balanza interna hacia la orilla del Kremlin.

En esta crisis de la independencia congolesa, la URSS utilizó la figura de Pierre Mulele, en contubernio con los servicios secretos checoslovacos. Bélgica, ante la posibilidad de una creciente soviética, hizo patente su influencia a través del ejército congolés.

Lumumba, con sus íntimos se entrevistó con un representante del espionaje checoslovaco; allí se determinó estatalizar los yacimientos de minerales estratégicos propiedad de compañías occidentales, como los del uranio y la columbita. Los altos círculos financieros de Occidente, y el clan Rockefeller muy especialmente, estuvieron al corriente de este cónclave que selló la suerte del gobierno lumumbista2. El Congo se precipita en una vorágine de violencia que conmociona la opinión pública internacional, donde el propio premier es sacrificado. Las sorpresas de la crisis congolesa convencen al mandatario cubano de que Jruschov había dejado pasar una coyuntura favorable.

LA PUJA POR EL CONGO

Castro estaba decidido a la puja por el Congo, centro atómico del África, cuya pechblenda de las minas catanguesas provee las reservas de uranio norteamericanas. En octubre de 1963, la oposición congolesa lumumbista en el exilio crea un Consejo Nacional de Liberación (CNL), con ayuda de algunos países africanos, además de la contribución de Cuba, China y la URSS. De inmediato se proclamó la validez de lucha armada contra el gobierno instaurado en el Congo tras el asesinato de Lumumba.

Mulele, a su regreso de Pequín, provoca la insurrección en la zona congolesa del Kwilu, junto a varios ex‑colaborado­res de Lumumba, algunos elementos de la izquierda y jesuitas. Mulele también intervino, en menor escala, en la región que colinda con los grandes lagos del este africano. El ejército congolés comienza a dar muestras de incapacidad para dominar las revueltas del Kwilu, que como un cáncer se extendía por todo el país. La CIA disponía ya de informes3 en los que se evidenciaba cómo Castro estaba moviendo los hilos dentro de la oposición lumumbista, y desde países colindantes desplegaba su esfuerzo por involucrarse en el Congo.

Tras la rebelión del Kwilu, a inicios de 1964, los lumumbistas (marxistas) Gastón Soumaliot y Christopher Gbenye, entraron en acción en la vecina provincia del Kivú. El jefe militar de la revuelta del Kivú, Soumaliot, recibe ayuda china y cubana a través de Burundi.

A la sazón, el CNL de Soumaliot había despachado a La Habana una delegación de militantes encabezada por Albert Kissongo para coordinar el entrenamie­nto y la asistencia que Cuba le brindaría. La reflexión de transformar el Congo en un segundo Vietnam del periférico Tercer Mundo, yacía en el trasfondo de la política cubana y resultaba la culminación de la moción castrista en África.

En febrero de 1964, Tshombé, ya instalado en el poder, con la ayuda de la CIA, decide aplastar el levantamiento con la brutalidad que le es característica y recluta alrededor de 900 curtidos mercenarios en Europa, África y Estados Unidos. En la Florida se captan cubanos exilados, veteranos de Bahía de Cochinos, con experie­ncia militar en el ejército norteamericano, grupos de comandos marítimos y pilotos en especial. Sin perder tiempo, Tshombé decidió contratar al legendario condotiero sudafricano Mike (El Loco) Hoare, quien se reveló en el Congo como un experto de la guerra en movimiento dentro del marco selvático.

( El Che Guevara en el Congo en 1965)

El pro-soviético Gbenye junto a Soumaliot atacaron Stanleyville el 5 de agosto de 1964, asistidos por militares chinos encabezados por el coronel Kan Mai. Los simbas perpetran atroces represalias con la población europea local. En ese mes Hoare, con sus mercenarios y la fuerza aérea de cubanos exilados, derrota en forma aplastante a los simbas cuando intentaban desbordar la ciudadela de Bukavu.

El envío de paracaidistas belgas a Stanleyvill­e en noviembre de 1964, operación apoyada por la OTAN, constituyó una señal de alarma, no sólo en La Habana, sino también en Pequín y Moscú. Con los sanguinarios disturbios que provocan la caída de Stanleyville se cierra un capítulo de la crisis en el Congo, inaugurándose un período de mayor violencia donde el largo brazo armado de Castro entraría en acción para rescatar a la revolución congolesa en pleno desmoronamiento militar.

A fines de 1964, el premier argelino Ben Bella, en mutuo acuerdo con la URSS y Cuba, decide incrementar la ayuda en armas y entrenamiento ante la campaña militar que desplegaban los mercenarios y la situación general de los simbas que no resultaban ya la fuerza imperante en el teatro de batalla. Al inicio de 1965 se seleccionaron jóvenes negros cubanos con experiencia combativa. A estas escuadras se les dotó de una preparación especial por el segundo al mando del Che Guevara en el Congo, Víctor Dreke. El Che Guevara había efectuado una gira por África a fines de 1964 e inicios de 1965, después de su comparecencia ante la ONU. El Che Guevara nuevamente trató de poner en marcha el viejo sueño de una brigada internaci­onal para el Congo dirigida por los cubanos e integrada por movimientos africanos y contingentes afro-ame­ricanos.

En Tanzania, el Che Guevara en compañía del líder negro americano Stokely Carmichael se entrevistó con el angoleño Jonás Savimbi quien discrepó del plan cubano y calificó al Che Guevara de poseer una mentalidad “tarzanesca”4. Refiere Savimbi un discurso de Che Guevara ante representantes de los partidos opositores africanos5 "Guevara también argumentó de que El Congo, inmenso y rico en minerales y potencialidad agrícola, era la clave para la revolución en el centro y sur de África. Si los regímenes pro-capitalistas del área pudiesen ser reemplazados con un gobierno revolucionario se propinaría un golpe al imperialismo Occidental en el corazón de África. Después podría ser más fácil penetrar en las áreas periféricas como Angola y Mozambique"

(Jonás Savimbi años después en Angola)

A fines de 1964, Castro envía dos batallones cubanos a Tanzania, iniciando de inmediato algunas penetrac­iones de unidades. el Che Guevara inspeccionará las bases de aprovisionamiento y acondicionamiento de sus soldados en la frontera lacustre con el Congo. El 2 de enero de 1965, el Che Guevara voló al selvático país del Congo Brazzaville, para conciliar en intimidad los pormenores de la futura campaña armada con el presidente Massemba-Debat, el premier Pascal Lissouba y los simbas congoleses.
El Che Guevara discutió con los dirigentes del MPLA angoleño la posibilidad de brindarles logística y entrenamiento combinado con los futuros reclutas congoleses, con vistas a extender el foco guerrillero a todo el macizo central africano. Muy en secreto fueron sus tratos con el FNLA de Holden Roberto para discutir la misma estrategia.

A principios de diciembre de 1964, los jefes de la beligerancia congoleses recibieron considerables alijos de armamentos de fabricación china y soviética. Hacia los enclaves fronterizos de Uganda, Sudán, Burundi y Tanzania arribaron instructores argelinos, egipcios y cubanos que debían enseñar a los simbas el manejo de las armas y ofrecerles los rudimentos del arte militar.

Toda la provincia oriental está en manos de Soumaliot y Gbenye, los cuales se trasladaban también hacia el Congo medio. Mulele hacía de las suyas en el Kwilu. El plan de La Habana comenzaba a dar sus primeros frutos. La campaña oriental, desatada por Hoare y su ejército mercenario tuvo que librarse a sangre y fuego y el conflicto, que parecía languidecer, cobraba nuevos bríos.
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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS

Nausea ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Las Guerras Secretas de Castro. CONGO: EL VIETNAM ...":

Ah, otra imagen del "Che," tan tierno y humanitario él. Aguanta la criatura cómo objeto decorativo para la foto y la propaganda, siempre con la arrogancia qué se le sale por encima de la ropa--y para colmo arrogancia sin fundamento. Si no hubiera sido tan maligno, pudiera hasta dar cierta risa.
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Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Las Guerras Secretas de Castro. CONGO: EL VIETNAM ...":

Coincido plenamente con Náusea, no conocía esta foto del terrorista y asesino serial alias Che, y me sorprendo al notar la diferencia entre las poses suyas y las de Juan Pablo II por ejemplo. Quien ve una foto de SS Juan Pablo II en África, se da cuenta del amor que sentía por la infancia, del color que fuera, incluso hay imágenes en las que les besa en la cabeza y la frente a los niños negros y se sonríe con gusto y les da cobijo; del otro personaje con sólo ver la foto nos percatamos de que es un impostor. Angelina Jolie y Brad Pitt o la misma Madonna pueden resultarles odiosos a algunos - entre los que me cuento -, pero han adoptado niños de cualquier color y lugar del mundo, y LOS AMAN sin tanto leque leque ni poses prefabricadas.

chicho el cojo


2 comentarios:

  1. Ah, otra imagen del "Che," tan tierno y humanitario él. Aguanta la criatura cómo objeto decorativo para la foto y la propaganda, siempre con la arrogancia qué se le sale por encima de la ropa--y para colmo arrogancia sin fundamento. Si no hubiera sido tan maligno, pudiera hasta dar cierta risa.

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  2. Anónimo12:45 a. m.

    Coincido plenamente con Náusea, no conocía esta foto del terrorista y asesino serial alias Che, y me sorprendo al notar la diferencia entre las poses suyas y las de Juan Pablo II por ejemplo. Quien ve una foto de SS Juan Pablo II en África, se da cuenta del amor que sentía por la infancia, del color que fuera, incluso hay imágenes en las que les besa en la cabeza y la frente a los niños negros y se sonríe con gusto y les da cobijo; del otro personaje con sólo ver la foto nos percatamos de que es un impostor. Angelina Jolie y Brad Pitt o la misma Madonna pueden resultarles odiosos a algunos - entre los que me cuento -, pero han adoptado niños de cualquier color y lugar del mundo, y LOS AMAN sin tanto leque leque ni poses prefabricadas.

    chicho el cojo

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