En un principio fue el teque
Por Nicolás Águila
En el principio fue el teque, el discurso interminable y el cuento de la buena pipa. Un desfile de barbas, pero una sola voz. Un ego enorme, como el vicario de Dios en el país de la ciguaraya, despotricando urbi et orbi por todas las emisoras en cadena y los canales de televisión encadenados.
Las mujeres se quedaban lánguidas y se desmayaban cuando la paloma blanca vino volando para posársele en el hombro con la mansedumbre del Espíritu Santo. Pudo haberle cagado los grados de comandante, pero le entonó un cucurrucucú celestial de bienvenida. Se equivocó la paloma.
"Que me pongan en la lista", cantaban las masas el primer hit del repertorio fidelista mientras aplaudían a rabiar pidiendo la efe que fascina. Y él se sintió todoterreno y todopoderoso, Changó disparando el rayo y Júpiter tronando el trueno. Desde la tribuna imponente, la incontinencia oratoria se volvía incontrolable. "Nos casaron con la mentira y nos obligaron a vivir con ella", soltó su cursilería de abogado sin pleito y se echó en el bolsillo a un país ávido de verdades fáciles. Se equivocaba de nuevo un pueblo equivocado.
Tiraron los caracoles y mírala qué linda viene. Salió melado de caña, sol bueno y mar de espuma. Pero enseguida se acabó la diversión y se borró la letra del año escrita con caligrafía chapucera. Elecciones ¿para qué?, si democracia es ésta que sacude la mata y le da un palo al imperialismo. Se abría la sandía verde que te quiero roja y al que no le guste que tome purgante. A la Plaza corred, cederistas. Solo se habían fijado en el color por fuera. Se equivocaron también los babalaos.
Y se equivocó hasta el pipisigallo. Empezaron siquitrillando a los burgueses, mamita qué pachanga. Y luego todo el mundo contra la pared. O contra el paredón. O bocabajo, o de rodillas, o en cuatro patas. O de cara al campo y de culo al mundo. Y vengan movilizaciones. A paso de conga. A las quimbambas. A la caña. A la cañona. A las recogidas de café. A las recogidas de La Rampa, que el trabajo os hará hombres, mariconcitos ramperos. Monte y no pregunte, bitonguito preguntón, que esto va completo a Camagüey, la provincia misteriosa donde se cayó un avión que nunca apareció. Venid y vamos todos con flores a Camilo….
Un día se llenaron los estadios y teatros de un extraño público en prisión preventiva, presos por el delito de ser o no ser, o por si acaso no sea que son, o porque los gusanos son como son y los que no lo son se les parecen. Adiós al hábeas corpus y a la fianza. Adiós, Lolita de mi vida. Nos quitaron hasta el derecho al pataleo. Abajo y de un solo tajo.
El futuro luminoso se nos convirtió en un presente de apagones. Mientras los pioneros cantaban a coro Noches de Moscú, todo se volvía tenebroso, incluso en sentido literal. Todo convertido en la nada total del todo totalitario, y todo en menos de un quinquenio, como se mediría a partir de entonces el tiempo destructivo. Cuba, qué linda es Cuba al borde del abismo, a pique de hundirse para siempre en el mar.
Entre marchas y consignas nos reinventaron un país de reuniones, guardias y colas. Entre el cero, el infinito y el número ocho. Una isla larga y triste. Aburrida. Pauperizada. Carcelaria. Inhabitable. De ping...
En un principio fue el teque, pero luego vino el marabú.
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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS
Nausea ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Nicolás Águila: En un principio fue el teque":
Esa foto dice mucho. La verdad que los cubanos, o demasiados de ellos, resultaron ser muy poca cosa, por hablar piadosamente. Da pena.
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Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Nicolás Águila: En un principio fue el teque":
Me encanta este artículo, escrito a ritmo de un son rocanrolesco, lleno de humor y sabiduría cubana.
chicho el cojo
Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Nicolás Águila: En un principio fue el teque":
Me encanta este artículo, escrito a ritmo de un son rocanrolesco, lleno de humor y sabiduría cubana.
chicho el cojo
Esa foto dice mucho. La verdad que los cubanos, o demasiados de ellos, resultaron ser muy poca cosa, por hablar piadosamente. Da pena.
ResponderEliminarMe encanta este artículo, escrito a ritmo de un son rocanrolesco, lleno de humor y sabiduría cubana.
ResponderEliminarchicho el cojo