martes, junio 21, 2011

El abogado cubano Juan Escandell escribió: ¨ En Cuba, había una vez...¨ y ¨ El derecho a deshacerse de los tiranos¨

Tomado de http://www.libreonline.com/


En Cuba, había una vez...

Por Juan Escandell
Martes, 07 de Junio de 2011

Cuando en 1953 Fidel Castro escribió su alegato y compromiso con el pueblo cubano “La Historia me Absolverá”, elogió con entusiasmo y como grandes virtudes ciudadanas –entre otras— que el pueblo podía “reunirse, asociarse, hablar y escribir con entera libertad”, pero una vez que se hizo con el poder, convirtió todas y cada una de esas virtudes en delitos, en actividades “contrarrevolucionarias” que solo mercenarios pagados y dirigidos por el “enemigo” podían reclamar, “delitos” que desde entonces hacen perder el empleo, ser difamado, perseguido, apedreado y enviado a la cárcel durante decenios. Hoy, 59 años después, ese texto Castro puede volver a escribirlo hoy mismo acerca de una realidad mucho más absoluta y siniestra que entonces. Veamos un párrafo de ese alegato castrista:

“Os voy a referir una historia. Había una vez una República. Tenía su Constitución, sus leyes, sus libertades; Presidente, Congreso, Tribunales; todo el mundo podía reunirse, asociarse, hablar y escribir con entera libertad. El gobierno no satisfacía al pueblo, pero el pueblo podía cambiarlo y ya sólo faltaban unos días para hacerlo. Existía una opinión pública respetada y acatada, y todos los problemas de interés colectivo eran discutidos libremente. Había partidos políticos, horas doctrinales de radio, programas polémicos de televisión, actos públicos y en el pueblo palpitaba el entusiasmo. Este pueblo había sufrido mucho y si no era feliz, deseaba serlo y tenía derecho a ello. Lo habían engañado muchas veces y miraba el pasado con verdadero terror. Creía ciegamente que éste no podría volver; estaba orgulloso de su amor a la libertad y vivía engreído de que ella sería respetada como cosa sagrada, sentía una noble confianza en la seguridad de que nadie se atrevería a cometer el crimen de atentar contra sus instituciones democráticas. Deseaba un cambio, una mejora, un avance, y lo veía cerca. Toda su esperanza estaba en el futuro.”

Ese país admirable de libertades, leyes y esperanzas que había existido en el pasado y que Castro describía tan positivamente existió solo hasta 1952. Luego, primero con Batista y después con él mismo, esa situación se fue agravando día a día hasta hoy. Aquel elogiado país de entonces tiene aún menos libertades, sigue sin Congreso y sin satisfacer al pueblo, la opinión pública sigue acallada, sigue sin haber partidos políticos ni horas doctrinales de radio ni programas polémicos de televisión. 59 años después ese pueblo sigue deseando un cambio, una mejora, un avance, pero manifestarlo siquiera es un delito “contrarrevolucionario” que lleva a prisión. Una cosa sí ha cambiado: Ese pueblo que “había sufrido mucho” y que hoy sufre muchísimo más, ya no mira el pasado con verdadero terror. Ahora es el presente, y aún más el lóbrego futuro que espera a sus hijos y nietos lo que le inspira terror. Pero, por suerte, siempre podrá recurrirse a los cuentos de hadas tal como hizo entonces Castro.

Por Juan Escandell
Miami, Fl

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Tomado de http://www.cubanet.org/

El derecho a deshacerse de los tiranos


Por Juan Escandell
June 15, 2011

Juan Escandell (con la colaboración de un amigo)

MIAMI, Florida, junio, www.cubanet.org -Son pocos los políticos que han abundado sobre el derecho reconocido a deshacerse de los tiranos. Fidel Castro ha sido uno de ellos. En el año 1953, en su alegato y compromiso para con el pueblo de Cuba “La Historia me Absolverá” Fidel Castro dedica en sus párrafos finales no pocas citas sobre el derecho del pueblo a rebelarse y aniquilar a los tiranos.

Estas son algunas de las citas de Castro contenidas en su famoso alegato:

“Cuba está sufriendo un cruel e ignominioso despotismo, y vosotros no ignoráis que la resistencia frente al despotismo es legítima; éste es un principio universalmente reconocido y nuestra Constitución de 1940 lo consagró expresamente en el párrafo segundo del artículo 40”.

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“Las ciudades estados de Grecia y la República Romana, no sólo admitían sino que apologetizaban la muerte violenta de los tiranos”.

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“En la Edad Media, Juan de Salisbury en su Libro de hombre de Estado, dice que cuando un príncipe no gobierna con arreglo a derecho y degenera en tirano, es lícita y está justificada su deposición violenta. Recomienda que contra el tirano se use el puñal aunque no el veneno”.

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“Martín Lutero proclamó que cuando un gobierno degenera en tirano vulnerando las leyes, los súbditos quedaban librados del deber de obediencia. Su discípulo Felipe Melanchton sostiene el derecho de resistencia cuando los gobiernos se convierten en tirano. Calvino, el pensador más notable de la Reforma desde el punto de vista de las ideas políticas, postula que el pueblo tiene derecho a tomar las armas para oponerse a cualquier usurpación”.

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“Nada menos que un jesuita español de la época de Felipe II, Juan Mariana, en su libro De Rege et Regis Instituciones, afirma que cuando el gobernante usurpa el poder, o cuando, elegido, rige la vida pública de manera tiránica, es lícito el asesinato por un simple particular, directamente, o valiéndose del engaño, con el menor disturbio posible”.

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“La famosa Declaración Francesa de los Derechos del Hombre legó a las generaciones venideras este principio: ‘Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es para éste el más sagrado de los derechos y el más imperioso de los deberes.’ ‘Cuando una persona se apodera de la soberanía debe ser condenada a muerte por los hombres libres.’ ”

Hoy, a casi 60 años de la enunciación de aquellas citas, el tirano no es otro que el propio Castro, quien convirtió el ejercicio de ese derecho (a rebelarse) en actos punibles, descalificando a todo cubano que se valiera del derecho a la rebelión contra su régimen totalitario como “mercenario” ”pagado” y “dirigido” por el enemigo extranjero. El tirano actual de Cuba se apropio de todo el poder, toda la información, todos los recursos de la isla y los puso sólo al servicio de su voluntad y capricho y los que se opusieron, y se oponen a su hacer, fueron fusilados, encarcelados, difamados, golpeados y perseguidos por turbas organizadas por la policía política del régimen; aasí fueron millones obligados a optar por el destierro.

El tirano actual de Cuba ha impedido el progreso de los cubanos, porque es una amenaza a su poder absoluto y, como odia a los cubanos y a la verdad, se ha dedicado a sembrar el odio, la división y la confrontación, ha tergiversado la historia recurriendo a las mejores tácticas propagandísticas de Goebbles y Stalin, ha cambiado las leyes y las ha adaptado para garantizar su permanencia en el poder y disfrute de todo el patrimonio nacional cubano.

Pinochet y Batista, robaron, asesinaron y torturaron, pero ninguno con la cantidad e intensidad de Castro, ni tampoco pudieron destruir ni a Chile ni a Cuba. Castro quien hace 58 años pretendía teorizar profundamente sobre el derecho a rebelarse contra los tiranos, e inclusive a matarlos, sí ha logrado, como el peor de los tiranos hispanoamericanos, asesinar, encarcelar, torturar y desterrar a millones de cubanos, y, aun peor, destruir minuciosamente la nación cubana.

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Añadido por el bloguista de Baracutey Cubano

Tomado de http://es.answers.yahoo.com


Joseph Goebels, encargado del Ministerio de Propaganda de la Alemania Nazi, quién tenía la función de controlar los medios y formas en que la comunicación llegaba al pueblo

Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad

“Miente, miente, que al final algo quedará... ...cuanto más grande sea una mentira, más gente lo creerá..." Joseph Goebbels, ministro de Propaganda nazi.

Goebbels era un genio de la propaganda. Unos famosos principios impulsaron su trabajo.Todavía son usados hoy en día como herramienta propagandística. Son estos:

Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.

Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. "Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.

Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.

Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas.

Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.

Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa "como todo el mundo", creando una falsa impresión de unanimidad.