La renuncia que tuvo que hacer Richard Nixon a la Presidencia de los EE.UU. es una de las más relevantes pruebas de la independencia de poderes en el gobierno de los EE.UU.. No obstante, eso no es nada nuevo: un ejemplo de esa independencia de poderes con relación a Cuba fue la devolución de lo que quedó del cargamento de la expedición de ¨La Fernandina¨ preparada por José Martí para el levantamiento del 24 de febrero de 1895 y con el iniciar la Guerra de Independencia de i895en Cuba. El Ejecutivo norteamericana había tenido (EE.UU. y España tenían relaciones diplomáticas) que incautar el cargamento y los barcos ante una denuncia muy precisa y detallada del gobierno español de los preparativos que se estaban llevando a cabo para enviar esa expedición beligerante a Cuba; parte del cargamento fue lanzado al mar para que no fuera incautado. A los quince días José Martí, mediante la gran ayuda del periodista, abogado y gran amigo suyo y de la causa de la independencia cubana Horatio S. Rubens, recuperó judicialmente lo que había sido incautado. De esa recuperación casi no se habla en Cuba pese a que la periodista Nydia Sarabia en su libro Noticias confidenciales sobre Cuba : 1870-1895 escribe sobre esa recuperación. El comportamiento de la tiranía Castrista no es por ignorancia; ella conoce muy bien esa independencia de poderes y la usa para lograr sus objetivos aunque públicamente niegue esa independencia; así es de perversa.
Tomado de http://www.cubaencuentro.com/
El espía se va de viaje a Cuba
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La separación de los poderes del Estado es una realidad en Estados Unidos
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Por Eugenio Yáñez
Miami
21/03/2012
Una semana atrás señalé, con relación a la solicitud de viajar a Cuba del espía en libertad condicional René González, que el Gobierno de Estados Unidos no podía tomar ninguna decisión al respecto “ya que eso corresponde a los tribunales, que decidirán teniendo en cuenta lo que consideren apropiado, y nada más”.
De inmediato, los brigadistas de respuesta rápida digital, muy doctamente, señalaron que mi escrito era una “escandalosa apología del sistema estadounidense” y que “el articulista no sabe que es una falacia eso de los tres poderes”. Pasaron solamente seis días cuando la decisión de la jueza federal de autorizar la visita demostró que los defensores del totalitarismo cubano necesitan urgente actualización política y cultural, pues la representante del Poder Judicial de EEUU autorizó lo que el Poder Ejecutivo recomendaba no permitir, y que una influyente congresista (Poder Legislativo) consideraba un tremendo error consentir.
Así de sencillo. No hicieron falta tratados académicos ni citas de “clásicos”: bastó simplemente leer las noticias, porque en una verdadera democracia lo normal es que las instituciones funcionen y que nadie esté por encima de las leyes, ni siquiera los gobernantes. No pretendamos que quienes defienden dictaduras en estos foros e intentan desacreditar a quienes escribimos como personas libres que somos ―¡cuanto deben envidiarnos!― sean capaces de reconocer su error: si tuvieran memoria, o vergüenza, no serían lo que son; pero tampoco vale la pena dedicarles demasiado tiempo.
(René González)
Con relación al espía que viaja a Cuba, los cubanos libres no debemos tomar el asunto como algo personal: si fue autorizado para hacerlo por quien correspondía por ley, pues que tenga buen viaje. Nuestra libertad es nuestra fortaleza. Y desde el punto de vista estrictamente humanitario, no nos desmerita para nada desearle que pueda compartir con su hermano gravemente enfermo difíciles momentos que tal vez sean los últimos en que puedan estar juntos.
Precisamente por eso, sería muy conveniente que tanto el régimen cubano como el propio espía mantengan el viaje en el terreno “humanitario”, sin pretender buscarle cortapisas propagandísticas ni réditos políticos a lo que debería ser un encuentro familiar y privado, doloroso y triste, estando de por medio la salud y la vida de un ser querido.
Habrá que ver si la dictadura cubana es capaz de respetar el carácter humanitario de la situación o si sucumbe a la tentación de politizar el escenario con la cantaleta de “los cinco héroes” y todo lo demás que tiene hastiados a todos dentro de la Isla, en su absurdo intento de pretender, con presiones y alborotos para confundir cubanos de a pie, tontos útiles, o “antiimperialistas” en todo el planeta, interferir en la administración de justicia del país más poderoso del mundo.
Sobre lo de que no tenga contactos con oficiales de inteligencia cubanos durante su visita a Cuba es como pedirle al alacrán que no clave al aguijón. Y Estados Unidos no tiene manera de mantener control sobre esa situación, ni aunque todo el personal de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, más todos los diplomáticos de naciones aliadas, trataran de saber lo que sucede cuando el visitante esté fuera de las candilejas. Pero eso era sabido desde antes que se autorizara el viaje por la jueza, pues esa solicitud del Departamento de Justicia era tan ingenua como considerar que Irán no pretende fabricar armas nucleares, que Corea del Norte desea sinceramente la paz, que el Papa recibirá a los disidentes en Cuba, o que Santa Claus baja por las chimeneas.
(Foto de archivo: Allan Gross y familia)
Por otra parte, cualquier relación política bilateral que se base en el respeto y no en la imposición, requiere acciones y reacciones de ambas partes. Una vez autorizado el viaje del señor René González, no debe olvidarse que existe otra situación humanitaria del otro lado, que requiere una autorización del Gobierno cubano: el señor Alan P. Gross, ciudadano norteamericano cumpliendo condena en Cuba ―dejemos a un lado ahora si justa o injustamente― ha solicitado un permiso humanitario para visitar a su madre, también enferma de cáncer, y se sabe que también su hija padece de esa enfermedad.
En los temas humanitarios no deben primar ideologías ni intereses políticos, sino aspectos estrictamente humanos. El corazón del señor René González no es mejor ni peor, ni mayor ni menor, que el del señor Alan P. Gross. Si uno tiene a un hermano sufriendo un grave cáncer, el otro tiene una madre en la misma situación. No tiene sentido pretender que lo que vale para un caso no valga para el otro: si un elemental humanitarismo justifica una autorización, eso mismo justifica la otra. Cualquier otro razonamiento sería una impúdica falacia.
Que no vengan a decirnos ahora que uno ya cumplió muchos años de cárcel y ahora se encuentra en libertad condicional, mientras el otro debe cumplir todavía bastante tiempo, porque ese no es el tema: el tema es si uno puede querer a su hermano más que lo que el otro puede querer a su madre. Que no nos digan que el de La Habana cumple condena de acuerdo a las leyes del país, porque el de Florida también la cumple de acuerdo a las leyes de este país, porque ese no es el tema: el tema es si uno puede querer a su hermano más que lo que el otro puede querer a su madre. Que no nos digan que los prisioneros en Florida lo son por motivaciones políticas, como si el de la Isla lo fuera por motivaciones esotéricas, musicales o folklóricas, porque ese no es el tema: el tema es si uno puede querer a su hermano más que lo que el otro puede querer a su madre.
Como dije más arriba, “desde el punto de vista estrictamente humanitario, no nos desmerita para nada desearle [al espía] que pueda compartir con su hermano gravemente enfermo difíciles momentos que tal vez sean los últimos en que puedan estar juntos”. ¿Tendrán la dictadura cubana, y sus papagayos-comentaristas que la defienden a toda costa, la dignidad y el corazón necesarios para autorizar al señor Gross y desearle lo mismo con relación a su señora madre?
Ojalá. No por la dictadura, sino por el señor Gross.
© cubaencuentro.com
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La red Avispa en contra de la seguridad de los EE.UU.
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