Tania Díaz Castro desde Cuba sobre la defensa de Mariela Castro a los derechos de los homosexuales: Y EL GRAN REBAÑO ¿QUÉ?
Por Tania Díaz Castro
Santa Fe
Una excelente crónica de la colega Leannes Imbert, de Cubanet, me ha sugerido buscar la Declaración de los Derechos Humanos, aprobada en las Naciones Unidas en 1948. Quería comprobar que entre sus líneas está implícita la libertad sexual entre los hombres y las mujeres, puesto que nacen con los mismos derechos y libertades fundamentales iguales e inalienables.
Quiere esto decir que si la doctora Mariela Castro, la hija del dictador Raúl Castro, luchara en realidad por la libertad sexual de los homosexuales, tendría que apelar a que se respete la Carta de la ONU, como única fórmula para lograr una mejor calidad de vida para todo el pueblo cubano, un documento que el régimen castrista lleva pisoteando más de medio siglo.
Siempre me pareció que Mariela se traía entre manos algo que aún no he podido descubrir. Me resultaba sospechoso que defendiera tanto a las minorías sexuales, sobre todo si son homosexuales, y a pesar de que la señora no es homosexual. ¿Acaso el padre le pidió que llevara a cabo esa estrategia política, para sumar, puesto que son muchos los que pertenecen a ese gremio, en medio de una población cansada de dictadura y una clase trabajadora mal pagada que simula trabajar?
Por los años cincuenta, en el otro corto y blando gobierno dictatorial, había numerosos clubs nocturnos donde bailaban hombres con hombres y mujeres con mujeres, sin que nadie lo impidiera o lo viera mal. Había libertad para la calidad de vida de cada cubano. Y si algo estaba prohibido, era la colocación de bombas en lugares públicos, disparar piedras, palos y tiros a la policía nacional, matar por la espalda a políticos destacados y asaltar cuarteles militares, medidas terroristas que llevó a cabo Fidel Castro a través de su organización clandestina para la toma del poder. Ni siquiera estaba prohibido escribir contra el gobierno en la prensa nacional, como él lo hacía, siendo enemigo de Batista.
Si la doctora Mariela usara la Carta Universal para defender a todo el rebaño cubano de la Isla, al cual dignamente no pertenecemos los opositores, disidentes y periodistas independientes, yo respetaría su trabajo como sexóloga, a pesar de ser la hija de un dictador. O comenzaría a respetarlo si se indemnizara a todos aquellas personas, víctimas de los campos de concentración –UMAP-, muchos de los cuales aún viven en el exilio y en Cuba; se editara la obra completa de Reinaldo Arenas, que está prohibida en la isla y reabriría los clubes que antes fueron de los homosexuales, como el Club 21, para que esa minoría sexual pueda tener verdaderos ratos de expansión.
Pero de la forma como ella defiende al rebaño de homosexuales: viajando al extranjero, haciendo propaganda a favor de la dictadura de su familia y simulando solidaridad a quienes fueron prohibidos y maltratados por orden de los dueños de la Isla, sólo puede obtener de mí la trompetilla más altisonante y prolongada.
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