Circo “constitucional” en Caracas
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Una farsa en Venezuela, con desinformación desde Cuba, avalada por gobernantes de América Latina
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Por Eugenio Yáñez
Miami
09/01/2013
E
ste 10 de enero correspondería la juramentación de Hugo Chávez como presidente electo de Venezuela para el período 2013-2019, de acuerdo a lo que dispone la constitución de ese país. Sin embargo, en ese gigantesco Macondo latinoamericano que cubre casi todo el continente que llamamos Nuestra América, cualquier cosa puede suceder.
Ya se sabe que Chávez no podrá estar en Caracas para jurar el cargo. Entonces, mientras los juristas serios y los opositores pretenden razonar desde la jurisprudencia, la legalidad y el sentido común, como correspondería a un Estado de derecho, el chavismo razona con los argumentos del poder y la fuerza, como corresponde a una democracia ficticia controlada por ellos.
Por eso, lo que se ha preparado es un gran circo, con una peculiar “interpretación” de la Ley Fundamental del país, a cargo de un Tribunal Supremo de Justicia que disciplinadamente recibe órdenes y actúa en consecuencia. De manera que se dará legitimidad “constitucional” a una maniobra política basada en un malabarismo, con el apoyo masivo de infinidad de vociferantes manifestaciones populares en todo el país y, por si fuera poco, coronada con un concierto en la prestigiosa Sala Teresa Carreño, donde se espera la presencia de jefes de Estado latinoamericanos.
A pesar de eso, tan claramente orquestado, se siguen repitiendo en la prensa, tanto tradicional como digital, errores interpretativos y analíticos que resultan muy convenientes al chavismo y a los mandarines de La Habana, desde donde muchas veces tales distorsiones son inducidas sutilmente. Veamos varios ejemplos:
Hay médicos y periodistas que insisten en que reciben información sobre el estado de salud de Hugo Chávez desde fuentes de inteligencia cercanas al mandatario venezolano. No pongo en duda la credibilidad de esos profesionales que hacen públicas esas informaciones que reciben, pero me hago una pregunta práctica: si varias veces una información sensible y fresca sobre la salud del caudillo venezolano se desliza al exterior y se hace pública casi de inmediato, sin que se detecte la fuente de la filtración y se actúe en consecuencia, o los sistemas de contrainteligencia no funcionan en Cuba, o los encargados de su funcionamiento no están haciendo su trabajo.
Comparativamente, recordemos que Fidel Castro fue operado hace casi seis años y medio, y a estas alturas, ¿qué se sabe con exactitud? Casi nada. Entonces, ¿cómo es posible que con relación a Hugo Chávez las cosas se filtren con tantos detalles y supuesta precisión casi el mismo día o de un día para otro? No me digan que porque puede haber médicos venezolanos o brasileños que conocen lo que está sucediendo, o que alguno de los familiares cercanos a Chávez puede estar hablando demasiado. ¿Vamos a creer que esos médicos, porque no son cubanos, o los familiares de Chávez, no están vigilados por los órganos de contrainteligencia del régimen?
Más elemental sería pensar que tales “fuentes” están bajo control de la seguridad —porque se detectó y neutralizó el origen de la filtración, o se fabricó una conveniente “fuente”— y filtran sistemáticamente desinformación que le interesa al castrismo y al chavismo, la que tan candorosamente se reproduce desde Miami o España hacia todo el mundo.
No estoy pretendiendo sugerir que las condiciones de salud de Hugo Chávez no sean delicadas y complejas; pero para hacerme idea de lo que pueda estar sucediendo baso mi análisis en lo escueto e impreciso de las informaciones oficiales sobre el tema, en el hecho de que hace casi un mes que fue operado y no se ha visto ni una fotografía ni se ha escuchado una palabra del paciente, y en que ni jefes de Estado amigos han sido autorizados a visitarlo. Pero no en las “sensacionales” revelaciones que parten de “fuentes de inteligencia” que tanto alboroto causan, pero no mucho más.
Además, tampoco me creo que la decisión para una eventual “desconexión” de los equipos que mantendrían con vida al presidente esté en manos de una hija de Chávez. Con todo el respeto hacia su familia, hay que considerar que Chávez es visto por los Castro como un “medio básico” en su inventario, y que las decisiones que tienen que ver con la vida del venezolano se toman no de acuerdo a lo que opine la familia, sino en base a los intereses de “la revolución”.
Otro mito que va ganando fuerza es una supuesta fractura en las fuerzas armadas venezolanas, que pudiera conducir a choques armados. Es cierto que hay grupos de militares profesionales apegados a la constitución y las leyes, así como chavistas duros y narcogenerales, pero en los mecanismos del poder real han sido colocados militares que responden al chavismo y todo lo que representa y, que no se olvide, todos esos altos cargos militares han sido profundamente evaluados e investigados por la seguridad cubana en Venezuela antes de ser ascendidos y promovidos.
Además, para que no haya confusiones: no es necesario controlar la totalidad de las fuerzas armadas para asegurar el poder en el país. Si los mandos principales en la aviación, la división de tanques, los regimientos de infantería, y la marina, responden al chavismo —como sucede en la actualidad— las posibilidades de un enfrentamiento entre militares se reducen considerablemente, porque quienes no comulgan con el chavismo estarían en desventaja de fuerzas y medios.
Otro mito que puede ser perfectamente alimentado desde La Habana es la supuesta lucha por el poder en estos momentos entre Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Se sabe que ambos provienen de sectores diferentes (el sindical y el militar), tienen sus propios intereses y sus propios grupos. Pero hasta ahí. Tal enfrentamiento se podría explicar perfectamente si olvidamos que, cuando se trata de la supervivencia de un régimen de facto, las ambiciones personales se subordinan al instinto de conservación: quienes tengan dudas sobre este aspecto, pregúntenle a Raúl Castro y Ramiro Valdés, que cuando el Comandante parecía que terminaba su vida, supieron limar asperezas en aras de mantenerse ambos a flote, antes que quedar fuera los dos por una lucha absurda que no llevaría a ningún lugar.
Habría que olvidar, además, que Nicolás Maduro y Diosdado Cabello se reunieron en La Habana a finales de diciembre, y de seguro que no fue para comerse juntos las doce uvas de fin de año, sino para definir las reglas del juego, junto a los hermanos Castro y a ¿Hugo Chávez? Sobre este punto regresaré más adelante.
Es infantil pensar, como se repite tanto, que Maduro no desea que Cabello, como presidente de la Asamblea Nacional, se convierta en presidente provisional de Venezuela y convoque a elecciones en treinta días, como establece la Constitución venezolana, porque Maduro no podría ganarle a la oposición; o que Cabello no quiere hacerlo porque con eso debilitaría a Maduro y fortalecería sus aspiraciones personales. ¡Pamplinas!
En primer lugar, en elecciones presidenciales que se lleven a cabo en Venezuela en los próximos meses, me duele tener que decirlo, no parece que ninguna opción opositora, con las divisiones internas y falta de estrategias que demuestran, podría derrotar al candidato del chavismo, quienquiera que fuese. Sin olvidar, además, todas las ventajas que disfrutaría el oficialismo en tales elecciones. No es saludable seguir hablando del 45 % de votos que logró Capriles en las presidenciales de octubre, mientras se ignora la debacle del 16 de diciembre en las elecciones para gobernadores, donde el oficialismo ganó 20 de las 23 en disputa.
Y eso nos lleva a considerar otro mito que merece análisis en esta línea de pensamiento: ¿por qué, entonces, el chavismo no aplica estrictamente la Constitución venezolana, elige un presidente provisional que convoque a elecciones en treinta días, y desbanca a la oposición para los próximos seis años? Que se cumpliera la Constitución al pie de la letra sería lo peor que le podría pasar hoy a la oposición venezolana, aunque siga reclamando, sorprendentemente, el cumplimiento de tal Constitución.
Y la respuesta a ese ¿por qué? no es fácil encontrarla en alguna parte, aunque sea tan evidente: porque el castrismo todavía no considera a Hugo Chávez fuera del juego. Así mismo: porque el castrismo aún no considera a Hugo Chávez fuera del juego. Es decir, porque piensa que aún hay posibilidades de que el caudillo pueda ser juramentado como Presidente de Venezuela —aunque esa acción se haya definido ahora como “formalismo”— y que de inmediato designe al delfín Nicolás Maduro como Vicepresidente ejecutivo, por noventa días prorrogables por una sola vez. A partir de ese momento, aunque Chávez falleciera o debiera abandonar el poder por un delicado estado de salud, no serían necesarias elecciones presidenciales hasta el 2019.
Eso no tendría sentido si Hugo Chávez estuviera muy grave y hasta en “coma inducido”, ¿no? Bueno, eso es lo que dicen continuamente quienes reciben información de “fuentes de inteligencia” exclusivas. Si fuera así, claro que no tendría sentido considerar que Chávez todavía no está fuera del juego.
Sin embargo, si esas “fuentes de inteligencia” estuvieran continuamente generando desinformación de acuerdo a los intereses del castrismo y el chavismo, entonces la situación sería diferente, y claro que tendría sentido.
¿Ciencia ficción? Para nada. Simplemente, análisis de posibles escenarios, variantes en las que parece que no se ha pensado demasiado.
Para aquellos que siempre tienen respuesta para todo, nada de esto tiene sentido. Yo, que ni tengo ni pretendo tener respuesta para todo, me conformo con tener la mayor cantidad posible de interrogantes.
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