2013: El año de los mameyes
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Aplastada por más de medio siglo de dictadura, la nación comienza a dar señales de vida.
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Por Miguel Sales Figueroa
Málaga
02-01-2013
2013 promete. Empieza con la moribundia de Hugo Chávez, interpretada en clave disonante por el canciller y heredero en funciones Nicolás Maduro, la prensa cubana y el coro de plañideras y plañideros (de miembros y miembras, diría una ex ministra española, adicta a la jerga de la corrección política) del gobierno de Caracas.
¿Se acuerdan de Venecuba o Cubazuela? Para los legos: fue un proyecto nonato de federación transcaribeña, como esas entelequias de fusión que Gadafi protagonizó junto a otras satrapías árabes y que duraron lo que un merengue a las puertas del desierto. Venezuela ponía el petróleo, Cuba los médicos y la policía, y todos tan contentos.
El montaje funcionó, si no de jure, al menos sí de facto, mientras duró el auge de la economía mundial y los precios del crudo siguieron subiendo. Los últimos años de recesión y mercados revueltos han puesto de relieve la escasa viabilidad de la utopía. Amén de que el caudillismo bicéfalo es una contradicción en los términos, un oxímoron, un híbrido imposible. Hace un rato que no se habla de la entelequia, ni en Cuba ni en Venezuela.
Ahora que nadie apuesta ya por la resurrección de Chávez, comienza una etapa de grave incertidumbre para los jerarcas del castrismo. Es falso que la casta militar-financiera de La Habana lo tenga todo atado y bien atado. Ni supieron prever lo que se les venía encima después de 1989 (a pesar de que la URSS no desapareció hasta dos años después) ni podrán preverlo ahora. Si no lo tienen bien atado en la Isla, donde la moringa del Viejo y la bilis del Hermanísimo todavía les ponen la carne de gallina, mucho menos lo tendrán en Venezuela, donde la olla de grillos puede alborotarse en cualquier momento y el control ejercido a larga distancia parece mucho menos eficaz.
Este año se abre además con peores perspectivas económicas en Cuba y en otros lugares del mundo que le resultan esenciales al régimen cubano. El turismo afloja, el níquel no va bien, la agricultura no se recupera y, aunque el Estado consiga algún ingreso adicional gracias a los tributos que tendrán que pagar desde ahora las cartománticas, los domadores de perros y los peladores de frutas, no hay solución a la vista para el problema de la deuda, que es una de las mayores del mundo en términos per cápita.
Las historiadas reformas que el Gobierno ha venido aplicando a cuentagotas no consiguen reanimar a la anémica economía nacional. La falta de resultados no sorprende a casi nadie. La ineficacia radical del socialismo no se cura con dosis homeopáticas de mercado. Como dicen los rusos, el comunismo es la manera más larga y dolorosa de pasar del capitalismo al capitalismo. Los cubanos lo están comprobando estos años en su propio pellejo. Saben que al final, el régimen no tendrá más remedio que adelgazar el Estado, suprimir controles y dejar que la economía crezca por el esfuerzo y la ambición de la gente, eso que los académicos denominan la sociedad civil. Pero como esas medidas van a acarrear efectos políticos nocivos para el partido único y el comandante único, los miembros de la gerontocracia tratan de aplazarlas lo más posible.
Al mismo tiempo, la demografía sigue cayendo en picado. Los jóvenes se marchan, los viejos viven cada vez más tiempo y los costos de sanidad y bienestar social aumentan irremisiblemente. Es cierto que una parte cada vez mayor de esos gastos los sufragan ahora los exiliados y la seguridad social estadounidense. Pero ese margen es inelástico, como dicen los economistas.
En general, 2013 no trae consigo otra perspectiva que no sea el lentísimo hundimiento de una absurda y anacrónica manera de regimentar la sociedad y la economía que ya despareció o está en vías de hacerlo en el resto del mundo, con la excepción de Corea del Norte, país hermano que, curiosamente, no recibe mucha cancha en la prensa y la propaganda cubanas.
Cincuenta y cuatro años de castrismo, socialismo, comunismo, marxifascismo, post comunismo, sultanismo o como quieran llamarle a ese tsunami de crueldad, estupidez e ineficiencia que ha barrido el país en cámara lenta durante tres generaciones. Ese sistema absurdo y paralítico que los sochantres del castrismo todavía llaman, sin ironía, "la revolución", y que no es un proceso sino un quiste. Pero, por primera vez en más de medio siglo, la nación comienza a dar señales de vida. Es cierto que solo son débiles pulsaciones. Pero empieza a respirar, aunque todavía sigue aplastada por el fósil descomunal del Estado, que quedó en pie tras la meteórica extinción de 1989.
Como recuerda el verso de Machado, "no está el mañana —ni el ayer— escrito". 2013 puede ser el año de los mameyes. Feliz Año Nuevo.
1 Comments:
Matalos diferente por curiocidad argumentate sobre los 5 mafiosos ramonvazquez679758@gmail.con el hermano de moises faroy
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