Charles Krauthammer sobre la estrategia de Barack Obama en las negociaciones sobre el abismo fiscal: NO ES OTRA COSA QUE UNA JUGADA POLÍTICA
NO ES OTRA COSA QUE UNA JUGADA POLÍTICA
Por Charles Krauthammer
Traducción de Alfredo M. Cepero
(English version follows)
Es importante que entendamos la estrategia de Obama en las negociaciones sobre el abismo fiscal. No tienen nada que ver con la economía ni con una verdadera reforma fiscal. Tienen todo que ver con política. Son la segunda etapa de la campaña política de 2012. Las elecciones lo ratificaron en el cargo. Las negociaciones sobre el abismo fiscal tienen por objeto destruir la posición republicana y garantizarle una total supremacía política. Algo que él se considera haber ganado con su margen de victoria de 2.8 por ciento el día de las elecciones.
Esta es la razón por la cual mandó al Secretario del Tesoro, Tim Geithner, a que presentara a los republicanos no un esquema de negociación sino la exigencia de una rendición incondicional. El Presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, había hecho una oferta de paz de 800,000 millones de dólares en nuevos ingresos. Geithner, después de ignorar los 800,000 millones, exigió 1.6 MILLONES DE MILLONES (1.3 TRILLONES) en impuestos, ofreció una risible reducción de gastos por debajo de los gastos de un nuevo proyecto de estímulo para el 2013 y demandó que el Congreso renuncie a su mandato constitucional y ponga en manos del presidente el poder de aumentar por sí mismo el tamaño de la deuda nacional.
Boehner quedó paralizado y Mitch McConnell se rió a mandíbula batiente. En tiempos más nobles, los republicanos le habrían dado a Geithner una pistola y una apresurada cita en manicomio. Sin embargo, a la semana siguiente, Boehner hizo otra proposición para reducir los gastos que también fue rechazada por la Casa Blanca.
¿Qué es lo que está pasando? Después de despojar a Boehner de su espada y de su camisa, Obama manda a Geithner a que le quite los pantalones. Quizás esto es lo que quiere decir Obama cuando habla de un enfoque equilibrado.
El presidente pretende que la oferta de Boehner para aumentar los ingresos por medio de la reducción de las deducciones, en vez de aumentando las tasas impositivas, es fiscalmente imposible. Pero el 22 de julio de 2011, Obama dijo que era posible obtener ganancias adicionales en la cantidad de 1.2 MILLONES DE MILLONES (1.2 TRILLONES) sin aumentar las tasas impositivas. Que esto podría lograrse con solamente eliminar lagunas impositivas, algunas deducciones y poniendo en marcha un proceso de reforma fiscal. Esa es exactamente la última oferta de los republicanos.
En cuanto a los efectos curativos sobre la deuda de las exigencias de Obama de aumentar las tasas impositivas a los ricos, dicho aumento reduciría el déficit presupuestario de 2012 de $1.10 MILLONES DE MILLONES a $1.O2 MILLONES DE MILLONES. Un error garrafal o un chiste mal gusto.
La abundancia de esta sarta de tonterías se debe a que el objetivo de Obama en estas negociaciones no es económico sino político. No es solucionar la crisis de la deuda sino dividir a la mayoría republicana en la Cámara de Representantes. Lograr que Boehner se rinda, acceda a la aprobación del aumento de impuestos con ayuda de los votos demócratas proporcionados por Nancy Pelosi y desatar una guerra civil entre los republicanos.
No importa que Boehner sea despojado de la presidencia de la Cámara. De todas maneras, los republicanos de la Cámara serán castrados y Obama quedará en control del gobierno para convertir en realidad el estado todopoderoso que es el centro de su ideología.
Este es el colmo de la política partidista. Nada más ni nada menos. Obama jamás ha mostrado un verdadero interés en la reducción de la deuda. No mueve un dedo en los primeros dos años de su gobierno. Y en los otros dos ignora las recomendaciones de la comisión de reducción de la deuda nombrada por él mismo. En menos de cuatro años ha aumentado la deuda pública de los Estados Unidos en la proporción alucinante del 83 por ciento. Como porcentaje del Producto Interno Bruto--la mejor forma de medir la solvencia nacional--ha subido del 45 al 70 por ciento.
En ningún momento Obama ha sugerido en público reducciones estructurales a los beneficios garantizados (entitlements). Por el contrario, ha creado un nuevo beneficio garantizado--Obamacare_- que, según la Oficina del Congreso sobre Presupuesto, aumentará los gastos en $1.7 MILLONES DE MILLONES.
¿Qué tiene el presidente en la cabeza? ¿No vislumbra Obama en el horizonte un verdadero abismo económico--un colapso del tipo europeo ocasionado por una deuda insostenible? Quizás, pero su mayor interés parece ser completar su agenda de transformar radicalmente a los Estados Unidos en una social democracia europea. Dejar en manos de sus sucesor--probablemente un republicano-- la ingrata labor de aumentar los impuestos a la clase media, sobre cuyos hombros caerá la responsabilidad de sanear la economía.
También es posible que a Obama le dé un ataque de religiosidad y emprenda una reforma de los beneficios garantizados en este segundo período de gobierno. Pero lo hará únicamente después de destruir a la oposición republicana, para hacerlo de acuerdo con su agenda ideológica.
¿Qué deben hacer los republicanos? Dejar de hacer concesiones. Si Obama persiste en su intransigencia dejarlo que sea él quién nos lleve al abismo fiscal. Y acto seguido, hacer que la Cámara de Representantes, que tomará posesión antes que el presidente, apruebe una restauración total de las reducciones de impuestos implementadas por George Bush.
Obama responderá con su ritornelo de aumentarle los impuestos a los ricos, al tiempo en que los mercados se estremecen y la economía se derrumba bajo sus pies.
¿El resultado? Estaremos de nuevo al comienzo del camino, pero con un campo de juego más igualitario. Obama se verá obligado a confrontar un aumento de la deuda y un límite de la misma a muy corta distancia. Sin embargo, lo más importante es que los republicanos mantendrán su unidad y su autoestima, además de sus pantalones.
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