Nota del Bloguista
Excelente artículo. Sólo le señalo que debió puntualizar que la reforma a la Constitución de 1940 mediante los Estatutos Castristas de febrero y marzo de 1959, iban muchos de ellos en contra de la Constitución de 1940 y que fueron hechos e impuestos sin haber una Constituyente y mucho menos un proceso de elección por parte del pueblo para seleccionar a los constituyentes, ni discusión pública. Fueron impuestos a c....... Fue el momento en que el régimen de facto se acuñó como una tiranía .
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Tomado de
http://www.diariodecuba.com/l
La FEU: misión por encargo
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La subordinación a un gobierno, a un partido y a una ideología desnaturaliza a la FEU y niega la historia de la universidad.
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Por Dimas Castellanos
La Habana
24 Jun 2013
La transmisión diferida de algunos momentos del VIII Congreso de la FEU, celebrado en La Habana entre el 12 y el 14 de junio, trajo a mi memoria la tesis expuesta por el filósofo y ensayista español José Ortega y Gasset en su libro Misión de la Universidad y otros ensayos afines.
Entre otros criterios escuché a los delegados decir: "lo que se hace en el Congreso no es lo que se hace siempre", "tenemos que llegar al estudiante que no comparte nuestro criterio", "existe una separación entre el presidente de la brigada y la masa estudiantil", "los estudiantes no aprovechan la instancia de la brigada para expresar abiertamente sus inquietudes", "nos ha hecho daño el paternalismo", "a las generaciones anteriores no le planificaban las actividades".
Si a lo anterior se une que la declaración final del evento plantea que "no hay mayor responsabilidad y tarea para los hijos del Alma Mater, que la defensa de la continuidad de la Revolución y el Socialismo"; y que en las palabras de clausura, el vicepresidente del Consejo de Estado, Miguel Diaz-Canel, expresó que "Cuba cuenta con sus jóvenes para defenderla y preservar y continuar la Revolución", se comprende que la actual misión de la FEU no emerge de su naturaleza e historia, sino de un encargo.
Teniendo en cuenta la validez de la tesis de Ortega y Gasset cuando afirma que "la raíz de la reforma universitaria está en acertar plenamente con su misión; que ello significa vivir a la altura de los tiempos y que eso tiene que ser antes y más que ninguna otra cosa la Universidad"; tenemos que convenir que la subordinación a un gobierno, a un partido, a una ideología y a la generación que encabezó una revolución el pasado siglo, desnaturaliza a la FEU y niega la historia de la universidad, como lo demuestra una mirada retrospectiva a vuelo de pájaro.
Lucha por la autonomía universitaria
En 1842, cuando la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana fue secularizada y rebautizada como Real y Literaria Universidad de La Habana, tuvo lugar una reforma dirigida a igualar los estudios universitarios de Cuba con los de España y a crear cátedras que respondieran a la época.
En 1878 las reformas introducidas por los acuerdos del Pacto del Zanjón, le devolvieron el derecho de conferir grados de doctor y le concedieron gran parte de las aspiraciones de los catedráticos e intelectuales. En 1885, se dispuso que cualquier profesor universitario pudiera ocupar el cargo de rector. Y en 1898 los cargos de rector, vicerrector y decano de facultad pasaron a ser electivos por el claustro universitario.
En 1899, cuando el alto centro docente pasó a denominarse Universidad de La Habana (UH), se instauró el Plan Lanuza y poco después, para adaptarlo a las necesidades de la época, fue reemplazado por el Plan Varona, que fue la más radical reforma de los estudios universitarios hasta entonces.
Los primeros estatutos de la etapa republicana (1910) definían a la universidad como un organismo superior docente, de carácter nacional, con uso de sello propio y autonomía en todo lo que se contrae a su régimen interior; gobernada por un rector, un consejo universitario y un claustro general. Y en diciembre de 1921, el sabio naturalista Carlos de la Torre y Huerta, al tomar posesión como rector, esbozó un programa dirigido a lograr la autonomía universitaria.
En ese contexto, la participación del estudiantado en la depuración del profesorado y en la reforma universitaria se aceleró a raíz de la propuesta de conferir el título de Dr. Honoris Causa a los generales norteamericanos Leonard Wood y Enoch H. Crowder. De esa oleada de protestas emergió la fundación de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), en diciembre de 1922.
A partir de ese momento la lucha por la autonomía universitaria ocupó el centro de las luchas de un estudiantado que actuaba con criterios y objetivos propios. Esas actividades se intensificaron a partir de 1922, año en que el rector de la Universidad de Buenos Aires impartió en el Aula Magna de la UH la conferencia Evolución de las universidades argentinas, que dio lugar a la reforma universitaria iniciada en Córdoba, cuyo eje central era la autonomía y la intervención del estudiantado en el gobierno universitario.
En enero de 1923, después que la FEU elaboró un proyecto dirigido a la obtención de la personalidad jurídica y la autonomía de la UH y el Dr. Enrique José Varona propuso una comisión mixta de profesores y alumnos para estudiarlo, al ser aprobado por el claustro general, el rector, estudiantes y profesores marcharon al Palacio Presidencial para entregarlo al presidente de la República, mientras Fernando Ortiz presentaba a la Cámara de Representantes un proyecto de ley para ese fin.
Finalmente, en marzo de 1923, el Gobierno dictó el decreto presidencial que consagraba el principio de intervención del estudiantado en el gobierno de la universidad. Un avance reformista impetuoso que desembocó en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes.
A pesar de que en 1925 la Asamblea Universitaria fue disuelta y la FEU ilegalizada, cuando se planteó la prórroga de poderes de Gerardo Machado en 1927, los estudiantes organizaron una manifestación e hicieron público un manifiesto firmado por el Directorio Estudiantil Universitario (DEU). Tres años después, cuando se produjo la manifestación en que cayó mortalmente herido Rafael Trejo, se creó el DEU de 1930, que lanzó un manifiesto rechazando todo tipo de conciliación con el Gobierno y en 1933 llamó a la insurrección armada y a formar un gobierno provisional.
Durante el gobierno de los Cien Días, encabezado por Ramón Grau San Martín, se emitió el Decreto Ley 2059 mediante el cual se puso en vigor la autonomía universitaria, la que quedó sin efecto al fracasar la huelga de marzo de 1935, hasta su restitución el 9 de enero de 1937. Finalmente, la autonomía universitaria quedó refrendada así en la Carta Magna de 1940: "La Universidad de La Habana es autónoma y estará gobernada de acuerdo con sus Estatutos y con la Ley a que los mismos deban atemperarse".
Apoyado en la utonomía, la FEU participó activamente en lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. En 1955 se creó el Directorio Revolucionario, entre cuyas acciones se destacaron la Carta de México, firmada por José Antonio Echeverría y Fidel Castro, el ataque al Palacio Presidencial y la participación en la lucha guerrillera.
Después de 1959
En 1959, en lugar restablecerse la Constitución de 1940 —como se había pronunciado en La historia me absolverá— se reformó para conferir al primer ministro las facultades de jefe de gobierno y al Consejo de Ministros las funciones del Congreso. Todo ello en un contexto enrarecido por el diferendo los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, de lo que resultó el desmontaje de las instituciones y espacios cívicos que había posibilitado el triunfo revolucionario, entre los cuales estuvo la autonomía universitaria.
En el contexto de la crisis generada por la expulsión de un alumno de la Escuela de Ingeniería, que condujo a que la dirección de dicha escuela fuera asumida por los alumnos y profesores revolucionarios, el Consejo Superior de Universidades, que había sido creado en diciembre de 1960, acometió la nueva reforma universitaria.
Carlos Rafael Rodríguez resumió el alcance de dicha reforma en tres preguntas: ¿Qué, cómo y quiénes van a estudiar? El qué y el cómo respondían a la nueva situación creada con el poder revolucionario. En cuanto al quiénes —explicó Carlos Rafael— la nueva universidad será regida conjuntamente por profesores y alumnos, pero aclaró: "en la medida en que la revolución universitaria es obra de una verdadera revolución y que el socialismo preside las transformaciones, no es posible pensar en los profesores y los estudiantes como dos grupos antagónicos… Un profesor de conciencia revolucionaria, orientado por el marxismo leninismo y militante de esa ideología (se refería a Juan Marinello), no necesitará de la presencia vigilante de los estudiantes". De esa forma, sin ser derogada legalmente, la autonomía desapareció en 1962.
Así, la FEU y la universidad, fuentes importantes de cambio social, quedaron inutilizadas para esos fines. Ahora, en pleno siglo XXI, con una sociedad estancada y un modelo fracasado, el Gobierno le encarga a la FEU la misión de conservar el pasado, lo que constituye un intento de anclarse en el ayer, cuando hemos visto que la universidad, desde su fundación estuvo en un proceso continuado de reformas tratando de vivir a la altura de los tiempos.
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