domingo, julio 28, 2013

Raúl Rivero sobre Venezuela y los 100 días del régimen de Nicolás Maduro: Fiesta de pobres


Fiesta de pobres

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En los primeros 100 días de gobierno de Nicolás Maduro el país perdió 3.240 millones de dólares, se duplicó la inflación, la escasez se incrementó en un 33 por ciento y se produjo un homicidio cada media hora.
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Por Raúl Rivero
Madrid
27 Jul 2013

Los venezolanos no hallan entusiasmo por ninguna parte para celebrar los primeros 100 días de gobierno del presidente Nicolás Maduro. El país perdió en esa etapa 3.240 millones de dólares, se duplicó la inflación, la escasez se incrementó en un 33 por ciento y se produce un homicidio cada media hora. Además, no hay harina para el pastel ni huevos para el merengue y el principal homenajeado anda de paseo por Cuba con la familia y unos amigos.

La fecha le ha servido a un grupo importante de expertos para un convite amargo y realista. Ellos, economistas y catedráticos de renombre, pusieron sobre la mesa esas y otras cifras desoladoras junto a la certeza de que grandes sectores de la ciudadanía han dejado atrás la pobreza y están atrapados en un quicio en el que carecen ya de lo mínimo para vivir.

El acontecimiento se recibe en el escenario de un país atascado como una carreta en un pantano, acosado por la ineficiencia, la corrupción y el despilfarro proverbial heredado de Hugo Chávez cuya imagen de santo, por cierto, se desplaza con discreción y premura de los altares principales a las sacristías de las iglesias.

A este panorama, hay que añadir que Maduro y compañía han anunciado la creación de unas Redes Estratégicas de Defensa Integral que dejarían a Venezuela dividida en regiones dirigidas por altos jefes militares. Los oficiales tendrán mayor poder que los gobernadores electos en los comicios. Si esta decisión no es para garantizar la calidad de un trabajo represivo ante posibles actos de rebeldía, es, por lo menos, una forma de enseñarle a todos el pavón de los fusiles.

Para quienes conocen bien el paño, esa estructura es una copia del modelo del país donde el joven sindicalista Maduro aprendió a repasar los manuales soviéticos. Unos libros densos en los que aquellos teóricos de apellidos duros, con demasiadas consonantes, aseguran que el ejército es el pueblo uniformado.

El brindis privado que preparó para el ágape Diosdado Cabello, presidente del parlamento, fue tétrico y también de resonancia cubana. Juró que tiene pruebas de que se prepara un atentado para asesinar a Maduro y otro para matarlo a él. "¡Ay, que no nos pase nada a ninguno de los dos!", advirtió el teniente retirado.

En la fiesta de los primeros 100 días es peligroso sacar un cuchillo para la tarta. Y no se sabe si quedan velas en el mercado.
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Este artículo apareció en El Mundo. Se reproduce con autorización del autor.