martes, diciembre 31, 2013

DESPEDIDA. Normando Hernández escribe sobre el suicidio inducido de Antonio A. Villareal, preso del Grupo de los 75 de la Primavera Negra de Cuba de 2003

 Nota aclaratoria del Bloguista de Baracutey Cubano

Villareal NO  fue uno de los primeros presos excarcelados de la causa de los 75; Villareal SÍ fue uno de los primeros presos de esa causa que fueron excarcelados después que Raúl Castro llamó  al Cardenal Ortega para que el Cardenal hiciera el trabajo de convencer a los familiares de los presos y a los presos de que aceptaran irse del país si los encarcelaban ya que  la repercusión que tuvo el asesinato inducido de Orlando Zapata Tamayo y la gran unión que dió el Exilio cubano plasmadas en grandes manifestaciones en varias ciudades del mundo, y en particular en Miami, preocupaban mucho a la tiranía que estaba en la búsqueda del levantamiento de la Posición Común de la Unión Europea respecto a Cuba. Villareal TAMPOCO estuvo en el primer  grupo  de los desterrados que llegó a España después que el Cardenal Ortega empezó hacer el trabajo asignado, pues su estado síquico sería muy mala propaganda para el régimen penitenciario de la tiranía de los Castro y cómplices.
*****************
Fragmento tomado de Café Fuerte y publicado en  http://baracuteycubano.blogspot.com/

Su hijo relató que sobre la cama del fallecido se encontró una bandera cubana, una imagen del Corazón de Jesús y otra de la Virgen de la Caridad del Cobre, así como el uniforme de prisionero que logró sacar de Cuba.

"Dejó también una carta que está en manos de la Policía", agregó.

Economista de profesión, Villarreal fue condenado a 15 años durante la llamada Primavera Negra de 2003 por promover el Proyecto Varela como activista del Movimiento Cristiano Liberación. Tras el juicio lo enviaron a la Prisión de Boniatico, en Santiago de Cuba, donde pasó más de un año en una celda tapiada. Luego fue trasladado a la prisión provincial La Pendiente, en Santa Clara.

Fue uno de los primeros presos del Grupo de los 75 en ser excarcelado. Viajó con su familia a España en julio de 2010, enfermo de dolencias renales, hipertensión arterial y trastornos síquicos. Un año después se radicó con su esposa e hija en Estados Unidos.

"Villareal fue el prisionero que en peores condiciones sicológicas salió rumbo al forzado destierro por el cruel secuestro que fuimos víctimas, recuerdo que compartimos celda en la temible Prisión de Boniato en Santiago de Cuba en el conocido régimen especial de Boniatico, desde muy pronto su salud se deterioró rapidamente", recordó Juan Carlos Herrera Acosta, prisionero de la Causa de los 75 y exiliado en Estados Unidos.

En una entrevista en el 2011, Villarreal no ocultó las secuelas físicas y emocionales de los siete años que cumplió en la cárcel.

“Lo que siempre me pregunto es quién va a responder por estas heridas, aun cuando logre sanarlas. La prisión acabó con mi vida”, declaró.

 *********************************
Tomado de http://nuevoaccion.com

(no encontré el sitio de Asopazco)

NO FUE UN SUICIDIO: FUE UN ASESINATO QUE DEMORÓ EN CONSUMARSE

ANTONIO VILLAREAL: OTRO NOMBRE QUE AGREGAR A LA LISTA DE LOS ASESINADOS POR EL CASTRISMO
**********
DESPEDIDA

Por Normando Hernández
diciembre 30 de 2013


Nos conocimos en el régimen especial de la cárcel de Boniato. Día a día nos comunicábamos a gritos. Compartíamos desde un caramelo hasta una cucharada de azúcar. Solo nos veíamos cuando a él le daban una hora de sol y se paraba frente a mi reja y conversábamos a distancia. Cuando yo salía al sol, también, me paraba frente a su reja y conversaba con él. Así conocí a un hombre que alegraba a los presos cantando boleros y los instruía hablándoles de historia de Cuba. Así conocí el amor infinito que tenía por su patria. Conocí el amor infinito que sentía por su familia. Así conocí a un hombre que pintaba hermosos Ángeles y escribía bellos poemas para regalarlos a su niñita el día de la visita.

(Antonio Villareal antes de ser detenido)

Así conocí a un hombre bueno, noble, sencillo, honesto y humilde. Así conocí, en el 2003, a Antonio Augusto Villarreal. (foto). Con tristeza fui testigo de ver como apretaba sus labios, contraía su rostro y salían impotentes lágrimas de sus ojos. Con tristeza recuerdo verlo ahogando un sollozo en la soledad de su celda. Recuerdo como fue apagándose su alegría. Recuerdo como su mirada fue perdiéndose en el infinito cielo y como golpeaba con el puño cerrado su pecho. Las pésimas condiciones de encierro más los tratos crueles, inhumanos y degradantes eran insoportables.

A los seis meses me trasladaron de prisión y las noticias que me llegaban de Villarreal no eran nada buenas: “Está muy afectado de los nervios” me decían.

Nos volvimos a encontrar, pasado 7 años, cuando nos iban a desterrar a España. En esta ocasión el que apretó la boca, ahogó sollozos y derramo impotentes lágrimas fui yo cuando lo vi. Nos fundimos en un fuerte abrazo. Puso su mano en mi rostro y volvió a abrazarme. Villa, como cariñosamente le decíamos, estaba muy delgado, su mirada completamente extraviada, en ciertos momentos hablaba incoherencias y aquel hombre pulcro que conocí ya no era el mismo.

Cuando le avisaron que saldría en horas de la mañana para Madrid no lo creía. Vino donde yo estaba para que se lo confirmara y convencido quiso vestirse para el viaje a la libertad. No pude convencerlo para que se bañara, pero sí pude afeitarlo. Se vistió con ropa nueva y le anudé la corbata. Esa noche durmió completamente vestido.

(Antonio Villareal )

A la hora de abandonar la prisión quisimos convencerlo de que dejara sus pertenencias, pero nos fue imposible. Al ver lo testarudo que se puso dejamos de insistirle. Logro convencerlo de que me enseñe lo que quiere llevarse a Madrid dentro de un cubo plástico que siempre lo acompañaba: Un par de chancletas viejas, periódicos viejos, pomos plásticos y un uniforme de preso. El mismo uniforme de preso que tendió encima de su cama antes de suicidarse en su apartamento de la Pequeña Habana, de la ciudad de Miami, el día de los inocentes de 2013.

El día antes del suicidio, Villa, me llamó por teléfono. Me preguntó por la familia. Hablamos de nuestra lucha contra los tiranos de Cuba. Me contó de las últimas actividades a favor de la libertad de Cuba en las que había participado. Fue enfático en lo mucho que me apreciaba. Se despidió diciéndome que para fin de año lo llamara para consolidar nuestra amistad. Me han dicho que, también, llamó algunos hermanos de causa.

Villa, hoy no te llamo. Te escribo recordándote como una de las personas más maravillosas que he conocido en la vida. Te escribo, mi hermano, para decirte que siempre estarás en mi corazón y en el corazón de todos los dignos cubanos que queremos libertad para nuestra Cuba. Sí. La misma libertad por la que luchaste y sufriste prisión. La verdadera libertad con justicia que merecen todos los mártires de la patria. Descansa en paz Sr. Antonio Augusto Villarreal.


 
Antonio Villareal y su hijo cuando su hijo lo visitó en la prisión La Pendiente