Fin de Año en La Habana
Por Eloy A. González
Texas
El anuncio de una cena de fin de año en la Plaza de la Catedral de La Habana resulta sugestivo y hasta aleccionador. Habaguanex, una empresa adscrita a la oficina del historiador de la ciudad, que maneja los caudales nada despreciables en divisas de los negocios con que cuenta esta en el área de la Habana Vieja; se ha encargado de preparar una fiesta a un precio de 150 CUC (150 dólares) por cada comensal y fiestero que allí acuda. Habrá un menú exquisito, baile y música para los que paguen, aseguran los organizadores.
Celebraciones de fin de año y unas Navidades prohibidas, abandonadas al recuerdo y desaparecidas han tenido los cubanos desde que el régimen Castro comunista se hizo del poder. Nunca faltó el ambiente festivo en ese último mes del año y aunque la Navidad desapareció, la gente se las arreglaba para hacer algo para el 24, día de Nochebuena. Despedir el año era otra cosa. Como el régimen llegó al poder el 1° de enero del 1959, cada año más que celebrar el Fin de Año se esperaba el Día de la Liberación; la liberación de una dictadura que nos trajo otra…, peor.
Ahora que se preparan en La Habana para que aquellos cubanos que tengan 150 dólares disponibles puedan degustar de un exquisito menú, bailar y disfrutar de un espectáculo artístico, recuerdo algunos eventos que ocurrieron en los primeros años de la Revolución.
(Cuba: Una postal de navidad revolucionaria)
En la Navidad del año de 1959, la mal llamada Revolución cubana había comenzado a consolidarse, quiero decir que los fusilamientos y las tropelías de los nuevos amos se hicieron evidentes ya en aquel primer año de la Revolución; la gente comenzó a hacerse los desatendidos y a olvidar casi de inmediato. Todavía estaba vivo el sentimiento de euforia colectiva y el entusiasmo inicial que despertó el triunfo de la revolución en el pueblo.
Se orientó en aquella Navidad…,- ya habían comenzado las orientaciones- , que se adornaran los pueblos y ciudades; parecía que un nuevo sentido se daba a la Navidad. Los libertadores- salvadores se hacían del poder para proclamar una revolución “ más verdes que las palmas” y comenzaban a mostrar un populismo pedestre que nos llevó a asumir que, aquellos “barbudos” en realidad eran una hueste de secuaces que nos garantizarían una vida plena; la felicidad estaba probada para los cubanos…, para todos; decían que era una revolución “ con todos y para el bien de todos” Por lo tanto aquella Navidad y las que estaban por venir serian de gran gozo porque la revolución se parecía mucho al mensaje de la Navidad. Ese año hubo noticia de gran gozo, llegaron los salvadores y aunque no sabemos cuánto Dios era gloriado,- o no salía de su turbación y enojo-, parecía que a nuestra tierra vendría un periodo prolongado de paz y buena voluntad para con los hombres que allí habitaban. Nadie miraba a su alrededor como para pensar que los salvadores de la Patria ya mostraban sus excesos; y el sonido de los disparos de los pelotones de fusilamiento, eran acallados con el regocijo de la liberación, el festejo y la disipación.
Fue en aquella Navidad del 1959 que al recién estrenado dictador cubano, se le ocurre salir de La Habana con algunos de sus cortesanos de verde olivo para la Ciénaga de Zapata a pasar la
nochebuena con los carboneros; se le llamó la primera nochebuena revolucionaria, porque había que dejar claro que aquella revolución era de los humildes y para los humildes.
(Cena de Navidad en Soplillar. Fidel, Celia y Nuñez Jimenez.)
A Soplillar llegó el dictador y su comitiva a cenar en un pobre bohío de la familia que allí vivía. Ya adelantan el lechón asado y completan la comida, aquella familia muy pobre, con una fuente de yuca, la ensalada de lechuga y rábanos y el arroz blanco. El vino es de frutas cubanas y los turrones comprados en la Tienda del Pueblo han sido producidos en el país; vamos a ver que los turones no son españoles para que la cena sea completamente cubana ¡y revolucionaria! Para amenizar un guajiro de la zona, guitarra en mano canta esta décima: Ya tenemos carretera / gracias a Dios y a Fidel / ya no se muere la mujer / de parto por dondequiera / ahora sí es verdadera / nuestra cubana nación / ya los hombres del carbón / jamás serán explotados / porque a Cuba ha llegado / esta gran Revolución (…)”.
Dice un cronista: En las fiestas de 1959, la mayoría de los cubanos celebraron la tradición y la esperanza de un futuro mejor. La Nochebuena, Fidel, la pasó con los carboneros de la Ciénaga de Zapata y en la Plaza de la Revolución hubo una cena gigante para los fidelistas que entonces eran la gran mayoría de los cubanos. Hasta donde sé, en el 1959 si hubo nochebuena con los carboneros pero no cena gigante en algún otro lugar.
Nunca más se repitió esta cena de nochebuena revolucionaria…, al menos con los más desfavorecidos que siempre han estado presentes en Cuba, al fin que los pobres siempre están entre nosotros.
Fue unos años después, en el 1966, que se celebra una Cena gigante de Fin de Año en la Plaza de la Revolución. Esta plaza, sede de los actos políticos masivos también se convierte en área festiva, cuya trascendencia social impulsa a la integración totalizadora. El 31 de diciembre de ese año, más de 100 mil personas se reunieron allí en una cena gigante, para esperar el año nuevo. No hay más datos sobre esta cena, quienes participaron y cuál fue el menú. Por esos años ya se estaba extinguiendo la Navidad en familia.
El discurso y el hacer populista, se sustituyó por el más rancio socialismo real, que como alguien afirma, lo único real es el socialismo; dejamos a un lado la Navidad y sobrevino los años oscuros de privaciones y desencantos. Hasta que un día nos llegó la feliz noticia de la caída del comunismo, esto en Europa, porque el efecto dominó que todos esperaban no llegó a Cuba; lo que nos tocó fue un periodo, llamado especial y que nada tenía de especial, donde el país se hundió en el abismo.
Fue entonces que los comunistas apostaron por un capitalismo de estado, bien cauteloso para que los explotados no se soliviantaran. Es así que de a poco a los cubanos nos fue llegando un capitalismo que algunos llamaron capicastrismo, pues, a fin de cuentas hasta ahora allí controla el poder el mismo dictador y sus acólitos; que no sueltan prenda y siguen en sus treces manteniendo un régimen dictatorial y un despotismo canallesco que ya lleva más de medio siglo….y sigue.
Como el socialismo es el camino más largo entre el capitalismo y el capitalismo, es que ahora, con comunistas gobernando como sucede en otros países; esta dictadura se aviene a las prácticas capitalistas y las hace suyas. Hay de todo, la iglesia católica anda dando entrenamientos mediante cursitos de gestión económica, dejando a un lado la evangelización a tono con la doctrina social de la iglesia; la gente quiere ser capitalista pero el régimen los entretiene con negocios que manejan unos pocos y que nada significan en una sociedad competitiva y prospera. Así que no nos sorprendamos , en La Habana capitalista , de pacotilla y mercado negro, comunismo corrompido y represión totalitaria, bien se puede despedir el año si usted cuenta con una cantidad de dinero que puede significar el salario medio de seis meses para los trabajadores de aquella isla.
Pero espero que no se desanimen si es que algún lector de allí me lee. Si alguien logra pagar los 150 dólares podrá disfrutar de un cóctel de bienvenida, con mojito criollo; "gran plato surtido del chef" con salpicón de filete de res, masas de cerdo fritas a la camagüeyana, escabeche de tres quesos y crepes de jamón serrano; panecillos y paté de queso saborizado con albahaca y pimiento; pavo y glaseado de frutas, aceitunas verdes y negras; solomillo de ternera, salsa de ciruela, romero y vino Crianza Cabernet, y papas a la crema. Asimismo, jugo de frutas, refresco, cerveza nacional, vinos blanco, rosado, tinto y espumoso, ron añejo y whisky, además de cócteles cubanos. De postre, tarta de queso y guayaba con confitado de manzana y salsa de caramelo al café, además de surtido de turrones españoles y "uvas de la suerte". Mientras come podrá admirar un escenario como el que descubre La Habana Vieja, esto dicen los organizadores.
Siempre me recuerdo ese juego de palabras donde se afirma que en el socialismo todos somos iguales, solo que hay algunos más iguales que otros.
No sé todo lo igual que soy de los otros, vivo en una sociedad donde cada uno disfruta de estas festividades en proporción con sus posibilidades y motivaciones. En Cuba como en el exilio más que disfrutar de un exquisito menú y el consabido festejo; estamos a la espera de un evento que aproxime a las familias cubanas divididas, nos permita vivir en libertad, andemos el tiempo del decoro, fomentemos el derecho y nos encontremos un día en aquella tierra de donde salimos y a donde regresaremos para saludarnos y reencontramos en un abrazo; como lo hacen los sencillos y humildes de corazón. ¡A fin de cuentas nadie se regocija más que los virtuosos!
Navidad de 2013 ©
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