Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
Es probable, si se lo permite la vigilancia Castrista, que Luis Alberto Rodríguez López-Calleja ( al igual que el ex Ministro Pedro Álvarez) aparezca por EE.UU, . pues tiene familiares muy cercanos que se encuentran viviendo desde hace años en la Florida; quizás también ( al igual que Pedro Álvarez) en muy poco tiempo se compre o casi le regalen una casa y se meta en el negocio de bienes raíces. Cuando me refiero a familiares no me estoy refiriendo a su primo ex oficial del MININT y graduado del ISRI Arturo López-Callejas, hoy Arturo López-Levi y conferencista en la Universidad de Denver, sino a familiares AÚN más cercanos y que hacen que la Dra. Cristina Adelina Lopez-Callejas Hiort-Lorenzen, Profesora Titular del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) de la Universidad de La Habana, haga sus viajes ¨al monstruo que tanto se extraña. Cristina es madre de Luis Alberto y esposa de Guillermo Rodríguez del Pozo ¨Gallo Ronco¨, un General de División, padre de Luis Alberto y de todos sus hijos.
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El poderoso ex yerno de Raúl Castro, al destierro
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El gobernante cubano ordenó sobreseer la causa penal que pesaba sobre el ex marido de su hja Deborah y enviará, o ya envió, al padre de sus nietos a cumplir misión en Angola, una tierra peligrosa para un cubano en desgracia.
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Por Juan Juan Almeida
febrero 24, 2014
Durante mucho tiempo, han sido incontables los comentarios dentro del círculo de poder cubano, donde persisten en nombrar al artero y nada inocente coronel Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, como el “Zar de la economía militar”. Una creación ficticia, una leyenda.
Por eso hoy, 24 de febrero, en lugar de escribir sobre ese grupo de valientes que en 1895 al grito de "¡Independencia o Muerte!" reiniciaron la lucha por la independencia de Cuba; prefiero comentar de Luis Alberto; personaje arrogante, insensible, calculador, abusivo con apellido de actriz porno, amante de los números siempre que sumen a su favor, certero en aritmética y la épica, que a pesar de todos sus cargos (presidente ejecutivo del Grupo de Administración Empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y miembro del Comité Central del Partido Comunista), intenta escapar de sí mismo y adultear su destino.
Cosa dificil, él sabe que hacer negocios con el clan o querer entrar a “La Familia” siempre acarrea nefastas consecuencias. Su matrimonio de muchos años con Deborah Castro marchaba, como ya se sabe, bajo un largo historial de maltratos e infidelidades que siempre fueron toleradas. Pero suspicaz, como de costumbre, entendió que en esta neotransición económica que lleva al país del paleolítico a la edad media, estaba perdiendo el poder e intentó sin resultados usar a Deborah como escudo.
Está claro que su ex, la mayor de los Castro Espín, es un enorme desatino que corrige sus errores cometiendo otros peores; pero el siempre seductor Rodríguez López-Calleja, en lugar de esnifar cocaína se fumó la compostura y se puso los guantes de boxeo. Le dio una tranquiza brutal, Deborah terminó en el hospital con serias contusiones.
Cobarde, como cualquier golpeador, no necesita la lámpara de Aladino para entender que, en un país como Cuba, donde la clase baja es muy baja, la media no tiene medidas y la alta carece de clase, su vieja superioridad se transformó en jaula. Sabe muy bien que en su contra, y deseando vengar la tristeza de su suegro-líder, está todo un ejército obediente que, en franca restructuración, necesita colgarse medallas.
Juzgarlo sería lo correcto, pero en casos como este, con toda lógica, a los padres nos parece que la ley no suele ser justa.
El gobierno de Raúl ha sabido sortear con habilidad varias crisis, y no quiere hacer de esta, un escándalo noticioso. Por ello ordenó sobreseer la causa penal y enviará, o ya envió, al padre de sus nietos a cumplir misión en Angola, una tierra peligrosa para un cubano en desgracia.
Pero ahora, Luis Alberto, urgido, hábil y estratega, está moviendo cielo y tierra por y para mantenerse asido, aunque sea un poquito, al apoyabrazos del diván aunque ya tenga comején. Conoce muy bien que el hampa no perdona, sabe que en cualquier lugar protegido de miradas indiscretas, le llegará el último recibo.
Quizás ni siquiera llegue a pisar tierra africana, quizás ni suba al avión; o quizás, porque siempre hay un quizás, cuando menos lo esperemos, lo tengamos por acá.
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