Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
En su primera intervención a raiz de la noticia del desastre aéreo, la cual fue solamente por audio, Mariela rió y se mofó y no se ocupó de hablar de los muertos en el desastre y a sus dolientes. En la posterior intervención, la cual fue en video, enmendó la plana a su egocéntrica primera declaración.
Eugenio Yañez puso el dedo en la llaga de los medios profesionales de información de Miami. Sobre los medios de información aficionados: en el blog del caricaturista Varela se abordó ese egocentrismo de la Infanta Mariela pero con palabras fuertes que limitaron grandemente su reproducción en otros medios aficionados; incluyendo a Baracutey Cubano. Nancy Pérez Crespo en su artículo Los Cizañeros habla fuertemente sobre algunos de esos medios.
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Publicado en Cuba Encuentro.com
La Habana, Miami, y la infanta Mariela Castro
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La Habana proactiva, Miami reactiva
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Por Eugenio Yáñez
Miami
La pasividad con que mucha prensa de Miami reacciona a las ofensivas políticas desde La Habana, planificadas o emergentes, sugieren que el ingenio en la llamada “capital del sol” en ocasiones brilla por su ausencia.
Veamos un caso reciente. Un avión de Air Algérie tiene un accidente fatal en un vuelo desde Ouagadougou (Burkina Faso) a Argel (Argelia), y todos sus ocupantes perecen. La página de Internet del aeropuerto de origen, en una de las naciones más pobres y atrasadas del mundo, publica una lista de pasajeros en el fatídico vuelo que incluye -y váyase a saber por qué- a Mariela Castro, hija del dictador cubano y sobrina del invicto comandante de los mil fracasos.
La noticia es pólvora.
Nadie se pregunta qué podría estar haciendo la Princesa en Burkina Faso, aun de escala hacia o desde algún lugar. Estar en Argel tendría sentido, como escala hacia La Habana, París, Madrid, Praga, Moscú, El Cairo, Ciudad del Cabo, o muchos otros destinos. Pero, de nuevo, ¿cómo y por qué habría llegado Mariela Castro hasta Burkina Faso? Peccata minutta. Lo importante era que se dijo que estaba en el avión. Absurdo, pero “noticia”.
Naturalmente, se desmintió enseguida. Mariela estaba en el Hotel Nacional, en La Habana, presentando fragmentos de su tesis doctoral, en un Consejo Científico de la institución que dirige, el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) y celebrando un cumpleaños colectivo con trabajadores del Centro. Fustigó a los medios de prensa foráneos por el “show” de haberla incluido en la lista de pasajeros del fatídico vuelo.
(Mariela Castro Espín y Alejandro Castro Espín respectivamente infanta y delfín de la dinastía dictatorial de los Castro en Cuba. Foto y comentario añadidos por el bloguista de Baracutey Cubano)
La televisión, radio y prensa escrita en Miami reprodujeron de inmediato el desmentido castrista. Y todos felices como lombrices, en La Habana y en el sur de La Florida.
Nadie preguntó, aunque era interesante, determinadas cuestiones que permitirían valorar la manera de funcionar del Centro Nacional de Educación Sexual y sus eventuales privilegios frente a otras instituciones científicas y académicas en el país.
¿Por qué ese evento en el que participaba la hija pródiga se celebraba en el Hotel Nacional y no en el CENESEX? ¿Fue un caso único o es algo habitual? ¿El Centro que dirige Mariela Castro pagó por la utilización de instalaciones del Hotel? ¿En moneda convertible o pesos cubanos? ¿Los gastos del cumpleaños colectivo se pagaron con dinero del presupuesto para una reunión de un consejo científico, actividad cotidiana en cualquier institución científica y académica? ¿Nada de eso se considera corrupción?
¿O acaso el Hotel Nacional no cobró al CENESEX por el uso de las instalaciones? Si fue así, la utilización de las facilidades hoteleras por los funcionarios del Centro impediría al hotel obtener ingresos en moneda dura al no alquilárselas a eventuales clientes. Y si se dijera que en definitiva para esa fecha no estaban previamente ocupadas y contratadas las instalaciones del Hotel, y por eso se cedieron generosamente, ¿podría hacerse lo mismo con habitaciones no reservadas ni ocupadas del hotel para facilitarle una estancia a cubanos de a pie a precios accesibles?
Tal vez, por alguna razón, los salones del CENESEX no estaban en condiciones para la celebración del evento en esa fecha. Son cosas que pueden suceder. Sin embargo, el CENESEX radica en 10 y 21, en El Vedado, y relativamente cerca tiene un conjunto de instituciones que podrían haberle facilitado un salón, y en caso de que hubiera que pagar alquiler sería seguramente más económico que el Hotel Nacional.
Algunas instalaciones a igual o menor distancia del CENESEX que el Hotel Nacional, con salones para un evento como el que se realizó, van desde las del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica, a unos 100 metros del Centro de la señora Castro, hasta las de los Ministerios de Educación Superior, Trabajo y Seguridad Social, o Comercio Exterior e Inversión Extranjera, todos en la calle 23, o los de Transporte, Comunicaciones y Agricultura, en la Plaza de la Revolución (obviemos a los de las Fuerzas Armadas y del Interior por razones de “seguridad”). También existen instalaciones apropiadas en la Colina de la Universidad de La Habana y en las facultades de Economía de la propia Universidad. O en la Casa de las Américas y la Unión de Escritores y Artistas. Por si fueran pocas opciones, hay salones para eventos de ese tipo en hospitales cercanos, como el Calixto García, el Manuel Fajardo, el González Coro, el de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, el de Endocrinología, el de Gastroenterología, el de Maternidad de Línea, y el Clodomira Acosta.
Cuestiones de este tipo podrían haberse planteado al comentar la noticia, por parte de alguno de los innumerables “analistas” del sur de La Florida que opinan sobre cualquier cosa, si esa profesión no estuviera tan devaluada en estos momentos por estas tierras. Lamentablemente, ni siquiera se mencionaron.
Además, nadie comentó tampoco que en sus declaraciones acusando a esa prensa que “desinforma” (y que parece que existe en todo el mundo menos en Cuba), Mariela Castro no tuvo ni un instante para lamentar tantas vidas perdidas en el aciago accidente.
Estaría demasiado preocupada de su propio ego para perder tiempo recordando a los para ella insignificantes 116 seres humanos que perecieron en el siniestro.
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