Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
No por gusto Fidel Castro en la lucha contra Batista le
dió marcha atrás al Pacto de Miami pese a que los delegados del Movimiento 26 de Juliuo (Léster Rodríguez, Felipe Pazos y Mario Llerena lo que habían firmado según se afirma en la página 200 del libro
Cuba, cronología: cinco siglos de historia, política y cultura del historiador Leopoldo Fornés Bonavía) pero sí aceptó el Pacto de Caracas de 1958. La gran diferencia para Fidel Castro es que el Pacto de Miami (noviembre de 1957) y su junta de Liberación no lo situaba como jefe militar de las fuerzas batistianas y el Pacto de Caracas si le daba ese cargo. Fidel Castro sabía que el que tiene las armas tiene el Poder. Esa es la razón por la que Alejandro Castro Espín está desde hace años está siendo preparado para ser el Poder ya sea de manera pública o oculta. Fidel y Raul Castro como los supremos jefes militares de Cuba han sido el Poder independientemente de que en la Presidencia estuvieran Manuel Urrutia, Osvaldo Dorticós y en la Mesa de la Presidencia de la Asamblea Nacional del Poder Popular la presidieran Blas Roca, Flavio Bravo, Severo Aguirre, Juan Escalona Reguera, Ricardo Alarc'on o Esteban Lazo. El Partido Comunista de Cuba (la supuesta organización rectora de la sociedad cubana según el artículo 5 de la Constitución Cubana) es sólo una máscara para esconder el verdadero Poder de esa dictadura militar que dirige al Estado policial que existe en Cuba; lo demás son sólo disfraces. El que Raul Castro vistiera de uniforme militar en el anuncio de las conversaciones entre él y Barack Obama y el supuesto nuevo tipo de relaciones entre Cuba y EE.UU. no fue casualidad, de la misma manera que no fue casualidad que en el primer día de las conversaciones entre las delegaciones de ambos países estuviera de ¨visita¨ un buque espía ruso.
¨Las divergencias entre los dirigentes del Llano (Faustino Pérez, Armando Hart, Enrique Oltuski, Frank País, René Ramos Latour…) y de la Sierra (los dos Castro y Guevara, fundamentalmente) estallaron desde antes de la muerte de País, pero se agudizaron a fines de año, cuando la dirigencia urbana pactó con políticos "auténticos" y "ortodoxos", exiliados en Miami, como el ex presidente Carlos Prío Socarrás y los líderes de la ortodoxia Roberto Agramonte y Manuel Bisbé. A nombre del 26 de Julio, Felipe Pazos y Léster Rodríguez firmaron el Pacto de Miami, con esos y otros políticos de la oposición pacífica, como Manuel Antonio de Varona y José Miró Cardona.
A pesar de que Castro había firmado el Manifiesto de la Sierra, con Pazos, en marzo del 57, que proponía más o menos lo mismo que el Pacto de Miami, y de que los representantes del 26 de Julio en el exilio, Mario Llerena y Raúl Chibás, tenían instrucciones de negociar con aquellos políticos, los jefes de la Sierra montaron en cólera, reprendieron a los dirigentes del Llano y llegaron a pedir que Pazos y Rodríguez fueran declarados "traidores a la Revolución" y fusilados.
Luego de la desautorización del Pacto de Miami, por Fidel Castro, el 14 de diciembre de 1957, esto
escribía el Che Guevara a Ramos Latour:
(Ernesto ¨Che¨ Guevara en la Sierra Maestra en 1958)
Pertenezco por mi preparación ideológica a los que creen que la solución de los problemas del mundo está detrás de la llamada cortina de hierro y tomo este movimiento como uno de los tantos provocados por el afán de la burguesía de liberarse de las cadenas económicas del imperialismo. Consideré siempre a Fidel como un auténtico líder de la burguesía de izquierda, aunque su figura está realzada por cualidades personales de extraordinaria brillantez que lo colocan muy por arriba de su clase. Con ese espíritu inicié la lucha: honradamente sin esperanza de ir más allá de la liberación del país, dispuesto a irme cuando las condiciones de la lucha posterior giraran a la derecha (hacia lo que Uds. Representan) toda la acción del Movimiento. Pareciéndome imposible lo que después supe, es decir, que se tergiversaba así la voluntad de quien es auténtico líder y motor único del Movimiento, pensé lo que me avergüenzo de haber pensado.Ramos Latour, que en octubre había subido a la Sierra a debatir la idea del Pacto de Miami con los comandantes, responde a Guevara:
(René Ramos Latour)
Supe desde que te conocí de tu preparación ideológica y jamás hube de referirme a ello. No es ahora el momento de discutir “donde está la salvación del mundo”. Quiero sólo dejar constancia de nuestra opinión, que por supuesto es enteramente distinta de la tuya. Considero que no hay en la Dirección Nacional del Movimiento ningún representante de “la derecha” y sí un grupo de hombres que aspiran a llevar adelante con la liberación de Cuba, la Revolución que, iniciada en el pensamiento político de José Martí, luego de su peregrinar por las tierras americanas, se vio frustrada por la intervención del gobierno de los Estados Unidos en el proceso revolucionario. Nuestras diferencias fundamentales consisten en que a nosotros nos preocupa poner en manos de los pueblos tiranizados de “nuestra América” los gobiernos, que respondiendo a sus ansias de Libertad y Progreso, sepan mantenerse estrechamente unidos para garantizar sus derechos como naciones libres y hacerlos respetar por las grandes potencias.
(René Ramos Latour y Fidel Castro en la Sierra Maestra)
Y agrega:
Nosotros queremos una América fuerte, dueña de su propio destino, una América que se enfrente altiva a los Estados Unidos, Rusia, China o cualquier potencia que trate de atentar contra su independencia económica y política. En cambio los que tienen tu preparación ideológica piensan que la solución a nuestros males está en liberarnos del nocivo dominio “yanqui” por medio del no menos nocivo dominio “soviético”…. En cuanto a mí, puedo decirte que me considero un obrero; como obrero trabajé hasta que renuncié a mi salario por incorporarme a las Fuerzas Revolucionarias de la Sierra, abandonando al mismo tiempo mis estudios de Ciencias Sociales y Derecho Político, que había emprendido con la esperanza de prepararme debidamente para servir mejor a mi pueblo. Soy obrero, pero no de los que militan en el Partido Comunista y se preocupan grandemente por los problemas de Hungría y Egipto, que no pueden resolver, y no son capaces de renunciar a sus puestos e incorporarse al proceso revolucionario que tiene, como fin inmediato, el derrocamiento de una oprobiosa dictadura.
Este bloguista de Baracutey Cubano agrega:
Por supuesto que las ideas y palabras de René Ramos Latour tuvieron sus consecuencias:
- Cuando subió a la Sierra Maestra solamente le dieron el grado de Capitán pese a las numerosas misiones que planeó dirigió y participó en la clandestinidad en contra del régimen de Fulgencio Batista en contra del cuerpo armado más combativo y represivo: la Policía Nacional. A Ramos Latour le correspondía el grado de Comandante.
- A su llegada a la Sierra Maestra Fidel Castro le ordenó a Ramos Latour ocupar reiteradamente posiciones peligrosas en los combates, mientras que él, Fidel Castro, estaba bien alejado de ellas en su refugio, hasta que ocurrió lo maquiavelicamente planeado: René Ramos Latour ¨Daniel¨, el sucesor de Frank País ¨David¨ cayó muerto en combate.
Así los hermanos Castro y el Che Guevara se quitaron un muy probable escollo para sus planes futuros. Al triunfo de la Revolución, los Castro le dieron el nombre de Ramos Latour a una fábrica de niquel; algo que han repetido con otros que se han quitado del camino...INCLUYENDO AL CHE GUEVARA.!
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¿Dejará Raúl Castro el poder?
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La percepción de que cuando cumpla su segundo y último mandato como presidente de Cuba dejará el poder es errónea de origen, al menos institucionalmente.
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Por Roberto Álvarez Quiñones
Los Ángeles
27 Mar 2015
En casi todo el mundo se da por descontado que cuando en 2018 el
general Raúl Castro cumpla su segundo y último mandato como presidente
de Cuba dejará el poder y quedará abonado el camino para el inicio de
una transición no se sabe hacia dónde, pero al menos ya no dirigida por
los dinosaurios "históricos" de la Sierra Maestra.
Se trata, sin embargo, de una percepción errónea de origen, al menos
institucionalmente. El menor de los Castro no es dictador por ser el
presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros, sino porque
es el primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), la
"fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado" según la
constitución vigente, y porque es el comandante en jefe de las fuerzas
armadas.
En el VI Congreso del PCC, celebrado en 2011, el general Castro
recibió graciosamente de su hermano Fidel el cetro de primer
secretario del PCC para un período de cinco años, prorrogable por otros
cinco en el siguiente congreso, a celebrarse en abril de 2016.
Cuando en 2013 el general Castro fue "reelegido" por el Consejo de
Estado como presidente de la nación e informó que su segundo mandato
sería el último, en ningún momento insinuó que no aspiraría a un segundo
período como primer secretario del PCC. Es bastante ingenuo pensar
que dentro de 13 meses el dictador va a abdicar como faraón tropical
para dedicarse a cuidar de su hermano decrépito.
Además, seguramente Fidel ya le "pidió" (ordenó) hace rato de que
mientras tenga salud debe continuar al frente de la "revolución".
Recordemos que el Castro mayor renunció a su investidura de dictador a
los 85 años no por considerarse a sí mismo muy viejo, sino por razones
de salud, porque se lo
entregaba a su hermano, a quien él mangonea
desde que eran niños, y porque Raúl era ya el jefe de Estado y, por
tanto, jefe máximo de las fuerzas armadas, desde 2008.
(Raul Castro Ruz y su hijo Alejandro Castro Espín)
Precisamente ese será el problema que posiblemente se presentaría en
2018. La Constitución establece que al presidente del Consejo de Estado
le corresponde "desempeñar la Jefatura Suprema de todas las
instituciones armadas y determinar su organización general". Es decir, el comandante en jefe de las FAR no es el primer secretario del PCC, aunque en la práctica sea éste quien lo ejerza.
Este "desfase" institucional se debe a que cuando en febrero de 1976
se promulgó la Constitución comunista Fidel tenía 49 años y Raúl 44.
Ambos sabían que en las próximas décadas uno de ellos dos siempre
ocuparía simultáneamente la jefatura del PCC, del Estado y de las FAR.
"Después ya veremos", pensaron. Ese después llegó y ahora, ya ancianos,
es que ponen límites de tiempo para sus sucesores.
¿Un civil como Comandante en Jefe?
El general Castro en 2018 formalmente podría dejar de ser el
comandante en jefe de las FAR. Y si muriese antes, o quedase
incapacitado, su sustituto sería el civil Miguel Díaz-Canel, primer
vicepresidente, un obediente burócrata, comunista ortodoxo, cuya única
misión es la de ofrecer al mundo una imagen renovadora dentro de la
gerontocracia dictatorial.
Tal desajuste constitucional deberá ser resuelto. Podrían enmendar
la Constitución y pasar la jefatura de las FAR del Presidente a un
comité militar todopoderoso de estilo chino, subordinado al Buró
Político y el Primer Secretario. O quizás elegir como Presidente a uno
de los generales "históricos" todavía septuagenarios, u otro más joven,
para que luego ya sea este quien sustituya al primer secretario del PCC
cuando el general Castro lo decida, o fallezca, o se enferme.
Recordemos que Fidel Castro nunca aceptó —como en la URSS y otros
países "hermanos"— que el Partido estuviera por encima de los militares.
Su megalomanía chocaba con ese principio marxista-leninista y
convirtió en cuasi deidad olímpica el cargo de Comandante en Jefe, una
versión antillana de monarca absoluto.
En Cuba el poder supremo radica en las fuerzas armadas y no en el
Estado, el Gobierno, y ni siquiera en el PCC. En la Isla manda un
reducido grupo de jefes militares, algunos de ellos no integrantes del
Buró Político, que conforman de hecho una junta militar invisible para
el mundo y los cubanos, pues opera tras bambalinas.
Claro, por si acaso, 9 de los 14 miembros del Buró Político son
militares, y de los siete vicepresidentes del Consejo de Ministros solo
dos son civiles (Díaz-Canel y Ricardo Cabrisas). Los otros cinco son
generales. No hay nada parecido en todo Occidente.
En 2015 Raúl Castro cumple 84 años; Fidel, 89; José Ramón Machado
Ventura, segundo al mando en el PCC, cumple 85; y el Comandante de la
Revolución Ramiro Valdés, 83. Ellos cuatro son los únicos comandantes
del grupo dirigente que en 1959 asaltó el poder y hoy siguen siendo
jerarcas clave. Pero hay otros "históricos" de la Sierra Maestra menos
vetustos, como Leopoldo Cintras Frías (74 años), ministro de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias (FAR); Abelardo Colomé (76), ministro del
Interior; Alvaro López Miera (72), viceministro primero de las FAR y
Jefe del Estado Mayor; y Ramón Espinosa (76), viceministro de las FAR; y
el coronel de inteligencia Marino Murillo (54), vicepresidente del
Gobierno. Todos integran el Buró Político.
El mismo tambor mayor
Los no miembros del Buró Político que forman parte de la crème de la crème
dictatorial son el coronel Alejandro Castro Espín (50 años), hijo del
dictador, cada vez más poderoso como coordinador de los Servicios de
lnteligencia y Contrainteligencia de las FAR y el Ministerio del
Interior. A ese Fouché cubano los propios militares le tienen pavor, y
su padre aspira a que sea el próximo jefe de jefes. Le siguen el
general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas (55), a cargo de GAESA,
la corporación militar gigante que ya controla casi el 70% de la
economía cubana; y el general Leonardo Andollo Valdés, segundo jefe del
Estado Mayor de las FAR.
Esos son los 12 hombres más poderosos de Cuba. Y hay otros siete
generales, incluidos los jefes de los tres ejércitos del país, la
Seguridad del Estado y las Tropas Especiales, que también conforman la
Junta Militar. ¿Aceptaría ese generalato que Díaz-Canel u otro civil
advenedizo sea el jefe de Estado y Comandante en Jefe en 2018?
Continuando con la "bola de cristal", más difícil es tratar de
adivinar si el dictador logrará cumplir su sueño de colocar en el trono
a su hijo Alejandro, y quizás como paso previo designarlo primero como
Presidente en 2018. A diferencia de Fidel, Raúl trabaja en equipo y
sí consulta con sus sostenedores en el poder. Ante ellos podría
argumentar que Castro Espín es el más joven en la cúpula militar, y que
como lleva apellido Castro es el idóneo para continuar la gesta
revolucionaria iniciada por su "legendario" tío en el Moncada.
¿Morderán el anzuelo?
Lo que sí parece altamente probable es que si visualizamos a la nomenklatura castrista
como una banda de música, en el corto plazo vamos a ver rostros nuevos
entre los músicos, pero al mismo tambor mayor batuta en mano, haya o no
relaciones diplomáticas con Washington, y con embargo o un comercio
fluido con el "imperio".
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