Esteban Fernández: EL DESESPERO Y EL EMBULLO
Por Esteban Fernández
24 de junio de 2015
Hay muchísimas cosas que nos han perjudicado a los cubanos en esta larga lucha contra el castrismo. Pero existen dos que han sido extremadamente perjudiciales y estas son el desespero y el embullo. Y ambas aberraciones traen como consecuencia un tercer cataclismo conocido como la decepción.
Estos factores surgieron desde un principio y han perdurado eternamente. Hubo frases fatales como: “En estas Navidades nos comemos el lechón en La Habana” y “Los Marines están al desembarcar por el malecón” que fueron extremadamente desastrosas para la psiquis cubana. Los anuncios constantes de las supuestas muertes de Fidel Castro tampoco nos han hecho un gran favor.
Y les habla uno que por poco ese embullo y ese desespero le cuesta muy caro y a cada rato Jorge Riopedre me recuerda: “¡Salimos vivos de la empresa de milagro!”
La única forma de durar hasta el final de esta desigual y decepcionante contienda se puede resumir con una sola palabra: ecuanimidad. A esto hay que añadirle una pizca de sentido del humor, dos cucharadas de filosofía de la vida, un estudio minucioso de la historia cubana e internacional, una porción grande de realismo y la tranquilidad del deber cumplido. Esa es la receta ideal para mantenernos firmes, sin altas ni bajas.
Ahora el desespero y embullo tiene aristas muy diferentes. Hoy se basa en absurdos. Muchos patriotas están tan desesperados que depositan la fe en personajes prefabricados dentro de Cuba -que van y vienen- que de lejos hasta el bobo de la yuca puede darse cuenta que no van a resolver nada y de cerca lo confirmamos. Y hay que agregar que son muy ingenuos los que les causa esperanzas el diario digital “14 y medio” que entre 20 noticias y comentarios sin importancia informa del precio de la libra de Aguacate en el Mercado del EJT en La Habana, calle 17 en el Vedado.
Quizás las cosas han mejorado -o empeorado- porque antiguamente el embullo y el desespero podía llevar a los patriotas a caer ensangrentados en el camino, mientras hoy en día el entusiasmo sólo nos puede llevar a perder unos cuantos dólares pagándoles las cuentas de los celulares a unos opositores. Hoy somos muchísimo más discretos en los riesgos.
Quiero que ustedes sepan que durante estos 55 años cada vez que he visto a un individuo “mandado a correr”, emocionado, exaltado y tomando las cosas muy a pecho SIEMPRE HA TERMINADO RETIRADO DE LA LUCHA. Eso no falla.
Gente que había que huirles, no contestarles el teléfono, evitarlos, porque querían agitar a todos sus conciudadanos, y al final de la jornada no tengo ni la menor idea donde están metidos. Cada esfuerzo por la liberación de Cuba ha contado con una pila de entusiastas que al fallar la gestión desaparecieron como Matías Pérez. ¿Ustedes recuerdan aquel frenesí estúpido e irracional cuando lo de la embajada del Perú?… O ¿hemos olvidado la locura colectiva con Elián González?
Y la pregunta es ¿Qué van a hacer el día en que a la tiranía le convenga y decida acabar de una forma u otra con los opositores pacíficos? Y eso lo hacen el momento menos pensado y en el instante en que les de la gana. Bueno, pues van a pasar a integrarse a las filas de los desilusionados con los americanos, con la Fundación, con los Comicios Libres, con la Jure, con el PlanTorriente. Y no los vamos a ver ni en los centros espirituales.
Sólo quedará en pie, un selecto grupo de patriotas, tranquilos, sin alardes, que contra viento y marea se han mantenido sólidos en esta tediosa y aburrida lucha.
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