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lunes, agosto 31, 2015

Esteban Fernández: ¡LOS JARDINEROS!

¡LOS JARDINEROS!

Por  Esteban Fernández
Agosto 31 de 2015

Hace unos días un compatriota me dijo en forma despectiva: “¿Tú sabes lo que están haciendo Reina L. Tamayo y sus hijos en Miami?” Y molesto le respondí: “Sí, creo que tienen una compañía de cortar el césped ¿y qué?”.

El hombre se creyó que yo estaba defendiendo a los familiares del mártir Zapata Tamayo, pero lo cierto es que estaba aplaudiendo el oficio de los jardineros porque estos tienen mi más absoluto respeto. Todo el que está dispuesto a hacer lo que yo no quiero hacer enhorabuena sea. Los Tamayo me son antiflogitínicos, pero los que cortan la hierba -ellos le llaman pasto- yo les estoy muy agradecidos.

Posiblemente lo primero que nos impresiona al llegar a este país es ver el césped en cada casa, tan bonito, tan uniforme, tan verde. Al principio pensamos admirados que “¡Dios hizo la naturaleza pero tal parece existen individuos que se han dedicado a perfeccionarla muchísimo!”

Al comprar una casa en un buen barrio nos sentimos como que en ese momento estamos REPRESENTANDO A TODOS LOS CUBANOS QUE VIVIMOS EN ESTA NACIÓN.

Nosotros, los oriundos de la antigua Perla del Caribe, estamos acostumbrados a que el domingo es el día de descanso y de elegantizarnos, pero con sorpresa vemos que nuestros vecinos Joe y Peter se levantan ese día, se visten de mamarrachos, se ponen unos pantalones de mecánicos rotos, un par de tenis sucios y un T-Shirt empercudido y se ponen cada uno a arreglar su jardín. Como existe la teoría absurda de que “en el lugar donde usted esté debe imitar al nativo” nos ponemos a emular a los vecinos.

Entonces uno se mete la semana trabajando y el domingo queremos utilizarlo para competir con toda la gente de la cuadra a ver quién tiene el césped más verde…

Pronto nos damos cuenta de que lo que para ellos es un placer y un entretenimiento para nosotros los cubanos eso es un TORMENTO, y cada domingo lo terminamos con dolor en la espalda, con ampollas en las manos, con el pescuezo quemado por el sol, y encima de eso nos entra un complejo tremendo porque a pesar del esfuerzo realizado nuestro césped no está luciendo tan bello como el de ellos.

Pero no nos damos por vencidos, le decimos a la esposa: “No te preocupes, vieja, que el domingo que viene voy a estar mejor preparado para esta lucha”. Increíblemente en esos momentos se nos escapa un alarde y le decimos a la mujer: “Oye lo que te voy a decir, en este asunto del césped tú verás que YO LE VOY A GANAR ESTA GUERRA A TODO EL VECINDARIO”

Entonces el domingo salimos para el jardín con un sombrero en la cabeza para no quemarnos, un par de guantes para no hacernos ampollas en las manos, un par de espejuelos de esos que usan los que trabajan en la soldadura para que no nos caiga hierba en los ojos. Y los vecinos americanos nos miran creyendo que somos unos ASTRONAUTAS acabados de venir de un viaje a la Luna.

De pronto hacemos un descubrimiento maravilloso, nos damos cuenta que existe en el mundo una cosa extraordinaria que se llama JARDINEROS, un montón de muchachos jóvenes, fuertes, saludables, expertos en sus países de origen en las labores agrícolas, y que vienen un montón a nuestras casas, cobran barato, y en 20 minutos resuelven alegremente lo que a nosotros nos llevaba el fin de semana entero sufriendo.

El domingo por la mañana cuando llegan los jardineros nos entra tremenda alegría, ya sentimos que son “íntimos amigos nuestros”, los recibimos con si hubieran llegado de visita Marco Rubio o Bill O’Reilly y  les decimos: “Muchachos, no me llamen más Don Esteban, yo soy Estebita, lo que quiero hoy es que me siembren en el patio una mata de limón, otra de mango y una de guayaba”

Y cuando menos los esperamos, se nos acercan los vecinos norteamericanos y nos preguntan: “¿Cómo se “llamar” el gardener de usted, por favor “hablar” con ellos para que nos hagan nuestro garden?”.

Mientras eso sucede ya podemos irnos el domingo a la Iglesia, acto seguido llamo a mi vecino güinero Aris Caso Sosa para irnos a “Porto’s” a comernos un sándwich cubano, después voy a visitar a unos amigos para jugar dominó y al regresar me pongo las manos en la cintura y digo orgulloso:”¡Ñooo, que lindo está este jardín!” y les dedico un aplauso a LOS JARDINEROS.

Y para terminar, un reto: en la polémica suscitada entre Donald Trump y Jorge Ramos (no sé cuál de los dos ególatras me cae peor)  le doy la razón a cualquiera de los dos que venga a mi casa semanalmente por dos meses a cortarme la yerba.

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