Tomado de https://www.cubanet.org
Yanquis sí, Cuba… ¿qué?
*******
¿Quién calificó a cientos de miles de cubanos de “gusanos”? El gobierno castrista. ¿Quién acogió a los cubanos como a ciudadanos propios? Los norteamericanos
********
Por Víctor Manuel Domínguez
septiembre 3, 2015
LA HABANA, Cuba.- El tan llevado y traído restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Los Estados Unidos, levanta ronchas, saca trapos sucios, genera trompetillas y aplausos, urde trampas, atomiza la “unidad” ideológica del país, y mezcla pasiones entre los cubanos en torno a la política y el fogón.
A pocos les interesan esas entelequias de principios, identidades u otras palabrejas usadas como hojas de parra para cubrir las desnudeces morales de una revolución que, por más de medio siglo, los mantiene con una mano delante, otra detrás, y la boca abierta al sol, sólo para corear consignas, clamar por remesas del exterior, una visa, o deglutir un esmirriado pan.
Sin embargo, son muchos los que se impacientan porque se acaben de abrir las venas de divisas norteamericanas sobre Cuba, y truenen automóviles por los cráteres de la isla, lluevan hamburguesas y empleos en todos los rincones del país, y se termine el dame y yo te doy de los mandantes cubanos.
Las virulencias de Virulo
Al contrario de las virulencias de Virulo, quien en su más reciente disco Cuba sí, yanquis… ¿qué?, mezcla oportunismo con ese “deshumor” traído por los pelos que lo caracteriza, el pueblo se pregunta preocupado: Yanquis sí, Cuba… ¿qué?, ante unas autoridades que piden limosnas con escopetas.
“Lo de las autoridades cubanas es tozudez, mesianismo de cartón, irresponsabilidad, pues en lugar de estrechar la mano que se les extiende cierran el puño, y siguen con su cantilena de dignidad meada por los perros, y piden esto, exigen aquello, a cambio de dejarlos entrar en una isla de cuyas ruinas todos sueñan con salir”, expresó un humorista en esta capital.
“De seguir así estas relaciones, Cuba terminará igual que la mujer del pescador en El camarón encantado (cuento infantil versionado por José Martí), que por tanto pedir terminó en la miseria por la que comenzó. No se pueden tener Dos Caras”, dijo en alusión al espectáculo que presentó recientemente el grupo humorístico Pagola la Paga, en el Teatro Nacional.
Asimismo, una mujer que asistía al disfrute del show, señaló: “¿De qué sirve tanta exigencia por levantar el bloqueo, devolver la base de Guantánamo y tantas cosas más que frenen la relación, si aquí nos deben tanto que la única forma de sobrevivir es venir acá y reírnos de nuestra propia calamidad?”
Estas y otras opiniones de corte similar, superan por mucho las de quienes se atragantan enumerando el crecimiento del PIB; la unidad de la Celac; la eficacia del Caricom; las ventajas de Unasur, o las nubes borrascosas de un Alba que ya no tiene petróleo, papel higiénico, ni arepas para repartir.
Nosotros los sobrevivientes, ¿a quiénes debemos la sobrevida?
Por su parte, numerosas personas que respondieron a un sondeo de opinión sobre el tema del restablecimiento de relaciones Cuba-Usa para Cubanet, coincidieron en señalar que más allá del daño mutuo infringido a los dos pueblos por la política de ambas naciones, ya es hora de la reconciliación.
“En un final, y a pesar del bloqueo, los cubanos sobrevivimos a los desastres políticos y económicos del país, gracias a las remesas, los medicamentos, la ropa, la comida y tantas cosas enviadas por nuestros familiares desde territorio americano”, señaló una mujer que regentea una paladar.
“¿Quién calificó a cientos de miles de cubanos de traidores, escorias, gusanos y otros epítetos denigrantes por el sólo deseo de irse del país si no las autoridades cubanas? ¿Acaso fueron los americanos quienes les prohibieron visitar o comunicarse con sus familiares en Cuba?”, se preguntó un reconocido poeta que por razones obvias pidió no revelara su identidad.
“¿Quién los acogió como a ciudadanos propios, les dio educación, vivienda, trabajo y oportunidades para convertirse en el sostén de la familia que dejaron atrás, y como si fuera poco, de la economía de un país en crisis económica y social? Los norteamericanos”, expresó antes de concluir:
“Si me preguntaras, y parodiando al poeta Roberto Fernández Retamar, a quiénes Nosotros, los sobrevivientes/debemos la sobrevida/, te respondería que a los norteamericanos. Eso, más allá de ideologías, conflictos, cercos invasiones, y otros hechos históricos que no deben gravitar sobre la mesa.”
Por eso, nada mejor que preguntarse: Yanquis sí… ¿Cuba también?
vicmadomingues55@gmail.com
Yanquis sí, Cuba… ¿qué?
*******
¿Quién calificó a cientos de miles de cubanos de “gusanos”? El gobierno castrista. ¿Quién acogió a los cubanos como a ciudadanos propios? Los norteamericanos
********
Por Víctor Manuel Domínguez
septiembre 3, 2015
LA HABANA, Cuba.- El tan llevado y traído restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Los Estados Unidos, levanta ronchas, saca trapos sucios, genera trompetillas y aplausos, urde trampas, atomiza la “unidad” ideológica del país, y mezcla pasiones entre los cubanos en torno a la política y el fogón.
A pocos les interesan esas entelequias de principios, identidades u otras palabrejas usadas como hojas de parra para cubrir las desnudeces morales de una revolución que, por más de medio siglo, los mantiene con una mano delante, otra detrás, y la boca abierta al sol, sólo para corear consignas, clamar por remesas del exterior, una visa, o deglutir un esmirriado pan.
Sin embargo, son muchos los que se impacientan porque se acaben de abrir las venas de divisas norteamericanas sobre Cuba, y truenen automóviles por los cráteres de la isla, lluevan hamburguesas y empleos en todos los rincones del país, y se termine el dame y yo te doy de los mandantes cubanos.
Las virulencias de Virulo
Al contrario de las virulencias de Virulo, quien en su más reciente disco Cuba sí, yanquis… ¿qué?, mezcla oportunismo con ese “deshumor” traído por los pelos que lo caracteriza, el pueblo se pregunta preocupado: Yanquis sí, Cuba… ¿qué?, ante unas autoridades que piden limosnas con escopetas.
“Lo de las autoridades cubanas es tozudez, mesianismo de cartón, irresponsabilidad, pues en lugar de estrechar la mano que se les extiende cierran el puño, y siguen con su cantilena de dignidad meada por los perros, y piden esto, exigen aquello, a cambio de dejarlos entrar en una isla de cuyas ruinas todos sueñan con salir”, expresó un humorista en esta capital.
“De seguir así estas relaciones, Cuba terminará igual que la mujer del pescador en El camarón encantado (cuento infantil versionado por José Martí), que por tanto pedir terminó en la miseria por la que comenzó. No se pueden tener Dos Caras”, dijo en alusión al espectáculo que presentó recientemente el grupo humorístico Pagola la Paga, en el Teatro Nacional.
Asimismo, una mujer que asistía al disfrute del show, señaló: “¿De qué sirve tanta exigencia por levantar el bloqueo, devolver la base de Guantánamo y tantas cosas más que frenen la relación, si aquí nos deben tanto que la única forma de sobrevivir es venir acá y reírnos de nuestra propia calamidad?”
Estas y otras opiniones de corte similar, superan por mucho las de quienes se atragantan enumerando el crecimiento del PIB; la unidad de la Celac; la eficacia del Caricom; las ventajas de Unasur, o las nubes borrascosas de un Alba que ya no tiene petróleo, papel higiénico, ni arepas para repartir.
Nosotros los sobrevivientes, ¿a quiénes debemos la sobrevida?
Por su parte, numerosas personas que respondieron a un sondeo de opinión sobre el tema del restablecimiento de relaciones Cuba-Usa para Cubanet, coincidieron en señalar que más allá del daño mutuo infringido a los dos pueblos por la política de ambas naciones, ya es hora de la reconciliación.
“En un final, y a pesar del bloqueo, los cubanos sobrevivimos a los desastres políticos y económicos del país, gracias a las remesas, los medicamentos, la ropa, la comida y tantas cosas enviadas por nuestros familiares desde territorio americano”, señaló una mujer que regentea una paladar.
“¿Quién calificó a cientos de miles de cubanos de traidores, escorias, gusanos y otros epítetos denigrantes por el sólo deseo de irse del país si no las autoridades cubanas? ¿Acaso fueron los americanos quienes les prohibieron visitar o comunicarse con sus familiares en Cuba?”, se preguntó un reconocido poeta que por razones obvias pidió no revelara su identidad.
“¿Quién los acogió como a ciudadanos propios, les dio educación, vivienda, trabajo y oportunidades para convertirse en el sostén de la familia que dejaron atrás, y como si fuera poco, de la economía de un país en crisis económica y social? Los norteamericanos”, expresó antes de concluir:
“Si me preguntaras, y parodiando al poeta Roberto Fernández Retamar, a quiénes Nosotros, los sobrevivientes/debemos la sobrevida/, te respondería que a los norteamericanos. Eso, más allá de ideologías, conflictos, cercos invasiones, y otros hechos históricos que no deben gravitar sobre la mesa.”
Por eso, nada mejor que preguntarse: Yanquis sí… ¿Cuba también?
vicmadomingues55@gmail.com
*********
Aquí cualquier pelafustán con un libro de Marx o Fidel bajo un brazo, y un verso de Martí para declamar, se jacta de ser un político consumado
Aquí cualquier pelafustán con un libro de Marx o Fidel bajo un brazo, y un verso de Martí para declamar, se jacta de ser un político consumado
*********
Por Víctor Manuel Domínguez
Agosto 17, 2015 |
LA HABANA, Cuba – Si la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados, como sentenciara Groucho Marx, las autoridades cubanas son el paradigma de la politología internacional, y parte del pueblo el eco de tan magno atracón.
Aquí cualquier pelafustán con un libro de Marx o Fidel bajo un brazo, y un verso de Martí para declamar desde la única neurona posible en estos amplificadores de la revolución, se jacta de ser un político consumado, en lugar del idiota consumido por la petulancia, la ignorancia y la insensatez.
Verlos y oírlos pregonar en la televisión y la radio nacional, o mientras conducen un almendrón, preparan los cucuruchos de maní, vigilan los tamales, fingen que custodian los bienes de la Emchuflé, filosofan sobre un contén, o hacen la cola en una embajada para emigrar, es un vacilón.
Rehenes del miedo y de sus propias palabras, estos alabarderos de la mendicidad política y del apagón económico social, hacen loas, gritan consignas, crean justificaciones a las miserias del país, y se rasgan la voz y la camisa en público, mientras hablan y sueñan con cambios en privado.
De todo en la viña del señor
“Estamos así por el bloqueo”, dice un Marcuse sudoroso mientras pedalea loma arriba por Belascoaín. “Pero eso pronto cambiará. Gracias a la táctica y estrategia política de la revolución, los yanquis vendrán a morir a nuestros pies. Yo, desde mi condición de revolucionario, lo sé”, añadió aquel patán.
Graduado como técnico fitosanitario en un instituto agrícola en el oriente del país, el émulo de Gramci canturrea su pregón de Patrio o Muerte, mientras se toma un buche de ron Planchao. “Somos felices aquí, dice y a la vez maldice por zafársele la cadena del bici taxi al caer en un bache inmenso y maloliente como su necedad. “Esto con los yanquis se resolverá”.
Como este “comunista” de cebollino con huevo y pan, se comportan quienes viven del trapicheo como gerentes, ex ministros y oficiales en retiro, profesionales en desgracia y tantos otros que integran el rebaño silencioso que pasta las sobras del poder y bebe las aguas de la corrupción.
Los diferencia la imagen de miseria o de supuesto confort. El miedo y la falsedad son los mismos, aunque cambia el nivel. La angustia también. Ninguno se alimenta, pasea o viste con los bienes obtenidos por el trabajo que bajo control les da el poder. Están ahí hasta que quiera su protector.
“A mí me alcanza el salario para vivir: un arañazo por aquí, un toquecito por allá (robos), un poco de agua en la sopa y un estirón al arroz y los frijoles, y a comer como un general. La ropa me las manda un hijo desde Miami”, dice en la cola del pan un jefe de una brigada de construcción.
Arrieros somos, y como mulos andamos
Así hablan y se comportan estos proxenetas de la prostitución política. No tienen el más mínimo pudor en bendecir a la revolución en público, para luego maldecirla en privado. Son todoterrenos. Maniquíes en desuso. Lo mismo les sirve una cadena de oro, una sotana que un traje verde olivo.
“De tal palo, tal astilla”, me dijo una mujer señalando a un administrador de una Tienda Recaudadora de Divisas (TRD), que airado protestaba contra quienes criticaban los precios de los cárnicos, leche en polvo y aceite, por ser ingratos con una revolución que los enseñó a leer y los cura de gratis.
“Ese tipo, agregó la mujer, está entre los más grandes ladrones de la cadena TRD, pero dicen que tiene padrinos en el poder. Hoy roba aquí, y mañana lo hace allá. Pero no cae. Dice ser combatiente, miliciano, graduado de la escuela del partido Ñico López, y otras estupideces que no dan para comer.
Cual estas sabandijas, son miles los que aún no dudan en delatar o agredir a quienes expresan lo que ellos sienten y no se atreven a decir. Son frenos a la verdad. Actúan como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer. Venden una imagen que no es. Causan pena, y lo peor, algunos les creen.
LA HABANA, Cuba – Si la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados, como sentenciara Groucho Marx, las autoridades cubanas son el paradigma de la politología internacional, y parte del pueblo el eco de tan magno atracón.
Aquí cualquier pelafustán con un libro de Marx o Fidel bajo un brazo, y un verso de Martí para declamar desde la única neurona posible en estos amplificadores de la revolución, se jacta de ser un político consumado, en lugar del idiota consumido por la petulancia, la ignorancia y la insensatez.
Verlos y oírlos pregonar en la televisión y la radio nacional, o mientras conducen un almendrón, preparan los cucuruchos de maní, vigilan los tamales, fingen que custodian los bienes de la Emchuflé, filosofan sobre un contén, o hacen la cola en una embajada para emigrar, es un vacilón.
Rehenes del miedo y de sus propias palabras, estos alabarderos de la mendicidad política y del apagón económico social, hacen loas, gritan consignas, crean justificaciones a las miserias del país, y se rasgan la voz y la camisa en público, mientras hablan y sueñan con cambios en privado.
De todo en la viña del señor
“Estamos así por el bloqueo”, dice un Marcuse sudoroso mientras pedalea loma arriba por Belascoaín. “Pero eso pronto cambiará. Gracias a la táctica y estrategia política de la revolución, los yanquis vendrán a morir a nuestros pies. Yo, desde mi condición de revolucionario, lo sé”, añadió aquel patán.
Graduado como técnico fitosanitario en un instituto agrícola en el oriente del país, el émulo de Gramci canturrea su pregón de Patrio o Muerte, mientras se toma un buche de ron Planchao. “Somos felices aquí, dice y a la vez maldice por zafársele la cadena del bici taxi al caer en un bache inmenso y maloliente como su necedad. “Esto con los yanquis se resolverá”.
Como este “comunista” de cebollino con huevo y pan, se comportan quienes viven del trapicheo como gerentes, ex ministros y oficiales en retiro, profesionales en desgracia y tantos otros que integran el rebaño silencioso que pasta las sobras del poder y bebe las aguas de la corrupción.
Los diferencia la imagen de miseria o de supuesto confort. El miedo y la falsedad son los mismos, aunque cambia el nivel. La angustia también. Ninguno se alimenta, pasea o viste con los bienes obtenidos por el trabajo que bajo control les da el poder. Están ahí hasta que quiera su protector.
“A mí me alcanza el salario para vivir: un arañazo por aquí, un toquecito por allá (robos), un poco de agua en la sopa y un estirón al arroz y los frijoles, y a comer como un general. La ropa me las manda un hijo desde Miami”, dice en la cola del pan un jefe de una brigada de construcción.
Arrieros somos, y como mulos andamos
Así hablan y se comportan estos proxenetas de la prostitución política. No tienen el más mínimo pudor en bendecir a la revolución en público, para luego maldecirla en privado. Son todoterrenos. Maniquíes en desuso. Lo mismo les sirve una cadena de oro, una sotana que un traje verde olivo.
“De tal palo, tal astilla”, me dijo una mujer señalando a un administrador de una Tienda Recaudadora de Divisas (TRD), que airado protestaba contra quienes criticaban los precios de los cárnicos, leche en polvo y aceite, por ser ingratos con una revolución que los enseñó a leer y los cura de gratis.
“Ese tipo, agregó la mujer, está entre los más grandes ladrones de la cadena TRD, pero dicen que tiene padrinos en el poder. Hoy roba aquí, y mañana lo hace allá. Pero no cae. Dice ser combatiente, miliciano, graduado de la escuela del partido Ñico López, y otras estupideces que no dan para comer.
Cual estas sabandijas, son miles los que aún no dudan en delatar o agredir a quienes expresan lo que ellos sienten y no se atreven a decir. Son frenos a la verdad. Actúan como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer. Venden una imagen que no es. Causan pena, y lo peor, algunos les creen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario