Comején. Eugenio Yáñez sobre la visita del Presidente Barack Obama a Cuba: Esta palabra resume lo que dejó el presidente Obama en Cuba
Comején
Esta palabra resume lo que dejó el presidente Obama en Cuba
Por Eugenio Yáñez
Miami
24/03/2016
El comején no se nota al principio, mientras se alimenta de la madera hasta destruirla. El castrismo más nunca será lo mismo tras la visita de Obama.
El Presidente le inyectó comején al régimen con su habilidad política, elegancia, lozanía, juventud, determinación y carisma, durante sus 48 horas en la Isla.
Su popularidad entre los cubanos fue evidente desde su llegada: a pesar de la lluvia y de la paralización del transporte hacia los accesos a La Habana Vieja, muchos se acercaron a la Catedral y al paladar donde cenó con su familia, gritando “Obama, Obama”.
El presidente del país más poderoso del mundo aguantaba su sombrilla bajo la lluvia, sin ayudantes cargándosela a él y su esposa. Pagó su cena en el paladar “San Cristóbal”: ni gastos de protocolo ni pasar la cuenta a los contribuyentes. Ningún “dirigente” cubano haría cosas así.
Raúl Castro no lo recibió en el aeropuerto, porque se negó a visitar a Fidel Castro, como funestamente hacen tantos jefes de Estado. Pero quien quedó mal fue el dictador. Obama lo sabía: el recibimiento oficial sería la mañana del lunes en el Palacio de la Revolución. Y al terminar la visita el general tuvo que ir al aeropuerto a despedirlo.
La conferencia de prensa conjunta resultó nefasta para el dictador. No le gustan sin periodistas amaestrados: estaba nervioso, inseguro, tartamudo, fingiendo no poder escuchar la traducción por los audífonos. Contrastó la seguridad y desenfado del joven presidente del país más poderoso del planeta frente al mediocre dictador de una nación destruida por casi sesenta años de comunismo.
Lo de los presos políticos, grotesco: “dame la lista y antes de la noche estarán en la calle”, dijo Raúl Castro al periodista. En Cuba no existe separación de poderes y los órganos judiciales son caricaturas: el país funciona por caprichos del cacique. Pero aunque muy pronto aparecieron varias listas, todavía esos cubanos siguen presos.
La polémica sobre derechos humanos, patética, tratando de justificar la supresión de la libertad de expresión, reunión, religiosa, o cualquier otra, alegando que la salud pública y la educación en Cuba son gratuitas. Eso es falso: las pagan los trabajadores cobrando los sueldos o pensiones miserables que paga el régimen; con salario promedio de 28 dólares mensuales en Cuba, ¿quién paga la educación y la salud, el Estado o el pueblo?
En la reunión con los cuentapropistas Obama enfatizó que EEUU desea ayudarlos a prosperar, desinflando el mito del “enemigo imperialista”. Quedó claro que si los cuentapropistas no prosperan es porque la dictadura no lo permite.
El discurso televisado a los cubanos fue contundente e impactante. Mientras los guatacas aplaudían al dictador cuando llegó, éste gesticulaba como que las cortesías deberían ser para el visitante. Obama, citando a José Martí y balbuceando varias palabras en español, se robó el show. Con la sutileza de decir que el año en que triunfó la revolución su padre llegó a EEUU, y que él había nacido el año de Playa Girón, recordaba a todos que desde entonces Cuba ha tenido solamente dos gobernantes, no electos por los votantes.
Enterró frente a la dictadura el hacha de la guerra, dejando al régimen desnudo en plena calle. Pidió la reconciliación de los cubanos de Cuba y el exilio. Explicó lo que es la democracia en EEUU, aceptó imperfecciones, y remarcó que además de acceso a educación, salud, trabajo y vivienda, los seres humanos tienen derecho a libertades fundamentales, expresar desacuerdos sin temor a represalias, y elegir a sus gobernantes. Exaltó los logros del exilio de Miami como modelo para Cuba, nunca habló de cubanos “emigrantes”, y destacó que en la carrera por la presidencia este año han participado, entre otros, dos americanos de padre cubano, más una mujer y un socialista: ¡eso sí es democracia! Y repitió varias veces que nuestro problema debemos resolverlo nosotros los cubanos, no Estados Unidos. Por primera vez muchos cubanos pudieron ver claramente lo que es un verdadero presidente de un país democrático.
Reuniéndose con opositores puso en evidencia a papas y gobernantes europeos y latinoamericanos sin coraje para hacerlo. Noble gesto del presidente americano, que recalcó el coraje de los opositores en la isla del diablo, y humildemente escuchó lo que esos valientes le dijeron, aunque no estuvieran de acuerdo con él. No aceptó reunirse con una supuesta “sociedad civil” de Comités de Defensa, Federación de Mujeres y sindicatos oficialistas, ridículas marionetas del partido comunista.
En el juego de pelota con los Tampa Bay Rays de Grandes Ligas la primera bola la lanzaron dos veteranos cubanos: uno que vive en la Isla y otro (de Grandes Ligas) en EEUU. El primer bateador del juego fue un cubano que escapó de la Isla hace tres años. ¡Que ridículas aquellas palabras castristas sobre “la pelota esclava”!
¿Significa todo esto que la dictadura va a cambiar y abrirse a libertades democráticas, economía de mercado y estado de Derecho? Claro que no. Continuarán con su política reaccionaria y troglodita, diciéndose “revolucionarios” mientras defienden inmovilismos, miserias para el pueblo y privilegios para la pandilla y sus familiares.
Despegando Obama los esbirros digitales del régimen comenzaron sus campañas pretendiendo desmentir todo lo que dijo e hizo el Presidente. Ya un ministro castrista dijo que Obama discriminó a las empresas estatales al excluirlas de su reunión con empresarios. “Olvidó” que desde 1959 el castrismo discriminó y excluyó a las privadas al confiscarlas, y desde 1968 a los pequeños propietarios, con la “ofensiva revolucionaria”. O que esas empresas estatales cubanas nunca han sido eficientes ni contribuido a mejorar la vida de la población.
Muchos cubanos, en la Isla y fuera de ella, evalúan de forma diferente la visita de Obama: opinan que “legitimó” la dictadura, que no hizo su trabajo, que dio demasiado a cambio de nada. Respeto sus percepciones, tan válidas como las mías.
No espero que el castrismo se “desmerengue” mañana por la tarde después del aguacero. Será cuestión de tiempo. Algunos no llegarán a verlo, otros lo disfrutarán de lo lindo.
Pero la “Operación Comején” ya comenzó con esta visita.
© cubaencuentro.com
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Tomado de http://www.lanuevanacion.com
NO ES EL EMBARGO
Por José Azel *
julio de 2015
El uso de sanciones económicas como herramienta de política exterior no es nuevo. En 431 AC Pericles expulsó del mercado y puertos atenienses a los megarianos ayudando a incitar las guerras del Peloponeso. Hoy, las sanciones económicas están en el centro de las negociaciones con Irán y Cuba. Además, muchos malinterpretan su utilización e impacto tanto en las naciones que sancionan como en las sancionadas. Veamos el caso de Cuba.
Las sanciones económicas de EEUU contra Cuba fueron promulgadas por primera vez en 1961 cuando el Presidente John F. Kennedy aprobó una orden ejecutiva en respuesta a la expropiación sin compensación de propiedades americanas por el gobierno cubano. Casi seis décadas después, el asunto sigue pendiente y ese tópico domina la retórica alrededor de las relaciones EEUU-Cuba. El gobierno cubano y sus simpatizantes utilizan la falacia del término “bloqueo” para atribuir determinada perversión a esa política y culparla por los fracasos económicos del régimen.
Otros arguyen, válidamente, que el embargo ha fracasado en cambiar el rumbo o la naturaleza del gobierno cubano. Cierto, pero también es necesario señalar que la alternativa política de vínculos con ese gobierno cubano, seguida por la comunidad internacional, también ha fallado en cambiar la naturaleza de ese régimen.
Actualmente más de 190 naciones se involucran económica y políticamente con Cuba mientras Estados Unidos permanece solitario manteniendo sanciones económicas. Si el embargo se considera un fracaso cambiando la naturaleza del gobierno cubano, hay 190 casos de fracaso de la alternativa política de compromiso. Por preponderancia de la evidencia (190 a 1) está claro que los vínculos con el régimen también ha resultado un lúgubre fracaso.
En 1961 el Presidente Kennedy envió un razonable mensaje a la comunidad internacional: los gobiernos que decidieran expropiar propiedades de ciudadanos estadounidenses deberían compensarlos. Los que decidieran simplemente robar propiedades norteamericanas deberían esperar represalias del gobierno de EEUU. Ese mensaje mantiene validez hoy como expresión del deber de un gobierno de proteger los derechos de propiedad de sus ciudadanos en países donde el Estado de Derecho no predomina.
Siguiendo el consejo del propagandista nazi Joseph Goebbels, de que “si dices una mentira suficientemente grande y te mantienes repitiéndola, el pueblo finalmente llegará a creerla”, el régimen cubano ha promovido incesantemente la falacia de que el embargo de EEUU es responsable del pésimo estado de la economía cubana. Pero no es el embargo el que ha pauperizado al pueblo cubano. El colapso de la economía cubana puede rastrearse claramente hasta su economía colectivista y la abolición de los derechos de propiedad. Ese experimento colectivista resultó en una injusta sociedad económicamente quebrada, caracterizada por un enorme sistema represivo y un gobierno con ilimitado poder sobre sus ciudadanos.
¿Qué tiene que ver el embargo con que el gobierno cubano permita libertades económicas y políticas en Cuba? Permitir libertades económicas y políticas en Cuba es potestad absoluta del gobierno cubano. De ninguna manera lo impide la política de EEUU. Las pésimas condiciones sociopolíticas y económicas cubanas son resultado directo de las fracasadas políticas del gobierno cubano, no de supuestas políticas fallidas del gobierno de EEUU.
Ningún esfuerzo diplomático que busca concesiones de un oponente puede triunfar si una de las partes decide entregar incondicionalmente todas sus fichas de negociación, como está haciendo la administración del Presidente Obama. El abandono de las posiciones negociadoras propias no es base lógica para un compromiso constructivo. Insistir en concesiones legítimas, como el respeto a los derechos humanos, no es una debilidad moral o práctica.
El buque insignia de la política EEUU-Cuba debería ser el honorable esfuerzo –por baldío que resulte– de promover libertades civiles y derechos políticos en Cuba. Que no podamos influir efectivamente en ese proceso no significa que debamos abandonar unilateralmente posiciones concebidas para inducir conductas democráticas. El compromiso diplomático con adversarios raramente triunfa apelando únicamente a principios más elevados de ese adversario.
En negociaciones, cuando una concesión incondicional se recibe, el receptor la toma y avanza a la siguiente demanda. Eso es precisamente lo que ha hecho el gobierno de Castro, y la administración Obama parece acatar. EEUU se sienta ahora con las manos vacías en la mesa de negociaciones, y seguramente también se levantará con las manos vacías.
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