miércoles, diciembre 07, 2016

Ileana de la Guardia: Fidel Castro mandó a fusilar a mi padre; no lamento su muerte

Manuel de Beunza (Part.II)

(A partir del minuto  y 30 segundos  Manuel de Beunza  habla de una  reunión sobre narcotráfico en la que participaron él,   Fidel Castro, Ruiz Poo, Abrantes y  Osmany Cienfuegos. La parte que debía ejecutar Manuel de Beunza era el lavado producto de esas actividades de narcotráfico. Manuel de Beunza falleció en el 2013 si mal no recuerdo)



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 Participacion de Fidel y Raul Castro en el trafico de Armas y Drogas 2



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Tomado de http://www.14ymedio.com/

Fidel Castro mandó a fusilar a mi padre; no lamento su muerte


  Coronel Antonio ¨Tony¨de la Guardia Font  y General de División Arnaldo Ochoa Sánchez


Por Ileana de la Guardia
París
Diciembre 05, 2016

Amanece en París, este 26 de noviembre, el sol apenas se asoma. Desde mi sueño profundo escucho un teléfono sonar. No quiero descolgarlo. Es mi marido quien lo hace. Su voz me dice:

" Se murió, se murió, despierta! ¡Se Murió Fidel!"

Yo murmullo:

"Otra vez él... Otra vez va a sacarme del sueño"

Así fue hace 27 años, cuando me anunciaron el arresto de mi padre. Y, por tanto, esa llamada me persigue como un fantasma. No, yo no quiero despertar, él no tiene ese derecho.

Algunas horas más tarde salgo de la cama y desde mi ventana, en el horizonte, veo la Torre Eiffel, mi símbolo de libertad, de mi libertad. Regresan entonces horribles recuerdos: el del asesinato de mi padre, por supuesto, y el de tantos otros que pagaron con sus vidas la ceguera de un tirano.

Esta vez por fin ¿habrá muerto de verdad? Ninguna duda. Yo me siento aliviada, como liberada de la persecución de una sombra maléfica.

El monstruo murió en su cama sin ni siquiera ser molestado por sus crímenes. Los funerales están ya bien preparados. Nada queda al azar. Nadie irá a escupir sobre sus cenizas. Y sin embargo...

Mi padre, Tony de la Guardia, partió al amanecer del 13 de julio de 1989. El no tuvo la suerte de llegar a viejo, de conocer a sus nietos, era un hombre de confianza del tirano. Le había servido en difíciles misiones militares a veces secretas.

(Ileana de la Guardia y su padre Tony de la Guardia)

El 12 de junio de 1989, fue arrestado por la policía política. Un mes más tarde, luego de un proceso expeditivo, al que me permito calificar como estalinista, Fidel Castro, lo mandó a fusilar sin piedad. No había ni traicionado, ni estafado, ni robado. Sólo había ejecutado las órdenes del mismo Castro: "Buscar divisas extranjeras por todos los medios para salvar a Cuba del naufragio".

Ese día el mundo se derribó a mi alrededor Yo era joven, poco politizada, convencida de que Fidel (al que entonces, como tantos de mi generación, apodaba El Cangrejo porque con él todo iba siempre para atrás), teniendo en cuenta las misiones de mi padre, le perdonaría la vida. No fue así. Al mismo tiempo que a mi padre, hizo fusilar a Arnaldo Ochoa. El gran general del Ejército cubano, El León de Etiopía como lo llamaban los africanos cuando cumplió misiones allí. Otros dos oficiales, Amado Padrón y Jorge Martínez, también fueron enviados al paredón de fusilamiento. Mi tío, el general Patricio de la Guardia, hermano gemelo de mi padre, fue condenado a 30 años de prisión "por no haber denunciado oportunamente a su hermano", tal como reza textualmente en el pedido de condena efectuado por el fiscal. El está hoy en Cuba bajo residencia vigilada.

Todos esos hombres cayeron bajo la sospecha de sentir una cierta debilidad por la perestroika de Gorbachov. Castro no tenía estrictamente ninguna prueba, solamente dudas, por comentarios de descontento hechos en alguna parte, en alguna reunión de oficiales, en encuentros familiares. Él debía dar un ejemplo. Impedir que esa ola se expandiera. Ser despiadado. Ejercer el terror para perpetuar su reino... Por siempre.

A pesar de estos recuerdos terribles, salgo a pasear por París. La ciudad que me abrió sus brazos. Me doy cuenta de la suerte que tengo. Llegué a Francia en 1991, al país de Voltaire, el adalid de la libertad de expresión. Voltaire, el enemigo eterno de los tiranos, al que quiero cada día más, pues conozco el precio de la libertad.

Curiosamente, estoy feliz, incluso, si por principios no debemos alegrarnos de la muerte de un ser humano. Lo sé, no debería saltar de alegría, pero no puedo contenerme. Pues más allá de los funerales que se pretenden grandiosos y dóciles, como en todos los regímenes comunistas, al que veo es al verdugo. El hombre duro, implacable, dispuesto a sacrificar a sus más cercanos colaboradores para proteger su sistema.

 Y su poder. ¿Cómo no ver a mi padre atrapado en las mentiras del dictador? Para deshacerse de él y de los demás, Castro les vendió una fábula perversa y criminal; por el bien del país, de la revolución, les pidió que se autoinculparan por faltas que no habían cometido. Un clásico en los regímenes estalinistas, donde los hijos denunciaban a sus propios padres.

En aquella época, la agencia de lucha contra las drogas de Estados Unidos, la DEA, sospecha que Fidel Castro presta, cobrándoles caro, partes de su territorio, e incluso sus aeropuertos, a narcotraficantes colombianos como zona de tránsito. Esa agencia tiene pruebas irrefutables: fotos y testimonios de mafiosos del cartel de Medellín. ¿Cómo escapar a esa trampa? Convirtiendo en chivos expiatorios a algunos altos oficiales, bajo sospecha de simpatías por Gorbachov. Mi padre, como los otros, persuadido de que Fidel les demanda un nuevo sacrificio, y quizá protegiendo a su familia, acepta esta farsa sin imaginar que le costará la vida.

El proceso fue un simulacro, una pesadilla. Al finalizar el juicio el monstruo los hace fusilar como traidores. Yo vivo con esta imagen de horror desde hace 27 años. Veo la sonrisa de mi padre, agotado por el encarcelamiento y los interrogatorios. Su última mirada llena de ternura. No nos permitieron ni siquiera poner su nombre sobre una tumba en el cementerio de La Habana. Fue borrado de la historia. Olvidado, tirado en una fosa común, como los herejes en la Edad Media.

Hoy, grito su nombre para que jamás sea olvidado: Tony de la Guardia, mi padre querido. Que mi voz atraviese el Atlántico, hasta el Malecón de La Habana, allí donde los sueños se pierden en el horizonte.

Desde París, pienso en todas esa familias cubanas que han vivido tragedias similares a la mía. Ellas también lloran a sus muertos en silencio y el miedo en el vientre, con la esperanza de que quizás un día tendrán el derecho de regresar a casa.

Hoy el déspota no es más que una urna con cenizas, pero su sistema no se derrumbó con él. La maquinaria de propaganda funciona a todo vapor. La policía política no se ha declarado en huelga: espía, vigila, intimida, golpea y aísla a todos aquellos que disienten, a todos aquellos que reclaman.

Raúl Castro ha emprendido algunos insuficientes cambios, es cierto, ¿por qué negarlo? ¿Una mascarada más? ¿Un simple truco para escapar al juicio de la Historia?

A aquellos que lloran por Fidel, con lágrimas sinceras o de cocodrilo, les pido que abran los ojos, que escuchen los relatos de dolor de centenares de familias víctimas de la dictadura. La dinastía castrista parece querer perpetuarse para no tener que rendir cuentas después de más de 50 años en el poder.

Difícil hacerse ilusiones: los descendientes del comandante siguen manejando los hilos del país. Fidel está muerto, pero los suyos siguen al mando. El hijo de Raúl Castro dirige los servicios de represión e inteligencia y su yerno maneja la economía del país con mano dura.

Sin odio, sin rencor, reclamo justicia para mi padre y para los demás, opositores políticos, poetas malditos, homosexuales, militares disidentes. Esta dinastía de acaparadores debe irse.

Ellos me quitaron todo. No tengo ni siquiera el derecho de pisar la tierra de mi familia que me vio nacer. Yo no tengo propiedades, ni fortuna, pero poseo el más bello de todos los diamantes: la libertad.

Yo se la ofrezco a mi padre, mártir cubano. Un día pondré un ramo de flores y una estela sobre su tumba. Lo juro.

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Nota de la Redacción: Este texto fue publicado el 1 de diciembre de 2016 en Le Nouvel Observateur. Lo reproducimos con autorización de su autora.

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Prólogo a Narcotráfico y Tareas Revolucionarias, libro de Norberto Fuentes
Por Ernesto Betancourt
(FRAGMENTO, pero pueden leerlo completo haciendo click AQUÍ)

Las relaciones de Castro con el tráfico de drogas a través de Cuba y en el lavado de dinero son más que confirmadas por hechos anteriores y posteriores al juicio de Ochoa y han sido motivo de acciones legales en los tribunales de Estados Unidos. Norberto Fuentes agrega detalles reveladores en su narrativa que dan validez a esta hipótesis.
Ya en 1980 Castro decide suspender operaciones de tráfico de marihuana cuando el entonces Ministro del Interior, Ramiro Valdés, pidió órdenes por escrito del Comandante en Jefe para continuar dichas operaciones. Fuentes revela que Castro estuvo envuelto en los tratos con Vesco y con el M-19 de Colombia/Jaime Guillot Lara, casos objeto de grandes jurados en Estados Unidos. En 1983, Castro planteó a Tony de la Guardia y a otros funcionarios del MININT la necesidad de demostrarle la factibilidad de hacer operaciones de drogas en forma tal que permitiera negar su envolvimiento y le ordenó iniciar los contactos con Pablo Escobar. Paralelo a estas operaciones, hay notas sobre crecientes contactos con los carteles mexicanos para operaciones de gran envergadura en los que la participación de Tony de la Guardia es más tangencial, pero no pueden tener lugar sin el conocimiento y la aprobación de Fidel Castro.
Esta implicación directa de Castro continúa mucho después del fusilamiento de Tony de la Guardia. El contrabandista Jorge «Gordito» Cabrera, actualmente cumpliendo una sentencia de diez y nueve años, fue capturado en los Cayos de la Florida, en Enero de 1996, con 6,000 libras de cocaína y una foto de él con Fidel Castro. Esto alcanzó gran publicidad cuando, durante el escándalo sobre contribuciones ilegales a la campaña del Presidente Clinton, se descubrió que Cabrera había contribuido $20,000 a dicha campaña y había sido invitado a una fiesta de Navidad en la Casa Blanca, donde se retrató con la Primera Dama, y a otra en Miami, donde se retrató con el Vice Presidente Al Gore.

 
 Jorge Luis «Gordito» Cabrera y Hillary Clinton
 Jorge Luis  «Gordito» Cabrera y Al Gore

( Fotos y comentario añadidos por el bloguista de Baracutey Cubano:

En el American Thinker del 30 de abril de 2009 se lee

"Thanks to Castro" boasted the FARC's late commander " Tiro-Fijo" (sure-shot) in a 2001 interview, "we are now a powerful army, not a hit and run band." The conduit for Castro's aid was (and is), of course, Venezuela.
"The evidence against Castro is already greater than the evidence that led to the drug indictment of Manuel Noriega in 1988," Said one of the federal prosecutors to the Miami Herald in Judy 25, 1996. A total of four grand juries had revealed Castro's involvement in drug traffic.
Much of the evidence came from famous Clinton financial backer Luis "El Gordito" Cabrera. Pictures from the 1995 White House Christmas party, show him smiling with Hillary and backslapping with Vice President Gore.
During his arrest for cocaine smuggling exactly two weeks after that party, pictures turned up of "Gordito" Cabrera smiling and backslapping with Fidel Castro.

En Independet  del 25 de julio de  1996 se lee:

The drug arrest took place in Miami in January when police, following a tip about smuggled Cuban Cohiba cigars, raided a warehouse and found nearly three tons of cocaine. One Colombian and several Cuban Americans were detained, including 40-year-old Jorge Luis Cabrera, nicknamed "el Gordito" (the fat man), whose family owns a lobster and crab business in the Florida Keys.

The main basis for the supposed Castro link was alleged to be photographs found in a suspect's car at the scene of the bust, said to show "the fat man" posing with Mr Castro
.)
 Por su parte, de acuerdo con el periodista Andrés Oppenheimer, las autoridades mexicanas encontraron vínculos del Rey de los Cielos, Amado Carrillo Fuentes, con el régimen cubano. Este disfrutaba de una casa de protocolo del gobierno de Cuba durante sus visitas a la Habana, privilegio que cualquiera que sepa cómo se gobierna Cuba sabe es imposible de obtener sin la aprobación del propio Castro. Estas casas son asignadas personalmente por Fidel Castro y la administración de esas propiedades es una de las funciones de su Jefe de Despacho, el Dr. José M. Miyar Barruecos.


(Norberto Fuentes entre Fidel y Raúl Castro; nótese a Raúl eufórico. ¿estaría tomando  vodka con jugo de naranja?) 

Finalmente, en este caso, lo que pudiera llamarse el «smoking gun», de acuerdo con el argot policíaco, es el incidente, ocurrido en enero 18 de 1991, en la prisión de Guanajay que albergaba tanto a los procesados en el caso Ochoa como en el caso Abrantes. En esa oportunidad Abrantes, antiguo Ministro del Interior, le confesó al general Patricio de la Guardia, cuyo hermano gemelo Tony fue uno de los ejecutados por Fidel Castro,  que él mantenía a Fidel Castro informado de todas las acciones de su Ministerio relacionadas con el tráfico de drogas.   Patricio reaccionó violentamente ante esta evidencia que confirmaba que su hermano había sido ejecutado por cumplir misiones aprobadas por Fidel.   Esta indiscreción de Abrantes ocasiona su misteriosa muerte el 21 de enero de 1991, tres días después, a causa de un fallo cardíaco que, en el mejor de lo casos, no fue atendido debidamente por sus carceleros y, en el peor, fue ocasionado deliberadamente por las inyecciones que le daban éstos.

(Norberto Fuentes y Raúl Castro)

Pero, aparte de revelar que Castro sí ha estado y sigue estando envuelto en el tráfico de drogas, las revelaciones, hasta ahora inéditas, de Norberto Fuentes alimentan otra hipótesis sobre el caso de Ochoa. En vista de toda la evidencia aportada en esas notas, es razonable asumir que Ochoa estaba convirtiéndose en una amenaza para el monopolio de poder de Castro. Esto se deduce claramente del incidente ocurrido el 28 de Mayo de 1989 descrito en la narrativa de Fuentes. En esa oportunidad Raúl Castro, en presencia de los generales Ulises Rosales del Toro y Abelardo Colomé (Furry), se reúne con el General Ochoa, ya bajo arresto preventivo, y lo increpa en relación con cuatro temas:
Su juntadera con los generales soviéticos en Angola (en momentos en que Castro ya había dado órdenes al Ministro del Interior de seguir a los soviéticos en Cuba por desconfiar de sus contactos con funcionarios y oficiales cubanos);
Su desobediencia de las órdenes de Fidel en la última fase de la guerra en Angola (Ochoa se concentró en atacar a las fuerzas de Savimbi y Fidel quería que atacara a los sudafricanos);
El que hubiera apoyado la operación de ataque a la guarnición militar La Tablada en Buenos Aires sin haber consultado a la alta jerarquía del régimen (Ochoa había conocido a Gorriarán, el guerrillero argentino que lideró esa violenta acción, en Nicaragua y se habían hecho amigos); y, finalmente,
Sus esfuerzos por crear su propia organización para el tráfico de drogas en alianza con Pablo Escobar (lo que interfería con las mucho más amplias operaciones de narcotráfico que ya estaban en camino a través de Raúl y el Ministro del Interior, José Abrantes, con pleno conocimiento y aprobación del propio Fidel).

(Norberto Fuentes  hace unos pocos años en Miami)

Como puede apreciarse, la agenda anti-Ochoa era muy amplia. De hecho, constituía una respuesta al reto que él representaba al liderazgo de Castro en muchos frentes. La confirmación de este reto, que se acentúa con su regreso a Cuba y la intensificación de contactos con Pablo Escobar, coincide con las sentencias dictadas en el caso de los Ruiz en los tribunales de la Florida en Abril 23 de 1989. Este caso envolvía operaciones de tráfico de drogas que se estaban efectuando regularmente a través de Cuba, las cuales eran imposibles de llevar a cabo sin la aprobación de Raúl y, por consiguiente, del propio Fidel.  El dictador panameño Manuel Noriega advirtió a Castro que él era el objetivo en el caso de los Ruiz.

Castro decidió matar dos pájaros de un tiro. Ejecutando a Ochoa y sus principales colaboradores acusándolos de tráfico de drogas, silenciaba toda alusión al envolvimiento de él y su hermano Raúl en esas operaciones, y justificaba su inocencia, al mismo tiempo que se libraba de un peligroso rival potencial por el control del poder.

En este esfuerzo confiaba, además, en el apoyo incondicional que siempre ha tenido en los medios masivos de comunicación estadounidenses de simpatizadores o agentes de influencia como Ted Turner de CNN, Dan Rather de CBS y Peter Jennings de ABC, así como de algunos reporteros en los líderes de la prensa liberal como The Washington Post y The New York Times. Fidel Castro esperaba que esa interpretación, avalada por escritores como el premio Nóbel Gabriel García Márquez, iba a prevalecer en la opinión pública americana. Y así ha sido hasta ahora.
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En Amazon:
En forma cronológica presenta el autor información no conocida sobre las actividades terroristas y en el narcotráfico del gobierno de Fidel Castro. Revela también informaciones sobre el juicio de la Causa #1 de 1989, sobre el general Arnaldo Ochoa y los hermanos De la Guardia, sobre la guerra en Angola y otros escenarios fuera y dentro de Cuba en los que participara directamente o tuviera información por sus amigos del MININT y el MINFAR, que participaron en ellos. Un libro inquietante y revelador que muestra importantes interioridades de la cúpula gobernante de Cuba. Prólogo de Ernesto F. Betancourt.
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Tomado de http://taniaquintero.blogspot.com

El Cártel de La Habana (IV)

(pueden leer la partes I, II y III haciendo click AQUÍ )

Por Juan Benemelis
(Ex diplomático Castrista vinculado a la Inteligencia)


En el curso de la década de los 70 se dieron cita dos coyunturas importantes. La primera tendría que ver con el consumo de narcóticos, que vería una gran expansión en Estados Unidos primero con la marihuana y luego con la cocaína.

La otra coyuntura tenía que ver con el narcotráfico en sí. El Cartel de Medellín necesitaba de un punto intermedio cercano para operar hacia aguas norteamericanas. El Cartel de Medellín llegará a introducir unas 45 toneladas de cocaína en Estados Unidos, representando 25 billones de dólares, y alrededor de 10 toneladas en Europa.

En una intervención ante el Senado, en abril de 1983, James H. Michel, Secretario de Estado para Asuntos Interamericanos, expresó que existían pruebas de que en 1979, el buró político del Partido Comunista de Cuba había aprobado un plan para intervenir en el narcotráfico utilizando a Cuba como puente y base de apoyo para las redes de traficantes de Estados Unidos.

El suministro se organizó desde las fuentes de abastecimiento en América del Sur y el gobierno de La Habana necesitaba recursos en moneda convertible que estaría dispuesto a obtener de cualquier manera. La vinculación cubana con el narcotráfico era inevitable desde un principio, y además tenía que producirse de manera casi natural: primero, porque en las áreas de producción de Suramérica, los guerrilleros sostenidos por Cuba ocupaban el mismo espacio ilegal que los narcotraficantes.

La guerrilla necesitaba armas y dinero, mientras que el narcotráfico, siempre abundante en dinero, necesitaba protección armada y, sobre todo, acceso a las redes de organización clandestina de la guerrilla y su experiencia conspirativa. Además, una parte importante de todo el tráfico de drogas cayó en manos de exilados cubanos, sobre los cuales La Habana tenía abundante información para el chantaje. La parte del exilio que se vinculó al narcotráfico con Cuba también se sentía razonablemente segura de que no sería traicionada.

En la medida que la crisis financiera y económica se hacía más profunda, la dependencia de la Isla para con los recursos extraídos de Angola y del narcotráfico se amplió. Apurado por lograr una nueva fuente de recursos, Castro se fue involucrando cada vez más en el tráfico de drogas, como apuntara el general cubano exiliado Rafael del Pino.

Tradicionalmente los barcos usados en el narcotráfico colombiano tenían que atravesar el Paso de los Vientos, entre Cuba y Haití, lo que muchas veces les situaba en aguas territoriales cubanas, donde eran interceptados. Las pérdidas de los narcotraficantes se incrementaron con alarma.

(Al centro el Embajador Fernando Ravelo y a su lado el alto Johny Crump)

Según el testimonio dado en 1982 por el narcotraficante colombiano de Miami Juan Lozano (alias Johnny Crump), es alrededor de 1975 que algunos de los más importantes narcotraficantes colombianos se entrevistaron en Bogotá con el embajador cubano Fernando Ravelo Renedo para negociar la devolución de los barcos y las tripulaciones.

El embajador cubano contestó con una contraoferta de La Habana: a cambio de 800 mil dólares por cada barco, Cuba estaba preparada no sólo para ignorar la actividad de los buques madres que se detectasen en sus aguas, sino que podía proveerles de servicios de reparación y gasolina en sus puertos, así como identificación y escolta cubana hasta las proximidades de los cayos de la Florida.

Así, los poderosos colombianos Alfonso Cotés y Alfonso García comenzaron sus negocios de tráfico a través de Cuba. Los agentes de inteligencia cubanos se pusieron en contacto con algunos potentados de la droga en Miami, como por ejemplo Johnny Crump y el conocido narcotraficante Jaime Guillot-Lara, quien con posterioridad sería empleado de los servicios secretos cubanos y se casaría con una hija de Raúl Castro.

Entre los cubanos exiliados en Estados Unidos implicados en el narcotráfico con Cuba estaban José Alvero Cruz y Osiris Santi. En noviembre de 1976, Alvero había viajado a España donde disponía de fondos bancarios, y allí obtuvo de la propia embajada cubana en Madrid un pasaporte cubano. En 1978, actuando como agente de Cuba, Alvero arregló el envío de 5,000 armas para las guerrillas sandinistas en Nicaragua. Por su parte, Osiris Santi era un narcotraficante cuyos barcos ya recibían protección en los puertos cubanos. Su lugarteniente, Orlando Torres, se entrevistaba constantemente en México con los funcionarios del régimen cubano destacados en Mérida.

El narcotraficante colombiano, Jaime Guillot-Lara -casado con la hija del ministro de defensa cubano Raúl Castro- será el contacto entre Cuba y el movimiento M-19. El 7 de noviembre de 1981, Guillot-Lara tiene que escapar a toda prisa de Colombia y se refugia en México, donde los agentes cubanos negocian su libertad con las autoridades mexicanas con el fin de evitar que se descubriera su conexión con La Habana. En 1982, Castro hablaba de Guillot-Lara como "un buen amigo".

(Jaime Guillot Lara, foto superior, y en la foto inferior René Rodríguez Cruz quien fuera una de las personas especializadas en dar el tiro de gracia a los fusilados en la Sierra Maestra  y al principio del triunfo de la Revolución; posteriormente fue Presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos o ICAP, una dependencia Castrista vinculada con la Dirección de Inteligencia. Murió en extrañas circunstancias en Cuba después de llegar huyendo por las acusaciones de narcotráfico. Comentarios y fotos añadidas por el bloguista de Baracutey Cubano)

La conexión cubana sería descubierta y probada más tarde. Los informes de la participación cubana en el tráfico de drogas saldrían por vez primera a la luz pública en 1982, cuando la Oficina Legal de los Estados Unidos en Miami nombró entre los acusados al jefe de la marina de guerra de Cuba, almirante Aldo Santamaría, y al ex embajador cubano en Colombia, Fernando Ravelo, en un caso que incluía 23 toneladas de marihuana.

El 15 de noviembre de 1982, los colombianos Guillot-Lara y Johnny Crump, y los cubanos Lázaro Visuña, Mario Estévez y David L. Pérez, brindaron a un tribunal en Miami amplias pruebas de las actividades de narcotráfico por parte de Cuba desde el año 1975, tráfico que tenía como uno de sus objetivos el envió de armas a la guerrilla colombiana del M-19.

Según la deposición de Johnny Crump, él y Guillot-Lara se dirigieron a La Habana en compañía del embajador Ravelo, donde éste y el embajador de Cuba en Venezuela, Norberto de la Osa, les confirmaron que el barco Viviana, dedicado al narcotráfico, obtendría salvoconducto todas las veces que atravesase las aguas jurisdiccionales cubanas.

Por la protección de este tránsito, Guillot-Lara pagaba 20 mil dólares por cada tonelada de marihuana a bordo. A su vez, el compromiso incluía el transporte de armas a las guerrillas del M-19 en Colombia. Según Guillot-Lara, a su retorno a Colombia inició los trámites para preparar otro barco para enviar a Cuba en 1980.

(El embajador Fernando Ravelo bautizando a Viviana, hija de Johny Crump, el cual se encuentra en la extrema derecha de la foto)

Conforme al testimonio de Johnny Crump, los funcionarios cubanos Ravelo y René Rodríguez Cruz -presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP)-, le sugirieron la posibilidad de comprar y enviar armas para elementos anti-Pinochet en Chile a través de Panamá. Una semana después, un chileno de apellido Galván, le hacía entrega de un microfilm en un cigarrillo que contenía la lista de las armas, alimentos y municiones para 300 hombres.

Por otra parte, Johnny Crump cuenta cómo durante una campaña en la costa norte del Pacifico, las autoridades colombianas cercaron a un grupo guerrillero del M-19 comandados por Carmenea Cardona, muchos de los cuales figuraron en el secuestro de la embajada dominicana en Bogotá y que supuestamente debían haber estado refugiados en Cuba.

Entre los detenidos y testigos de la causa de Miami figuraba también Mario Estévez, un agente de la inteligencia cubano, infiltrado en los Estados Unidos en 1980. En su deposición ante el Gran Jurado, Estévez expresó que había sido infiltrado con el objetivo de activar el tráfico de drogas, comenzando por transacciones de marihuana hasta que fue arrestado el 29 de noviembre de 1981. Estévez testificó ante una comisión del senado de los Estados Unidos que había introducido en la Florida marihuana y gualudes desde Cuba, y de ahí trasladado a Nueva York.

Las declaraciones de Estévez resultaron desconcertantes: la alta cúpula de la dirigencia cubana había organizado una extensa red de narcotráfico desde América Latina hasta los puntos de distribución en ciudades norteamericanas, usando sus propios servicios secretos. Estévez identificó al alto oficial de inteligencia cubana, René Rodríguez Cruz y al vicealmirante Aldo Santamaría como las personas encargadas por Castro para canalizar este tráfico.

Estévez apuntó que desde los inicios de la década de los setenta se producía marihuana en la región cubana de Manzanillo para venderla en los Estados Unidos, operación que Castro venía madurando desde los días de la guerra de Vietnam. Estévez estimó en 200 millones de dólares anuales los ingresos cubanos sólo por concepto de la marihuana.

Durante el período de su actividad ilícita, Estévez logró el traslado de Cuba a Estados Unidos de alrededor de 270 kilogramos de cocaína, posteriormente vendida en Miami, Chicago, Ohio, Nueva Jersey, Nueva York y otras ciudades. El dinero acumulado lo llevaba a Cuba él personalmente. También informó que en un momento de su actividad, sus jefes en el gobierno cubano le recomendaron se trasladase a Bimini, en Las Bahamas, para conocer y entrenar a Frank Bonilla, otro agente proveniente de Cuba.

De regreso a Cuba, recalaron en la pequeña isla de Paredón Grande, donde hallaron el buque Viviana del colombiano Guillot-Lara con un cargamento de 8 millones de qualudes. El yate estaba escoltado por buques de guerra cubanos.

De acuerdo con la narración de Estévez, corroborada luego por otros narcotraficantes, estando en Paredón Grande concurrieron el jefe de la Marina de Cuba, almirante Santamaría, y el alto jefe de la inteligencia René Rodríguez, presidente del ICAP, organismo pantalla de la inteligencia cubana, con quienes sostuvo una extensa conversación sobre el narcotráfico. Explicó que cuando salió de Cuba a bordo del Viviana se acarreaba otro barco, el Lazy Lady, hasta la isla de Andros en Las Bahamas, donde se hizo el traspaso de los qualudes. Después fue ordenado a seguir hasta Cayo Güincho donde recogió 23,000 libras de marihuana procedente de Cuba.

(fotos superiores:  Gonzalo Bassols y el ya fallecido Vicealmirante  Aldo Santamaría Cuadrado; fotos inferiores: el extrañamente  fallecido en Cuba  René Rodríguez Cruz  y el embajador Fernando Ravelo)

El testimonio de Estévez implicó en el narcotráfico internacional a Santamaría, René Rodríguez, al embajador Ravelo, a Gonzalo Bassols Suárez, diplomático cubano en Colombia; a Teodobaldo Rico Rodríguez y Francisco Echemendía, funcionarios del Ministerio del Interior de Cuba.

Con posterioridad, René Rodríguez moría en La Habana, en circunstancias misteriosas, después del fusilamiento de los militares el general Ochoa, Tony de La Guardia, en 1989, y al deceso en prisión, en 1991, del general José Abrantes Fernández, exministro del Interior.

Coincidentemente, Estévez también fallecería en una prisión norteamericana. Los hilos de la trama que conducían hasta Fidel y Raúl Castro irían desapareciendo con el tiempo.

El ex secretario de Estado, Shultz, refiriéndose a los resultados del Gran Jurado de Miami, indicó que se "demostró la evidencia de la complicidad de Cuba en el tráfico de narcóticos en América Latina”. En marzo de 1983 fue confiscado en la Florida un velero con 750 libras de marihuana a bordo. Durante el registro del bote se halló un diario con la ruta seguida. Había zarpado de la Florida para Las Bahamas, siguió a Haití, luego a Cuba, después a Jamaica, retornó a Las Bahamas y finalmente llegó a la Florida de nuevo.

Poco después, el 20 de mayo de 1983, el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan declaraba en Miami que existían fuertes pruebas de que funcionarios de Castro estaban involucrados en el tráfico de drogas desde Cuba. Un mes después, el administrador de la DEA, Francis Mullen ratificaba ante el senado estadounidense que el gobierno de Cuba estaba consciente de los movimientos de drogas a través de su territorio, y que facilitaban tales movimientos.

Del libro Las guerras secretas de Fidel Castro, de Juan F. Benemelis.
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Tomado de http://baracuteycubano.blogspot.com


¿Quién es Raúl Castro? Un tirano al que sólo un hermano puede querer
(Fragmento)

Por Ion Mihai Pacepa
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(Comandante General Ion Mihai Pacepa fue el oficial mayor en abandonar el antiguo bloque  comunista.)

En 1972, tuve que organizar el viaje de Ceausescu a La Habana y fui su mano derecha durante toda la visita. Fidel era la cabeza visible, Raúl el movia los hilos. La primera dama de Cuba no era la mujer de Fidel sino la de Raúl. A Elena Ceausescu le estraño pero ambas mujeres conectaron a la perfección. Las dos, Elena y Vilma Espin Guilloys, habían abandonado sus estudios en la escuela; ambas querían ser químicas; las dos habían logrado reconocidos doctorados en la universidad, ambas se unieron al partido comunista antes de que hubiera llegado al poder en sus respectivos países, llegaron formar parte del Consejo de Estado y las dos eran presidentes de la Federación de Organizaciones de mujeres en sus países.

(Pacepa al lado del dictador comunista  rumano Ceausescu  y al lado de este su esposa Elena)

Durante esa visita, los hermanos Castro y Ceausescu acordaron aventurarse en el tráfico de drogas. Querían regir los destinos del mundo con las drogas. “Las drogas pueden hacer mucho más daño al imperialismo que las armas nucleares”-pontificaba Fidel. Raúl estaba de acuerdo: -“Las drogas pueden erosionar el capitalismo desde dentro”. En esas conversaciones nunca escuche la palabra “dinero” pero yo ya estaba administrando el dinero estaba generando Rumanía con estas operaciones. Todo este dinero era transferido a las cuentas personales de Ceausescu. En 1978, cuando afortunadamente pude abandonar Rumania esa cuenta, que llamaban AT-78, tenía un saldo de 400 millones de dólares –a pesar de las considerables dentadas que provocaba Elena con sus gastos en joyería y abrigos de lujo.

“FIDEL PONTIFICABA: ´LAS DROGAS PUEDEN HACER MUCHO MÁS DAÑO AL IMPERIALISMO QUE LAS ARMAS NUCLEARES´. RAÚL ESTABA
DE ACUERDO: ´LAS DROGAS PUEDEN EROSIONAR EL CAPITALISMO DESDE DENTRO”. 

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1 Comments:

At 9:15 a. m., Blogger JULIO CESAR TARRAGO HERNANDEZ(I.B.N.S. 10660) said...

Hija de La Guardia, mijita, mejor ni hables, q tu papá debió ser un asesino peor q el Chacal, llegar a donde llegó no fue por casualidad, el pago de la mejor manera, ajusticiado por el amo que hundirse en sangre lo envió, Bien Muerto Esté!!!

 

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