¡
LE RONCA LA CARABINA!
Por Jorge Riopedre
16 de diciembre de 2016
Si usted es cubano tiene que haber oído o invocado alguna vez en su vida “la carabina de Ambrosio”, dicho popular criollo que al parecer se originó a principios del siglo pasado. La Carabina de Ambrosio, que no tenía pólvora en sus cañones y siempre estaba colgada de un clavo, alude a los objetivos y personas que son inútiles y no sirven para nada. Así, de algo inservible se dice que “es más inútil que la carabina de Ambrosio”. El siguiente es un buen ejemplo.
Ben Rhodes, asesor de seguridad nacional del Presidente Barack Obama, afirma en los albores de su defunción política que revertir el proceso de acercamiento a La Habana afectaría la imagen de Estados Unidos en América Latina.
Más adelante el vocero del mandatario estadounidense (a todas luces el que más ha contribuido a prolongar la dinastía castrista con excepción de John F. Kennedy), fundamenta su argumento en la
falacia de “un programa que ha mejorado la vida de los cubanos y la conexión entre ambos pueblos”. Da repugnancia que las inclinaciones ideológicas,puedan cegar a funcionarios bien informados llevándoles a distorsionan la realidad cubana.
Estos diletantes de la política exterior no se dan cuenta que salvo los Nicolás Maduro y Rafael Correa de la avanzada castrista en América del Sur, la mayoría de los países de América Latina está clamando porque Washington despeje las dudas sobre su política regional, en particular lo que parece un concubinato con Cuba para forzar una paz dudosa en Colombia.
Si el hemisferio es el hogar de todos los americanos y Estados Unidos es el que cuenta con mayores recursos para contribuir al orden regional, los demócratas latinoamericanos abandonados a su suerte no tendrán otra alternativa que plegarse a los dictados de los Daniel Ortega y los Evo Morales para sobrevivir y proteger a los suyos. ¿Será acaso premeditado?
¡Le ronca la carabina de Ambrosio! Que a estas alturas del fracaso socialista, comunista o como quieran llamarle, algunos activistas políticos nos quieran embrutecer a todos comprando literalmente la voluntad de los más pobres con dádivas, regalos o promesas que en lugar de sacarlos de la miseria los condenará a ser más miserables.
Los más jóvenes, idealistas por naturaleza, tal vez no lo entiendan, pero uno ha vivido lo suficiente para ver la oreja del lobo cuando acecha la presa.
Bien por ignorancia, arrogancia o aviesas intenciones, no se sabe cuál, defensores de las relaciones con Cuba piensan que los problemas de la isla se solucionan con paladares y turistas proxenetas indiferentes a las necesidades de la población, como si la cúpula gobernante no fuera parte directa de la corrupción pública o estuviera dispuesta a soltar voluntariamente las riendas del poder que le proporciona cientos de millones de dólares e inmunidad diplomática para ellos y sus familiares.
Con gente como esta no hay transición posible. Ahí están los ejemplos de Mijaíl Gorbachov y Boris Yeltsin: al primero intentaron darle un golpe de estado, y el segundo tuvo que disolver el parlamento ruso a cañonazos, porque la cúpula roja quería destituirlo y continuar la farsa bolchevique. Ya ven ustedes por qué le ronca la carabina que la Casa Blanca insista en seguir negociando con La Habana a cambio de nada, mientras la seguridad del estado reparte palos a las dos manos y miles de cubanos abandonan la isla.
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