Alberto Roteta Dorado.: Solidaridad hacia venezolanos Vs. indiferencia hacia cubanos.
Por Dr. Alberto Roteta Dorado.
29 de agosto de 2017
Naples. Estados Unidos.- La comunidad internacional está dando grandes muestras de solidaridad hacia el pueblo venezolano que sufre una crítica situación como consecuencia del gran conflicto político generado por el régimen dictatorial de Nicolás Maduro.
La imposición de un nuevo “orden constitucional” – considerado ilegal y no reconocido por un conjunto de naciones e instituciones del mundo –, el marcado incremento de la represión, las carencias extremas de alimentos y medicinas, las constantes manifestaciones de la oposición, y de forma general, de la mayoría de la población, y de manera particular, las muertes ocurridas durante las acciones de protesta – que incluyen más de un centenar de jóvenes pacíficos-, ha sido más que suficiente para que desde todas partes del mundo tengan lugar pronunciamientos de apoyo incondicional al pueblo venezolano, al propio tiempo que se proyectan contra el corrupto y sanguinario régimen de Nicolás Maduro.
Esto debe ser motivo de una reflexión y análisis profundo, por cuanto, vale que reconozcamos todas esas muestras de hermandad que demuestran el grado de comprensión del fenómeno venezolano por parte de aquellos que han asumido actitudes dignas en este sentido, algo que comparto plenamente, y desde mi posición y de la manera en que se y puedo hacerlo, también me he situado al lado de los venezolanos, lo que supone una oposición a su régimen y de manera particular a su presidente.
No obstante, he estado cuestionándome algunos aspectos que quisiera comentar con la esperanza de que puedan llegar al corazón de unos y al pensamiento de otros, pero de cualquier modo, llegar para ejercer su influencia en esa sensibilidad innata a la condición humana.
En primer lugar creo que existen reacciones muy diferentes si se compara el comportamiento de todos los organismos internacionales, instituciones, personalidades, mandatarios, etc., en su actitud hacia el gran conflicto venezolano y la ya quasi eterna agonía cubana.
Recordemos que las lamentables muertes recientes en Venezuela han sido numerosas, es cierto, pero jamás será comparable a los miles de cubanos que han muerto durante décadas en sus terribles travesías por el mar, y más recientemente, a través de las selvas centroamericanas. En ambos casos el elemento desencadenante es el mismo, aunque en contextos diferentes. La existencia de un régimen comunista totalitario con una fuerte maquinaria represora es el elemento común en ambas naciones, algo que la comunidad internacional debe repudiar con la misma fuerza.
Algunos podrán afirmar que se trata de diferentes circunstancias, y esto es cierto; pero de cualquier modo, no resulta comparable el número de víctimas de la isla caribeña con el de Venezuela, y no solo el total de vidas perdidas; sino la persecución mantenida hacia todo aquello que se aparte de los cánones establecidos por la dictadura comunista de Cuba durante casi seis décadas, algo que resulta mucho más trascendental si se le compara con las acciones represivas del gobierno venezolano durante su etapa de Revolución Bolivariana a partir de 1999 con la asunción del poder por Hugo Chávez.
Téngase en cuenta que el drama venezolano ha alcanzado su clímax en los últimos años a diferencia de la agonía cubana, la que se inició justamente con la toma del poder por el dictador Fidel Castro y sus acólitos barbudos, quienes comenzaron la brutal aniquilación de cientos de cubanos a través de fusilamientos masivos dirigidos por un guerrillero extranjero que sigue siendo motivo de veneración en Cuba.
En lo adelante no ha habido una tregua para los cubanos. El éxodo masivo hacia los Estados Unidos y otros países, la escases de alimentos y medicamentos, la marginación y el ostracismo de aquellos considerados desafectos al régimen, la hambruna con sus consecuencias permanentes para la salud de muchos durante el llamado período especial, entre otros ejemplos, constituyen pruebas que demuestran la crueldad de una dictadura que se ha mostrado victoriosa ante cada una de las acciones arremetidas contra los cubanos.
Sin embargo, actualmente la comunidad internacional se ha mostrado con cierta frialdad ante el drama cubano. No ha existido un sentido de unidad por parte de los países de América Latina mediante la cual se pronuncien de manera enérgica contra las atrocidades del régimen castrista; algo que en otros tiempos fue diferente y países como Costa Rica y México – por solo citar dos ejemplos contundentes– hace solo unos años llegaron a la ruptura transitoria de sus relaciones diplomáticas.
La reunión extraordinaria convocada con urgencia para realizarse en Perú a pocas horas de la puesta en marcha de la constituyente de Maduro, con el no reconocimiento de su legitimidad por un considerable número de países, es una muestra del reconocimiento prioritario al dramático caso venezolano; algo que no sucede con Cuba, un país donde cada semana son golpeadas y encarceladas decenas de mujeres que de modo pacífico marchan intentando asistir a misa, donde cada día son amenazados, detenidos, golpeados y puestos en prisión miembros de organizaciones opositoras, donde se ha desatado una persecución desmedida hacia reporteros y comentaristas independientes, y donde todos los ciudadanos son sometidos a un estricto control por parte del régimen, sin que olvidemos la lamentable situación económica del pueblo cubano que ha estado sufriendo las carencias de alimentos y medicamentos.
Sin embargo, con el gobierno comunista cubano – a pesar de conocerse sus serias implicaciones en el narcotráfico, su papel ideador, controlador y ejecutor en todo lo referente a la situación venezolana, y sus oscuros lazos con naciones patrocinadoras del terrorismo– se establecen diálogos, se desarrollan convenios y se mantienen lazos oficiales que lejos de aislarlo y mantenerlo en el lugar que merece, le ofrecen cierta perspectiva de proyección internacional, a diferencia de los enérgicos pronunciamientos que desde todas partes del mundo han facilitado el aislamiento total del régimen de Nicolás Maduro.
Así las cosas, mientras en Cuba las multitudes luchan por sobrevivir, las grandes instancias internacionales y los gobiernos democráticos del mundo se olvidan demasiado de los cubanos al darle prioridad a otros conflictos, los que sin duda, son importantes y merecen su apoyo; pero no debe descuidarse jamás la crítica situación económica, social y política de la mayor de las Antillas.
Mientras el mundo entero se pronuncia en contra de Maduro y su Constituyente, en La Habana, el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, ICAP – una institución fantasmal, de la que solo se tiene noticias de manera muy esporádica y en caso de simulaciones como estas–, se convocó a una marcha en apoyo al gobierno venezolano y a su líder Nicolás Maduro.
Un grupúsculo de unas trescientas personas forzadas a la acción desfiló por solo unos quince minutos por la céntrica calle G, conocida como Avenida de los Presidentes, como muestra de una complicidad de la que también el mundo sabe; aunque muchos prefieren guardar silencio, y mantenerse al margen de lo mal hecho, como si todo se le pudiera dejar al destino…
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