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Estados Unidos, sus aliados y el mundo están unidos en nuestra búsqueda de una península coreana desnuclearizada.
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agosto 14, 2017
En los últimos meses, varias pruebas ilegales de misiles balísticos y de misiles balísticos intercontinental o ICBM (Inter-Continental Ballistic Missile) de Corea del Norte, junto con el más reciente lenguaje belicoso de Pyongyang sobre cómo atacar a los Estados Unidos, a Guam, a nuestros aliados y nuestros intereses en la región de Asia-Pacífico, han aumentado las tensiones entre el Corea del Norte y los Estados Unidos a niveles no experimentados desde la Guerra de Corea.
En respuesta, el gobierno del presidente Trump, con el apoyo de la comunidad internacional, está aplicando presión diplomática y económica a Corea del Norte para conseguir la desnuclearización completa, verificable e irreversible de la península coreana y el desmantelamiento de los programas de misiles balísticos del régimen. Estamos reemplazando la fracasada política de “paciencia estratégica”, que aceleró la amenaza norcoreana, con una nueva política de responsabilidad estratégica.
El objetivo de nuestra campaña de presión pacífica es la desnuclearización de la península coreana. Los Estados Unidos no tiene interés en el cambio de régimen ni en la reunificación acelerada de Corea. No buscamos una excusa para acuartelar tropas estadounidenses en el norte de la zona
desmilitarizada. No tenemos ningún deseo de infligir daño al pueblo norcoreano, que se distingue del régimen hostil de Pyongyang.
Nuestro enfoque diplomático lo comparten muchas naciones que apoyan nuestros objetivos, incluyendo China, que tiene una influencia económica dominante sobre Pyongyang. China es el vecino de Corea del Norte, único aliado en un tratado y principal socio comercial. Las entidades chinas están, de una manera u otra, involucradas con aproximadamente el 90% del comercio norcoreano. Esto le brinda a China una oportunidad sin precedentes para afirmar su influencia con el régimen. Recientes declaraciones de miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, así como de otras voces regionales y globales, han dejado claro que la comunidad internacional tiene una opinión sobre las provocativas y peligrosas acciones de Corea del Norte: Deben parar. Pyongyang debe renunciar a esas acciones.
China tiene un fuerte incentivo para perseguir los mismos objetivos que Estados Unidos. Las acciones del régimen norcoreano y la perspectiva de proliferación o conflicto nuclear amenazan la seguridad económica, política y militar que China ha conseguido a lo largo de los años. El comportamiento de Corea del Norte amenaza aún más el interés a largo plazo de China por la paz y la estabilidad regional. Si China desea desempeñar un papel más activo en la búsqueda de la paz y la estabilidad regional -de las que todos nosotros, especialmente China, obtenemos un gran beneficio- debe tomar la decisión de ejercer su influencia diplomática y económica decisiva sobre Corea del Norte.
Nuestro enfoque diplomático también continúa con las Naciones Unidas. La reciente votación unánime del Consejo de Seguridad impone nuevas sanciones a Corea del Norte y subraya hasta qué punto el régimen ha optado por aislarse de la comunidad internacional. Esta votación, que también contó con el apoyo de Rusia, refleja la voluntad internacional de afrontar la continua amenaza del régimen norcoreano contra la seguridad y la estabilidad mundial.
Instamos a todas las naciones a llevar a efecto sus compromisos de hacer cumplir las sanciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas contra Corea del Norte e incrementar la presión diplomática, económica y política sobre el régimen, específicamente a través del abandono del comercio que financia el desarrollo de armas balísticas y nucleares. Estados Unidos continúa consolidando la unidad internacional sobre la cuestión de Corea del Norte a través de un mayor compromiso en las Naciones Unidas, en foros diplomáticos regionales y en las capitales de todo el mundo.
Si bien la diplomacia es nuestro medio preferido para cambiar el curso de acción de Corea del Norte, está respaldada por opciones militares. Las alianzas estadounidenses con Corea del Sur y Japón son fuertes. Pero Pyongyang ha rechazado persistentemente los intentos de Seúl para crear condiciones que permitan el diálogo pacífico y, en cambio, ha seguido su imprudente curso de amenazas y provocaciones. Como resultado de estos peligros, el nuevo gobierno de Corea del Sur está avanzando con el despliegue de la Defensa de Área de Alta Altitud Terminal (Terminal High-Altitude Area Defense, Thaad) de Estados Unidos contra la amenaza. Elogiamos la decisión de Corea del Sur de desplegar esta capacidad puramente defensiva.
La instalación de lanzadores Thaad en la península coreana y la realización de ejercicios militares conjuntos son preparativos defensivos contra la aguda amenaza de acciones militares dirigidas contra los Estados Unidos, nuestros aliados y otras naciones. La demanda de China de que Estados Unidos y Corea del Sur no desplieguen Thaad es poco realista. Las autoridades militares china que tienen conocimiento técnico entienden que el sistema no plantea ningún peligro para su patria.
Al no usar China su influencia para mostrar al mundo cómo debe actuar una gran potencia para resolver un problema tan bien definido como la búsqueda por parte de Corea del Norte de armas nucleares y capacidad de misiles de largo alcance, otros en la región están obligados a adoptar
medidas defensivas prudentes para proteger a sus pueblos. El voto del Consejo de Seguridad de China fue un paso en la dirección correcta. La región y el mundo necesitan y esperan que China haga más.
Los Estados Unidos está dispuesto a negociar con Pyongyang. Pero dado el largo historial de la deshonestidad de Corea del Norte en las negociaciones y las repetidas violaciones de los acuerdos internacionales, incumbe al régimen señalar su deseo de negociar de buena fe. Una indicación sincera sería el cese inmediato de sus amenazas provocativas, pruebas nucleares, lanzamientos de misiles y otras pruebas de armas.
Los Estados Unidos continuará trabajando con sus aliados y socios para profundizar la cooperación diplomática y militar, y para que las naciones sean responsables ante sus compromisos de aislar al régimen. Esto incluirá la aplicación rigurosa de las sanciones, sin omitir ninguna fuente de ingresos de Corea del Norte. En particular, los Estados Unidos seguirá pidiendo a China y Rusia el compromiso de no proporcionar al régimen salvavidas económicos y persuadirlo de abandonar su peligroso camino.
Como siempre, adoptaremos la preparación militar en la defensa de nuestra patria, nuestros ciudadanos y nuestros aliados, y en la conservación de la estabilidad y la seguridad en el noreste de Asia. Y lo repetimos aquí: Todo ataque será derrotado, y todo uso de armas nucleares se encontrará con una respuesta eficaz y abrumadora.
Corea del Norte ahora enfrenta una elección. Emprender un nuevo camino hacia la paz, la prosperidad y la aceptación internacional, o continuar por el callejón sin salida de la beligerancia, la pobreza y el aislamiento. Los Estados Unidos aspira y trabajará para conseguir lo primero, y permanecerá vigilante frente a lo segundo.
(Columna de Opinión en The Wall Street Journal, por Jim Mattis, Secretario de Defensa, y Rex Tillerson, Secretario de Estado de EEUU)
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