Alberto Roteta Dorado sobre el luto en Ecuador por víctimas de acciones terroristas de supuesto grupo disidente de las FARC
El grupo estaba encabezado por el joven periodista Javier Ortega, de 32 años, apasionado a la narración de historias y muy sensible al sufrimiento de los sectores sociales desposeídos y oprimidos, no solo de su nación, sino del mundo, de ahí que los cubanos hemos de agradecerle sobremanera su activa participación como cronista cuando los sucesos del 2016 en Ecuador, cuya consecuencia inmediata fue la deportación hacia Cuba de alrededor de un centenar de cubanos por haber protagonizado un grupo de acciones de protestas en Quito.*
Sus temas periodísticos giraban en torno a temas como la vulnerabilidad de los derechos y la criminalística, destacándose sus reportes sobre el problema de los desaparecidos en Ecuador, y su extraordinaria cobertura por motivo del accidente aéreo en la Amazonía Ecuatoriana en el que murieron 22 militares en 2016.
Esta agudeza para introducirse de lleno en temas tan álgidos lo llevó hasta el poblado de Mataje, en la provincia de Esmeraldas, punto cercano a la frontera con Colombia, para interesarse por las condiciones de vida de los pobladores de esta zona, donde tuvieron lugar atentados terroristas en las últimas semanas por exmiembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, y esto justamente lo condujo a una muerte precedida por un sufrimiento agónico que se extendió por varios días desde el 26 de marzo en que se le vio por última vez junto a Raúl Rivas, el fotógrafo del equipo, de 46 años, quien dibujaba luces mediante sus imágenes fotográficas, con una maestría en Fotografía Documental, merecedor del Premio Nacional de Periodismo Eugenio Espejo y la Pluma de Oro del Premio Jorge Mantilla Ortega, certamen que organiza el diario El Comercio, y el leal conductor Efraín Segarra, de 60 años, el mayor de la víctimas, quien no solo conducía al pequeño grupo, sino que ofrecía pautas de trabajo que siempre eran escuchadas por sus colegas dada su experiencia en el medio. El domingo 25 de marzo, un día antes del secuestro, escribió en su cuenta de Facebook: “Buenas tardes, rumbo a San Lorenzo, el trabajo nos llama. Un abrazo”, en lo que sería su adiós definitivo.
Lenín Moreno, presidente de Ecuador, regresó a Quito de manera inesperada de la Cumbre de Lima y dio un ultimátum de doce horas para que se demostrara la existencia viva real de los cuerpos de los secuestrados. Pasado el plazo y con la presencia de familiares y colegas de las víctimas reconoció este viernes la muerte de los tres secuestrados.
Pero estos no son los únicos fallecidos causados por acciones criminales por parte de un grupo disidente de las FARC en la región. Con la muerte de estos tres secuestrados ya suman siete las víctimas ocasionadas desde el pasado 27 de enero hasta el presente en la frontera norte de Ecuador con territorio colombiano.
Un grupo disidente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, se ha mantenido operando en comunidades de la provincia de Esmeraldas, Ecuador. En el acto criminal del 20 de marzo en la pequeña localidad de Mataje, sitio fronterizo con Colombia murieron tres militares ecuatorianos luego de la detonación de un artefacto explosivo en una carretera donde se realizaban operativos militares.
Luis Alfredo Mosquera Borja, de 47 años, de los que 26 fueron dedicados al servicio de su patria como suboficial, murió como consecuencia de una gran explosión mientras realizaba su trabajo. Su anhelo de poder ver a su hijo siguiendo su ejemplo ya no podrá cumplirse. Los delincuentes disidentes de las FARC exterminaron su vida mientras hacía su ronda en Mataje el día de la explosión. Jairon Sandoval Bajaña, es el segundo de los militares fallecidos. Con solo 25 años y con el pequeño grado de cabo segundo, seguía la tradición familiar y el ejemplo de sus seis parientes integrantes activos de la Marina Ecuatoriana. El tercero de los militares fallecidos es Sergio Jordan Elaje Cedeño, de 23 años, marinero, el joven que quería estar en todos los grandes cursos de la Armada de su país. Luego de 16 días de lucha por sobrevivir murió en el Hospital Militar de Quito Wilmer Arnold Álvarez Pimentel, de 38 años, cabo infante de la Marina, quien perdió sus piernas en la terrible explosión en Mataje.
La patria de Eloy Alfaro está de luto ante la pérdida de siete ecuatorianos, de los que cuatro eran militares y cumplían su labor de defensa de la zona fronteriza entre Ecuador y Colombia, donde han tenido lugar las recientes acciones terroristas por parte del grupo "Frente Oliver Sinisterra", integrado por disidentes de las FARC y dirigido por el criminal conocido como el Guacho.
El clímax de la difícil situación en la región tuvo lugar con el secuestro de tres integrantes del popular medio de prensa El Comercio, cuyas muertes fueron confirmadas este viernes 13 de abril por el presidente de Ecuador, Lenín Moreno. Actualmente se realizan acciones coordinadas entre los gobiernos de Colombia y de Ecuador para combatir los actos terroristas y el narcotráfico en la zona fronteriza entre ambas naciones.
Este es el verdadero rostro de los criminales de las FARC, cuyos miembros se encuentran impunes y con participación en la vida política de Colombia. No podemos aceptar que tras la “deposición de las armas” por parte de las FARC, luego del acuerdo de paz, los criminales narcoguerrilleros permanezcan en un estado de quietud, que cual transformadora influencia les hiciera experimentar un cambio radical en sus vidas.
El criminal siempre será criminal. Los arrepentimientos y cambios radicales de actitudes han de ponerse siempre en duda. Después de todo, alguien con sobrada sapiencia se refirió al efecto benéfico de la duda. De ahí que sea preferible interpretar ciertas actitudes como una posible atenuación de hechos, que como todo lo que resulta paliativo queda en estado de latencia, por lo que los criminales integrantes de las FARC, los que fueron exonerados de sus cargos tras el convenio de paz, desde el silencio y la aparente calma reconciliadora estén ideando proyectos que de una u otra manera se pudieran concretar como actos.
Estos hechos ocurridos en territorio ecuatoriano así lo demuestran, y tal vez solo sea el inicio – o la continuidad– de una serie secuencial de actos terroristas a los que hemos de estar muy atentos, toda vez que estamos ante la presencia de un grupo temible que pretende mantener a toda costa el mando del narcotráfico mundial en la región.
La comunidad internacional y todas aquellas instancias y organizaciones responsabilizadas con la paz y el bienestar de la humanidad han de estar en un estado de alertidad, toda vez que el dictador cubano Raúl Castro ha recibido a 200 de los miembros del criminal grupo terrorista – que supuestamente depusieron sus armas– en La Habana para estudiar medicina, y se espera que lleguen muchos más a la isla hasta completar un total de 500 plazas que el régimen comunista quiso ofrecer como trofeo a los narcoguerrilleros.
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