Es un blog diario digital conformado con los artículos, opiniones, ensayos, etc. del Catedrático universitario Lic. Pedro Pablo Arencibia Cardoso sobre diferentes temáticas de la problemática cubana, actual e histórica, así como por noticias y artículos de otros autores que se consideran de gran interés para profundizar en la realidad cubana.
martes, mayo 15, 2018
Zoé Valdés sobre la destacada periodista y esritora Oriana Fallaci. Guillermo Domínguez: El día que Oriana Fallaci 'noqueó' a Muhammad Ali
En tres ocasiones Oriana Fallaci estuvo en Cuba (que me conste), en 1979, en 1980 y en 1983, su objetivo era entrevistar a Fidel Castro, tal como había entrevistado a otros 'líderes' mundiales, cuyas entrevistas no fueron precisamente regalos de periodista-escritora a líder. Oriana Fallaci era mucha mujer para arrodillarse ante nadie, su historia personal y su carrera periodística así lo prueban.
En las tres visitas que hizo nos encontramos, por azar oblicuo -que diría Lezama-; el primer encuentro fue en La Bodeguita del Medio, cuando todavía los bienvenidos eran los extranjeros y los menospreciados los cubanos. Nos sentamos frente a frente, en una mesa para cuatro personas. Ella me miró a los ojos, con aquellas pupilas gatunas fijas, y me preguntó cuál era la aspiración de los jóvenes en Cuba. Así fue, no se anduvo por los aleros, preguntó a rajatabla:
-¿A qué aspiran los jóvenes cubanos de hoy?
-No lo sé. Yo aspiro a escribir -respondí con idéntica velocidad.
Ella sonrió, había entendido mi manera de rehuir la respuesta que ella necesitaba, al fin y al cabo yo no la conocía y ella iba entrevistar nada más y nada menos que a la Maraca del Caribe.
-¿Y sobre qué escribes, sobre lo que ves y lo que vives? -inquirió siempre interesada más en mi que en los otros.
-Escribo sobre lo que imagino, y también sobre lo que olvidamos. Un día escribiré sobre lo que ahora veo y vivo.
( Oriana Fallaci)
Fumaba sin cesar:
-Debieras empezar a escribir ahora sobre lo que ves y vives, para que no tengas que escribir después sobre el olvido de lo que habrás olvidado después, que sería lo que te sucede ahora mismo -era una forma elegante de tenderme una deliciosa trampa.
Sonreí:
-Tengo muy buena memoria. Cuando dije que escribía sobre el olvido, me refería al olvido de los otros.
Entonces fue ella la que sonrió ampliamente, con una sonrisa sincera y hermosa.
Fumaba y fumaba, mientras nos contaba su vida, de su gran amor griego, de aquel niño que no nació porque nunca existió. Antes de irse, la segunda vez, me atreví a decirle que me habría gustado leer sus libros, y dejó dos, a una persona cercana cuyo egoísmo ya empezaba a distinguirse. La leí muchos años más tarde, sin embargo.
Recuerdo un largo paseo por las playas del Este, en un auto amarillo alquilado con la única intención de admirar las playas desde las cortinas de pinos, su fina y delicada piel no le permitía achicharrarse con aquel solazo. Sólo mencionaba dictadores y dictaduras, y nos reímos tanto, a pesar del encogimiento de tripas que yo llevaba, por miedo a que me estuviese poniendo a prueba -que nunca se sabe.
¿Qué recuerdo de Oriana Fallaci aparte de sus libros que me acompañan siempre? Su valentía, el coraje de su discurso inmediato, el verbo firme y certero. La mirada inteligente, el gesto de enarcar la ceja mientras aspiraba el humo hasta el fondo.
-Le dices a Fidel que me da la entrevista hoy o me largo y no vuelvo nunca más -amenazó al funcionario de turno.
Y también sus generosas palabras de aliento después de leer algunos de mis primeros cuentos:
-No lo dejes nunca, escribir es lo único que tú y yo poseemos.
Alguna foto existe de aquellos encuentros, pero quedó engavetada en los siniestros documentos de un primer divorcio. Tal vez algún día consiga recuperarla.
Vuela como mariposa, pica como abeja. Muhammad Ali, el boxeador más
grande de todos los tiempos, fallecía el pasado fin de semana a los 74
años en un hospital de Phoenix (Arizona, EEUU) por problemas
respiratorios. Se fue una leyenda, uno de los grandes iconos mundiales
del siglo XX y, con él, un hombre que a nadie dejaba indiferente con su
carácter controvertido y su verborrea, tan directa como sus puños.
De ello puede dar fe la periodista italiana Oriana Fallaci. Considerada
por muchos como una de las mejores periodistas de la historia, Fallaci
(Florencia, 1929 - Florencia, 2006), azote del Islam, entrevistó el 26
de mayo de 1966 -o, mejor dicho, hizo un amago de entrevistar- al púgil
de Louisville, nacido como Cassius Clay, Jr. y convertido a la religión
de Alá en 1964, después de su primera victoria contra Sonny Liston.
(Muhammad Ali y Oriana Fallaci. | LD)
Lo cierto es que aquel 26 de mayo de 1966, Fallaci se presentó en la
casa de Muhammad Ali en Miami para hacerle una entrevista. Pero el
encuentro, que ambos previamente habían acordado por teléfono,
terminaría por resultar de lo más desagradable. Al menos para la
periodista.
Nada más llegar a la lujosa mansión del boxeador en Miami Beach, Oriana
se encontró en el comedor con la imponente figura de Muhammad Ali
comiendo melón.
"Le dije: 'Buenos días, señor Clay'. Y él respondió con un eructo
bastante fuerte. Volvió a eructar de nuevo. Más fuerte aún. Salté y le
dije que no pensaba estar con un animal como él", desvelaba Oriana
Fallaci allá por 1969.
Micrófono contra la pared, grabadora a la cabeza
En su relato, la periodista añade: "Estaba preparando la grabadora para
hacer la entrevista cuando él de repente coge el micrófono y lo lanza
contra la pared; lo vi volar por delante de mi cabeza. Lo miré a los
ojos. Y él me miró; tan alto, tan enorme, como el elefante que observa a
un mosquito".
Fallaci relata que fue entonces cuando el séquito de Muhammad Ali llegó
en ayuda del boxeador y empezaron a proferir gritos contra ella. Cuando
la periodista consigue calmarlos, pasa a tratar de hacerle la entrevista
al púgil, pero éste sale por peteneras y responde cosas que
absolutamente nada tienen que ver con lo que le pregunta la reportera.
Fallaci le aclara su pregunta, pero a Ali, sin importarle nada la
entrevista, sigue respondiendo lo que a él le viene en gana. La
periodista insiste, pero el boxeador se mantiene en sus trece. ¿Hasta
cuándo este tira y afloja? Hasta dos o tres preguntas más. Es entonces
cuando Oriana, totalmente enojada, coge la grabadora y se la lanza a
Muhammad a la cabeza, pero éste, haciendo gala de sus grandísimas dotes
de campeón del mundo de los pesos pesados, consigue esquivarla.
Fallaci puso pies en polvorosa y logró salir corriendo de la mansión
para meterse en el taxi que la esperaba en la puerta. Los guardaespaldas
de Ali salieron corriendo tras ella pero el esfuerzo fue en vano, pues
el vehículo que trasladaba a la periodista ya había arrancado a toda
velocidad, distanciándose bastantes metros del domicilio de Muhammad
Ali.
"Cassius Clay me dijo que me rompería la nariz si me volvía a ver. Ya
veremos: si me rompe la nariz, va a acabar entre rejas y habrá bonitas
noticias en los periódicos sobre esto. Le vi después en Nueva York.
Paseé con mi nariz en el aire y él se marchó sin mirarme", relataba
Oriana Fallaci, que no dudó en atizar a Ali en su ensayo Las raíces del
odio: Mi verdad sobre el Islam con frases contundentes, tanto
o más que los puños de Cassius Clay, a quien describe como "el símbolo
de una América fanfarrona y feliz, vulgar y valiente, sin buen gusto
pero llena de energía".
(Alí y Fidel Castro; foto añadida por el bloguista de Baracutey Cubano)
"Del payaso inofensivo queda el vanidoso irritante"
"Se llamaba, entonces, Cassius Marcellus Clay", escribió Fallaci. "Ahora
se llama Mohammed Alí y es el símbolo de todo lo que se necesita
eliminar: el odio, la arrogancia, el fanatismo que no conoce barreras
geográficas (...) Los Musulmanes negros, una de las sectas más
peligrosas de América, el Ku-Klux-Klan al revés, asesinos de Malcolm X,
lo han catequizado, hipnotizado, doblado".
"Y del payaso inofensivo", añade en clara referencia a Muhammad Ali,
"queda un vanidoso irritante, un fanático obtuso que predica la
segregación racial, maltrata a los blancos que están con los negros y
amenaza a los negros que están con los blancos".
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Yo no tengo duda: el retirado invicto peso completo profesional Rocky Marciano, quién defendió 6 veces su título y ganó 43 por KO casi el 90% de sus 49 peleas
como profesional fue para mí el más grande peso pesado. Alí fue el que llevó a niveles nunca antes vistos el
alarde, la bravuconería y el espectáculo para ¨calentar ¨ las peleas y
aumentar las bolsas.
Muchas de las personas que vieron pelear a Rocky Marciano han
fallecido y la televisión en su tiempo no tenía la difusión que tuvo en
los tiempos de Alí
Alí fue muy técnico en su boxeo y no parecía un
peso completo por su estilo; sin embargo, hoy critican a algunos
boxeadores cubanos por practicar esa técnica del arte del boxeo en
sus peleas profesionales. Por otra parte, teniendo en cuenta a todas
las divisiones del boxeo, ¿Podemos decir que Alí fue el más grande
teniendo, aún hoy activo, a Floyd Mayweather Jr?
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Libro de Pedro Pablo Arencibia: Paradigmas Psicopedagogicos y caminos de la Investigacion Matematica en la Ensenanza de la Matematica Universitaria y Media
OPINIÓN SOBRE EL LIBRO:
Lo he ojeado, aqui y alla; es conmovedor. humano. Tardare en leerlo de tapa a tapa. Comprendo que es holistico, lo que me parece admirable, meritorio, politica, experiencia humana, Matematicas, Ciencias, y tambien ¨very scholar. Una combinacion unica. Gracias. B.M.
“Marco Rubio a Donald Trump: Te diré lo que es un buen acuerdo: que Cuba sea libre
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Licenciado en Matemática Pura en la Universidad de La Habana (UH) y Catedrático universitario con 24 años de experiencia en la docencia universitaria cubana; posee la Categoría Docente Principal de Profesor Titular universitario. Fue expulsado el 29 de enero de 1997 del Instituto Superior Pedagógico de Pinar del Río ( universidad de perfil formativo o pedagógico) por motivos políticos. Activo colaborador desde su fundación de la revista VITRAL y del Centro Católico de Formación Cívica y Religiosa (CFCR) de la Diócesis de Pinar del Río. Colaboró en Cuba con las organizaciones opositoras: Todos Unidos, Asamblea para Promover la Sociedad Civil en Cuba y con el Consejo Unitario de Trabajadores Cubanos (CUTC).
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COLABORADORES:
Paul Echániz
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