La Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FDHC) denuncia varios 'ataques' a raíz de la identificación de presuntos represores radicados en Florida
Ahora caza violadores de derechos humanos. ¿Habrá sido él mismo un represor en Cuba?
Por Nora Gámez Torres
ngameztorres@elnuevoherald.com
12 de julio de 2018
El académico y activista Juan Antonio Blanco, actual director ejecutivo de la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba, anunció recientemente una iniciativa para denunciar y deportar a antiguos represores en Cuba que emigraron a Estados Unidos. El activista aseguró que no se trataba de una “cacería de brujas” por creencias políticas o pertenencia a organizaciones políticas.
Lo que no declaró Blanco fue que en el pasado, él perteneció a las Brigadas de Respuesta Rápida, una organización creada por el fallecido Fidel Castro a inicios de la década de 1990 para reprimir a disidentes y contener protestas populares.
“Yo mismo soy un miembro de las Brigadas de Respuesta Rápida en mi edificio”, dijo Blanco durante una conferencia en 1993 en Estados Unidos, cuando ya oficialmente no era miembro del gobierno cubano.
Las Brigadas de Respuesta Rápida fueron fundadas como una organización de estilo parapolicial y han sido frecuentemente utilizadas por el gobierno para reprimir al movimiento opositor conocido como Damas de Blanco y en actos de repudio contra disidentes en Cuba. En 1994, miembros de las Brigadas, junto a policías y militares vestidos de civil, armados con palos y cabillas, reprimieron una protesta popular en la capital, conocida como “el Maleconazo”, que dio pie al éxodo conocido como la crisis de los balseros.
“Es cierto que ha habido casos en que tales encuentros se han salido de control. Me uní a la brigada precisamente porque creo que es importante asegurarse de que no haya excesos ni abusos”, continuó Blanco, según recoge el libro Talking about Revolution, escrito por la activista Medea Benjamin, a partir de las conferencias ofrecidas en universidades de EEUU.
Veinticinco años después, a Blanco aún le resulta difícil explicar sus declaraciones.
“Yo no pertenecí a un cuerpo de Brigada de Acción Rápida”, declaró inicialmente a el Nuevo Herald en una entrevista telefónica. “Lo más que yo recuerdo que haya participado fue una vez que había un acto contra un vecino de mi edificio y yo lo que hice, precisamente, fue impedir que se cometieran abusos contra los muchachos, contra la persona y no la humillaran... Lo que hice fue disolverlo.”
“Yo digo ahí que soy miembro solamente porque pertenecí...no porque haya firmado nada o haya estado en nada”, dijo. “Lamentablemente en la forma en que yo estoy presentando eso en aquel momento pues, evidentemente, tú lo coges ahora y lo sacas de contexto y no ayuda.”
Pedro González, el anterior director ejecutivo de la FHRC y actual asesor y miembro de su junta directiva, dijo que la junta discutió la trayectoria de Blanco durante una reunión en la que se le consideró como el mejor candidato para ocupar la dirección de la Fundación. González dijo que los miembros de la junta sabían que Blanco había sido “parte del aparato de gobierno cubano” pero que no recordaba la discusión de detalles específicos, como su declaración sobre las Brigadas de Respuesta Rápida.
González dijo que Blanco estaba “haciendo muy buen trabajo” al frente de los programas de promoción de derechos humanos en Cuba de la fundación. En una conferencia de prensa a fines de junio, Blanco expuso a dos ex policías que ahora viven en Estados Unidos y que habían sido denunciados por varias personas. Según declaró, él había hecho llegar las denuncias a las autoridades federales con el objetivo de que estos supuestos represores fueran deportados a Cuba.
González subrayó que la actuación de Blanco dentro del gobierno cubano no podía compararse con la de los represores que la organización está exhortando a denunciar y que Blanco no había mentido a las autoridades federales sobre su trayectoria. Cuestionarse el pasado de Blanco, “a estas alturas del hombre estar aquí”, comentó González, “parece un asesinato político” del gobierno cubano o de organizaciones rivales del exilio.
Antes de convertirse en defensor de los derechos humanos, Blanco tuvo una larga carrera dentro del gobierno de la isla, que incluyó casi una década como diplomático y varios años trabajando bajo las órdenes del connotado jefe del espionaje cubano Manuel Piñeiro Lozada, alias “Barbarroja”. En 1991, Blanco renunció a su puesto en el Departamento América del Comité Central del Partido Comunista para promover una sociedad civil en Cuba y fundar la Fundación Félix Varela.
"Lo curioso en el presente caso de la periodista Gámez es su ascenso directo al estrellato informativo..."
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10 de febrero de 2018
Cuando desde Cuba se propaga la especie de la supuesta entrega del poder de Raúl Castro a un sucesor de otro apellido, en Miami apareció una nueva voz que defiende sutilmente la vieja dictadura.
Articulo tras artículo, en entrevistas o reportajes, Nora Gámez Torres, la periodista encargada por el Nuevo Herald del crucial tema cubano, reitera con aparente equilibrio informativo, despojado de pasiones políticas, un mensaje que se distribuye por múltiples vías: en la isla si hay cambios, una nueva generación está ocupando las posiciones decisivas: Raúl Castro no intenta una monarquía tropical y todo aplazamiento o tropiezo para este final feliz a 60 años de dictadura solo tiene un obstáculo llamado Donald Trump y sus amigos de la mafia de Miami.
La presencia de voceros de los intereses del régimen cubano en el seno del exilio, con diferentes máscaras, que puebla hoy el sur de la Florida no es nueva. Por espacios prominentes en los medios de comunicación han pasado varios de ellos, como el truculento Edmundo García, quien con afilado olfato recorría las calles de Miami armado de micrófonos y cámaras o el falso coronel y académico Domingo Amuchaustegui, de tono tieso y apagado, más adecuado para las conferencias universitarias.
La escritora Nancy Pérez Crespo publicó datos que identifican contradicciones y sospechas sobre cómo y quiénes fabricaron a la periodista del Nuevo Herald Nora Gámez Torres. Lo curioso en el presente caso de la periodista Gámez es su ascenso directo al estrellato informativo, pese a la ausencia real de antecedentes en la profesión. Es cierto que en su elaborado currículo aparece una Maestría en Comunicación Social en la Universidad de la Habana y una actividad docente en esa institución durante varios años que la llevó, simultáneamente, a cursar privilegiados cursos en Noruega y en la London School of Economics and Political Science, donde obtuvo un Ph D en Sociología y una Maestría en Media and Comunications, respectivamente, según su propio reporte. Un prontuario de ensueño para los que viven la pesadilla comunista, solo al alcance de las clases más privilegiadas del entorna castrista.
Compartiendo su tiempo entre la Habana y Londres durante ocho años a lo largo de la pasada década, Gámez supuestamente impartió clases de periodismo a estudiantes cubanos, aunque los alumnos de la época no la recuerdan en absoluto, y sustituyo temporalmente al Vicedecano de Asuntos Académicos de la Universidad de la Habana. Su intensa actividad académica le permitió además prestar servicios al vicedecanato en “temas internacionales”, una plaza muy vinculada a los intereses de los siniestros servicios de la Dirección de inteligencia del Ministerio del Interior cubano, según un secreto a voces.
En su época, Abel Prieto, ministro de cultura, dio cabida en su entorno a estudiantes como Nora Gámez en el contexto de la música popular, que pasó a ser su tesis académica, nada más lejos del periodismo. Si se tiene en cuenta que la beca académica obtenida para viajar a la City University of London culminó con una tesis poco común y muy neutral sobre “la música popular y el cambio social”, es más que casual que arribara en la primavera del 2014 a Estados Unidos, dejando atrás una promisoria carrera en el mundo intelectual cubano, para desempeñarse en calidad de “Visiting Scholar” en el Cuban Research Institute de la Universidad de la Florida(FIU), después de viajar varias veces entre la Habana y la Florida. La historia de las exitosas acciones de penetración en sectores de esa Universidad por los servicios secretos cubanos haría interminable este recuento y quedó ilustrada por la captura y condena a prisión en 2007 de los profesores Carlos y Elsa Álvarez, agentes confesos de la tiranía castrista.
(Nora Gámez Torres)
Antes de su asentamiento definitivo en la Florida, durante el segundo período presidencial de Barack Obama, la profesora Gámez viajó repetidamente a Estados Unidos como conferencista a las Universidades de Harvard, Princeton y el Clark College en el estado de Washington. Sin transición conocida de la investigación sobre música popular cubana al reportaje noticioso, sin el trauma político habitual para quienes deciden cruzar al otro lado del estrecho de la Florida, y sin artículos políticos conocidos en la prensa cotidiana, la profesora Gámez entró en Mayo del 2014 a la nómina de El Nuevo Herald, a cargo de los temas de Cuba y el exilio.
Desde entonces su quehacer periodístico es más que abundante y suma a su hoja de servicios el haber sido la primera periodista autorizada por el gobierno de la Habana a viajar a la isla representando a un medio de comunicación hasta entonces vetado por estar asentada en el corazón del exilio. En el caso de la Sra. Gámez no se aplicó el inconstitucional castigo de ocho años sin acceso al país que rige para médicos y otros profesionales “desertores” del castrismo, así como otros muchos excluidos de su propia nación.
Los datos conocidos de esta ascendente “agente de influencia” hablan por sí solos “made in Cuba”. En el próximo artículo daremos respuesta a otra pregunta de mayor importancia: ¿Para qué se fabricó a Nora Gámez Torres?
Febrero 2018 “continuará”
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