viernes, agosto 31, 2018

Esteban Fernández: CARTA A CUBA

CARTA A CUBA

 
Por Esteban Fernández
31 de agosto de 2018


Cuba, mi amor eterno: se han cumplido 56 años sin verte y te adoro más que nunca. Nunca he dejado de quererte, nunca ha pasado un solo día de mi vida sin que de alguna forma te recuerde.

Yo debía estar en un libro de récords como la persona que más ha mencionado tu nombre, escrito tu nombre, hablado en público sobre ti, y añorándote más.

He corrido pequeños peligros tratando de salvarte, de liberarte de los que te oprimen. He dedicado toda una vida a odiar a los que te han destruido. Y, no me arrepiento, en realidad hubiera querido que los peligros hubieran sido mayores.

He criticado a quienes te olvidan, te desprecian, y no te han defendido. Pocos han ofendido públicamente al monstruo que se adueñó de ti más que yo.

Ni un solo centavo ha llegado a las manos de tus opresores por conducto mío. Ni directa ni indirectamente. Y tampoco he recibo un solo centavo por mi labor, completamente altruista, en favor de tu emancipación.

Jamás permito que tu destrucción física,  ni el adoctrinamiento de tus pobladores, me lleven a sentir desprecio hacia ti. Yo -en la distancia- con las casas despintadas y cayéndose, con los baches en tus calles, con Comités de delatores en cada cuadra, con tantos hijos del diablo que han nacido dentro de tus entrañas, yo te sigo viendo como una vez te vio Cristóbal Colón: “Como la tierra mas hermosa que ojos humanos han visto”.

No, no te visito, ni te visitaré jamás, mientras que tenga que pedirle permiso a una banda de criminales te han llenado de oprobios.

56 años ignorando a todos aquellos que -aunque sean llenos de buena fe- me han pedido que me olvide de ti.

“No pienses más en Cuba, olvídate de esa Cuba que solamente está en tus recuerdos, esa Cuba ya no existe” son palabras que recibo como latigazos en mi espalda.

Contra viento y marea, a mí no me sale de lo más profundo aceptar tu disolución como país, y me mantengo firme creyendo que Dios no podrá permitir eternamente que no vuelvas a reinar entre los países más prósperos y libres del planeta.

Te quiero Cuba, aunque por ese amor quieran colocarme dentro de una minoría de cubanos en extinción, aunque me llamen “dinosaurio”, y aunque llegara a ser el último que te venere.

Sé que es imposible físicamente poder volver a vivir otros 56 años sin verte, pero si eso fuera posible te seguiría queriendo igual, queriéndote más.

Y si la reencarnación existiera, y volviera a nacer, con todos los defectos que muchos te achacan, con todas las críticas que tengo contra las nuevas generaciones, quisiera VOLVER A NACER SIENDO CUBANO.

Cuba, tú has sido mi madre, mi novia más querida, mi primer y más grande amor, la tierra que no olvido. Mi devoción absoluta para todos los que han anegado con sangre esa tierra tratando de salvarte, y mi rencor eterno contra todo aquel que sus botas te han pisado esclavizándote.

Y todos los que no te quieran, todos los que le ha dado las espaldas a tu sufrimiento, todos los que de alguna forma cooperan con tus opresores, todos los que no quieran oír y leer nada de ti, aléjense de mí, quítense de mi camino, ignórenme, que yo no los quiero en mi vida, no los necesito, no me interesan su amistad.

Si bien mi cuerpo salió de ti, mi corazón siempre se quedó allí, porque Cuba – y quiero que te quede muy claro- jamás te he dicho “Adiós”, hoy, mañana  y siempre te dije, te digo y te diré “Hasta Luego”.

Esteban Fernández Gómez